Los reguladores de crecimiento como aliados ante las alteraciones fisiológicas
Cada vez es mayor la evidencia sobre el papel de los reguladores de crecimiento en aspectos clave de la producción de cítricos dulces, como la floración, el cuajado y el crecimiento del fruto, así como en el tratamiento de desórdenes fisiológicos que se presentan de manera externa y que alteran la calidad comercial del producto. El doctor Ricardo Cautín, experto en fisiología de cítricos, señala que, en tanto sean una práctica complementaria a un manejo cuidadoso enfocado en la nutrición y el riego, pueden jugar un papel importante en la búsqueda de una producción de calidad.

En los últimos años, el uso de reguladores de crecimiento se ha convertido en una práctica constante en el paquete de manejo agronómico de los productores peruanos.
El uso de reguladores de crecimiento en la producción de mandarinas ha ganado relevancia, a nivel mundial y en Perú, debido a su capacidad para mejorar la calidad y el rendimiento de los cultivos. Aunque no se dispone de datos estadísticos sobre el incremento en su uso, diversas fuentes indican que la creciente competitividad en el mercado de exportación de mandarinas ha incentivado a los productores peruanos a adoptar prácticas agrícolas avanzadas, incluyendo la aplicación de estos compuestos con el fin de optimizar la producción y la calidad de los frutos.
El doctor Ricardo Cautín, profesor de la Escuela de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y un experto en fisiología de los cítricos y otras especies frutales, es enfático en señalar que el uso de los reguladores de crecimiento debe ser una práctica complementaria dentro de un proceso de manejo cuidadoso y eficiente que comienza mucho antes y en el que son fundamentales la nutrición y el riego. “Si hiciéramos una pirámide sobre el manejo que debe tener cualquier frutal, el uso de los reguladores vendría a estar casi al final”, dice. “A veces se piensa que con los reguladores se puede resolver casi cualquier problema, pero hay que remarcar que son un complemento a un manejo más preocupado en aspectos como la nutrición y el riego y a las condiciones que pueden generar estrés en las plantas”.
Hay factores externos que influyen en el crecimiento y desarrollo de los frutos que no se pueden controlar, como la temperatura, las lluvias o la radiación. Pero existen otros aspectos y desafíos sobre los que los reguladores sí pueden actuar y cumplir un papel en la búsqueda de un fruto de calidad.
MANEJANDO EL EXCESO DE FLORACIÓN
En el cultivo de cítricos, el exceso de flores puede ser un desafío por varias razones. Un alto número significa una mayor demanda de nutrientes y energía; si el árbol no puede sostener todas las flores y los frutos en desarrollo, esto puede llevar a una mala nutrición y a frutos de menor calidad. Por otro lado, en tanto los cítricos naturalmente regulan la carga frutal mediante la caída de flores y frutos en desarrollo, un exceso de floración puede intensificar esta caída, resultando en una cosecha irregular. Y si demasiadas flores logran cuajar y convertirse en frutos, estos pueden ser más pequeños debido a la competencia por agua y nutrientes, afectando su valor comercial.
El uso de reguladores ha sido una práctica importante para los agricultores que buscan manejar el exceso de floración. El doctor Cautín señala que hasta hace relativamente poco tiempo era constante el uso de auxinas sintéticas como el 2,4 DP y el 3,4, 5,6 TPA. Sin embargo, indica, debido a preocupaciones sobre la posible presencia de residuos de estas sustancias en cargamentos de frutas, muchos productores han dejado de emplearlas. “Una de las alternativas que se ha adoptado es hacer podas fuertes; sin embargo, el riesgo es que te puedas llevar yemas y, por consiguiente, tengas menor floración”, dice.
Por estas razones, una buena alternativa, señala, es usar ácido giberélico. “El ácido giberélico lo que hace es enmudecer las yemas que podrían ser potencialmente florales a yemas con un carácter más vegetativo y, por lo tanto, reducir la cantidad de flores. Y si yo disminuyo la cantidad de flores, eso tiene un efecto directo en la calidad de la brotación que viene en la primavera siguiente. Normalmente, al tener menos flores, las brotaciones traen hojas, que es una condición deseable, y eso significa tener un ovario de mejor calidad, y ahí partimos con un fruto que está lanzándose al proceso de otra forma. Y eso significa, a lo mejor, vesículas más grandes de jugo para hacer calibres. Acumular sólidos. Y eso termina siempre en un tema de calidad”.

