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Proserla consolida su proyecto productivo, con el reto de mecanizar ciertas labores

Jayanca sigue siendo un buen valle para la uva de mesa

La empresa agroexportadora tiene cerca de 250 hectáreas de uva de mesa, entre variedades antiguas y licenciadas, en un valle con pocos vecinos que se dediquen al cultivo de la vid. Pese a que están caminando hacia la reconversión varietal, esperan quedarse con algunas hectáreas de Red Globe, mientras trabajan para mecanizar sus campos y ser más eficientes en el riego.

17 de Noviembre 2022 Marienella Ortiz
Jayanca  sigue siendo un buen valle para la uva de mesa

La empresa Promotora y Servicios Lambayeque (Proserla) instaló hace unas dos décadas atrás sus cultivos en el valle de Jayanca, a 50 km al norte de la ciudad de Chiclayo y a 58 km de Olmos. El mayor número de las aproximadamente 500 hectáreas (ha) que disponen están concentradas en uva de mesa (unas 250 ha), mientras que el resto de la superficie está cubierta de paltas y limones. Pioneros y casi solitarios como productores de vid en la zona, han construido una operación agrícola que busca maximizar su rentabilidad, mediante el recambio varietal, la mecanización de sus procesos de cosecha en campo y un riego eficiente.

“En nuestra zona hubo varias operaciones de uvas, pero hay empresas que ya no nos acompañan por diferentes razones. Hoy quedamos solo dos produciendo uvas”, refiere el gerente agrícola, Alonso Puga, tras indicar que como empresa agroexportadora se distribuyen en cinco fundos en Jayanca de nombres Tarata, Santa Lucía, Carmelo, La Viña y Masaris. Ellos mismos empacan su producción en una planta procesadora que tienen en la zona, que se abastece de la producción de los cinco campos equidistantes al packing en un radio de 5 km, lo que les permite agilizar las cosechas.

Puga considera que en la zona existe un clima benéfico para la producción de uva. La temperatura es 1°C o 2°C por debajo de lo que se registra en Piura y las lluvias se concentran desde marzo, lo que les permitirá este año llevar su producción hacia enero, sin temor a problemas de pudriciones.

Pero hay ciertos inconvenientes. Los principales son la falta de mano de obra y abastecimiento de agua (vedas de nuevos pozos), que hoy enfrentan con mecanización de parte de la cosecha y con un riego con toda la tecnología actual que les permita ser eficientes.

Alonso Puga, gerente agrícola de Proserla.

EXPLORANDO LAS VARIEDADES LICENCIADAS

Tras casi dos décadas de desarrollo en la zona, con cultivos que se iniciaron en 2003 con variedades tradicionales como Red Globe, Flame y Crimson; en cuanto a las rojas, y Thompson Seedless y Sugraone; en blancas, en 2020 tuvieron su primer acercamiento a los programas de mejoramiento genético, en concreto con IFG, que les proveyó de las primeras plantas para realizar ensayos, en un trabajo que luego continuaron con el material de Sunworld. Esas experiencias fueron clave para luego iniciar el recambio varietal y hoy solo se quedaron con tres variedades tradicionales: Red Globe, Thompson y Crimson, a las que han ido sumando material licenciado como Sweet Celebration y Sweet Globe (ambas de IFG) y Autumn Crisp y Scarlotta (las dos de Sunworld).

La lógica en la renovación ha sido cambiar los campos con variedades tradicionales que ya tienen muchos años y pueden ceder terreno a las patentadas. “En los fundos tenemos Red Globe de 16 años de edad, que se están reconvirtiendo y, obviamente, la apuesta es por las nuevas variedades que suelen ser más productivas y más fáciles en su manejo”, destaca.

Pese a esta lógica, el gerente agrícola indica que no se desprenderán del todo de la Red Globe, debido a que tiene un nicho comercial con una estabilidad en sus precios, durante los últimos años. “No la vamos a dejar en cero. Estamos reconvirtiendo los campos que, por edad, son menos productivos. Sin embargo, creo que vamos a conservar un núcleo duro de quizá unas 50 hectáreas de Red Globe para atender a los mercados que la demandan”, señala.

