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Rafael Jordán, de Chacabuco Quality Grapes: “Para producir uva de calidad hay que invertir plata en toda la cadena”

Los campos de esta empresa ubicados en Peldehue han sufrido una tremenda transformación en su apuesta de conseguir una fruta de calidad. Así, sus fundadores han visto cómo las variedades licenciadas están ganando terreno, aunque han tenido que ir escribiendo un manual sobre la marcha, sobre todo tras dos temporadas atípicas y una tercera (esta) donde hay un alza en los costos de la mano de obra y también de la logística.

17 de Diciembre 2021 Miguel Patiño
Rafael Jordán, de Chacabuco Quality Grapes: “Para producir uva de calidad hay que invertir plata en toda la cadena”

“Nacimos como un proyecto de uva de guarda”, cuenta Rafael Jordán, uno de los fundadores de Chacabuco Quality Grapes. Como tal, esta iniciativa que nació en Peldehue, en la comuna de Colina, Región Metropolitana, dio sus primeros pasos hace 18 años con dos variedades: Thompson Seedless, Red Globe. De la primera, llegaron a tener el 75% de la superficie plantada. Pero hoy en día, los campos que arriendan a largo plazo al Ejército, tiene una fisonomía distinta, ya que solo tienen el 30% con esta variedad tradicional, que está dando paso a otras licenciadas como Sweet Globe, Sweet Celebration, Sweet Sapphire y Cotton Candy enfocándose principalmente a la exportación a EE UU, con un porcentaje que también es destinado a los mercados de Inglaterra, Corea del Sur y China; en una época donde casi no hay uva en el mundo y donde los precios son, dependiendo de la temporada, buenos o muy buenos; pero todo dependiendo de la calidad de la fruta.

“El objetivo es llegar en la ventana comercial de la segunda mitad de abril y las primeras semanas de mayo, que es el momento en el mundo donde menos oferta de uva existe. Es un espacio comercial que aún existe, aunque cuando iniciamos este proyecto era mucho más marcado. Sin embargo, hoy en día sigue siendo atractivo”, sostiene.

Pero los mercados son atractivos en la medida de que la uva se pague a buen precio y, para que eso ocurra, se necesita un producto de la mejor calidad posible. “Para producir uva de calidad hay que invertir más dinero en toda la cadena, por ejemplo, en productos, en preparación del suelo, en manejo fitosanitario, en mano de obra, en manejos del parrón…”, precisa y pronostica que, a estas alturas (finales de noviembre) la temporada se ve bien en comparación a las dos últimas, que estuvieron marcadas, una por la sequía y la otras por fuertes lluvias. “Hasta el 29 de enero de este año, todo iba  a las mil maravillas, pero todo cambió el día 30”, recuerda.

Parrón español versus Open Gable

Hoy todos los campos de la agrícola están sobre parrón español. “Nunca he trabajado con Open Gable en estos campos. Las variedades nuevas tienen tan poco trabajo que los estudios que se hicieron en que podía haber un 30% de ahorro de mano de obra en un open gable versus un parrón español, no tienen la misma validez para estas  variedades nuevas que prácticamente no requieren trabajo o muy poco. Entonces, la verdad es que eso se niveló mucho. Nosotros sabemos trabajar los parrones españoles y diría que el techo productivo de un parrón español es más alto y, en algunas labores, es un poquito más fácil. Además el  Open Gable es más caro de implementar que el parrón español”, explica.

-¿Qué tan fuerte fue el impacto de las lluvias en enero?

-Esta temporada se dividió en dos: los que perdieron mucho y los que perdieron poco. No creo que haya gente que no haya perdido plata en la producción de uva de mesa en la zona. Podría haber un caso muy puntual que haya tenido una pequeña producción o una pequeña superficie, y además que haya estado cubierta con plástico, pero de San Felipe al sur, es prácticamente imposible. Hay que destacar que hubo variedades que se comportaron extraordinariamente bien frente a la lluvia, aunque de otras no pudimos cosechar ni una sola baya.

