Inventando el futuro del agro
En cualquier parte del mundo, el sector agroalimentario ha estado muy olvidado por parte del capital riesgo. Eso hasta 2015, cuando en Navarra, España, nacía una aceleradora dedicada exclusivamente a la industria agroalimentaria con el objetivo de dar impulso a iniciativas innovadoras en este sector. En plena marcha desde septiembre pasado, Redagrícola conoció en terreno cómo funciona Orizont y cuáles son cada uno de los seis proyectos que está apoyando económicamente con un monto máximo de 110.000 euros y donde participa una start-up creada por tres chilenos.
La idea de una plataforma de formación online dirigida a la agroindustria rondaba desde hace un tiempo en la cabeza de Diego Rojas, Jorge Pizarro y Luigi Tavernini. Su objetivo no era otro que aumentar las competencias de todo aquel que estuviese involucrado en el sector agroalimentario en diferentes aspectos técnicos y tecnológicos. Y esta idea por fin se está haciendo realidad. “El mundo está evolucionando hacia Internet y nos dimos cuenta de que hay muchos desafíos en la agricultura, sin embargo, la velocidad para adquirir ese conocimiento por parte de los agricultores no es tan rápida. Ese es el motivo por el que nace esta plataforma, para que todo avance en el sector pueda entrar de forma rápida en los procesos llevados a cabo por los agricultores. Así, podrán adquirir mejores prácticas y se verán beneficiados económicamente porque obtendrán mejores producciones, tanto en calidad como en cantidad”, explica Diego Rojas, uno de los integrantes de Agriversity, una start-up que nació en Chile y que pretende convertirse en un símil, pero esta vez en el sector agrícola, de lo que hoy son Udacity y Coursera.
Sin embargo, este proyecto que nació en Chile no se está materializando en el país, sino en España. Desde su nuevo cuartel general en la Ciudad Agroalimentaria de Tudela, en Navarra, Rojas explica que Agriversity será una plataforma de formación tanto para profesionales como para trabajadores agrícolas. En una primera etapa se concentrarán en Chile y España, aunque el reto es hacerla global. Para conseguir ese objetivo, el desafío pasa por generar alianzas con las mejores universidades, a fin de entregar cursos de calidad.
Pero, ¿cómo es que una startup que nació en Chile llega a establecerse en Navarra? La respuesta hay que buscarla en Orizont, una aceleradora de startups agroalimentarias, creada por la Sociedad de Desarrollo de Navarra (Sodena) para dar impulso a iniciativas innovadoras en este sector. “La idea de Orizont es fortalecer y revitalizar el sector agroindustrial y convertirse en referencia del sector”, sostiene Alberto Clerigué, director de inversiones de Sodena. “En España hay varias experiencias de aceleración de emprendedores. Lamentablemente hay pocos ejemplos sectoriales y ninguno de ellos se centra en el sector agroalimentario. Comprobamos que en Navarra, pero también en todo el mundo el agro está olvidado por el capital riesgo y, con Orizont queríamos cubrir esta necesidad”, añade. No se trata sólo de un programa único en su tipo en España, sino que también lo es en Europa.
Una start-up chilena que se traslada a España
Para dar vida a Agriversity, sus creadores buscaron diferentes posibilidades de financiamiento como Startup Chile, hasta que se toparon con Orizont. “Vimos que era una aceleradora especializada en el agro y eso es algo que calzaba perfectamente con lo que buscábamos. Era la primera convocatoria, enviamos el proyecto, lo defendimos ante un jurado y fuimos seleccionados”, recuerda Rojas, sobre un proceso que debieron superar todos los emprendedores que hoy están en Orizont.
Los emprendedores son la base del cambio y el motor del desarrollo. Y, aunque cueste más encontrarlos que en otra actividad económica, en el agro también los hay. En Sodena lo sabían y la mejor forma de acercarse más al sector agroalimentario era creando esta aceleradora, principalmente porque se trata de una herramienta óptima para dar impulso a los emprendedores y también porque es muy efectiva a la hora de generar tejido empresarial.
La historia de Sodena no es reciente. Fue creada en 1984 como una entidad de capital riesgo, que está participada mayoritariamente por el Gobierno de Navarra. Desde aquí se impulsan proyectos empresariales en todas sus fases, que reporten rentabilidad económica y social a Navarra, identificando, captando e impulsando proyectos tanto locales como atraídos desde el exterior, usando diferentes herramientas financieras, principalmente el capital riesgo.
