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La apuesta por el Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades

Chavimochic: el balance entre inocuidad y rentabilidad

De un modelo de control químico intensivo en sus cultivos, las empresas agrícolas que ocupan la irrigación Chavimochic, en Trujillo, pasaron progresivamente en casi dos décadas a una agricultura sustentable, basada en el Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades (MIPE). Desde la conformación en el 2001 de un comité de sanidad de la APTCH, el aprendizaje ha sido constante e intenso. Según cuentan los dos principales expertos del comité, el entomólogo Jorge Castillo y el fitopatólogo Walter Apaza, el secreto para un buen manejo integrado es la inversión de  tiempo y dedicación en conocer a profundidad cada cultivo del valle.

12 de Octubre 2018 Equipo Redagrícola
Chavimochic: el balance entre inocuidad y rentabilidad

Marienella Ortiz

Equipo técnico en tareas de evaluación en el cultivo del espárrago.

Una planta de arándano en la costa peruana puede producir los doce meses del año. En teoría, esta práctica es una ventaja competitiva indiscutible si es que no solo se está concentrado en la ventana comercial de EE UU y se quiere llegar más lejos, a China, por ejemplo. Sin embargo, esto solo en teoría, porque en la práctica, los campos nuevos de arándanos en el valle de Chavimochic han dado muestras de debilidad, tras las últimas campañas de intensa explotación. Cosecha tras cosecha, la planta termina desgastada y abre las puertas a enfermedades, como los hongos de madera. Entonces, ¿cuándo realizar la poda inicial de la planta? ¿Cuál es el momento adecuado de poda durante una campaña? ¿Cuántos meses del año se debe cosechar para mantener el vigor de la planta? ¿Cuánto tiempo durará la planta en condiciones óptimas? Estas son algunas de las preguntas que necesitan resolver los miembros del comité sanitario de la Asociación de Agricultores Agroexportadores Propietarios de Terrenos de Chavimochic (APTCH).

Entender el cultivo es el punto de partida del manejo integrado, según la filosofía en Chavimochic. En épocas en que este valle trujillano, antes esparraguero, destina mayor espacio a la instalación de arándanos y paltas, el comité de sanidad es la pieza angular para mantener a raya las plagas y enfermedades, y obtener frutas con la menor cantidad de residuos químicos, como el mercado mundial lo demanda, con gran insistencia en los últimos años. El reto constante es lograr una relación armónica entre un manejo inocuo de los campos y la rentabilidad esperada. Por ello, para los expertos y dueños de fundos es vital entender el cultivo, lo que significa ir descubriendo las mejores condiciones de manejo agronómico que no desgate y haga perder vigor a la planta; y, con ello, se reduzcan las situaciones de estrés que son la puerta de entrada a los problemas sanitarios.

En la actualidad, un gran volumen de arándanos y paltas de Chavimochic se va con dirección a China, unos de los mercados más restrictivos en cuanto a los límites máximos de residuos (LMR). Esa es una tendencia que seguirá reorientado las prácticas sanitarias hacia un menor uso de químicos de alta residualidad en el mundo.

 

Hoy todos los fundos de Chavimochic hablan el mismo idioma

Han pasado 17 años en que la situación fitosanitaria en el valle de Chavimochic era realmente crítica. Las poblaciones de mosquilla de los brotes, de Prodiplosis longifila, de mosca blanca y otros insectos eran incontrolables en los campos de espárrago. Fue así que convocaron al entomólogo Fausto Cisneros para conformar el comité de sanidad, donde además participan los gerentes de las diferentes empresas de la zona.

Lo primero que se venció fueron las barreras de comunicación en la irrigación, tras quedar claro que plagas y enfermedades no conocen de linderos entre empresa y empresa, y que las ventajas competitivas estaban en otros ámbitos más vinculadas a lo comercial. Hasta ese entonces, las empresas no compartían sus problemas y soluciones sanitarias. Con el espárrago se trazaron gran parte de los protocolos para un manejo integrado y se superó la crisis. Ahora al comité le toca acompañar el proceso de cambio hacia un valle de frutales con 8,500 ha de paltos y 5,000 ha de arándanos.

Una vez al mes, durante una semana, los especialistas visitan los campos para ir recogiendo los problemas que van apareciendo, para luego proponer las soluciones que son, por lo general, el resultado de un consenso. Otro rol importante de los expertos del comité es supervisar que aquella solución propuesta se cumpla tal como se planteó. Para ello, los supervisores de cada campo utilizan cartillas diseñadas por el comité para ir describiendo lo que pasa en el fundo y así todos hablan un mismo idioma. En general, Castillo señala que todo está cuantificado, lo bueno y lo malo.

