La fiebre por la cereza ya se instaló en la semana 41
Causan la misma expectación y furor que una estrella del deporte, la música o el cine; pero no son nada de eso. Son las primeras cajas de cerezas chilenas que arribaron a Shanghái, que fueron recibidas con euforia y lograron precios de hasta US$218 por la caja de 5 kg. En las siguientes líneas, contamos cómo se gestó el envío más temprano del cual se tenga registro hacia el gigante asiático, a pesar de las bajas horas frío acumuladas en invierno que auguraban una campaña compleja.
El mismo día que Lionel Messi causaba furor en su llegada a Lima para disputar el partido por las clasificatorias a la próxima Copa del Mundo de fútbol, a miles de kilómetros había la misma sensación, pero no con una estrella del deporte, la música o el cine; sino con las 200 primeras cajas de cerezas chilenas de la temporada. Cientos de recibidores chinos, con ‘smartphones’ en la mano para testimoniar el momento, se agolpaban frente a un contendor, esperando con expectación que fuese abierto.
Y es que, tras recorrer más de 19.650 km, desde que fuesen cosechadas en Tabalí, en la Región de Coquimbo, y en solo cuatro días arribaran hasta el mercado de Shanghái los primeros 1.050 kilos de cerezas, se abrió la temporada 2023/24, un inicio que, como era de esperar, se reflejaba en los altos precios conseguidos por esta fruta, que fluctuaron entre los US$150 y US$218 por cada caja de 5 kg, dependiendo del calibre de la fruta (ver cuadro).
La fruta se había cosechado el viernes 13 de octubre y llegaba a Shanghái en la mañana del 17, según la hora local, en una ruta que incluyó tres países y cinco ciudades del mundo, desde que saliera un camión desde Tabalí, hasta la planta de procesos de Garcés Fruit en la comuna de Mostazal que, tras ser procesada se envió al aeropuerto de Santiago. Allí embarcó en un vuelo de Latam con dirección a Auckland, Nueva Zelanda, donde se bajaron para embarcar horas más tarde en un avión de Air New Zealand con destino a Shanghái, China.
¿Pero cómo se gestó la cosecha y el envío de cerezas más temprano desde que se tiene registro? La llave a esta interrogante la tiene Jorge Astudillo, gerente de producción de Agroindustrial Valle Arriba, quien debió navegar en una compleja campaña, climáticamente hablando, para conseguir el objetivo de cosechar la cereza más temprana del hemisferio sur.
Si hay algo que ha marcado esta temporada de la cereza ha sido el Fenómeno El Niño, con un invierno más cálido a lo esperado (que impidió la acumulación de horas frío), pero con un inicio de primavera más cálida, que en algunas variedades de cereza permitió compensar la terminación de la fruta. Sin embargo, pese a estas complejidades, la cosecha comercial del 13 de octubre pasado (semana 41) es la más temprana desde que se tiene un registro.
Pese al éxito de haber pasado de la semana 42 a la 41 de forma inédita, Jorge Astudillo, de Valle Arriba, sostiene que salir temprano siempre debe ir de la mano con mantener la calidad, porque “hay una imagen del país que está exportando su fruta”. Y esta campaña 2023/24, fueron precisamente estas las que inauguraron la temporada de la cereza nacional en China.
“Esa es la responsabilidad de ser primero, que la hemos enfrentado durante varios años. Porque no solamente estoy representando los intereses de Valle Arriba o el trabajo que hacemos como encargados del huerto. Aquí también está la imagen de la exportadora, está la imagen del país”, comenta Astudillo, añadiendo que “no podemos abrir el mercado con una fruta que no vaya en condiciones, que no tenga el color adecuado o los grados brix y la firmeza que requiere el mercado. Por lo tanto, es un mensaje también para todos los que somos tempranos: Debemos aprovechar esta ventana de buenos precios, pero con la mejor fruta posible”.
El experto destaca además la ventajosa situación de los productores ultra tempranos, porque están compitiendo solos, sin otro país que pueda aprovechar la ventana comercial de la segunda semana de octubre.
