Podas, agoste y mucho control sanitario marcan el ritmo del Limón Tahití
Los ácaros y otros problemas sanitarios, así como la oleocelosis (fisiopatía en la superficie del fruto) son los principales retos que deben aprender a manejar los productores de Limón Tahítí para alcanzar estándares de calidad de exportación. Para ello, es necesario tener en cuenta las demandas del cultivo en cuanto a temperaturas idóneas y una correcta fertilización.
Por Marienella Ortiz
La tendencia del cultivo de limón Tahití es a crecer en el mundo y muchos productores en el Perú están incursionando en este negocio. Sin embargo, el asesor agrónomo en el cultivo, Edwin Valdivieso, deja en claro a quienes tienen interés por el cítrico que la inversión no es poca, sobre todo, para el caso de medianos y pequeños productores. Además, pide tomar nota de que su manejo agronómico requiere de cumplir con cierto calendario acorde con las temperaturas que beneficien las fases de crecimiento del cítrico.
De partida, el asesor destaca que la inversión es el doble que en el caso del limón sutil. Mientras para una hectárea de sutil se requiere de US$6.000, para el caso del Tahití se requiere de US12.000 por hectárea (ha), en especial, para cumplir con los requerimientos de fertilización y manejo sanitario.
Con una trayectoria profesional desarrollada en campos del norte del país, Valdiviezo considera que existen algunas consideraciones para dirigir las cosechas hacia mitad de año que es cuando el cultivo generará los mayores rendimientos, y porque existe cierto nivel de déficit de fruta en el hemisferio norte. “El manejo agronómico en Jayanca, Olmos y Piura es el mismo, lo que cambia es el suelo. En Jayanca nos encontramos tierras franco arcillosa; en Olmos, franco arenoso; en Piura pueden ser suelos franco arcillosos, franco limoso o totalmente arenoso”, menciona.
Hoy trabaja como asesor en el Grupo Gloria que lleva adelante un ambicioso proyecto de 400 ha de limón Tahití en Sullana (Piura). Actualmente, la empresa se prepara para empezar a exportar en agosto sus primeras 200 ha.
PATRONES ELEGIDOS
Para lograr un mayor vigor en el cultivo se viene utilizando como patrón el Volkameriana, según Valdiviezo. Además, considera que es más resistente al ataque de la Phytophthora que origina muerte regresiva en el limón. También se viene utilizando el patrón Lima Rangpur.
LOS TIEMPOS SON IMPORTANTES
Por experiencia propia, el asesor comenta que las podas deben partir entre febrero y marzo. “En abril y mayo, las bajas temperaturas favorecerán el cuajado de la fruta. Por el contrario, si se atrasa demasiado la poda, nos iríamos hasta mayo o junio donde las temperaturas muy bajas traerán un problema de cuajado. Si más bien hacemos las podas en diciembre o enero, vamos a empezar con floraciones entre febrero y marzo y por experiencia propia, con altas temperaturas, no cuajará nada. Eso sí lo advierto”, afirma. Al respecto, explica que cuando el árbol percibe las altas temperaturas crece vegetativamente, es decir brota, florea y elimina la flor, quedándose solo con un brote inusual que no genera una buena producción.
En sí, señala, que esta poda también es una limpieza del árbol que resulta necesaria para obtener una buena iluminación y con ello una mejor producción. “Con esta poda de floración dejas un árbol aireado, con buena iluminación, con buena altura, cero mamones superiores, cero mamones inferiores, cero mamones laterales. De eso, va a depender la futura producción”, destaca.
A la par que se realiza la poda de floración, indica que se procede con el agoste, que es quitarle por un periodo de tiempo agua al cultivo. “Ese agoste va a depender mucho de las condiciones del suelo. Van a ver suelos que se van a agostar en 15 días otros en 30 días. Van a haber suelos como en Jayanca que llegan a los 90 y no se agostan. El agoste va a ayudar a uniformizar la floración porque es una orden que se le da al árbol para iniciar las inducciones florales”, refiere. Para las inducciones, menciona que se suele aplicar urea con nitrato de amonio, lo que genera floraciones abundantes, conocidas como el blanqueo del árbol.