“No podemos financiar todo tipo de proyectos, sino sólo aquellos que generen riqueza y valor para Navarra”, sostiene Clerigué. En más de tres décadas, Sodena ha invertido más de 150 millones de euros en cinco sectores estratégicos: automoción, agroalimentación, biotecnología, tecnologías limpias y TIC; aunque no hay un área específica en la cual Sodena pueda invertir. “Estamos abiertos a escuchar cualquier proyecto”, afirma Clerigué
Entre los requisitos que debe cumplir cualquier proyecto destaca que el domicilio fiscal de la empresa en cuestión debe estar en Navarra, por al menos dos años o durante la participación de Sodena en el accionariado de la empresa. “No nos complica que Agriversity tenga su domicilio fiscal en Navarra. Es más, eso nos acerca a mercados como el francés o el español”, afirma Rojas, sobre algo que es común en todos los proyectos seleccionados. Otra de las exigencias de Sodena es que debe ser un proyecto innovador, “principalmente porque difícilmente apoyaremos una idea que ya tenga competencia en Navarra”, apunta Clerigué. Y en tercer lugar, que el equipo que promueve la startup esté comprometido con ella.
Y esa inversión la realizan tanto en proyectos que están en una fase semilla como en aquellos que están en etapa de expansión y consolidación. La inversión va desde los 25.000 euros, cuando se trata de un proyecto en fase semilla hasta varios millones de euros cuando se trata de un proyecto en expansión. A cambio, Sodena exige una participación del proyecto que va desde el 5 al 45%, aunque lo normal es que ésta sea entre el 20 y 25%. “Para proyectos que están en una fase muy embrionaria, donde no hay clientes ni ventas, nuestro apoyo viene dado por la concesión de un préstamo participativo y en ese caso la cuantía máxima que podemos financiar son 100.000 euros”, explica el director de negocios.
En el mundo del capital riesgo, el porcentaje de fracasos suele estar en torno al 50%. Se estima que entre un 20 y 30% son inversiones correctas y entre un 20 y 30% son grandes éxitos. “Al final se pretende que esa media sea positiva y lo hemos conseguido”, subraya Clerigué. Sodena además facilita la inversión extranjera en Navarra, una región que cuenta con más de 100 empresas extranjeras y más del 30% de ellas ha llegado de la mano de Sodena.
Para Diego Rojas, esta es una oportunidad de desarrollar una plataforma innovadora para el agro, donde la educación en línea no es muy utilizada. “Eso implica un coste para una empresa porque el trabajador debe permanecer menos tiempo en sus labores y debe trasladarse para recibir capacitación. Con esta plataforma tendrán la ventaja de que pueden aprender a su ritmo. Además, podemos crear trajes a medida de lo que las empresas nos demanden”, explica Rojas. Otro de los servicios que podría prestar la plataforma es ser un servicio post venta de las casas de semillas. “Todas las semillas vienen con un código. La idea es que el usuario ingrese ese código en la plataforma y se despliegue un curso de cómo hacer un mejor uso de esa semilla, sin necesidad de llamar a la semillera y esperar que venga el técnico al campo”, revela Rojas.
89 proyectos de todo el mundo
Agriversity fue una de las 89 empresas que participaron de la primera convocatoria de Orizont. No fue el único proyecto chileno, ya que otros cuatro no lograron superar las fases finales de selección. A ellos se sumaron otros 15 proyectos de América, 52 de Europa, 8 de África, 7 de Asia y 2 de Oceanía. A esta convocatoria podían presentarse iniciativas del sector primario, agroalimentario o actividades conexas; que estuviesen en una fase semilla y donde el periodo para poder acceder al mercado debía ser inferior a un año. Además se buscaba un componente internacional ya que el objetivo es que Orizont se transforme en una aceleradora a nivel global.
El proceso de aceleración tiene una duración de seis meses. En este tiempo, y basado en la metodología ‘Lean Start-up’, que básicamente dice que una start-up no es una empresa, porque primero se debe validar un problema para luego buscar una solución que permita salir al mercado con un producto viable, el objetivo es que en marzo o abril de 2016 las startup que participan en Orizont salgan con sus productos al mercado. Sin embargo, para llegar a ese producto viable, muchas veces se debe pivotar, es decir, captar tendencias y tener la suficiente capacidad para darle un giro al producto que se está ofreciendo.