Por último, el entomólogo se muestra entusiasta porque este comité se ha convertido sin planificarlo en una escuela de formación de muchos técnicos en manejo integrado. Cada año dictan 18 cursos técnicos en coordinación con la Junta de Usuarios de Riego Presurizado de Moche, Virú y Chao, para mantener al día a las empresas de Chavimochic.

MANTENER LAS PRÁCTICAS BÁSICAS DE LA AGRICULTURA

Con el espárrago, que llegó a ocupar 12,000 ha del valle, los productores de Chavimochic aprendieron mucho del manejo integrado, sobre todo, que las plagas y enfermedades siempre están, que pueden ir colonizando el cultivo hasta generar una crisis. La mirada holística de los problemas sanitarios es vital para enfrentar un problema que puede tener como raíz varias razones. Jorge Castillo es entomólogo y resalta que Perú tiene muchos hábitats, pero también muchas plagas y enfermedades, aunque la base de un buen manejo integrado es mantener las prácticas básicas y a veces olvidadas de la agricultura. Por ejemplo, refiere, el caso de los agricultores de hortalizas que son nómades; alquilan terrenos por el menor tiempo que sea posible para ahorrar costos y eso implica que se descuente una necesaria preparación del terreno antes de la siembra.

Bajo esa lógica, menciona que la Prodiplosis longifila está directamente relacionada al manejo agronómico. “A esta plaga le gustan los campos cerrados, frondosos, con mucha humedad; como son los campos de palto. Esas características hacen que se vuelva agresiva, pero si uno controla el tema del riego, la densidad y ventilación se puede vivir con poblaciones manejables”, explica Castillo.  Igualmente, los responsables del valle tienen claro que no se puede regar en exceso las paltas ni tampoco a los arándanos, sobre todo si lo que se busca es evitar un ataque agresivo de Phytophthora y también de los hongos de madera.

LAS PRÁCTICAS CULTURALES SON PARTE VITAL DEL MIPE

Las labores culturales son las más utilizadas en el MIPE de Chavimochic. Las cosechas ordenadas, en el caso del espárrago, desactivan un posible problema con la P. longifila. “Uno puede estar haciendo bien las cosas en el campo, pero si desordenas las cosechas puedes tener malos resultados, sobre todo, porque la P. longifila, que es de  ciclos cortos, se reciclará rápidamente en el campo y podrá causar daños productivos, que si se cuantifican van del 5 a 15%, pudiendo haberse evitado”, refiere el experto.

En los campos de palto, la poda periódica para renovar madera se ha convertido en una práctica necesaria. “Las plantaciones están entrando a una edad adulta de siete u ocho años y nos dimos cuenta que la poda es muy importante para eliminar hongos de madera y otros problemas. Se tenía mucho miedo a la poda, incluso gente que venía de fuera no lo recomendaba,  pero ha tenido efectos positivos en el potencial productivo del árbol.  El exceso de sombreamiento genera material necrosado en el interior del palto y la Lasiodiplodia, que es el principal hongo de madera, aprovecha de las ramas secas como puerta de entrada. Esto lo han entendido las empresas y ahora todas hacen podas”, indica el fitopatólogo, Walter Apaza. La frondosidad del palto además da a la mosca de la fruta en su etapa adulta un espacio temporal donde albergar.

Trampa de luz en palto
Trampa de monitoreo en palto.

Otra práctica gravitante es el recojo de fruta caída, sobre todo, cuando tienes dos cultivos como el arándano y la palta, para evitar a los insectos. Asimismo, el control a través de trampas es ya una práctica común entre los fundos, aunque siempre se está perfeccionando su uso y siempre se pueden cometer errores. Apaza menciona que en un momento se intentó utilizar las trampas de luz con focos LED, debido a que brillaban más. Cuando fueron colocados en campo, por el contrario, en vez de atraer, los insectos eran repelidos. Luego, se detectó que la longitud de onda de este tipo de foco no considera el color violeta que es lo que atrae a los bichos voladores.

Una gran parte de estos controles se realizan en conjunto entre los diferentes campos del valle. La irrigación está dividida por sectores para un mejor manejo sanitario.  “Cuando tenemos problemas de mosca de la fruta y, para controlarla hacemos aplicaciones concertadas. Entonces, todos programamos la aplicación de un cebo toxico, por ejemplo, a las 8 de la mañana. Lo hacemos todos en conjunto, para que la mosca de la fruta no tenga la oportunidad de ir de un campo a otro. Aquí funciona muy bien la organización, para el éxito de esta práctica”, indica el entomólogo. Apaza agrega que en el caso de las trampas de luz es igual: “si en un área de 500  ha, solo uso las trampas de luz en 50 ha, los insectos de todos los lados se vendrán a mi campo. Entonces, se debe usar de manera concertada y en grandes áreas”, explica.

