“En Perú tenemos el desafío de trabajar y producir a un costo que tenga relación con el precio de venta de la fruta”
Ajustar los costos productivos. Eso, para el gerente de operaciones de Frusan Perú, Andrés Mediano, es clave de cara a ser sostenibles en un negocio cuyos retornos han ido disminuyendo campaña tras campaña, debido al crecimiento productivo que ha habido en el país, buscando producir fruta de calidad, pero con menores costos de producción.
“La del arándano fue una buena campaña productiva”, afirma Andrés Mediano, gerente de operaciones de Frusan Perú, empresa que lleva tres campañas produciendo en Olmos. Son los pioneros en esta zona productora. Los primeros huertos se instalaron en 2016 y hoy manejan 95 ha, en las que trabajan con tres variedades: Emerald, Spring High y Ventura. Si bien las primeras superficies se hicieron con Emerald, la variedad que ha ido ganando terreno en Olmos, y también en el campo de Frusan Perú, es Ventura, de la cual hoy manejan 65 ha. “Este año probablemente plantemos 100 hectáreas más”, confirma Mediano. “Todo lo nuevo lo haremos con Ventura”, añade sobre el futuro proyecto con este berry en Olmos que, para el gerente, es una buena zona de producción.
“Creo que Olmos es mejor para la producción de arándanos, sobre todo desde el punto de vista sanitario, ya que no tienen las condiciones de neblina matinal temprana que sí tiene Trujillo, al estar en la costa. Por lo tanto, desde el punto de vista de ataques de hongo, antes o durante cosecha, es menos complejo. Hay otros temas, pero si uno dijera: la botrytis, que es el principal problema de condición de llegada de arándano a destino, en Olmos eso es mucho menor”.
Sobre la campaña, Mediano afirma que “cosechamos lo que habíamos proyectado”, añade sobre un rubro que va en franco crecimiento en Perú, principalmente en zonas de la costa. Y lo proyectado fueron 16 t/ha en los huertos más antiguos, mientras que aquellos de dos años, el promedio fue de 9 t/ha.
Si bien ese crecimiento ha redundado un descenso de los precios, “este sigue siendo un buen negocio”, sostiene Mediano y analiza que dentro de los próximos tres años los niveles de retorno de la fruta debiesen estar en los niveles que tienen los arándanos chilenos en la actualidad.
– De no ver techo hace siete años, cuando se iniciaron las exportaciones, a que se vea techo.
– Cuando uno analiza el precio promedio del arándano, este ha bajado un dólar por año, desde hace cuatro años. La campaña pasada el promedio fue de unos US$7.5/kg, mientras que un año antes había sido de US$8.5/kg. Este año ya estamos en US$6.5/ha, como promedio.
– Eso, en lo que se refiere a la ventana peruana, digamos.
– No, yo te diría que hoy día la ventana peruana…
– No existe.
– No existe. Debemos pensar que hoy Perú produce más que Chile. Evidentemente, está más repartido. Hay empresas que tienen que cosechar todo el año, porque una compañía que maneja 2,000 hectáreas de arándano no puede pensar que va a cosechar todo a fines de noviembre. En Perú tenemos el desafío de trabajar y producir a un costo que tenga relación con el precio de venta de la fruta.
UNA BAJADA DE COSTOS ADMINISTRATIVOS
– ¿Y se puede?
– Creo que sí. Hay que pensar que la mayor parte de la industria peruana tiene sobrecostos de estructura que van a ir arreglando a medida que pase el tiempo, algo similar a lo que pasó en Chile, cuando en 1985 se inició el ‘boom’ de las exportaciones. Pero a partir de los años noventa y hasta el 2000 las empresas, en la medida que el precio fue disminuyendo, fueron ajustando su estructura de costos de manera de poder competir.
– Esa reestructuración tiene que ver con un tema de gestión administrativa. Y, específicamente, en el arándano, ¿en qué? ¿Dónde se pueden bajar esos costos?
– Sí, más por temas operacionales que por cuestiones directamente del campo. Las plantillas de trabajadores de jefatura están, ‘sobredimensionadas’, en relación, por ejemplo, a la realidad chilena. En Perú una empresa que posee 250 hectáreas tiene gerente general, gerente de producción, gerente de administración y finanzas… Hay mucha gente en la plana estructural, entre altos cargos y cargos secundarios. En Chile se está trabajando con ‘estructuras administrativas’ del orden de los US$1,000 a US$1,200 por hectárea, pero aquí en Perú es del orden de los US$3,500 por hectárea. Hay que ajustar esas estructuras y seguir produciendo, sin que eso signifique una ‘disminución de la calidad del producto’.