Para Rojas, que cuenta con un MBA, emprender es muy diferente, “porque en un MBA enseñan a manejar una empresa que ya está funcionando, pero aquí hay que empezar de cero y debemos ir pivoteando para poder lanzar el mejor producto al mercado”. Para eso, Orizont ha diseñado cursos en temas de ventas, prototipado, alineación de socios o desarrollo personal.
Pero no todo es teoría, también hay mucha práctica. “En todas las clases que nos dan les sacamos el máximo de partido”, dice el emprendedor chileno. Para María José Sola, de Kiva Foods, además es enriquecedor compartir avances con los compañeros, “porque aquí todo el mundo ayuda a todo el mundo. No existe competencia, sólo compañerismo”.
En este tiempo, los proyectos seleccionados han seguido diferentes caminos. “Hemos definido bien las líneas de negocio y hemos pasado de lo conceptual al hacer. Estamos en etapa de validar el negocio. Nuestra intención es que la plataforma esté funcionando en marzo de 2016”, cuenta Rojas. José Luis Bustos, de Brioagro Technologies cuenta que el proceso le ha ayudado a acelerarse. “Llegamos con un producto, pero en dos meses, y viendo las necesidades del sector, hemos pivotado a tres y estamos mejorando los dispositivos”. Adriana Moleres viene de un sector diferente al agroalimentario, y esta experiencia les está abriendo las puertas a un nuevo mercado. “Estamos validando el problema y la solución para poder comercializar nuestro producto a partir de abril de 2016 con las máximas garantías posibles”, sostiene.
Hasta 110.000 euros de apoyo económico
En esta primera convocatoria se seleccionaron ocho proyectos (seis españoles, uno chileno y uno colombiano), aunque finalmente sólo seis están recibiendo la aceleración. Cada uno de ellos obtendrá una importante inyección económica de un máximo de 110.000 euros, además del programa de aceleración diseñado por Centro de Europeo de Empresas e Innovación de Navarra (CEIN).
El dinero se desglosa de la siguiente forma: 20.000 euros en forma de capital, a cambio de un 9% de la empresa. Adicionalmente, Orizont puede conceder a cada startup hasta 80.000 euros en forma de préstamo participativo, que puede ser capitalizable a cambio de un 11% de la compañía, a los que se suman 10.000 euros que se conceden en forma de bonos para contratar asesores en materias en las que los promotores no son expertos (temas fiscales, marketing…).
“El apoyo económico de Orizont es un aliciente en nuestro caso. Y ese dinero lo invertiremos en el diseño de la plataforma que, tras hacer cotizaciones con empresas especializadas del sector y de acuerdo a lo que necesitamos, ésta tiene un coste aproximado de 50.000 euros”, explica Rojas.
Durante todo el periodo de aceleración los emprendedores en ningún momento están solos, ya que frente a otras iniciativas de aceleración, Orizont ofrece a los seleccionados un acceso directo a importantes empresas colaboradoras del sector agroalimentario y mentores especializados que aportan su experiencia a los emprendedores, centros de investigación y universidades.
De momento, todos tienen como meta llegar al ‘Demo Day’ de marzo de 2016 con el producto terminado, listo para lanzarlo al mercado. ¿Qué vendrá después? A partir de ahí es cuando comenzarán a funcionar realmente como empresa y el tiempo será el encargado de juzgar si esa idea innovadora ha dejado de ser sólo una idea para convertirse en una empresa exitosa.
El huerto controlado al 100%
Todo empezó por culpa de una plaga, la de ‘picudo rojo’ que ataca a las palmeras y que las mata fulminantemente. Estos emprendedores desarrollaron un dispositivo para detectar este insecto con sensores de sonido que, si bien funcionaba perfectamente detectando el nivel de la plaga, no podía acabar con ella. En eso estaban cuando recibieron un llamado desde Almería donde se les pedía desarrollar sensores para controlar todo lo que pasaba bajo los suelos de los invernaderos, porque hasta ahora sólo había empresas israelitas que habían desarrollado un producto similar, pero a precios elevados.