“En la medida que lleguemos de la mejor forma posible, vamos a contribuir a que los precios se mantengan más tiempo, porque mientras llegue fruta de calibres pequeños o con problemas de condición, solamente se va a afectar la imagen de nuestra fruta, que impulsará una caída de los precios”, advierte el agrónomo.
TEMPORADA DE CONTRASTES
Con esta cosecha ‘ultratemprana’, Ovalle abrió la temporada del hemisferio sur de envíos hacia China, pese a las condiciones de invierno que no fueron ni favorables ni las más adecuadas para el cultivo, ya que casi no se acumularon horas frío en esta zona de la zona de la Región de Coquimbo.
¿Por qué lograron sacar adelante la temporada e incluso adelantarla? De acuerdo a Astudillo, en un principio, el factor climático causó preocupación entre los productores de Ovalle, ya que si bien el resultado se debe a una suma de factores, uno de los más relevantes es el climático.
“Hemos tenido un final del invierno y un inicio de primavera bastante cálido, pero también con una marcada oscilación térmica”, comenta el gerente, describiendo que justo previo a la cosecha, contaban con temperaturas muy bajas en las mañanas (en torno a 5°C), y con máximas en las tardes que podían llegar a 25°C, oscilación que hasta el día de la cosecha había sido bastante estable. “No hemos tenido días nublados, tampoco días de llovizna, que se asemeja mucho al 2019, donde también salimos temprano, en semana 42, un 14 de octubre”.
A nivel de manejo, Astudillo detalla que, para poder salir como primores, en Ovalle siempre deben aplicar cianamida para generar el rompimiento de dormancia en torno al 15 de julio, como fecha tope, para poder aprovechar la ventana comercial. Eso se debe a una fenología muy marcada de la cereza producida en Ovalle.
“Yo tengo 60 días desde plena flor a cosecha; en torno a 100 o 105 días desde la cianamida hasta la cosecha, eso en condiciones normales”, detalla sobre cómo se ha comportado su producción durante los últimos seis o siete años.
En ese sentido, destaca que la incertidumbre climática podría haberlos afectado, ya fuera en los niveles de producción como en el desarrollo del fruto, ya que sabían de la baja acumulación de frío debido al Fenómeno El Niño, pero hubo un evento que marcó la temporada para la zona de Tabalí: una lluvia en la primera semana de julio, donde cayeron 50 mm de agua aproximadamente.
“La lluvia cayó la semana que debíamos aplicar cianamida. Eso nos iba a afectar porque iba a generar un lavado de producto. Entonces decidimos esperar unos días. Fue una lluvia muy buena, y esperamos una semana prácticamente desde esa lluvia a la aplicación. Por lo tanto, quizás ese último tiempo, que fue el último ‘round’ de invierno, fue muy favorable para la cereza, sobre todo lo que estuvo bajo sombra”, explica Astudillo.
El agrónomo añade que “en las condiciones que tuvimos de invierno, no creo que solamente acá, sino que todas las zonas donde vivieron esta condición de incertidumbre-, aquellos que han estado bajo sombra tuvieron una mejor brotación, y eso acompaña un buen desarrollo de la fruta”.
La casi nula acumulación de frío durante el invierno, en contraste a las usuales 150 horas que suelen acumular, permitieron además para Astudillo ratificar que el uso de sombra artificial “es una garantía para poder suplir el invierno cuando no tiene las condiciones ideales”, destaca, aunque eso no significa necesariamente que una cobertura generará por sí misma la acumulación de frío invernal, sino que la diferencia radica en la radiación, que es donde estaría el efecto más relevante.
Finalmente, la lluvia antes mencionada -que cayó casi como ‘milagro’ en una zona que cuenta con más de una década de sequía-, y haber atrasado la aplicación de cianamida, así como una primavera y un fin invierno más templado, habrían sido las claves que permitieron contrarrestar todo lo que no se logró en el invierno, “porque las floraciones y las cuajas se dan igual, independientemente del frío que podamos tener, porque todo lo que sucede en ese período es en base a la reserva que logramos acumular”, precisa sobre cómo debieron maniobrar en lo que podría haber sido un mal año.