-¿Y cuál fue la merma final que tuvieron?

-Hubo variedades de las que cosechamos el 100% , con rendimientos de 4.000 cajas/ha, a pesar de los 30 mm de lluvia, pero en otras no cosechamos nada y lo perdimos todo.

-¿Se puede hacer una comparación de la temporada que pasó y la que viene, más allá de las lluvias?

-Pasa que este año fue la lluvia, pero en 2020 fue la sequía. Ese año, hicimos un balance agua y proyectamos que podíamos producir 85 hectáreas (ha), y produjimos eso. Ese año nos fue muy bien, tuvimos fruta de muy buena calidad y optamos a muy buenos precios, pero esa no fue una estrategia que siguiera la mayoría de productores. Este año hubo productores que creyeron que, si tenían cuatro o cinco registros de botrytis en el packing, podían salvar la fruta y llegar afuera, pero eso fue un desastre. Hemos tenido dos temporadas muy complicadas, esa es la realidad.

El productor aventura que, tarde o temprano, Thompson Seedless desaparecerá y cederá todo el terreno a las variedades licenciadas. Jordán tiene plantadas algunas variedades que podrían ser las reemplazantes de Thompson Seedless como Sweet Globe.

THOMPSON, DE SALIDA

-Cuando empezaste hace 18 años el proyecto, era con variedades Thompson y Red Globe, ¿hoy se ha abierto a más variedades que tienen estás características de guarda?

-Red Globe dejó de ser competitiva para el mercado chino, y Thompson para ser competitiva necesita muy buena calidad, es la única posibilidad. Pero cuando empezaron a salir nuevas variedades, nos dimos cuenta rápidamente que había que estar ahí por una serie de motivos, técnicos o de otra índole, pero principalmente porque Thompson frente a estas nuevas variedades va a dejar de ser competitiva en el corto plazo, por calidad y por la disponibilidad de mano de obra.

-¿Y cuál fue el comportamiento de esta variedad en dos campañas complicadas?

-Es una variedad muy sensible a la lluvia. La temporada pasada sacamos 1.450 cajas/ha, aunque lo normal es que saquemos 3.000 cajas/ha, que es lo que sacamos aún habiendo una fuerte sequía de por medio, pero con 1450 cajas/ha no hay ninguna posibilidad de ganar plata. Creo que Thompson va a desaparecer. Lo que pasa es que a inicios de temporada hay mucha gente esperando trabajar en arreglo de racimos, porque se gana buena plata. Pero las variedades nuevas no necesitan arreglo de racimos. Entonces, cuando la gente empiece a ganar lo mismo en un parrón que solo tiene que sacar los hombros superiores, en vez de estar haciendo una labor muy detallista en la Thompson, no querrá seguir, y eso es algo natural.

Aspecto de los racimos de Thompson Seedless a finales de noviembre. La productividad con esta variedad, en una campaña normal, está en 3.000 cajas/ha en los campos de Peldehue.

-¿Y ahí el reemplazo normal sería la Sweet Globe?

-Claro, Sweet Globe y también Autumn Crisp y Great Green Grape también. La que está más avanzada es la Sweet Globe, que lleva la delantera y está muy plantada en Perú y California. Es una variedad completamente validada y aceptada. Es probable que en un par de años sea como una ‘industria’ en sí misma. Esta es una variedad que produce un 30% más que Thompson y cuyo precio es un 20% mayor que Thompson.

-¿Las variedades nuevas, te has apegado al manual o has tenido que elaborar o encontrar una receta propia para producirlas, de acuerdo a su comportamiento en esta zona?