A diferencia de las mandarinas y naranjas, la inducción en limones es más agresiva. Por ejemplo, de un inductor como la urea se realizarán tres aplicaciones en la temporada. La primera será de 9 kg/200 l de agua; la segunda será de 10 kg/200 l de agua y la tercera se aplicarán 12 kg/200 l de agua. Mientras tanto, en un huerto de mandarinas se aplicarán dos o tres kilos de urea en cada aplicación.
Tras ello, será posible que el cultivo logre tres floraciones. Para determinar con qué flor se trabajará más, advierte que es verdad que entre los meses de febrero a junio es bien cotizada esta fruta. Sin embargo, en el caso particular del clima en el norte peruano, reitera que si no se paraliza el árbol con el agoste entre febrero y marzo se corre el riesgo de no tener producción. “Tengamos muy en cuenta que este es un árbol con demasiada vegetación donde hay problema de ácaro, arañita roja, queresa, cochinilla”, destaca.
Otro punto que destaca es que el cultivo es altamente demandante de fertilizantes, en especial de calcio. Al respecto, menciona que se requieren hasta 180 unidades de calcio por año, en tanto con la mandarina no se llega a las 120 unidades por año. Igualmente, agrega que es exigente en magnesio y potasio. “Esta fruta se comercializa verde. Mantener la cantidad de clorofila en una fruta que ya llegó a su punto de cosecha es bien difícil. Por eso, las dosis de unidades de magnesio y potasio son muy altas. Por ejemplo, hemos llegado hasta 300 unidades de magnesio en una campaña”, apunta.
De lo contrario, se produce lo que se conoce como la famosa panza blanca, advierte. “Si este limón no tiene la cantidad suficiente de nutrientes demandados y no tiene la iluminación suficiente o idónea, crea una panza blanca bien notoria, es decir, 3/4 de la fruta será verde oscuro y 1/4 blanco. Entonces, es una fruta que la van a rechazar”, indica.
En esa línea destaca que si no se practica un raleo de fruta y un entresaque de hojas crecerán ocho, nueve o diez frutos pegados. “Por más magnesio que se aplique va a salir panza blanca. Lo recomendable es ralear un poco de 35 a 40 días antes de la cosecha general. Eso ayuda bastante a reverdecer la fruta”, apunta.
OTROS PROBLEMAS SANITARIOS
En las últimas tres campañas, el asesor comenta que ha habido mucha incidencia de chanchito blanco, debido a la falta de una poda correcta. Aunque suene contradictorio, refiere que también puede ser el resultado de un exceso de fertilizantes. “Si usted reverdece demasiado con algunos fertilizantes, tenga la seguridad que el chanchito blanco va a ser un problema”, advierte.
CARACTERÍSTICAS DEL RALEO
Luego del cuajado y el engorde de fruta, la planta va a emitir inmediatamente mamones superiores y mamones laterales, advierte. Esta vegetación puede cubrir lo que se cuajo y ahí es donde pueden empezar los problemas. “En una campaña fenológica aplico hasta tres raleos de mamones, o sea, trato de que la luz no deje de entrar a la planta, sacando mamones superiores, mamones inferiores y mamones laterales”, recalca tras agregar que para ello se debe contar con el personal adecuado que sepa qué tipo de vegetación retirar del árbol.
Si no hacen estas labores, refiere que no habrá maquinaria ideal y potente para introducir las aplicaciones al interior del árbol y llegar a la fruta, lo que traerá como consecuencia los problemas de ácaros.
EL USO DE BIOESTIMULANTES Y OTROS PRODUCTOS
El asesor recomienda el uso de citoquininas antes y durante la floración, porque va a ayudar a la división celular. Más allá de ello, entre cuajado y cosecha, dice que no aplica ninguna hormona ni giberélico. Lo que sí aplica constantemente son aminoácidos, algas marinas y micronutrientes. “Últimamente han entrado aminoácidos al 80% de concentración que están dando muy buenos resultados”, menciona.
