“Si no recuperamos una ley adecuada para el sector, será difícil dar el siguiente salto”
El presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (Agap) hace un repaso de la evolución de las agroexportaciones peruanas y pone énfasis en lo que se necesita para impulsar el crecimiento: más I+D en la industria y un nuevo marco legal para dar estabilidad a las nuevas inversiones en el sector.
Gabriel Amaro, presidente de Agap.
Gabriel Amaro dice que lo que ha habido en estos 20 años en la agricultura peruana ha sido una ‘revolución’. Y sostiene que no ha habido un ‘punto de partida’, sino una sumatoria de elementos. “Siempre digo que se alinearon los planetas. Una cosa muy difícil que ocurra, ocurrió, porque no es un solo elemento el que sucedió para que surja la agricultura. Tú sabes que es un sector muy grande, muy complejo, entonces no hay un solo elemento, sino varios”.
Pero, ¿cuáles son estos? “Primero, el cambio de Constitución, en los años noventa. El tema de igual tratamiento a la inversión nacional y extranjera, la seguridad jurídica para la tenencia de la tierra… Y un elemento que ha sido totalmente disruptivo, que fue la Ley de Promoción Agraria. ¿por qué disruptivo? Porque fue una de las pocas leyes que se adoptó a un sector económico para que este surja.
-¿Qué hizo concretamente esta ley?
-Reconoció el carácter propio que tiene el sector agrario, en el que tú ibas a desarrollar una actividad donde casi no había Estado, casi no había condiciones, no había muchas veces ni electricidad ni infraestructura, etcétera. Entonces, tenías que tener unas condiciones promotoras en la parte tributaria para que ese ‘gap’, por un lado, y la propia realidad agraria te permitan invertir en el largo plazo y con seguridad jurídica. La ley también reconocía que en la agricultura hay ciclos biológicos, ciclos de cosecha, de siembra, de poda, en los que en algún momento se necesita muchísimo personal y en otros muy poco, en donde tú no tienes que tener a todo el personal todo el año. Reconoció que es un sector económico que está sujeto a un montón de riesgos. Hemos visto lo del Yaku, lo del Niño Costero, lo de las marchas, lo de las plagas… Este es un tema que siempre lo hemos resaltado, porque el mundo ya lo reconoció así. Hay documentos, por ejemplo de la OCDE, en los que se reconoce que el sector agrario requiere una política pública y una normativa diferenciada. Y eso ocurrió en el Perú con la Ley de Promoción Agraria.
-¿Cuál fue el papel de los TLC en este crecimiento?
-Ese fue el otro elemento. Si yo comienzo a vender en agricultura y quiero que surja, un mercado de 33 millones de habitantes me queda corto. Entonces, el Perú tenía que orientarse al mundo. Somos un país con un montón de riquezas que no tienen otros países. Podíamos abastecerlos, con productos frescos, con productos procesados, con una serie de otros productos adicionales. Entonces, teníamos que orientar las políticas públicas hacia este mercado inmenso. Por eso es que otra de las políticas públicas fueron los tratados de libre comercio, en donde yo ya no soy uno más que vende. Soy un socio comercial, donde hablo de igual a igual, un país pequeñito con una potencia mundial que me va a abrir su mercado con condiciones especiales.
-¿Cuáles fueron aquellos productos con los que empezamos a crecer?
-La agricultura moderna peruana nace con el espárrago. Se producía antes del 2000, pero despega con la Ley de Promoción Agraria y con todas estas condiciones. Pero tampoco fue apenas se dio la ley, sino que comenzaron a sumarse una serie de elementos y conforme estos elementos iban madurando, la agricultura comenzó a atraer más inversión, no solamente extranjera, sino de inversionistas peruanos, de otros sectores que vinieron a un sector económico nuevo que daba una serie de oportunidades.
-¿Y qué significó la aparición del arándano?
-Lo del arándano fue consecuencia de todo lo que hemos estado hablando. Cuando comienza a exportarse el arándano, alrededor del 2015, el país había logrado fortalecer una serie de instituciones, como el Senasa; ya tenía un nuevo Ministerio de Comercio Exterior, que acompañaba el proceso de exportación. Ya tenía un sector productivo que había transitado por toda la regulación, por toda la tecnología que requería. Ya tenía márgenes adecuados, ya tenía personal capacitado, ya tenía conocimiento previo. Ya había transcurrido del espárrago hacia otros cultivos. Y, además, el empresario peruano había pasado de ser un clásico productor a ser un empresario moderno, un competidor global. Ese también fue un salto importante. Cuando se dio lo del arándano, el análisis que hacían los empresarios era “oye, yo tengo que entrar a cultivos distintos y uno de los cultivos en donde debo entrar es ahí donde haya mercado”. El arándano tenía un mundo de mercado y el sector agrario podía crecer por ahí.