“Los técnicos de una cooperativa necesitaban recibir información en tiempo real de las principales variables en las que puede intervenir para mejorar sus cultivos, que son la temperatura, conductividad y humedad del suelo. A ello le incluimos temperatura y humedad ambiental y luminosidad para blanquear los invernaderos”, explica uno de los socios de la startup de origen sevillano Brioagro Technologies. Para ello cogieron los mejores sensores de suelo y temperatura del mercado, pero ellos han fabricado los sensores de humedad y el data loger. “Sabemos que hay aparatos similares en el mercado, pero creemos que el nuestro da una mejor respuesta a las necesidades del agricultor. Llegaron con un producto para invernaderos y hoy, tras unos meses dentro del programa de aceleración han pivotado a dos nuevos productos. Hoy no sólo se concentran en producción bajo invernadero, sino también en producción al aire libre y han añadido el riego inteligente. “Somos capaces de dar recomendaciones de riego porque sabemos qué ocurre bajo el suelo. La idea es ir un paso más allá, abriendo y cerrando válvulas”, explica el emprendedor y añade que el riego inteligente puede no interesar tanto a los productores bajo invernaderos, pero sí a los agricultores de cultivos extensivos. Lo mismo pasa con los viñedos, donde los viticultores están enfocados en la calidad de la producción y en la detección precoz de enfermedades.
El ‘súper brócoli’
Cristóbal Aguilar y Roberto Roselli son originarios de Venezuela y han sido amigos desde la infancia. Tras caminos profesionales diferentes se juntaron nuevamente en Valencia, España, donde decidieron crear un producto que fuera atractivo desde el punto de vista comercial, pero que a la vez fuera sano. Por todas sus características beneficiosas para la salud, pensaron que el brócoli podría ser un buen candidato para ello.
La idea de Natural Functional Foods (NFF) es generar I+D para luego trasladar el fruto de sus investigaciones a hortalizas convirtiéndolas en alimentos funcionales. Se sabe que el brócoli es fuente de proteínas vegetales, de fitonutrientes y de compuestos bioactivos que han sido avalados por sociedades médicas y científicas. “Decidimos seleccionar aquellos que veíamos que tenían un mayor peso, fijándonos como objetivo que fueran beneficiosos para la salud e interesantes desde el punto de vista comercial. Con las proteínas, glúcidos y lípidos mantenemos la misma estructura. Lo que hacemos desde el punto de vista protéico y, en concreto con algunos aminoácidos, es enriquecer los compuestos glucosinolatos que forman parte de la principal estructura antioxidante”, explica Aguilar.
Todo se basa en una metodología que involucra desde la selección de la semilla hasta cómo cultivar un brócoli. “Todo lo hemos hecho de manera natural, sin aditivos ni manipulación genética”, subraya Roselli. Ya están en conversaciones con productores para establecer posibles asociaciones estratégicas, sobre todo con productores que ya estén exportando sus producciones a países del norte de Europa, donde estarán los principales clientes de NFF.
“Reino Unido, Alemania y países escandinavos tienen una larga tradición en el consumo de brócoli y es donde hay un alto porcentaje de consumidores preocupados por su salud”, precisa Roselli. “Comer un brócoli producido por NFF significa tener sobre la mesa cuatro brócolis convencionales”, remarca. La hortaliza comenzará a producirse en España, pero su metodología es trasladable a todo país que produzca brócoli y donde se trabaje con las variedades seleccionadas.
FuVex, el dron híbrido
FuVeX nació como una ‘spin off’ de proyectos universitarios realizados en el ámbito de los vehículos no tripulados tanto aéreos como submarinos. Su experiencia les indicaba que había un problema no resuelto en el ámbito aeronáutico a la hora de tener vehículos que pudieran despegar o aterrizar desde cualquier lugar y que pudiesen sobrevolar grandes extensiones. Y, tras dos años de trabajo han desarrollado un nuevo tipo de aeronave híbrida avión/multirrotor. “Nuestro objetivo es simplificar el uso de drones en grandes extensiones aunque nuestra tecnología es escalable a vehículos de mayor tamaño, siendo nuestra visión acabar desarrollando una aeronave con capacidad para 4 pasajeros”, explica Carlos Matilla.
Según el emprendedor, este dron híbrido avión/multirrotor puede ahorrar un 50% del coste respecto al resto de otros vehículos no tripulados de este tipo. Además, puede despegar o aterrizar verticalmente desde cualquier superficie plana sin necesidad de infraestructura y tiene el doble de autonomía que los drones convencionales.
“Nuestra diferencia es la simplicidad de operación en grandes extensiones”, precisa Matilla. Los aviones pueden sobrevolar grandes áreas pero son complejos de manejar ya que requieren catapulta, red y mantenimiento debido a su despegue y aterrizaje. A su vez, los drones más habituales (cuadricópteros) son sencillos de manejo pero tienen muy baja autonomía lo que repercute en que tardan hasta 5 veces más de tiempo que los aviones para sobrevolar la misma superficie. “Nuestro vehículo permite tener lo bueno de ambas aeronaves, la autonomía y la sencillez”, subraya sobre un aparato cuyo diseño es 100% propio, tanto del hardware como partes del software de control. Incluso por el hardware han presentado una patente.