El doctor Cautín destaca el rol que las giberelinas pueden tener para estimular el crecimiento de los ovarios, sobre todo en las variedades que no tienen semilla. “Se puede apoyar el crecimiento inicial del ovario con aplicaciones de ácido giberélico al 50, 60 o 70% de la floración. Esta variabilidad en el porcentaje tiene que ver con las variedades, porque no todas las variedades son iguales, hay algunas que necesitan antes, otras después”. En cuanto a las dosis, el experto recomienda dosis bajas, de entre 20 y 30 partes por millón (ppm), máximo 50 ppm, aunque él piensa que esta dosis ya es demasiada. Recuerda que el Dr. Manuel Agustí, experto español en cítricos, recomienda, en algunos trabajos, dosis de 10 ppm en algunas clementinas para estimular el desarrollo del ovario e, indirectamente, tener un efecto sobre el ‘creasing’.
“Con el ácido giberélico lo que estamos haciendo es empujar el crecimiento que ya inició el ovario, porque en el caso de mandarinas sin semilla, en frutos que se desarrollan sin fecundación, es el ovario el que aporta las hormonas para que se haga un fruto de calidad”, dice.
LA ALTERNATIVA DEL ÁCIDO NATFALENACÉTICO
El doctor Ricardo Cautín afirma que los reguladores pueden jugar un papel importante en el crecimiento y desarrollo del fruto, en aspectos como la estimulación del cuajado, la regulación del crecimiento y el tamaño y en la prevención de la caída prematura de frutos. En el caso de las auxinas, pueden ser herramientas eficaces a la hora del ajuste de carga, cuando se busca equilibrar la cantidad de frutos por árbol para optimizar su tamaño, calidad y rendimiento.
“Las auxinas se pueden ocupar para dos misiones, en el periodo de floración y cuaja, que es ajustar carga, cuando estamos hablando de 11, 12 milímetros de diámetro ecuatorial; y luego, cuando ya podemos hablar de una cuaja agronómica, podemos ocupar auxinas para estimular todavía más el crecimiento, porque estamos entrando en la fase de crecimiento de un fruto cítrico, en la que ya comienzan a elongar las células, a llenarse de agua y de azúcar, es un momento de expansión celular, que es importante para generar el calibre”, dice.
Debido a las preocupaciones señaladas por la presencia de algunas auxinas sintéticas en el fruto, refiere que hay productores que están probando con extractos de algas, que contienen auxinas naturales. Cautín menciona que otra alternativa es emplear el ácido naftalenacético (ANA), una auxina sintética que genera menos residuos, pero que, para garantizar su efectividad, tiene que usarse en dosis mayores, de entre 150 y 300 ppm. Según indica, el ANA también puede ser útil para evitar la caída temprana de frutos en la precosecha, con aplicaciones a dosis de entre 100 y 400 ppm.
LAS CITOQUININAS COMO PROMOTORAS DE LA DIVISIÓN CELULAR
En cuanto a las citoquininas, el catedrático de la PUCV es un convencido de su aporte en el desarrollo y tamaño final de los frutos. Hace algún tiempo, él participó en una investigación junto con investigadores de su universidad y de la Pontificia Universidad Católica de Chile en la que demostraron que la aplicación de benciladenina (BA) en mandarinas de la variedad W. Murcott, en presencia de concentraciones adecuadas de auxinas internas, podía estimular la división celular. Los resultados del estudio mostraron que la aplicación de BA provocó un aumento en el número y tamaño de las células del pericarpio, con aumentos de tamaño también en los lóculos y el eje central, lo que produjo un mayor tamaño del fruto al final del desarrollo.

“Con citoquininas lo que puedo hacer es estimular el desarrollo potente de los frutos cuando estos ya están consolidados, con 20 milímetros de diámetro ecuatorial, cuando ya está casi terminado el ajuste fisiológico y le damos la posibilidad de que se estimule muy fuerte el desarrollo que sigue para los frutos”, señala. “Esto no se ha masificado porque las citoquininas son más caras que las auxinas y las giberelinas”, agrega.
GIBERELINAS PARA EVITAR ALTERACIONES DE LA PIEL
Junto con los problemas de caída prematura de frutos o aparición de frutos pequeños o mal formados, hay otros desórdenes fisiológicos en la producción de cítricos que resulta clave enfrentar, ya que pueden reducir su calidad y valor comercial. Para prevenirlos, junto con un buen manejo del riego, la nutrición y la poscosecha, es clave la utilización de reguladores de crecimiento. Uno de ellos es el problema del ‘creasing’, una alteración de la piel que se caracteriza por la aparición de grietas y roturas. El doctor Cautín señala que se trata de una alteración que ocurre muy temprano en la vida de los cítricos, prácticamente dentro del primer mes de cuaja.
“Hay algunas actuaciones que buscando otros objetivos, indirectamente ayudan a prevenir que no ocurra ‘creasing’. Por ejemplo, la aplicación de ácido giberélico en flor, cuando se está buscando apoyar el crecimiento inicial del ovario, ayuda a anular la tendencia al ‘creasing’ que tienen algunas variedades”, explica.
Otros problemas fisiológicos que se buscan evitar, también vinculados a la sanidad de la piel, son el picado y la oleocelosis. El picado se caracteriza por la aparición de pequeñas lesiones, depresiones o áreas hundidas en la cáscara de fruta, sin afectar la pulpa. La oleocelosis son manchas aceitosas en la cáscara causadas por la ruptura de glándulas de aceite esenciales, lo que ocurre por un manejo brusco en la poscosecha o humedad alta en el almacenamiento. El doctor Cautín afirma que este es otro aspecto en el que reguladores como el ácido giberélico tienen un papel que cumplir, ya que ayudan a tener una piel más sana y resistente, “una piel que pueda resolver el proceso de guarda, de transporte, de rodar incluso en la cinta de empaque. Con este tipo de reguladores podemos tener ahí puntos a favor para que esta fruta funcione de la mejor forma posible”.
Aunque el uso de reguladores de crecimiento en la fruticultura tiene más de 70 años de historia, desde que se identificaron las primeras auxinas sintéticas, como la ANA y el 2,4 D, es en los últimos años que esta se ha convertido en una práctica constante en el paquete de manejo agronómico de los productores peruanos. Cada vez más se desarrollan nuevas formulaciones más eficientes y con menor impacto ambiental, se combinan reguladores con bioestimulantes (extractos de algas y aminoácidos) para mejorar la respuesta de los cultivos, y se estudia su uso en la producción de cítricos sin semilla, como las mandarinas ‘seedless’, con el fin de optimizar la cuaja y el desarrollo del fruto.
El doctor Ricardo Cautín advierte que las aplicaciones muy tardías de ácido giberélico en variedades de cosecha temprana pueden hacer la piel menos turgente y, además, promover un retraso en la coloración del fruto. En esas circunstancias, es útil el empleo del etileno, la hormona vegetal que acelera la maduración de la fruta. El etileno acelera la degradación de la clorofila y promueve la síntesis de carotenoides en la piel del fruto, lo que incide en la toma de color del fruto.