– ¿Y esa reducción de costos se podría dar en el campo también?
– Difícilmente, porque el arándano es un cultivo que tiene pocas labores de mano de obra, aunque sí hay una gran demanda de esta en cosecha, pero todo indica que con el tiempo esos rendimientos de cosecha serán mayores, ayudado por el establecimiento de nuevas variedades en el país. Los rendimientos de los cosecheros son diferentes, si tomamos por ejemplo el caso de Chile. Aquí en Perú, y solo por decir un número, si un trabajador recoge 40 kg al día, un cosechero chileno recoge el doble de frutos. Esa diferencia se da porque en Perú el fruto pesa el doble. Con el correr del tiempo, lo que tendería a pasar es que la gente en Perú debiera aumentar su productividad, en la medida que vayan teniendo más experiencia con esta fruta.
Lidiando contra los altos índices de radiación
Los índices de radiación son un dolor de cabeza en Olmos. “Si vamos a los registros y, de acuerdo a nuestras condiciones meteorológicas, muchos dicen que estamos con un índice altamente peligroso, y esos índices altamente peligrosos también afectan a las plantas. Nosotros lo hemos notando mucho más en el arándano que en la uva de mesa”, afirma Andrés Mediano, subrayando que se identificaron sintomatologías de exceso de radiación en los arándanos. Para lidiar con el problema han planteado ensayos con mallas protectoras.
– Y lo han ido haciendo.
– Sí, pero ¿sabes lo que pasa? Que como se ha plantado tanto, ha ido aumentando la demanda de gente. Por lo tanto, en esa demanda se van incorporando cada año, nuevos trabajadores que no tienen la experiencia ni la pericia con este cultivo. Entonces, en la medida que vayan pasando los años, va a llegar un momento, cuando se frene el crecimiento, en que ellos tengan la experiencia y conocimientos necesarios.
– ¿Cuántos trabajadores nuevos se están incluyendo campaña a campaña?
– Creo que cada año estamos incorporando al arándano un 50% de gente que nunca ha cosechado arándano. Por lo tanto, es un tema de capacitación.
– ¿Y mantienen al 50% restante que ya viene trabajando con ustedes de campañas anteriores?
– No necesariamente, porque hay una rotación importante. Es importante tener un sistema de fidelización de los trabajadores, para así tener una menor rotación de cosecheros. Como es un trabajo estacional, que aquí en Olmos es de julio a diciembre o enero, la gente se va a otros trabajos. Hay empresas que tienen grandes superficies que, probablemente, deberán cosechar todo el año. Por lo tanto, ellos van a mantener un ‘staff’ más permanente de gente. Y cuando lleguen a sus ‘peaks’ de producción irán demandando gente nueva. Pero aquellos campos que no tienen un área cultivada muy grande, deberán recurrir a trabajadores estacionales, porque las labores que se hacen en campo son mínimas. La poda que se realiza tras la cosecha y el despunte de los brotes, pero nada más. No es como la uva de mesa, donde sí se necesita hacer más labores tras la cosecha.
EL ESCARABAJO QUE CAUSA DOLORES DE CABEZA
Si bien, sanitariamente, los problemas son mucho menores que en otras zonas productoras del país, en Olmos los productores de arándano se han topado con una plaga que ha ido causando diferentes tipos de daños a los cultivos: Paranomala undulata peruviana, un escarabajo que desde hace un par de campañas se está transformando en un problema serio en Olmos, debido a la gran voracidad de las larvas que se alimentan de las raíces. “Este es el principal tema fitosanitario que estamos enfrentando”, afirma el experto sobre una plaga que tiene a la caña de azúcar como el principal hospedero en esta zona productora.
“Hoy es un problema potente”, sostiene Mediano. Y eso pasa porque la mayoría de los campos que están en el Proyecto Olmos colindan, de alguna u otra forma, con la superficie de caña de azúcar de Agrolmos, empresa que ya está haciendo controles de la plaga, en la medida que ha ido aumentando la presión del insecto que al arándano, en su estado larval, ataca a las raíces, mientras que en la uva de mesa, en su estado adulto, come las hojas y las bayas. “Más que la fruta en sí, se come la piel de la baya y luego a otra y así sucesivamente”, precisa sobre una plaga que ataca principalmente de noche. Debido a ello es que en diferentes campos han puesto trampas de luz, con el fin de mantener la plaga a raya, para evitar graves daños y, por ende, importantes pérdidas económicas.