-Hace unos años atrás, un productor bien importante en EE UU reclamaba que los genetistas hacían las variedades y que los productores las tenían que validar en el campo, conocerlas y aprender de ellas, versus los antiguos programas genéticos que básicamente se apegaban a lo que entregaba la Universidad de California, con la variedad prácticamente lista. En Chile está pasando algo parecido, ya que tenemos un marco de cómo es la variedad, pero no sabemos cómo se comporta en las diferentes zonas agroclimáticas, y menos sabemos cómo se comporta en las diferentes combinaciones de portainjertos para esas respectivas zonas. Entonces, se han cometido muchos errores, y se siguen cometiendo. Tenemos que ir conociendo e ir validando. Hay mucho que aprender y validar para cada uno, y ahí está básicamente la gran interrogante. Teníamos muchas hectáreas disponibles que hemos estado plantando, la mayoría de las variedades a pie franco. Por lo tanto, me he ahorrado muchos problemas. Pero estoy viendo permanentemente variedades y diferentes portainjertos que se comportan de forma muy errática. Otro problema es que todas estas variedades han sido desarrolladas para un clima que es equivalente a la zona más temprana de San Felipe, es decir,  están validadas para clima caluroso, con una primavera sin fríos. Parte de lo que hemos tenido que aprender es que a algunas variedades no les gusta el clima de septiembre y octubre en los años que vienen muy helados. Si además tenemos un portainjerto que no ayuda a tener muy activa la planta, tendremos problemas.

-¿Qué portainjertos usan para las variedades nuevas?

-La Sweet Globe fue la primera que plantamos y usamos patrón Harmony, pero eso fue una casualidad, porque era lo que había. Esas plantas están en la parte alta del campo, donde hay buena temperatura y con un suelo además muy bueno. Eso ha permitido que esas plantas den una buena producción. El resto lo tengo en franco. Decidir cuál es la mejor combinación de portainjerto-variedad para diferentes suelos y diferentes aguas o zonas climáticas, es muy difícil. Nosotros tenemos diferencias de cómo cambia el terreno en solo 100 metros. Por ejemplo, hay suelos con un 65% de arcilla y en solo 100 metros tenemos suelos con un 35% de arcilla. La combinación de patrón y portainjerto es muy difícil que se pueda transmitir sin hacer investigación. Y para hacer investigación se necesita tiempo y recursos y los programas de mejoramiento no están para eso. Por lo tanto, ahí es donde tenemos las dificultades. Tengo mayoritariamente variedades IFG, que hoy tienen un equipo técnico y de control de calidad bien potente. En agosto estuve con ellos en California y me impresionó cómo han invertido en seriedad, son bien confiables y hay bastante gente involucrada. Por lo tanto, a uno le están aportando con ver distintas realidades y preocupados por detalles de cada campo, como aplicaciones de giberélico, o riego, etcétera.

La importancia de la tecnología

“Ha habido un gran cambio en la tecnología en los últimos años, sobre todo en preparación de suelos, equipos de riego y fertilización y coberturas. Hoy en día hay bastantes productores que usan plástico para ciertas realidades y ciertas variedades, y les va muy bien. Yo tengo el campo entero con mallas antipájaros, preparo los suelos de manera totalmente diferente, uso variadores de frecuencia en los equipos de riego que a su vez se manejan desde el celular, entonces hay una tecnología distinta, pero no es que haya una receta y diga que esto es lo que hay que hacer”, explica el productor.

HEGEMONÍA DE LAS NUEVAS VARIEDADES

-¿Cómo se ha comportado en general la industria con las nuevas variedades de programas de mejoramiento genético?

-La industria está ante un cambio gigantesco por las variedades nuevas. Por eso, en el corto andar, solo vamos a tener variedades patentadas.

-¿Esperas que aparezcan aún más variedades?

-Es algo que nunca se acabará, es como el teléfono inteligente, que siempre aparecen nuevos modelos. En la uva sabemos que todo es con ‘royalty’, pero lo importante es que, si descubren una muy buena, que no la sobre vendan, porque vamos a tener un problema muy grave de sobreoferta. Tampoco que las vendan en zonas donde no se dan bien, porque llegarán a destino con una fruta de mala calidad. Ahora los programas tienden a buscar uva de sabor, para mejorar  la experiencia de comer uvas; que sean ricas, dulces, crocantes, con aromas, lo que es totalmente distinto a lo que pasaba antes. Hoy los consumidores las reconocen.

