Las fórmulas de éxito para una adecuada nutrición en rosas
El manejo de la nutrición es un aspecto clave para obtener rosas de calidad. Sin embargo, para tener éxito, dependerá de si el cultivo fue establecido en suelo o en hidroponía, contar con análisis nutricionales y, donde el riego juega un papel fundamental. La experta en nutrición, Emilce Gutiérrez, advierte: “No basta con tener la mejor fórmula nutricional, si no la aplico con la cantidad de agua y en la frecuencia que mi suelo o mi sustrato lo requieran, la planta no la va a asimilar de la mejor manera”.
Por Ximena González V
“Definir si los productores de rosas en Colombia están fertilizando bien o no los cultivos no sería una apreciación objetiva”, sostiene la ingeniera agrónoma Clara Emilce Gutiérrez. Y lo dice porque cada floricultor fertiliza sus plantas de acuerdo a cada especie y a la zona de cultivo, basándose en las fórmulas tradicionales. Sin embargo, la especialista precisa que un aspecto clave que debiese trabajarse es una estrategia de fertilización diferenciada, dependiendo de la etapa fenológica en que esté la planta, algo que hoy en día no se está haciendo.
“En rosas trabajamos con una producción abierta y continua, lo que significa que, en un mismo lote, tenemos plantas y tallos en todos los estados fenológicos y eso hace que no podamos trabajar fórmulas diferenciadas”, explica y advierte que lo que se hace es sacar un promedio del requerimiento nutricional, y esa fórmula es la que se aplica en todo el proceso. “Solo en algunas ocasiones se modifican un poco algunos elementos puntuales”, dice.
Explica que la fórmula nutricional promedio con la que se está fertilizando hoy los cultivos de rosas, depende si el cultivo fue instalado en suelo o en sistema hidropónico. “Aquí no se maneja el mismo requerimiento nutricional”.
Por ejemplo, indica que, en hidroponía, la fórmula básica debería contener nitrógeno (170 ppm), fósforo (entre 10 y 20 ppm), potasio (160 a 170 ppm), calcio (entre 100 a 120 ppm), magnesio (25 ppm a 40 ppm), azufre (de 15 y 30 ppm), hierro (entre 2 y 3 ppm), manganeso (entre 1 y 2 ppm). Los cobres al ser elementos menores el requerimiento base sería de punto 5 a punto 8 ppm, boro (entre punto 1 a punto 3 ppm), el zinc (punto 4 a punto 5 ppm) y molibdeno (punto 05 a punto 1 ppm). “En hidroponía se requiere un poco más de los 3 elementos básicos que son nitrógeno, potasio y fósforo”, señala Gutiérrez.
Por su parte, en el caso del suelo, la experta resalta que la fórmula base debe contener nitrógeno (100 ppm), calcio (entre 100 y 120 ppm), fósforo (entre 15 a 30 ppm), magnesio (de 35 a 40 ppm o incluso hasta 50 ppm), azufre (entre 30 a 40 ppm), hierro (entre 2 y 3 ppm), manganeso (de 1 o 2.5 ppm), boro (de punto 1 y a punto 5 ppm) y molibdeno (en punto 05 a punto 1 ppm).
Para partir de estas fórmulas base, Gutiérrez indica que, como primera medida, es necesario definir los requerimientos del cultivo a través de análisis nutricionales. “Lo hacemos con muestras foliares, y muestras de suelo o sustrato para de esta manera definir que está aportando cada uno y qué elementos adicionales se requieren”.
Adicionalmente, para tener un adecuado plan de fertilización, la experta afirma que no basta con la fórmula nutricional ideal. También es clave el riego. “Puede que tengamos una fórmula bien diseñada, con los mejores elementos, pero si no la aplicamos con la cantidad de agua y en la frecuencia que el suelo o el sustrato requieran, la planta no la va a asimilar de la mejor manera”. Para ello, resulta importante la agricultura de precisión, en concreto, el uso de sensores de humedad y tensiómetros. “Es clave tener elementos que nos ayuden a determinar cuánto y cuándo regar y esto va a depender de la textura y la estructura del suelo, es partir de ahí que podremos definir las láminas y frecuencias de riego”.
LAS DIFERENCIAS ENTRE UN CULTIVO EN SUELO Y OTRO HIDROPÓNICO
Frente a esto, la agrónoma dice que, si el cultivo está en suelo y si este es arenoso, va a tener un requerimiento de agua diario y en diferentes cantidades a lo largo del día. En un terreno arcilloso, las aplicaciones serán cada dos o tres días y en dosis bajas porque se satura rápidamente. Mientras que, el suelo franco puede estar entre cinco y seis días sin requerir agua. “Los suelos francos tienen una capacidad de recibir, por ejemplo, alrededor de 600 o 700 litros de agua por semana. En el caso de los suelos arcillosos, puede recibir 200 litros cada dos días”.
