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Fuerte alza en los precios de los cereales:

The Economist sube la alerta sobre crisis alimentaria global

Un conflicto geopolítico que tiene bloqueados más de 25 millones de toneladas de maíz y trigo, y un clima que ha complicado la cosecha en los dos países más populsosos del planeta han elevado la complicación de un escenario alimentario global que ya venía crítico, dice la publicación británica. El problema mayor, señala, es que la situación va a empeorar antes que mejorar.

20 de Mayo 2022 Equipo Redagrícola
The Economist sube la alerta sobre crisis alimentaria global

Equipo Redagícola

Calaveras asomándose en una espiga de trigo. Con esta imagen en su portada, la reconocida publicación británica The Economist busca sumarse al debate sobre el fuerte problema alimentario que enfrenta el mundo.

En este el reporte especial sobre el alza en el precio de los alimentos, se explica que se debe tanto a los problemas geopolíticos que ha desencadenado la guerra entre Rusia y Ucrania, así como efectos  directos del clima.

Algunas de las cifras de lo primero: según la revista, Rusia y Ucrania suministran el 28% del trigo comercializado a nivel mundial, el 29% de la cebada, el 15% del maíz y el 75% del aceite de girasol. Agrega que ambos países aportan la mitad de los cereales que importan Líbano y Túnez; en el caso de Libia y Egipto, la cifra es de dos tercios. “Las exportaciones de alimentos de Ucrania proporcionan las calorías para alimentar a 400 millones de personas. La guerra está interrumpiendo estos suministros porque Ucrania ha minado sus aguas para disuadir un asalto, y Rusia está bloqueando el puerto de Odessa”, señala.

Pero no es solo eso. Incluso antes de la invasión, el Programa Mundial de Alimentos había advertido que 2022 sería un año terrible. China, el mayor productor de trigo, ha dicho que, después de que las lluvias retrasaran la siembra el año pasado, esta cosecha puede ser la peor de su historia. Ahora, además de las temperaturas extremas en India, segundo productor mundial, la falta de lluvias amenaza con mermar los rendimientos en otros graneros, desde el cinturón de trigo de América hasta la región de Beauce en Francia. El Cuerno de África está siendo asolado por su peor sequía en cuatro décadas. “Bienvenidos a la era del cambio climático”, señala.

El problema, señala, es que el problema solo va a empeorar antes que mejorar. Las alzas de precios en los cereales no han fomentado un aumento en la producción en otras partes del mundo. Esto por la volatilidad de los precios y porque los márgenes de beneficio se reducen debido al aumento de los precios de los fertilizantes y la energía. “Estos son los principales costos de los agricultores y ambos mercados se ven alterados por las sanciones y la lucha por el gas natural. Si los agricultores recortan el uso de fertilizantes, los rendimientos globales serán menores justo en el momento más inoportuno”, dice la publicación.

Ante esto, muchos países han respondido con medidas que podrían complicar aún más la situación. “Desde que comenzó la guerra, 23 países, desde Kazajstán hasta Kuwait, han declarado severas restricciones a las exportaciones de alimentos, que cubren el 10% de las calorías comercializadas a nivel mundial. Más de una quinta parte de las exportaciones de fertilizantes están restringidas. Si el comercio se detiene, se producirá una hambruna”, señala.

La publicación hace una serie de recomendaciones que los estados debieran tomar para evitarlo: “Europa debería ayudar a Ucrania a enviar su grano por ferrocarril y carretera a los puertos de Rumanía o el Báltico, aunque incluso las previsiones más optimistas dicen que sólo el 20% de la cosecha podría salir por esa vía. Los países importadores también necesitan ayuda para no acabar hundidos por las enormes facturas. Los suministros de emergencia de grano deberían ir sólo a los más pobres. Para los demás, el financiamiento de las importaciones en condiciones favorables, tal vez a través del FMI, permitiría que los dólares de los donantes llegaran más lejos. El alivio de la deuda también puede ayudar a liberar recursos vitales”.

Agrega que el alivio inmediato vendría de la mano de la ruptura del bloqueo del Mar Negro, para que se permita la circulación de las 25 millones de toneladas de maíz y trigo, equivalentes al consumo anual de todas las economías menos desarrolladas del mundo, que están atrapados en Ucrania. Para eso, dice, hay que poner de acuerdo a tres países: “Rusia tiene que permitir el transporte marítimo ucraniano; Ucrania tiene que desminar el acceso a Odesa; y Turquía tiene que permitir el paso de escoltas navales por el Bósforo”. Aclara que esto no será fácil debido a la tensión ruso-ucraniana. “Convencerles de que cedan será una tarea para los países, entre ellos India y China, que se han mantenido al margen de la guerra. Los convoyes pueden requerir escoltas armadas respaldadas por una amplia coalición. Alimentar a un mundo frágil es asunto de todos”, concluye.

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