De las patentadas, comenta que han crecido aceleradamente en los últimos dos años con la variedad verde Autumn Crisp. “Esto porque se ha sabido manejar bien rápidamente y por un tema de visión comercial. Fue un poco rápido y arriesgado de repente, pero nos ha dado buenos resultados y ahora nos vamos por nuestra segunda cosecha”, apunta.

Inicialmente, explica que se colocó un gran número de hectáreas con esta variedad con el objetivo de buscar un balance entre la oferta de uvas rojas y verdes, ya que hace un par de años aún estaban más concentrados en la rojas. “La idea es tener 50/50 entre rojas y verdes. Hasta hace unos años teníamos prácticamente 75/25 de rojas y verdes. Sin embargo, hoy en día estamos casi al revés, estamos 40/60. Tenemos que volver a equilibrarnos”, refiere. Ese es el plan y no descarta la inclusión de alguna variedad de sabor especial o exótica.

Si el día empieza a las 07:00 am, ya a las nueve se habrá enviado a la planta más o menos 1.500 a 2.000 javas, que son más o menos 18 a 20 toneladas.

PRODUCTIVIDAD EN LAS NUEVAS VARIEDADES

Lamentablemente, con la Thompson y la Crimson los resultados son algo dispares si se les compara con las licenciadas, según refiere Puga. “No hemos tenido estabilidad en el tiempo en sus producciones. Aún en un buen año una Thompson difícilmente le puede ganar a una variedad nueva, como una Sweet Globe o una Autumn Crisp. Eso incluso teniendo la misma cantidad de racimos por hectárea”, indica.

Uno de los problemas que tienen con la Thomson es que necesita ser raleada, ocupando para esa labor entre 120 a 140 jornales por hectárea, algo que complica en una zona donde la mano de obra es insuficiente. Sin embargo, con las variedades licenciadas, esa labor se reduce bastante porque hay algunas que tienen un buen raleo natural, destaca Puga.

“Pero tenemos otras dificultades. Hay alguna que es más sensible al oído y siempre va a haber el riesgo de que con una lluvia la pudrición aumente. Pero, en lo general, estas variedades tienen muchos problemas superados, que una Thompson todavía mantiene. Nuestro camino de reconversión pasa por cambiar Thompson y Crimson para incluir rojas y verdes licenciadas, y mantenernos con un poco de Red Globe”, plantea.

Justamente, una de las que tuvieron que sacar de campo rápidamente fue la Sugraone, debido a problemas de baja fertilidad, algo que no ocurría con la variedad en Piura. “Mientras veías 50, 60 y hasta 80 racimos por planta en Piura, nosotros en Jayanca nunca vimos más allá de 15 o 20 racimos. Es una variedad muy demandante de horas de luz. Lamentablemente, nuestro verano, que es uno de los momentos en que más luz tiene el día, se registra mucha nubosidad, entonces la fertilidad nunca fue tan buena. Ese fue el primer problema con el que tuvimos que lidiar. Tuvimos un ensayo de un par de hectáreas y se cambió rápidamente”, indica.

Removieron Flame porque bastaba una pequeña garúa o una llovizna para generar una partición de bayas. Y con Crimson los resultados han sido muy irregulares. “Podemos tener 3.000 cajas de producción un año y el siguiente año 2.800 cajas y al siguiente año 2.500. Y así. También puede ocurrir que tienes 3.000 cajas, pero solo pinta en 2600, mientras que el resto de los racimos tendrán problemas de color”, indica.

En cuanto a las variedades nuevas, refiere que algunas de ellas, como la Sweet Celebration, pueden alcanzar producciones de 5.000 cajas/ha. La Thompson se ha mantenido porque era la mejor opción en verdes, pero ahora cuentan con Autumm Crisp o la Sweet Globe. En cambio, la Red Globe sigue generando en promedio unas 4.000 cajas/ha.

