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Piura busca la recuperación tras el paso de El Niño

Un impacto desigual

Unos más, otros menos, todos los campos de uva de mesa de Piura han sufrido las consecuencias del último Fenómeno El Niño. Los más afortunados han reportado pérdidas del 10% de la producción, mientras que hay campos –por suerte los menos– que han sufrido daños en el 100% de su superficie. Sin embargo, a ‘mal tiempo, buena cara’, ya que tras esta merma productiva, se esperan grandes precios, y es eso lo que podría salvar la campaña de la uva en Piura.

02 de Noviembre 2017 Gabriel Gargurevich Pazos
Un impacto desigual

El año del desastre. Así quedará registrado 2017 en la memoria de los productores de uva de mesa en Piura. ¿El culpable? El Niño, cuyo nombre podría denotar inocencia, aunque en realidad fuese todo lo opuesto. Sus efectos, nocivos para la producción, todavía están siendo cuantificados. Hay campos que han perdido un 10% de la producción, pero los menos favorecidos calculan pérdidas entre un 30 y 60%, mientras que hay quienes (los menos) lamentan un 100% de daños, que los ha dejado fuera del mercado esta campaña.

Como no había experiencia previa a un fenómeno de la magnitud de este, muchos campos sufrieron sus embistes y, tras su paso por Piura, El Niño trajo consigo una pérdida de las producciones, que está relacionada en un 90% a una fertilidad negativa de las yemas y en un 10% a la asfixia radicular, ocasionada por el anegamiento prolongado de los campos. “Cuando podamos en junio, la planta brota y necesita sacar su primer alimento de las raíces, pero como estas no se habían desarrollado lo suficiente, los parrones brotaron muy lentamente o en forma deficiente”, explica Marcelo Luengo, gerente general de Agrícola Rapel. Y eso no solo se traduce en una menor producción, sino también en una reducción de la calidad de la fruta (tamaños de racimos, tamaño de bayas o elongación del racimo, por ejemplo). Por ello es que muchas agroindustrias de la zona, que hasta ahora luchaban por tener grandes calibres y racimo de mayor tamaño, hoy están apostando por tener racimos lo más grandes posible, aunque el tamaño de las bayas sean más pequeño.

El Niño ha llevado a las agroindustrias a hacer una poda de formación en plena etapa de producción. “Ha sido así porque cuando estábamos formando la planta, nos inundamos y esta dejó de ‘trabajar’, es decir, las yemas no crecieron. Además, tuvimos mildiú porque no podíamos aplicar, ya que las pulverizadoras no podían entrar al campo”, explica Alejandro Carvajal, gerente agrícola de Fegurri, una empresa que cuenta con 450 ha, de las cuales hoy están sembradas 102ha y cuya primera cosecha fue en 2016. La firma tiene planificado crecer en 2018 con 100 ha más.

Marcelo Luengo, gerente general de Agrícola Rapel.

FALTA DE PREVENCIÓN

Para muchos, el gran problema en esta zona ha sido la falta de prevención. Sin embargo, hay empresas que preveían que se podría producir una mala campaña. “A nosotros se nos inundó el campo”, cuenta Carvajal. Sin embargo, los daños podrían haber sido mayores si no se hubiesen tomado ciertas precauciones. “El Niño se pronosticaba para el año pasado, por eso hicimos una serie de labores en el campo; trabajamos en drenes e hicimos caminos laterales. Teníamos bombas y mangueras preparadas del año pasado y con su uso pudimos atenuar bastante los daños en el campo”, continúa. Aun así, sufrieron daños severos en 3 ha.

“Sin embargo, en ellas, hemos debido hacer un programa adicional de nutrición y fitosanidad para evitar daños mayores”, sostiene Carvajal. Y es que a pesar de que haya campos que no tienen fruta, hay que manejarlos. “Cuando nos dimos cuenta que no teníamos fruta y veíamos parrones que no tenían racimos, o que tenían uno o dos, ya habíamos gastado el 45% de nuestro presupuesto. Pero debemos rescatarlos, es decir, hacer ese gasto productivo, aunque esos parrones no den fruta”, explica Luengo. Y eso lo refrenda Franco Nardini, gerente general de Agrovalko, “hay que cuidar problemas como oídio o chanchito. No podemos cerrar la cortina y dejar de hacer trabajos”.

Alejandro Carvajal, gerente agrícola de Fegurri.

Unos más, otros menos, nadie se salva del desastre de El Niño. Los expertos calculan que, debido a la menor fertilidad de yema, la caída productiva es de un 50%; sin embargo, si el calibre, el peso de las bayas y tamaños de racimos son los que se esperan, puede que la caída sea entre un 30 y 40%.

“La fórmula que han adoptado algunos productores, y que también hemos hecho nosotros, es considerar cuánto es lo que se tiene por cosechar, en términos de caja, y considerar cuánto se ha gastado hasta ahora. Porque el capital de trabajo empieza desde la poda de formación, que ocurrió hace 200 días y tienes que calcular cuánto llevas invertido y cuánto queda por invertir. Y cuando se cosecha, cuáles son los costos de poscosecha. Haciendo esa ecuación hay que determinar cuánto es lo que aporta la cantidad de cajas que tenemos y cuánto hay gastar en sacar esa cantidad de cajas”, explica Nardini.

Franco Nardini, gerente general de Agrovalko.

MEJORES PRECIOS PODRÍAN SALVAR LA CAMPAÑA

Una menor cantidad de fruta es sinónimo de mejores precios. Y el mercado ya lo sabe, porque la industria se ha encargado de dar a conocer a compradores de medio mundo la situación actual de la uva piurana, sobre todo porque la uva que se produce aquí cubre una ventana comercial en la que hoy casi no tiene competidores.

Eso ha empujado a que los precios tempranos de Red Globe, que en un año normal se vendía entre US$14 y US$16/caja, hoy se cotice entre US$17 y US$18/caja. Los pronósticos indican que los precios de la uva piurana, dependiendo de la variedad, serán entre un 30 y 40% más altos que la campaña pasada, aunque hay que esperar cómo avanza la campaña para ver si esos vaticinios se cumplen. Bajo las condiciones particulares de esta campaña, los mercados están más hambrientos de fruta. “No quieren perder lo poco que hay”, afirma Luengo. “Y si en otras campañas tenemos que salir a ofrecer nuestra fruta, este año los compradores han venido a ver cómo está la fruta en los campos”, añade.

Pero, ¿cuál es la esperanza para las empresas piuranas? “Producir buenas bayas y racimos grandes y que la venta de la fruta sea buena. Eso nos permitirá salir ras ras”, responde Luengo. Para eso, las empresas buscan también ser más eficientes en campo, pero controlando todos los gastos, tanto de aquellos que implican un manejo agronómico, como administrativos. Otra lección más que dejó El Niño en Piura.

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