El requerimiento en hidroponía varía dependiendo del tipo de sustrato. La cascarilla de arroz es un sustrato que inicialmente no tiene una buena capacidad de retención, ya que, son altamente drenados. Entonces, según Gutiérrez se debe estar haciendo restitución de agua a lo largo del día. Para el caso del sustrato de coco, este es altamente retenedor. “Podemos colocar pulsos de 40 a 50 litros y estos pueden dividirse entre 3, 4 o máximo 6 pulsos día”, indica y además es enfática en señalar que un adecuado plan de fertilización para al final del día tener rosas de calidad no debe dejar de lado aspectos como: un diagnóstico nutricional basado en análisis nutricionales, debe tener unas fuentes nutricionales que aporten las ppms de cada uno de los elementos base, una medición de humedad y condición ambiental y una lámina de riego aplicado, cuándo, cuánto y cómo regar.
Destaca también que, en caso del suelo, los 600 o 200 litros de agua que se aplican en el cultivo según el requerimiento, van totalmente fertilizados, mientras que, para el caso de hidroponía, explica, se debe trabajar con seis días fertilizados y el séptimo día se debe regar con agua pura para evitar que se sature el sustrato con todas las sales que aportan los nutrientes. “Se trabaja así en hidroponía para hacer corrección de pH. Sin embargo, hay otro sistema que es hacer fertirriego los siete días, pero el primer pulso del día o el último se debe hacer con agua pura, pero por tema de mantenimiento del sistema de riego, hemos visto que es más viable hacer seis días con fertirrigación y el séptimo con agua.
En línea con todo lo anterior, de acuerdo con Gutiérrez también es importante estar atento a las correcciones que deban hacerse en determinado momento y según se deje ver en el cultivo. “El suelo se demora un poco más en reaccionar tanto a las condiciones favorables o desfavorables, la hidroponía es un sistema que puede mostrar una deficiencia o un exceso en cuestión de horas, si está saturada o si le falta agua, por eso son claves los análisis”.
LA FACILIDAD DE ABSORCIÓN DE NUTRIENTES VARÍA
Gutiérrez destaca que, si bien la función de la raíz es la misma, absorber nutrientes y hacer traslocación a los diferentes organelos de la planta, el desarrollo radicular es completamente diferente en suelo y en hidroponía y esto de alguna manera influye en la toma de los nutrientes.
“En hidroponía la raíz puede alcanzar una profundidad de cerca de 20 centímetros, en este sistema tiende es a extenderse más no a profundizar. Además, el sistema radicular está todo el tiempo húmedo, es decir, para una raíz en hidroponía a veces es más fácil tomar los nutrientes, frente a una raíz que está en suelo”, manifiesta la agrónoma.
En suelo, por su parte, la raíz tiende a profundizar, puede estar alrededor de los 70 a 90 centímetros de profundidad. “Son dos sistemas radiculares diferentes, sin embargo, la absorción de nutrientes debe ser la misma, aunque la facilidad de absorción varía”. Resalta que, en suelo puede ser un poco más desgastante para la planta tomar los nutrientes al estar en un espacio mucho más abierto, ahí la raíz debe explorar más, mientras que en hidroponía todo está en una franja más limitada, en el contenedor o el sitio donde se tiene aglomerado el sustrato, puntualiza la experta.
Plantas capaces de repeler plagas y hongos
De acuerdo con Emilce Gutiérrez, uno de los principales retos que afronta actualmente el sector floricultor en términos de nutrición es poder generar en la planta una resistencia tal para que pueda repeler el ataque de plagas u hongos. ¿Pero cómo se logra? Dice que esto es posible, si se parte de una base de fertilización muy estricta, para que la planta sea capaz de sostenerse y defenderse de los ataques.
“Además, pienso que uno de los grandes retos que tenemos como agricultores y especialmente como floricultores es ver la manera más asertiva de interactuar con el cambio climático, porque las condiciones ambientales ya no son las mismas que teníamos hace cinco o diez años, donde podíamos prever de alguna manera las diferentes etapas del año y por ende prepararnos para hacerles frente”. Por ello, indica que hacer uso de la agricultura de precisión debería ser casi obligatorio para poder definir cuándo, cuánto y cómo regar.
“Podemos tener la mejor fórmula nutricional, pero si no sabemos aplicarla de acuerdo a lo que realmente necesita y en la cantidad en que lo requiere, difícilmente la planta va a estar bien nutrida”, señala y agrega que, por eso, es clave investigar más a fondo acerca de la dinámica planta, suelo y medio ambiente.
Por otro lado, la experta indica que el cambio climático de alguna manera ha hecho que haya variaciones en las fórmulas nutricionales y esto debido a que el metabolismo de la planta se ve afectado por elementos como la luz, el aire y el oxígeno. “En la medida en que esas fracciones cambian, el metabolismo de la planta también va a variar. Entonces, por ejemplo, hay elementos como el calcio que son móviles y en la medida en que no haya una luminosidad suficiente, el calcio no trasloca en la planta y esto va a hacer que tengamos afecciones como el rompimiento de pedúnculos, hojas pequeñas y problemas de floración”. Así mismo dice que si hay bajas temperaturas y al ser el fósforo un elemento vital, es necesario empezar a incrementar el fósforo en las fórmulas nutricionales o suplirlo de manera foliar. Además, en la medida en que hay bajas temperaturas también la elongación de los tallos se empieza a afectar, por lo que resalta que es clave trabajar más con zinc, cobre y molibdeno.