Para agilizar las cosechas, los cinco fundos están equidistantes a la planta de proceso en un radio de cinco kilómetros aproximadamente

MECANIZAR TODO LO POSIBLE

Con el objetivo de mecanizar todo lo posible y reducir el número de jornales, hoy utilizan carritos portacosecheros o portajavas para una cosecha mecanizada. De allí se llevan los pallets con montacargas al camión. Comenta que este es un proceso que lo realizan en los ‘peak’ de la cosecha, ya que de lo contrario no justifica el gasto.

“Luego del corte, las javas van a una parihuela. Entonces, la genta ya no carga java por java a los camiones, sino que se arma un pallet de parihuelas y un montacarga, de allí se levanta la fruta hacia los camiones. Con eso hemos logrado ser más eficientes. Venimos haciéndolo hace tres años, y así hemos logrado bajar nuestros costos de cosecha”, destaca. Igualmente, la fruta terminada también se procesa en una máquina automática. “Estamos todos con la visión de tratar de automatizar y de mecanizar lo más que se pueda”, destaca.

En cuanto a los resultados, Puga menciona que calculan una reducción en el costo de mano de obra de aproximadamente el 20%. “Hay días de cosecha en los que te toca sacar un lote que es muy chico y no mecanizamos. Por lo menos, esto justifica si se saca al día una producción de 40 toneladas. Entonces, cuando ya estamos cayendo en la curva de cosecha o cuando recién estamos empezando, no utilizamos esto”, indica.

Al respecto, menciona que la firma tiene programado cuatro meses de cosecha. De ellas, este sistema de mecanización lo usarán en diez semanas. Menciona que en lo que hacen no hay mayor novedad, pues algunas empresas grandes del país ya mecanizan su cosecha de manera similar. “Nosotros lo estuvimos un tiempo evaluando hasta que se dio la oportunidad y decidimos mecanizar hace unos tres años; al menos empezamos por esto y vamos mirando en el futuro que otro tipo de cambios pueden darse”, señala.

A esto se suma que han buscado que la planta de procesamiento se instale a una distancia cercana a los campos, lo cual les permite ser agiles en conglomerar, procesar y despachar la fruta. “Con la mecanización se carga más rápido. Entramos muy temprano a hacer el corte. Después viene la limpieza de los racimos y prácticamente si nuestro día empieza a las 7 de la mañana y ya a las nueve hemos enviado a la planta entre 1.500 y 2.000 javas, es decir, casi 20 toneladas de fruta”, refiere.

Tras iniciar el recambio varietal, la empresa estuvo muy concentrada en rojas, pero ahora ha puesto más variedades verdes.

PROBLEMAS DE PROVISIÓN DE AGUA EN LA ZONA

Según explica Alonso Puga, en Jayanca se estableció una veda en el año 2007 de nuevos pozos para extracción de agua, sin a su entender mayor sustento. “Una medida tan delicada como una veda debe corroborarse con diferentes expertos. El problema es que cuando se puso la veda había 2.600 pozos declarados, de los cuales 600 eran formales y 2000 eran informales. Para el 2022, hay 4000 pozos informales y los mismos 600 formales del pasado ¿Qué es lo que ha pasado? Son prácticamente 15 años en que no se ha hecho nada”, expone. Pese al incremento de la actividad ilegal, comenta que el acuífero no se ha visto mermado, según evaluaciones que se hicieron en 2019.

Entonces, apunta que se encuentran en una paradoja grande porque se sigue en veda, aunque hay agua en el acuífero, pero solo puede crecer la informalidad y no los formales. Apunta que esta situación de alguna manera limita las opciones de la empresa de seguir creciendo en superficie.

Puga cuenta que en Proserla están preocupados por la disponibilidad del recurso hídrico, por lo cual hacen un uso eficiente del agua que extraen con el uso de riego por goteo, estaciones meteorológicas, calicatas, sensores de humedad, entre otros. “Tenemos estaciones de última generación mediante los cuales evaluamos las curvas de crecimiento del diámetro del tronco, la humedad del suelo y la conductividad eléctrica, entre otros indicadores. Y mediante eso tomamos las decisiones de si seguimos regando o no regamos”, destaca. Explica que se monitorea que la humedad esté en su punto, es decir entre 70% a 80% de la capacidad del campo. En años fríos como el actual, dice que habrá un menor requerimiento de riego, porque como hay menos evapotranspiración, el campo sigue húmedo por más tiempo. Haciendo sumas y restas, refiere que en un año cálido utilizan 11.000 m3/ha de riego en una campaña, pero en un año frío será 9.000 a 9.500 m3/ha.

