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Análisis de Walter Masman, asesor, especialista en cerezos

Un viaje sin freno hasta el nuevo piso de las 120 millones de cajas

Condiciones nunca antes vistas durante el invierno y primavera de la temporada 2023/24 presionaron la producción de cerezas en Chile, aunque eso no significó bajar los volúmenes de exportación.

06 de Mayo 2024 Miguel Patiño y Rodrigo Pizarro Yáñez
Un viaje sin freno hasta el nuevo piso de las 120 millones de cajas

Primordios muertos, una de las primeras alertas de que sería una temporada compleja.

Fue un año absolutamente distinto a cualquier otro que haya vivido la producción de cerezas en Chile, por lo menos desde su ‘boom’ en el país desde mediados de los años 2000.

Así califica el asesor Walter Masman la experiencia que dejó la campaña 2023/24 en el país, que luego de proyecciones alentadoras, que en un principio auguraban sobre 100 millones de cajas, rápidamente pasaron al terror por las condiciones climáticas desfavorables que tuvo el cultivo, tras un invierno más cálido a lo esperado y una primavera con abundantes lluvias.

Pese a la tempestad, finalmente la temporada fue de cuentas alegres.

“Creo que no hay ningún año igual a este, pero sí nos dejó mucho aprendizaje. Por ejemplo, la mirada de cómo evaluar los requerimientos de frío en las variedades, porque en los modelos que uno utilizaba, no es que se fueron al ‘tacho de basura’ ni mucho menos, pero te das cuenta que son absolutamente perfectibles”, explica.

El asesor alude a zonas -sobre todo aquellas de la zona centro y centro norte-, que no pudieron cumplir con los requerimientos de acumulación de frío que requiere el cultivo para producir. “Si tú hablabas con alguien al 20 de diciembre, y me incluyo, todos decíamos que la caída de Chile iba a ser de un 30%, 40%, 50%, incluso en los grupos de whatsapp se hablaba de una mayor caída respecto al año pasado”, detalla Masman.

Al final de cuentas, la caída fue del 0,3% respecto al volumen enviado en la temporada 2022/23. Asegura que no hay ningún productor que diga que obtuvo más fruta que el año pasado, poniendo como ejemplo la variedad Santina (algunas excepciones), donde productores le señalaban que las pérdidas fueron del orden de 30%, con más cara de 40%.

Por otro lado, pese a las caídas productivas debido a las adversidades climáticas, Lapins registró un aumento de volumen respecto al año pasado, con producciones promedio de 10 t/ha, cuando habitualmente la norma es obtener rendimientos de entre 18 t/ha y 20 t/ha.

NUEVOS VOLÚMENES, ¿PREOCUPANTES?

¿Cómo se explica esta disociación entre producciones más bajas, pero crecimiento en envíos de la variedad? De acuerdo a Masman, el principal aportante sería principalmente toda la nueva superficie plantada en el país.

“Y ahí viene lo preocupante, porque en rigor es una superficie que hoy en día no se dimensiona, sobre todo porque la superficie nueva no estuvo exenta a la baja en volumen por las condiciones climáticas”.

Por eso, asegura que cuando los efectos climáticos que marcaron el 2023 se disipen, el salto será incluso por sobre los 120 millones de cajas de cerezas, asegura el experto.

¿Qué pasará cuando se llegue a ese número? El asesor explica que muchos campos, volviendo a tener condiciones como un invierno frío y una primavera sin lluvias, muchos huertos que produjeron 5 t/ha, este año saltarán a 8 t/ha, 10 t/ha o 12 t/ha. “Por ello, lo que viene es potente y preocupante”, advierte el especialista. 

¿Hay capacidad de Chile para procesar más de 100 millones de cajas? Masman señala que sí, pero lo que complica es la acumulación. “Este año se produjo un ‘peak’ muy, muy potente, nunca antes visto, que fue entre las se-
manas 51 y 52, donde se embaló mucha fruta. Las empresas lo hicieron súper bien, pero si eso se mantiene en el tiempo, va a ser difícil”. 

Walter Masman.

Pese a las dificultades, Masman ve el vaso medio lleno, señalando que la temporada “nos deja una lección muy buena: los volúmenes estuvieron acotados, y se produjo fruta de calidad, aunque los árboles tuvieran poca fruta, y otro factor importante de analizar es que las temperaturas que hubo en primavera favorecieron
a que el producto terminara de buena forma”.