De hecho, Astudillo comenta que los calibres logrados -en torno 28 mm-, se dieron solamente por esta condición de buena reserva, e incluso, explica que ya contaban con fruta para haber cosechado hace un par de días, pero en vista que iban a correr la carrera solos, prefirieron esperar y aumentar un poco el volumen de su primer día de cosecha, donde recolectaron 1.050 kilos.
“El año pasado pasó todo lo contrario, tuvimos una primavera más fría y eso nos retrasó cuatro o cinco días la cosecha”, complementa, señalando que en base a la información que ha recopilado liderando este huerto, en base a estados fenológicos, momentos de aplicación de cianamida, crecimiento de carozo, color pajizo a plena flor, todos estos hitos fenológicos ya le permiten estimar cuándo partir la cosecha.
Debido a las desfavorables condiciones climáticas, de hecho, esperaba para esta campaña cosechar en torno al 20 octubre, pero pudieron adelantarse una semana respecto a su expectativa normal y 11 días respecto al año pasado.
IMPACTO EN LA PRODUCCIÓN
Pero así como un inicio de primavera con un clima templado les permitió adelantar la cosecha, la baja acumulación de frío tendría un impacto significativo ya que estiman una caída en la producción en torno a 20% respecto a la campaña anterior, pasando desde 12.000 kg/ha hasta entre 8.000 kg/ha y 10.000 kg/ha para esta temporada.
Aunque no hay mal que por bien no venga, ya que de acuerdo a Astudillo, “tenemos una carga un poco más suave en Brooks, lo que también ha permitido que la fruta madure más pareja. Tuvimos la floración concentrada, lo que también permitió que en dos o tres días tuviésemos la cuaja”, agregando que lo más probable es que cosechen de manera más concentrada esta temporada, con menos pasadas y con mejores calibres.
Otras variedades para la semana 41 en Ovalle
Los programas genéticos siguen afinando sus pruebas a lo largo y ancho de la región de Coquimbo, para definir cuáles son las variedades que mejor se adaptan a la zona. El año pasado sorprendió en Vicuña, zona precordillerana de la región, la cosecha de la variedad Cher-Ten de Bloom Fresh (en ese entonces IFG). Este año en tanto, y a pesar de las adversidades climáticas, el desarrollo genético Nipama (aún en evaluación, todavía no disponible comercialmente), que está probando ANA Chile ha alcanzado una madurez que podría permitir cosechar tan temprano como el 10 de octubre, o incluso antes, según pudo registrar y compartir Lorena Pinto, gerenta de productos de la compañía.
En ese sentido, la representante de ANA explicó a Redagrícola que en comparación Brooks, este desarrollo genético californiano “va más rápido que todo lo que he visto hasta ahora, en términos de madurez, con gran cosecha y calibre”, al igual que la variedad Nimba (variedad del programa SMS), que en zonas de Ovalle como Recoleta también está compitiendo e incluso adelantándose a Brooks en los ensayos, ambas con el objetivo de “tener una variedad temprana pero con calibres superiores”, esto pese a que el clima no acompañó muchos de los ensayos debido a la nula acumulación de frío en Ovalle. Pinto destaca que “cuando la calidad del frío no es buena, hay algunas variedades que compensan con el calor”, como fue el caso de Nipama y Nimba.
Ignacio Bolumburu, gerente comercial de Bloom Fresh, comentó que pese a las condiciones climáticas menos favorables, obtuvieron resultados alentadores en su test block ubicado en Tabalí, indicando que “estamos convencidos de que el potencial de la zona es innegable, y vislumbramos un desarrollo significativo en los próximos años, especialmente en las diversas zonas de la región de Coquimbo, ya que el clima y las condiciones únicas de esta zona parecen ser especialmente propicios para las variedades tempranas”. Desde Bloom Fresh indicaron que Cheery Cupid™ (Cher-Ten) es la que mejores resultados ha tenido en la zona y que “continuará desempeñando un papel fundamental en el desarrollo exitoso de la producción de cerezas tempranas”.