Matilla señala que les gustaría concluir el programa de aceleración con las primeras ventas. “Por ello, trabajamos cada día muy duro para conseguirlo. Esta es una de las muchas expectativas de futuro”, concluye.
Mixes para el consumidor del siglo XXI
Emprender no era un tema desconocido para María José Sola y Pedro Mecoleta, ya que hace unos años rescataron una tradicional fábrica de mantecados en Navarra y la transformaron en una marca gourmet, lanzando el primer mix para hacer galletas. Ese fue el punto de partida de lo que hoy es Kiva Foods, la creación de mix o preparados, especialmente diseñados para los consumidores del siglo XXI, que cada vez tienen menos tiempo para cocinar.
Durante el proceso de aceleración se dieron cuenta que debían dar un giro a la idea original y pivotearon hacia productos cuyo valor añadido es que son saludables. Encontrar mixes es fácil, pero mixes sin gluten es una tarea complicada para los celíacos. “Eso es importante porque estas personas necesitan más variedad de productos y algunos de nuestros productos están pensados para ellos. Además, nos decantamos por lo natural y saludable. Por ejemplo, usamos azúcar de caña o stevia”, explica Sola.
Hoy cuentan con tres líneas de productos: salados, para repostería y cereales, a los que le añaden quínoa o amaranto y que están diseñados para consumirlos en diferentes momentos del día. “Tenemos mucho trabajo por hacer porque queremos buscar los productos en origen y eso implica importar directamente desde Chile, Perú o Bolivia. Y lo mismo pasa para la caña de azúcar y otros ingredientes”, precisa. Los ingredientes que estén disponibles en España serán lo más locales posible.
Hoy están en el proceso de elaboración de las recetas e identificando cuál será el primer lanzamiento, “probablemente sea un coulant de chocolate”, adelanta. El objetivo es hacer un mínimo producto viable para testearlo en el lineal de los supermercados y, tras ese primer resultado, realizar una inversión certera en materia prima y maquinaria. En un inicio empezarán con dos o tres cadenas de supermercados, testeando el producto con promoción en el punto de venta.
El test genético que ayudará a prevenir enfermedades
Prevenir la aparición de enfermedades o patologías asociadas al envejecimiento natural de una persona mediante pautas nutricionales personalizadas genéticamente. Ese es el innovador proyecto de la empresa navarra Making Genetics. “Para eso proponemos realizar un test genético que mida una serie de variables asociadas a enfermedades que tienen una alta base genética. Lo que hacemos es medir la predisposición a esta enfermedad con una serie de genes”, explica Adriana Moleres.
A raíz del trabajo que han realizado en nutrigenómica han comprobado que existen biomarcadores genéticos que miden con precisión la predisposición a sufrir algunas de las principales enfermedades asociadas con el envejecimiento, que pueden ser prevenidas o incluso revertidas mediante pautas nutricionales. “Creemos que la unión entre genética y nutrición es esencial para prevenir esas patologías, propiciando un envejecimiento saludable”, explica Javier Campión.
Alzheimer, ictus, diabetes, hipercolesterolemia, degeneración macular asociada a la edad, trombosis e intolerancia a la lactosa son las enfermedades con las que trabajarán en una primera etapa. “Estamos realizando la búsqueda de los genes y regiones concretas de cada gen que se estudiará”, precisa. El objetivo de estos emprendedores es vender los test entre los nutricionistas, quienes prescribirán a su paciente el mismo. “Los más interesados serán personas entre 40 o 50, interesados por su salud y con un poder adquisitivo medio-alto”, precisa Moleres.
Así, una vez que el paciente se toma la muestra, Making Genetics analiza y envía el resultado con las variantes genéticas y las pautas dietéticas asociadas a cada persona al nutricionista que se servirá de dicha información para elaborar la dieta a sus pacientes.
Tests como éste existen, pero son fundamentalmente para personas con sobrepeso y no para medir la predisposición a enfermedades futuras. Y los que hay de este tipo, tienen un coste que oscila entre los 200 y los 1.600 euros, cuando el test que propone Making Genetics costará entre 150 y 200 euros. Además el nutricionista tendrá el informe en su consulta en cinco semanas.