-¿Cuánto estimas que han aumentado los costos?

-Está cercano a los US$2 por kilo, pero esos US$2 son para una variedad buena, pero también para la más mala de todas.. Respecto a los precios, yo no creo que nuestro mercado mejore los precios por la coyuntura mundial, pero los precios de la uva de buena calidad siempre están.

LOS PRECIOS ESTÁN, HAY QUE BUSCARLOS

-¿Cómo se han comportado los precios de su uva y cómo viene la temporada?

-Mi opinión de cada temporada es que los precios están ahí, los precios están esperando a que la uva llegue con la calidad que se necesita. Ya sea de media estación o de guarda, los precios los conocemos hace muchos años, y varían si hay poca o mucha  fruta disponible durante  la temporada, pero están ahí. Si uno llega con la calidad adecuada, los precios siempre están, es una cosa que siempre se nos olvida. Si uno apunta al mercado de la guarda, al que yo estoy enfocado desde que se inició este proyecto, los precios de la uva de guarda en abril están entre US$28 y US$42 dólares. ¿Cuál es el secreto? El secreto es la calidad. Si uno tiene calidad, el precio está. Si uno no tiene la calidad, a lo mejor hay que reembalar o habrá que vender rápido. Si tenemos la calidad adecuada el precio siempre está, eso es lo que veo, salvo en los momentos de exceso de oferta, y no es tan difícil que eso pase. Es probable que eso, por ejemplo, pase con la uva roja esta temporada. Durante enero y febrero competimos fuerte con Perú, muy fuerte y durante marzo es competencia entre nosotros mismos.

COSTOS DE MANO DE OBRA Y LOGÍSTICA, EL DESAFÍO QUE VIENE

-Ha habido escasez de mano de obra en general en la agricultura este año, ¿Cómo lo han visto ustedes? ¿Hay gente dispuesta a trabajar?

-Hay gente. Fue un tema bien fuerte hasta este invierno, pero ya en agosto se empezó a ver un pequeño cambio. Lo que estamos viendo nosotros es que hay mano de obra, que es más cara -cosa que yo celebro-, pero la mano de obra está.

-Y en el frente de logística, han sufrido todas las industrias globales por atrasos o alzas de costos, ¿cómo están preparándose para eso?

-Más que preocupado por la logística misma, la clave es la calidad, porque la logística puedes ser capaz de superarla si tienes buena calidad. Un barco en vez de demorar cuatro o cinco días en descargar, quizás hoy se esté tardando diez, pero la fruta buena lo resiste. Los barcos más o menos están, no hay grandes desajustes, y no pareciera que en este minuto estemos en presencia de una catástrofe logística. Pero sí estamos en presencia de una muy importante subida de costos, tanto en los fletes como en los materiales y la mano de obra, lo que sumado hace que algunas variedades queden bajo la línea de rentabilidad por el aumento de costos.

-¿Hay espacio para subir precios?

-La fruta es algo de lo que tú puedas prescindir. Si una cereza vale 4.000 pesos el kilo en Chile, dudo que alguien compre. Entonces puedes prescindir. La fruta es algo que los consumidores siempre comprarán y pueden tolerar un alza de precios. Pero también la uva compite con los cítricos, con las piñas, con los plátanos, con los berries, con las frutillas, con manzanas, etc. Entonces es muy difícil presionar al alza y conseguir precios más altos. Yo no digo que no vaya a pasar o que no pueda pasar, pero lo veo muy difícil.

-¿Cómo les ha venido tener un dólar tan alto en este momento?

-Toda alza en el dólar es muy bienvenida. En nuestros costos de producción directos, el 60% es mano de obra y técnicos. Los insumos estacionales, como fertilizantes y pesticidas, y todo lo que significa subirse al barco hacia adelante, todo está considerado en dólares. Y que haya un dólar fuerte frente o un peso debilitado, hace que nos lleguen más pesos por cada dólar que hacemos. Un dólar alto es una buena noticia para los productores, no hay duda.

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