En años anteriores, el ‘peak’ de temperatura se situaba entre el 15 y 25 de noviembre, donde muchas variedades como Lapins sufrían, ya que “si las temperaturas te pillaban desprevenido”, ya sea por estar estresada por
un alto volumen, por radiación o por temperatura, la fruta tendía a frenarse en términos de calibre y, por otro lado, tendía también a ser más blanda.

“Los niveles de firmeza de Lapins a veces caían de manera significativa, pero este año fue diferente porque nunca había comido Lapins tan buenas como las de esta temporada. Espectaculares”, describe.

CADA AÑO, UNA REINA Y UNA VILLANA

Cada año hay una variedad reina y una que queda como villana o destruida. El asesor explica que a Santina le había tocado ser la variedad reinante de los últimos años, preferida entre productores, pero este año fue todo lo
contrario. “También es preocupante”, advierte.

Fue la variedad ‘destruida’ porque tuvo baja productividad, porque le costó llegar a la madurez por efecto de las temperaturas, y porque, ya sea por la ansiedad por la demanda del mercado, es una fruta que tiende a cosecharse más roja.

“Empezó a llegar por vía aérea, apurados, y los chinos la vieron y pagaron, pero no lo de años anteriores. Los precios iniciales de Santina no fueron muy buenos. La Santina que se envía por barco llegó bien, con los parámetros de cosecha óptimos, tiene buenos precios, pero no estuvo dentro de lo acostumbrado”, sostiene.

En cambio, Lapins tuvo rendimientos ‘increíbles’, en relación a otras variedades, comenta el experto, seguida también por Regina, que también tuvo comportamiento ‘extraordinario’.

De hecho, señala que las exportadoras que estuvieron allá le comentaron que esta variedad, no tuvo los problemas de pardeamiento de temporadas anteriores (sobre todo durante la crisis de los contenedores pos pandemia), complicación que dejaba un sabor astringente y desagradable en la fruta. Esta temporada, en cambio, los precios estuvieron muy buenos, de acuerdo a Masman.

Otro de los aprendizajes que dejó la temporada, para Masman, es que “la nobleza de Lapins es increíble”, aunque llama a la mesura por la cantidad de volumen, principalmente por lo que puede concentrar de Lapins y de Santina.

Ambas son las dos variedades más plantadas en Chile, y se traslapan en sus cosechas. Incluso podría ocurrir que entre las semanas 49 y 51 lleguen juntas a China, lo que podría generar un exceso de oferta y empujar los precios a la baja. 

Y si bien esta temporada estuvo cargada buenas e inesperadas noticias, también vienen de la mano de tentaciones que pueden hacer caer en trampas productivas, ya que de acuerdo a Masman, el cerecero “puede creer que ya le agarró la mano a estas variedades, y ojo, porque fue un año donde hubo muchos factores que incidieron”.

El asesor explica que uno de ellos fue la sobre regulación de carga, donde los árboles estaban con lo justo y preciso y, segundo, el aspecto climático, donde hubo un acompañamiento del clima para que la fruta madurara bien.

“Es cosa de que volvamos a la realidad de otros años, con noviembres de extrema temperatura, donde la fruta
sufre. Si tuviste un invierno normal, tendrás volúmenes más altos, con todos los manejos que uno sabe y conoce. Pero insisto, podemos golpearnos de frente a 200 kilómetros por hora con el volumen que podría venir”, sentencia Masman.

El aumento sostenido de proyectos cereceros usualmente están asociados a Santina, variedad tradicional que se sigue plantando en base a los buenos resultados que ha obtenido en los últimos años. De acuerdo a datos recopilados por Redagrícola, Univiveros, comercializó 250.000 plantas de Santina durante 2023, más de la mitad de las 400.000 plantas de cereza que comercializó en total.

Desuniformidad en la floración.

PREOCUPACIÓN POR PRODUCCIONES FUTURAS DE SANTINA

“Aquí es donde viene el tema preocupante, porque lo que va a entrar en producción de Santina en 2024 y el 2025 va a ser brutal”. En ese sentido, los datos públicos oficiales hablan de cerca de 65.000 hectáreas de este carozo plantado en Chile, pero Masman estima que hoy el piso productivo de Chile se encuentra, por lo menos, en 80.000 hectáreas, y de ahí para arriba.

