Una fruta (aún) sin límites
Tras una década de incesante progresión, el arándano peruano traza su futuro pensando que aún tiene dos o tres años de crecimiento, sustentado, eso sí, en nuevas variedades, que podrían ser la clave para enfrentar la baja de precios que ha habido en el mercado.
Por Jorge Velasco Cruz y Rodrigo Pizarro Yáñez
Expectativas altamente prometedoras de cara a la campaña 2022/23 proyectan para la industria del arándano. En concreto, se prevé que la fruta de color azul continúe su tranco imparable. “Pronosticamos un crecimiento del 25% de los envíos, equivalentes a 270.000 toneladas”, vaticina Luis Miguel Vegas, gerente general de Proarándanos, según una recopilación de antecedentes que la asociación efectuó entre sus asociados entre marzo y abril. Al mismo tiempo, el arándano orgánico continuaría incrementando su participación, pasando del 10% al 15%.
Según este pronóstico, el 90% de la fruta se producirá entre los meses de agosto y diciembre, manteniendo la curva y la ventana comercial con que se ha desarrollado en los últimos años. Hilando aún más fino, el propio Vegas proyecta que, tal como viene ocurriendo, el 50% de esa fruta se producirá entre septiembre y octubre, con lo que en dos meses se producirían 135.000 toneladas”.
Así, el arándano viviría una nueva temporada récord, algo que viene haciendo hace exactamente una década. Solo en la temporada 2021/22, los envíos de esta fruta al exterior superaron las 219.000 toneladas, con ingresos sobre los US$ 1.300 millones, lo que evidenció un alza de 32% en volumen y de 28% en valor en relación a la campaña anterior. De esta manera, Perú se posicionó por tercera campaña consecutiva como el principal proveedor de esta fruta en el mundo, con un 25% de participación de mercado.
Se trata de un nuevo paso en la consolidación del alza sostenida del Perú en este rubro. “Las exportaciones peruanas de arándanos crecieron en volumen más de 16 veces en 7 años, creando gran impacto económico y social en comunidades rurales donde opera la industria”, comenta Vegas. Si bien en el período 2015/16, Perú exportaba casi 13.000 toneladas, esta cifra ya se había duplicado para la siguiente etapa y en solo cuatro años superaba las 120.000 toneladas.
De la mano con esta alza ha estado también el impacto económico en las localidades donde se produce. El área de influencia del cultivo ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años. De esta manera, las zonas donde se cultiva han ido aumentando en extensión. En 2016, el 93% de las hectáreas de arándanos se ubicaban en la región de La Libertad, liderando una producción que era seguida por Lima, Lambayeque y Ancash, con Ica y Cajamarca con plantaciones marginales. En tanto, en 2021 la influencia de La Libertad había disminuido su influencia hasta llegar al 49% del hectareaje, con otras regiones convertidas en importantes productoras como Lambayeque (21%), Lima (9%), Piura (8%), Ica (7%), y con la aparición de nuevas zonas como Moquegua en el sur.
Gracias a este crecimiento, solo en la temporada 2020/21 la industria del arándano creó 120.000 empleos directos, con un 52% de ellos ocupados por mano de obra femenina. “La industria del arándano peruano –explica el gerente de Proarándanos– es un motor para el Perú. Gracias a ella se genera una cantidad de empleo súper importante en zonas rurales. Y es un empleo inclusivo. Porque la mayor parte de la mano de obra que se usa es ocupada por mujeres, entre 26 y 30 años, que antes no tenían oportunidades de trabajo en zonas rurales”. Solo en la zona irrigada del Proyecto Olmos, en Lambayeque, en plena temporada de arándanos, se llega a emplear a 40.000 personas.
Y, si bien la disponibilidad de mano de obra es un tema recurrente en la industria agrícola, hoy en día el tema más relevante entre los productores de arándanos en Perú es otro. “En estos momentos el principal dolor de cabeza es el tema logístico y los costos de importación de importantes insumos agrícolas. Los altos costos de los fletes marítimos y de importación de insumos, por ejemplo de fertilizantes, están reduciendo los márgenes de utilidad. No hay suficiente cantidad de espacio en los buques y hay que hacer artimañas para enviar la fruta en las mejores condiciones. Esta campaña va a ser complicada en este sentido. Nosotros como asociación tenemos que ver de qué manera podemos brindarles soporte a los asociados, buscando mejoras en los accesos en un contexto cada vez más complicado con el tema naviero, aunque se prevé que la situación empiece a normalizarse en dos años más”, comenta Vegas.
EL NECESARIO RECAMBIO VARIETAL
Con todo, la industria del arándano en Perú está avanzando hacia su madurez. Su crecimiento, aunque explosivo, se ha ido ralentizando. Al tiempo que maduran las plantaciones, el rendimiento por hectárea pasó de 10,2 t/ha a 11,2 t/h. entre 2019 y 2021. Y el aumento de las hectáreas plantadas bajó por primera vez de los dos dígitos en la última temporada, llegando al 7%. De esta manera, el 25% de volumen proyectado para la próxima temporada marca un descenso en relación al 35% y 40% de aumento de las dos últimas campañas.
“El próximo año a este año, salvo algún imprevisto, debiéramos tener un volumen mayor a esta campaña. El crecimiento continuará por dos o tres años. Pero en algún momento vamos a llegar a un techo y el alza después va a estar definido según cómo vaya la demanda en el mundo”, afirma el ejecutivo de la asociación gremial, sobre una fruta que sigue teniendo a EE UU como el principal mercado de destino, seguido de Países Bajos, China y Reino Unido.
El cambio debiera venir por el lado de la plantación de nuevas variedades –con buen sabor y larga postcosecha– y nuevos mercados. Es una ecuación que va estrechamente relacionada, pues el recambio varietal abre otros destinos. “El consumidor tiene que tener una buena experiencia cuando come arándanos. Me refiero a que, cuando compre sus arándanos y los abra en su casa, estén crujientes y en una excelente condición para que este consumidor realmente se enamore del arándano y lo siga comprando”, apunta Vegas.