Cuando recorría las carreteras rumbo a Trujillo, saliendo del fundo donde trabajaba en La Libertad, le decía a su esposa que algún día el desierto que miraba por la ventanilla de su auto sería verde. Testigo en primera fila de la transformación que ha sufrido Chavimochic, primero con el espárrago, luego con la palta y, más recientemente, con el arándano, cuando Rafael Quevedo Flores recorre hoy ese valle, lo que ve es un manto verde de miles de hectáreas que día a día son manejadas con las más modernas técnicas agronómicas, que producen frutas y hortalizas de calidad, enviadas a los más exigentes mercados internacionales. Hoy tiene 83 años y, si bien ya no trabaja con la intensidad de antaño, es parte del Grupo Rocío y tiene muy claro cuál es la tendencia que debe seguir la industria agrícola: generar alianzas estratégicas con empresas de la región, en aras de conformar un solo mercado, de Latinoamérica para el mundo. Eso es lo que está haciendo, desde hace unos años, el grupo empresarial Rocío.