-¿Qué productos podrían convertirse en el “próximo arándano”?
-Hay productos que ya están consolidados, como la uva y el espárrago, que tienen que seguir evolucionando: nuevas variedades para nuevos nichos de mercado. Y hay cultivos que ya están surgiendo. Uno es la pitahaya, por ejemplo. Hay otros, como la pecana, que estamos esperando esta semana el anuncio de acceso al mercado chino [N.R. el acceso se hizo oficial esa semana]. Y es todo de pequeña agricultura, entonces, si se abre el mercado chino, va a haber un ‘boom’ de pecana en el Perú. Y es un cultivo que dura décadas y que requiere condiciones, como toda la agricultura, de regulación y política pública a largo plazo para que se vaya desarrollando. Otro, y que preocupa a algunos, es la cereza, en la que el Perú tiene condiciones, tiene todos los climas, tiene valles interandinos donde puede desarrollarse. ¿Qué necesitamos ahí? Primero, acceso a mercados, que ya lo hemos pedido. Acceso a material genético; estamos pidiendo el acceso a material genético de Estados Unidos, por ejemplo; ya tenemos desde Chile. Hay muchos productores que están probando la cereza, entonces estoy seguro de que en los siguientes años vamos a comenzar a competir con este cultivo.
-¿La cereza se convertirá en el nuevo arándano?
-Podría. Hay otros cultivos que también se están probando como la frambuesa y se está viendo lo del caqui.
-¿Cuánto va a afectar al crecimiento de estos productos el tema climático?
-Va a afectar mucho, pero en agricultura es cuestión de adaptarse y tener un plan nacional que se trabaje conjuntamente entre el sector público y privado. Un ejemplo es lo que está pasando en Piura, donde tenemos una represa de 1.000.000.000 de metros cúbicos, que se ha dejado que se colmate, por lo que ahorita tiene solo el 40% de capacidad y encima no ha sido aparentemente bien manejada. Se necesitan planes de corto, mediano y largo plazo, primero para corregir estos desarreglos y segundo, para construir nueva infraestructura y ampliar la que tenemos. Porque en el Perú agua hay. Somos de los diez países del mundo que más agua tiene. Lo que nos falta es infraestructura.
-El otro desafío climático es el de las altas temperaturas. ¿Cómo lo abordamos?
-Con investigación y desarrollo. Con investigación y desarrollo vas teniendo nuevas variedades que sean resistentes a estos cambios climáticos. Ese es otro problema que tiene el Perú, que casi no hay investigación y desarrollo. Nosotros como Agap tenemos un proyecto para hacer el próximo año un instituto tecnológico de nivel global para la agricultura. Y estamos impulsando un ecosistema de I+D en el Perú, con reuniones con las instituciones del sector público, privado, con la academia, trayendo modelos europeos y de otros países desarrollados. Por otro lado, hay que incorporar a las regiones, porque si bien es cierto la agricultura moderna nació en los desiertos con los grandes proyectos de irrigación, hoy en día el 85% de las unidades productivas de los siete primeros cultivos de exportación son menores a 5 hectáreas, es pequeña agricultura incorporada a las cadenas productivas modernas. Eso tenemos que extenderlo y tiene que crecer hacia los valles interandinos, donde hay condiciones particulares para diferentes cultivos, y llegar hasta la selva. Hay cultivos que están llegando a la selva, por ejemplo el jengibre y la cúrcuma, y que son parte de una cadena productiva.
EL IMPACTO DEL PUERTO DE CHANCAY
-¿Cuál va a ser el impacto del megapuerto de Chancay?
-Creo que es una infraestructura también disruptiva. Tener una conexión directa del Puerto de Chancay al de Shangai y toda la zona del Asia nos da competitividad a tal nivel que nos reduce el tiempo en un 30% y los costos otro tanto, más o menos. Y nos abre todo un panorama de acceso a mercados de países desarrollados con mayor nivel adquisitivo.
-¿Qué les falta hacer a los empresarios para consolidar el crecimiento?
-A ver. El inversionista, nacional y extranjero, arriesga si tiene condiciones adecuadas para invertir. No es así de fácil. Hemos perdido mucho. Pero tenemos estructuralmente lo adecuado. Se requieren ajustar algunas tuercas. Una de ellas es la ley agraria marco. Si no recuperamos una ley adecuada para el sector, va a ser muy difícil dar el siguiente salto. Y eso es lo que estamos promoviendo en el Congreso. El ministro de Agricultura ha dicho que el gobierno va a apoyar la ley que apruebe el Congreso y eso se tiene que dar este año con las condiciones adecuadas, siguiendo los lineamientos de impulsar los TLC que se siguen haciendo. Así el empresario de todas partes del mundo va a volver e invertir de manera acelerada en el Perú, porque hay interés en el Perú, por las condiciones que tiene el país.