Con más de 5.000 contenedores movilizados al año y el 80% de sus contratos logísticos gestionados directamente con navieras, sin intermediarios, Complejo Agroindustrial Beta es uno de los principales exportadores del país. Esta escala les otorga cierta autonomía operativa, pero no los libró del impacto de una campaña especialmente desafiante en términos logísticos. En 2024, la combinación de escasez de contenedores, congestión portuaria y desorden en el transporte terrestre obligó a la empresa a redoblar esfuerzos para mantener su flujo de exportación.

Para evitar bloqueos operativos, Beta adoptó una serie de medidas urgentes. Además de la anticipación en la solicitud de contenedores refrigerados, ajustaron los turnos en sus plantas, extendiendo jornadas hasta la noche, y redistribuyeron sus volúmenes entre sus cuatro grandes packings ubicados en Piura, Lambayeque, Olmos e Ica. Esta flexibilidad interna les permitió ganar tiempo y maniobra frente a un contexto externo poco predecible.

Aun así, estas estrategias tuvieron un costo. La empresa calcula que asumieron un sobrecosto promedio de US$250 por contenedor, producto de demoras, reorganización de procesos y mayores tarifas de transporte. “Era preferible asumir ese costo que quedarnos sin embarcar”, señala Enzo Pareja, gerente comercial de Beta. El objetivo era claro: mantener la fruta en movimiento y cumplir con los compromisos comerciales, incluso en medio del caos.

De cara a la campaña 2025/26, la empresa proyecta volúmenes similares o incluso mayores, lo que anticipa una presión logística comparable o superior. En respuesta, han comenzado a reforzar su flota de transporte y a contratar más choferes, conscientes de que el cuello de botella no solo está en los puertos, sino también en las rutas. También están en conversaciones más tempranas con navieras y operadores, buscando asegurar espacio, equipos y condiciones adecuadas con semanas de anticipación.

Además, Pareja subraya la importancia de mirar más allá de los grandes operadores globales. “Tenemos que apuntalar un poco más los acuerdos con las navieras regionales. Hay navieras regionales que hacen la ruta de Sudamérica a Europa o de Perú a EE.UU. y que no se ven afectadas por los problemas geopolíticos”, sostiene. Apostar por estas alternativas, más estables frente a conflictos como el del Mar Rojo o el Canal de Panamá, podría ser una vía para reforzar la resiliencia del sistema logístico peruano.