Uva de mesa y una recetas para enfrentar una campaña complicada
Recambio varietal, nuevos manejos agronómicos, mejor gestión del recurso hídrico, alternativas y estrategias en el uso de nutrientes…. Estas son algunas de las medida que han ido tomando los productores de la Cooperativa Mi Fruta, con el objetivo de seguir siendo competitivos en los mercados internacionales. Retos seguirá habiendo y estos productores tienen claro que es necesario enfrentarlos para mantenerse en buen pie en la industria uvera nacional.
Por Miguel Patiño
Treinta pequeños agricultores que algún día fueron productores de pasas decidieron dar un giro hace una década, motivados por el ‘boom’ que por entonces tenía la uva de mesa, cuya demanda se expandía en EE UU y China. Así, dieron vida la Cooperativa Mi Fruta, que hoy aglutina las producciones de una superficie total de 100 hectáreas (ha) ubicadas en las localidades de San Esteban y Santa María, territorio que cruza las provincias de Los Andes y San Felipe.
De todos los asociados, doce están enfocados en la producción de uva de mesa de exportación. Sus tamaños de huertos es variable y va de las 2 ha, el más pequeño, hasta las 15 ha el más grande. De ellos salieron las 80.000 cajas de uva que exportaron esta temporada, 60% de las cuales tuvieron como destino principal EE UU, en un año donde pudieron crecer hasta un 10% en su producción. La noticia que podría haber sido dulce como una Thompson, dejó más bien un sabor amargo, por el complejo contexto internacional producido por la crisis logística, atochamiento en los puertos y alza de costos de navieras, en lo que el gerente de la cooperativa, Cristian Lepe, califica como un ‘año negro’, “tan malo como cuando encontraron cianuro en las uvas”, en referencia a la destrucción de 300.000 cajas de uva en el puerto de Filadelfia tras encontrado dos bayas con este nocivo químico en 1989.
“El tema logístico ha afectado a todos. Los resultados aún no lo sabemos bien, pero lo que se habla aquí es que vienen muy malos. Está llegando recién la liquidación de variedades tempranas, que con los atrasos se ha concentrado hacia el final con las variedades nuevas”, explica Lepe como uno de los factores que va a golpear los retornos de los productores de variedades tradicionales.
Pero al mal tiempo, buena cara. Y uno de los objetivos de la cooperativa es ‘estar al día’ en cuanto a las innovaciones y transferencias de tecnología, como también en la optimización de los procesos productivos, “para mantenernos competitivos”, apunta el gerente, siempre de la mano de la sustentabilidad.
MAYLEN®, MANEJOS AFINADOS
En esta búsqueda, donde también luchan por ser más eficientes, tomaron la decisión en 2014 de apostar por nuevas variedades de uva de mesa, para así mejorar su competitividad en el mercado, dejando a un lado una roja tradicional como Red Globe, para instalar INIA GrapeOne (Maylen®, como marca comercial), que luego de un tira y afloja para encontrar los manejos adecuado, pudieron dar con la estrategia para producir la primera uva de mesa desarrollada genéticamente en el país.
“Creo que ya afinamos el manejo. Lo único que nos ha afectado, y que tenemos problemas, es que tenemos algunos sectores complicados con el patrón que está con la variedad, en los sectores más fríos. Ahí no hemos podido producir bien, pero no es un problema de manejo”, explica Lepe, sobre un inconveniente que ha afectado a un sector bajo como Santa María, ya que de acuerdo a Lepe, esta uva de mesa negra ha emergido como una variedad vigorosa, a la que no le sientan bien las heladas, a diferencia de sectores más altos como Higueral, Las Bandurrias o San Esteban, donde no han registrado ningún problema.
Pero pese a la aclimatación de Maylen® en el valle, Lepe comenta que, por un tema de calibre, ha sido difícil la entrada al mercado chino. “Los primeros años que la produjimos no era de un calibre muy grande, no estábamos con el manejo tan afinado, y si bien les gustó, querían una más calibre, porque en el fondo la comparan con la variedad Autumn Royal, que es más grande. Además, pedían más firmeza, y con Maylen® encontramos dificultades en ese tema, ya que al principio no le pillábamos la mano para que saliera más crocante”.
Pero campaña tras campaña trabajando con la variedad, encontraron el manejo adecuado y fueron dejando atrás ese problema, aunque bien es cierto que su principal mercado sigue siendo el norteamericano.
El riesgo de haberse aventurado con una variedad licenciada es también un tema importante para esta cooperativa, donde finalmente primó el sentido colectivo de sus asociados, y acordaron asumir los costos de los royalties de Maylen® como conjunto, y no solo traspasar esos costos a los socios que asumieron el riesgo. “Si estamos asociados, tenemos que apoyar a los que se atrevieron a plantar esta variedad”, señala Lepe, destacando la importancia de esta decisión a la vista de que los primeros tres años desde que se injerta no hay ingresos.
Raya para la suma: “yo creo que valió la pena”, comenta Lepe sobre Maylen® No solo porque les ha permitido actualizar su oferta varietal, sino también porque gracias a su experiencia en pasas, han conseguido que el descarte de este desarrollo chileno de uva de mesa, que pueden ser “racimos deformes, pámpanos grandes, o incluso un racimo con un poquito de botrytis”, vaya también a este tipo de producción, ayudando también a los ingresos de los asociados.
Si bien ya tienen experiencia con una nueva variedad de uva de mesa, manejan otras tradicionales como Queen Red, Red Globe, Crimson y Thompson. Sobre esta última, el gerente de Mi Fruta considera que “sigue siendo rentable y vendiéndose bien, aunque es cada vez más cara producir, pero en el mercado extranjero todavía tiene buena aceptación”, aunque es innegable que, puesta a producir con una nueva variedad ‘seedless’, estas requieren menos trabajo y son más fáciles de llegar a los kilos que se necesitan.
“De todas formas las variedades nuevas llegaron para quedarse. No hay vuelta atrás en ese sentido. Un productor de Thompson, que la produzca muy bien, puede seguir perfectamente. Hay variedades como Crimson que están muy complicadas, porque está metida en una ventana donde hay mucha fruta, y cuesta que consiga calibre. Lo mismo para Red Globe”. Por eso Lepe apunta a las ganas que tienen de hacer un recambio en el segmento de las rojas ‘seedless’. “Pero ha estado duro por temas como la sequía y otros problemas”, analiza.