EL DESPEGUE DEL CONTROL ETOLÓGICO Y BIOLÓGICO

Las restricciones en el uso del control químico han dado pie en el Valle de Chavimochic al surgimiento de un negocio floreciente de empresas que comercializan insectos benéficos y antagonistas, así como entomopatógenos, ácaros predatores y otros actores microbiológicos. Incluso, las empresas productoras de caña de azúcar que están en el valle compran enemigos naturales como Billaea claripalpis y Paratheresia claripalpis para control de plagas barrenadoras.  Jorge Castillo contabiliza por lo menos 17 empresas proveedoras que incluso importan cepas para hacer sus distintas formulaciones. El comité de sanidad de la APTCH hace el control de calidad respectivo, porque como señala Apaza “hay que separar la paja del trigo”.

Jorge Castillo en plena evaluación de yemas en un campo de espárragos.

Los más comercializados son las tricomas y crisopas, para bajar poblaciones de lepidópteros, y también muchos fundos están apostando por los ácaros predatorios para controlar otros ácaros, como trips, arañitas rojas. En el caso de los entomopatógenos, Castillo comenta que su efectividad depende mucho de las condiciones ambientales; por lo tanto, se deben validar en diferentes condiciones de clima.

Por su parte, Apaza comenta que también es común el uso de las cepas de trichoderma para contrarrestar patógenos habitantes de suelo, como la Phytopthora. También se usan bacterias antagónicas, como el Bacillus subtilis, para el control de otros fitopatógenos. “La ventaja de estos antagonistas que pueblan la rizosfera es que además de controlar el problema tienen otros beneficios positivos, como generar mayor vida en el suelo o biodiversidad, y eso a la larga te ayuda a mantener la salud de las raíces. Esto es muy importante, sobre todo en cultivos como el palto”, comenta el especialista.

Otra arma que no deja residuos son los extractos botánicos que sean aceptados en los mercados de destino. Apaza menciona que estos productos han comenzado a reglamentarse en algunos mercados. De hecho, la Unión Europea ha empezado a registrarlos, luego de algunos incidentes. Hace unos años atrás, menciona que los extractos de cítricos traían el amonio cuaternario, pero se descubrió que este último ejercía el control y no el extracto en sí. Por ello es que, según sostene Apaza, “la calidad va a ser la súper clave en todo lo que es control biológico”.

LAS RESTRICCIONES EN EL CONTROL QUÍMICO

Hoy en día, las agroexportadoras parten del listado de productos químicos permitidos en todos los mercados a los que exportan, para luego diseñar su propio plan sanitario. Debido a las constantes restricciones de los LMR, la oferta de las empresas que ofrecen alternativas químicas se ha ido modificando en poco tiempo. Antes, lo común eran los productos de amplio espectro, que mataban todo, sin embargo, hoy en día, son los menos aceptados. Por ejemplo, Apaza menciona que hay un grupo de triazoles que son excelentes fungicidas pero que no pueden ser utilizados, al menos en arándanos.

“En arándanos, el mercado de agroquímicos está siendo altamente selectivo. Es imposible que vendan una molécula que sobrepase los LMR permitidos en EE UU, Europa, China y el resto del Asia, porque no se podrá vender la fruta durante los cuatro o cinco meses, desde que la fruta fue cosechada. Además, el producto que usaré debe estar registrado en todos los mercados porque no sé exactamente a dónde se exportará. Uno comienza a hacer un tamiz de los productos y te das cuenta que son pocos. El mercado de plaguicidas ha cambiado muchos en los últimos 10 años”, dice Apaza.

Por ello, refiere que las empresas hoy están invirtiendo mucho más en conocer los productos químicos: cómo se comporta la degradación del producto en la fruta. Antes de usarlos investigan el patrón de uso, es decir, cuántas veces se puede aplicar, cuánto residuo te deja con una, dos o tres aplicaciones. Y esto hay que verlo por cultivo y  variedad, porque el resultado puede variar.

Una de las enseñanzas que ha quedado interiorizada por los propietarios de fundos de Chavimochic es que no hay una receta única, como era común con el control químico. La apuesta es por una articulación de diferentes controles más amigables con el ecosistema.

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