DESINCRONIZACIÓN ENTRE POLINIZANTES
Otro de los impactos que generó en el huerto la incertidumbre climática fue la desincronización entre polinizantes. Aparte de Brooks, el huerto cuenta con la variedad Tulare como polinizante, que requiere un poco más de horas frío. Eso hizo que su fenología se retrasase. “Nos vimos obligados a generar ciertos manejos como colocar polen en las piqueras, cubrimos también algunas plantas de Tulare con plástico para acelerar el término de la apertura de flores, Pero todo eso no es suficiente, y eso es lo que determina finalmente la baja de la cuaja al no tener la sincronización”, explica el agrónomo.
Mirando un panorama de la zona, Astudillo comenta que aquellos huertos que apostaron por Lapins en Ovalle, que es una variedad autopolinizante, “cuajó todo”. En Valle Arriba, en tanto, el gerente de producción señaló a Redagrícola que ya están reinjertando la variedad Tulare con Glenn Red, indicando que la zona “se ha portado muy bien y se sincroniza bastante bien con Brooks”.
Pese a la desincronización, Astudillo destaca que lograron ajustar los manejos en base al trabajo que han construido en el campo y con el apoyo de Garcés Fruit que los ha apoyado. “Como hemos trabajado siempre con poco frío, nuestra Brooks acá despierta con 150 horas frío, cuando debiese ser 300, y en torno a las porciones de frío, nosotros debiésemos aplicar cianamida con 40 porciones de frío y estamos aplicando con 26 porciones, entonces siempre estuvimos bajo el ideal”, explica.
PANORAMA OVALLINO
Este polo productivo que sigue creciendo en Ovalle cuenta con características especiales para la producción de cereza, por su geografía estepárica costera, con fuerte influencia del mar -que se ubica a unos 20 kilómetros de la zona de cultivo de los cerezos-. Valle Arriba y otras empresas como Sutil están ubicadas en Tabalí, pero productores en zonas como Recoleta, Cerrillos de Tamaya o Los Acacios también cuentan con productores que han iniciado su aventura con este carozo.
¿Las variedades? Muchas se han probado y se siguen probando, pero Brooks, Lapins y Santina por el momento son las más plantadas, así como otras que también tienen presencia como Rainier o las de programas genéticos como Bloom Fresh o Ana Chile, que cuentan con ‘test blocks’ en la zona, a medida que la plantación de cerezas crece a razón de 100 ha por año, según análisis que ha realizado el propio Astudillo, como conocedor de la zona.
Todas han contribuido a armar un pool de variedades, aunque muchas de ellas se están probando todavía, con cada temporada como un nuevo desafío para cumplir la condición de primor aunque resguardando la calidad.
“El año pasado fue una primavera fría y este año un mal invierno, entonces aún no podemos establecer una fórmula concreta, por eso en el seminario hablamos de consolidar la zona como primor, porque por esta incertidumbre climática que enfrentamos todos los años, obviamente vamos sumando y restando elementos para poder decidir, por ejemplo, por qué variedades puede continuar la expansión”, explica Jorge Astudillo.
Sin embargo, el experto señala que este año Lapins se ve muy bien en la zona, y lo más probable es que sea la primera de esta variedad en cosecharse en el país durante la primera semana de noviembre. Santina, por otro lado, explica que está un poco más errática en su comportamiento en la zona, aunque se puede explicar por maderas más jóvenes, ya que muchos huertos de Santina tienen recién tres años y todavía están en proceso de desarrollo, “por lo tanto aún no logran tomar toda la reserva necesaria para poder enfrentar estas condiciones ambientales a las que nosotros estamos habituados”, finaliza.