A nivel del suelo, refiere que utiliza enraizantes si observa que el sistema radicular no se encuentra muy activo.
RIEGO SEGÚN EL SUELO
En tanto, los rangos de riego van a depender mucho del tipo de suelo. Sin embargo, dice que un árbol que está en su edad máxima, entre 12 a 15 años, requiere como máximo de unos 130 litros al día, claro está que eso dependerá de la etapa de producción, etapa vegetativa, de las temperaturas, entre otros. “En un suelo franco arcilloso gastaré en julio 70 litros, pero la demanda máxima será 130 litros diarios de agua. Se tiene que tener en cuenta que el 50% del fruto es líquido”, apunta.
PRODUCCIÓN SEGÚN ANTIGÜEDAD
En el norte del país, una plantación de dos años produce 7.000 kilos por ha; de tres años, de 11.000 a 15.000 kilos por ha; de cuatro años para adelante, puede llegar hasta 60.000 kilos por ha que equivale a unos 342 árboles. Para ello, el árbol se siembra a una altura de 2,50 metros para un manejo en la cosecha y en el control sanitario
MEDIDAS A TOMAR EN CUENTA EN LA COSECHA
Al ser un fruto suculento con altas cantidades de aceites esenciales, expone que hay que tener mucho cuidado en cómo realizar la cosecha. Entre las recomendaciones generales que plantea es que debe empezar a las 9 de la mañana con el uso de tijeras, con mallas especializadas y baldes con agua. Inmediatamente después del corte, refiere que hay que pasar la fruta a jabas cosechadoras y a la sombra, porque si no se incrementará demasiado la oleocelosis que es la ruptura de la epidermis de la fruta, causando quemaduras.
La hora establecida de las 9 de la mañana es para evitar la presencia del rocío de la mañana que puedan a su vez generar quemaduras, precisa.
Otro de los puntos que destaca es que 24 horas antes de la cosecha no se riega, ni tampoco se riega durante para evitar el trasloque de aceites esenciales que están en movimiento en el fruto. “En el campo, siempre la fruta va a tener polvo, tierra, por los vientos. Entonces, ese polvo es muy fino. Es un limo y a la hora que va a rotar con la humedad, va a quemar definitivamente la piel”, advierte.
Asimismo, refiere que jamás recomienda cosechar con guantes, cuyo material suele ser de cuerina o tela, pues con cada roce va a hacer que el fruto acumule tierra, aceites esenciales y se queme la piel, es decir se produzca la oleocelosis.
De tener todas las precauciones mencionadas, refiere que no habrá ningún problema en la cosecha.
UN TEMA A NO DESCUIDAR
El limón Tahití en el norte sufre de una gran incidencia de ácaro del tostado, seguido de la arañita roja, queresas y cochinillas. También está el minador de las hojas de los cítricos que resulta más controlable que el resto, porque aparece solamente en la etapa de flujo vegetativo. “Los demás van a estar permanentemente en el cultivo, sobre todo, los ácaros que aparecen apenas la fruta cuaja. Por ello, es necesario tener un cuidado extremo en cuanto al control y uso de productos”, apunta.
Uno de los productos que mejor se comporta en la zona y limpia mejor el campo son los azufres formulados en polvos secos, dice. El azufre mojable también controla. “Las evaluaciones son básicas en campo. Si se encuentra incidencia del ácaro del tostado grado uno, inmediatamente empiezan las aplicaciones”, apunta.
El acaro se alimenta de los aceites esenciales y raspa toda la fruta, lo que conlleva a su descarte.
Todo este trabajo en las diferentes etapas de crecimiento del limón debe tener como resultado un mayor porcentaje de fruta exportable. En campañas anteriores, el descarte llegaba entre 25% a 30%. Debido a que se ha empezado a manejar el cultivo más técnicamente, resalta que el descarte como máximo llega al 8%, lo que lo convierte en un negocio más atractivo.