Uso de controladores biológicos

La empresa cuenta con un pequeño laboratorio de producción de Crysopas y Trichogrammas y ahora último están desarrollando Cryptolaemus que son controladores de chanchitos blanco. El control biológico representa más o menos un 10% del manejo sanitario con miras a que esto escale a un 20 o 25%. Adicionalmente, Alonso Puga menciona que este año el frío ha originado que las moléculas de los productos químicos originaron que se degraden más lento y eso los ha llevado a ser más cuidadosos con sus aplicaciones para evitar problemas de trazas en los cultivos. “Si antes una molécula se degradaba en 150 días, hoy día deben ser 160, todavía te queda una traza de algo presente. Eso puede ser un problema aquellos supermercados que son un poco más exigentes, que solamente aceptan la fruta que tiene tres o cuatro moléculas detectadas”, comenta.

INICIO DE LA CAMPAÑA 2022/23

La campaña empezó en septiembre y para fines de octubre, cuando se realizó esta entrevista (inicios de noviembre), la empresa había avanzado el 15% de su cosecha. Recién estaban por ingresar a las semanas de mayor producción en que cosechan aproximadamente 120 toneladas diarias. En esta campaña esperaban llegar hasta mediados de enero, debido a los lotes de producciones nuevas que han preferido dejarlos al final.

“Como en los últimos dos años hemos crecido en cien hectáreas nuevas, tenemos bastante plantación nueva y cuando uno tiene plantas del primer año tratas de podar lo más tarde que se pueda”, refiere.

Las empresas en la zona pueden sin inconveniente llegar hasta enero sin necesidad de preocuparse del inicio de lluvias, que recién se concentran entre marzo y abril, refiere tras indicar que en la zona las lluvias no son constantes, sino que puede darse una lluvia copiosa un día y luego para.

Este año proyectan que llegarán a las 650.000 cajas, que corresponden a 325 contenedores (el año pasado fueron 236). Este salto, según explica Puga, se debe a que gran parte de las hectáreas de uvas licenciadas están entrando a su etapa productiva. En la siguiente campaña, estima que subirán a 440 los contenedores que comenzarán a exportar, debido a que se esperan 880.000 cajas producidas.

Adicionalmente, Puga refiere que no han apostado en la actualidad por la doble cosecha, como están haciendo algunas empresas en Piura, aunque en un inicio sí lo hicieron.

Recuerda que cuando empezaron en el 2003 hicieron algunos intentos, pero luego observaron que los campos progresivamente tenían mayor problemas de corrimiento de racimos e iba perdiendo fertilidad. “En algún momento, optamos por que lo mejor era una sola cosecha bien concentrada y más bien en la siguiente mitad del año, hacíamos una poda de renovación para generar una formación nueva de cargadores. Sé que la gente de nuevo está pensando en volver a las dos cosechas al año con las variedades que son totalmente fértiles. Por ahí, no lo descartamos, de repente, en el futuro”, indica.

Por lo pronto, la expectativa es seguir con una cosecha al año, ir cambiando variedades antiguas por nuevas y seguir siendo cada vez más eficientes en los manejos agronómicos en campos y en la poscosecha.

Aprendizajes con el limón Tahití

La empresa instaló hace unos cinco años unas 70 ha de limón Tahití en sus fundos. Alonso Puga menciona que les ha tomado tiempo el aprendizaje en el manejo del cultivo. “Recién ahora estamos encontrando nuestra fecha ideal de poda para lograr las floraciones que queremos y para lograr concentrar la producción en los meses más templados, que es en los meses de abril y mayo en la zona”, expone. A nivel comercial, comenta que ha sido un buen año en términos de precio.

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