¿Por qué a los productores les gusta tanto Santina? De acuerdo a Masman, Santina “tiene un extraordinario comportamiento de poscosecha, yo creo que no hay ninguna que la supere”. Destaca además que al chino además le gusta la cereza oscura, ya que lo tiene asociado al buen sabor, y una caja de Santina puede llegar al mercado tras 35 o 40 días de ser cosechada, “y aún parece que fuese un producto que fue cosechado ayer”. Además, tiene pedicelos que parecen fosforescentes, y que para los chinos es un espectáculo, detalla.

De todas formas, hay que entender que hasta la pandemia, Chile creció de manera exponencial, y en 2021, debido a la incertidumbre por la pandemia, vino un frenazo, pero independiente de aquello, de acuerdo a Masman todo lo que se plantó el año 2020, entró en producción esta campaña recién pasada, prácticamente a plenitud.

En la temporada 2024/25, en tanto, sí o sí serán huertos en producción y no tendrían excusas para desarrollar su potencial. Por otro lado, lo que se plantó entre 2021 y 2023 sería más estable de acuerdo al asesor, por lo que “los cambios o las brechas que hoy día podemos ver en volumen, ya lo vimos en parte este 2023, aunque está enmascarado por lo que pasó, y es en este 2024/25 donde se va a ver fuerte”.

Además, el experto apunta a que una vez superado el Fenómeno El Niño, en invierno llegaría La Niña, que significa frío, riesgo de heladas y sequía, y gran parte de esos parámetros apuntan a un año muy productivo para un huerto cerecero.

PESE A LA TORMENTA…

En términos de las lecciones que dejó la temporada que pasó, Masman señala que lo interesante de los resultados, desde el punto de vista de la rentabilidad, es que pese a las dificultades de la temporada, se llegó a una curva de distribución de calibres alta, con buenos calibres y firmeza.

Esos atributos fueron producto de una fórmula que se afinó por parte de los productores, que implica que los ajustes de carga sí se realizan muy temprano.

Pero por el lado de las alertas que se levantaron, tras un 2023 con un invierno más cálido de lo habitual, es que el árbol haya utilizado todas sus reservas para producir fruta, ante una acumulación de frío que fue deficiente o mal distribuida.

“Esto son como postas de una carrera. En rigor, el árbol almacena todo y en la medida que comienza a consumir lo que almacena en la reserva, la raíz comienza a crecer asimilando nutrientes a medida que sube la temperatura.  Luego el brote comienza a hacer fotosíntesis. Pero este año que pasó, hubo lluvias, frío, tempera-
turas de suelo que no permitían que las raíces se expresaran, y el brote no quería partir porque con todas estas desuniformidades, no existían las condiciones óptimas de temperatura para que el crecimiento vegetativo se desarrolle”, explica Masman.

Por ello, en la campaña pasada la reserva se utilizó y se exigió al máximo al árbol, pero también destaca que dentro de todo, también existieron equilibrios. 

“El árbol tuvo menor carga, por lo tanto también es un árbol que estuvo más relajado cuando se dieron las condiciones de temperatura”, detalla.

Por ello es que explica, mirando a la temporada que pasó y la que se avecina, que “si yo me exacerbo en tirarle elementos para sus reservas al árbol, eso va a hacer que el árbol nuevamente comience vegetativamente a expresarse más, y eso también implica una muy mala entrada en receso, entonces
hay que tener mucho cuidado”.

CUBIERTAS PROTEGIERON, PERO…

¿Fueron las cubiertas determinantes para la protección y producción de cerezas? Sin duda que fueron un factor de resguardo ante las sorpresivas y abundantes lluvias que afectaron a muchos productores de la zona centro sur del país.

Pero más allá de esa tarea, Masman señala que hay otros aspectos claves en el uso de cubiertas: “aquellos productores que tienen techos la razón de querer adelantar, mejoraron las condiciones de temperatura en primavera, por lo que esos huertos tuvieron una temperatura más cálida en su interior”, lo que impulsó la actividad de la abeja y la fecundación, que requiere temperatura más alta que la que hubo para que efectivamente se desarrolle, y en eso señala que los techos sí cumplieron un rol.

“Cuando tú analizas los huertos con cubiertas, tuvieron mayor productividad, además de protegerse de la lluvia, lo que entrega una diferencia sustantiva”, comenta, pero eso no significa la panacea, ya que añade que “no significó necesariamente que estuvieran exentos al efecto climático, ya que si comparas los resultados de un huerto con techo de este año con años anteriores, este año también venía a la baja”.

Finalmente lo que marcó el invierno del 2023 “fue la deficiencia de frío, y ahí estuvo el golpe para todos”, concluye.

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