El futuro es verde y azul
Este fundo en Chepén ejemplifica lo que está sucediendo, en mayor o menor medida en la región de La Libertad. En este caso, la uva de mesa viene perdiendo terreno frente a la palta y el arándano. Sin embargo, es también una muestra de las medidas que se pueden tomar para enfrentar los problemas ambientales y de mano de obra.
Chepén se ubica en el límite norte de la región La Libertad, fuera de la influencia del proyecto Chavimochic, en una zona donde abundan arrozales y maizales. Pero a la altura del km 720, en Pacanguilla, el canal de Jequetepeque Saña irriga algunos fundos que se han dedicado al cultivo de la uva de mesa durante algunos años. Entre estas empresas está Agrícola José y Luis.
La firma se constituyó en 2007 y empezó su producción con 15 ha de uva de mesa. Luego de diez años de operaciones han seguido creciendo en su cultivo primigenio (hoy manejan 55 ha, divididas en tres variedades: Red Globe –la mayor parte-, Crimson y Superior), pero además han sumado palta (50 ha de Hass) y arándano, cultivo del que tienen un campo experimental de 5 ha con tres variedades: Emerald –en mayor porcentaje-, Ventura y Smith Haas.
En 2011 empezaron a exportar. Hoy llegan a la Unión Europea, EE UU, Nueva Zelanda, Corea del Sur, China, Taiwán y Tailandia, Colombia, Brasil y Venezuela. Este ha sido un trabajo sostenido por parte de la empresa. Desde el inicio se preocuparon por contar con certificaciones que les permitirían la entrada a diversos mercados. Al día de hoy cuentan con GlobalG.A.P. y la HACCP y están en proceso de conseguir la BCE para empaques y miran con atención las de Fair Trade y la Nature’s Choice. Esta última les es particularmente interesante y un reto para esta compañía, ya que hace poco tuvieron un acercamiento con la cadena Tesco en el Reino Unido y no pudieron atender los pedidos al no tener la certificación Nature’s Choice.
“Todavía somos una empresa pequeña, en comparación a otras de la zona. Pero nuestro producto siempre ha sido bien recibido, estamos en crecimiento”, asegura Eusebio Inti Villacorta, jefe de producción en Agrícola José y Luis.
UN HUAYCO PARTIÓ EL FUNDO EN DOS Y LA PRODUCCIÓN DE UVA DE MESA BAJÓ UN 40%
Consultado por el desempeño de la uva de mesa en la zona de Chepén, Inti comenta que es bueno pero que el último año ha sido atípico, por los embates del Fenómeno El Niño, y este cultivo ha sido uno de los más perjudicados. “Hemos bajado nuestra producción en un 40%. En enero, febrero y marzo de 2017, la lluvia fue intensa en esta zona. Un huayco atravesó el fundo en dos. Las consecuencias fueron fatales. Pero, sí, hasta el año pasado hemos tenido buenas producciones. La Red Globe no baja de 30 t/ha y es de buena calidad”, añade.
Pero están empezando a cambiar su proporción de variedades. El 20% de todo el campo está entre Crimson y Superior. Son plantas jóvenes. 2017 fue su primera cosecha. El resto es Red Globe.
PROBANDO NUEVAS VARIEDADES
Eusebio Inti llegó a La Libertad en 2008 y ha sido testigo presencial de la evolución de la uva de mesa en Chepén. Cuenta que Santa Marcela fue uno de los primeros fundos en instalarse con ese cultivo. Después Casablanca. Este último tenía 80 ha, pero ya no producen. Al parecer los últimos años habrían sido de muy baja productividad.
“Hasta 2013 hubo un boom de precios en la uva de mesa, la rentabilidad era de más del 100%. La Red Globe tuvo su tope y de ahí todo el mundo empezó a cambiar de variedad. Más al norte muchos también han cambiado de variedades. Es un tema de precios y producción. Nosotros nos hemos quedado con la Red Globe, pero hemos ampliado con Crimson y Superior”, explica el jefe de producción de Agrícola José y Luis y cuenta que se están subiendo al carro de las nuevas variedades. Están probando con variedades como la Thompson y con otras patentadas como Sweet Globe y Sweet Sapphire, ambas de IFG. “A ver cómo nos va”, se pregunta Inti. “No está dicho todo acá. Nosotros hemos tenido buenas experiencias con uva pero este año ha sido fatal”, añade.
Del mismo modo que en el resto de la región, la apuesta aquí es por la palta, sobre todo. Aunque las pruebas con arándano apuntan a que este cultivo sea también importante para Agrícola José y Luis. A Mediano plazo tienen planeado que sea el más grande en extensión. En la palta los precios mejoran y, según los especialistas, la demanda continuaría sostenida.
LIDIAR CON LA FERTILIDAD Y EL USO EFICIENTE DEL AGUA
A pesar de las buenas experiencias, algunos problemas aquejan la zona. Según Eusebio Inti, Chepén tiene una fertilidad menor a las de regiones más al norte como Piura. “Para tener una producción hay que formar el material a través de podas, para tener buen un porcentaje de fertilidad. Acá nosotros obtenemos en promedio entre 40 y 50 racimos por planta en esta zona. En Piura se presentan 80, 100 o hasta 120 racimos por planta por el porcentaje de fertilidad que tienen. Eso depende más que nada por las condiciones ambientales, más que por manejo”, asegura.
Esas diferencias ambientales se refieren a la radiación solar, que en la zona es mayor, pero de menos horas que en Piura. “Yo he llegado a esa conclusión personalmente. Esa es la razón por la que tenemos un fertilidad baja”, añade Inti. Para contrarrestar esto aplican fitorreguladores y algunas hormonas para incrementar el porcentaje de productividad.
El agua es una cuestión aparte. A la altura del canal donde está Agrícola José y Luis, la competencia es entre fruticultores, pero algunos kilómetros más allá es con arroceros, los cuales abundan en la zona.
Tienen hasta tres cortes de agua por año. En general dependen del canal de Jequetepeque Saña. En un año lluvioso, no hay problemas. Estos comienzan cuando se empieza a racionalizar el agua como en 2017 que tuvieron tres semanas de corte. Y la palta, sobre todo, es sensible a esas condiciones. Como contingencia han optado por dejar operativos sus pozos. De ese modo tienen agua subterránea y en momentos de corte abastecen al reservorio de 15,000 m3 que tienen para regar todo el campo.
FUERTES DAÑOS POR MILDIÚ
En cuestiones de enfermedades, el mildiú ha sido incontrolable, según Eusebio Inti. Esa ha sido una de las razones por las que en 2017 no ha habido una buena producción y poca fertilidad. El exceso de lluvias trajo consigo un aumento de este patógeno. También han sufrido oidio, pero han logrado controlarlo con un buen manejo de canopia. En plagas, el chanchito blanco persiste. Antes no se presentaba en esta zona, pero los últimos tres años ha empezado a crecer en población. Sin embargo, vienen trabajando en reducir su incidencia.
La demanda de agua en uva de mesa ronda entre 12,000 y 14,000 m3/ha/año, mientras que en palta es de 16,000 m3/ha/año. “En general, la calidad del agua en la zona (la del canal) es buena, la conductividad es menos de 0.6, el pH es un poco complicado pero manejable, está en 8.2. Clínicamente es agua dulce, pero el agua del pozo es un poco salina”, precisa Inti.
EL CALVARIO DE CONSEGUIR MANO DE OBRA
Pero el problema más intenso, y que ha llegado a niveles críticos, es el de la mano de obra. Inti señala que esto es ya a nivel nacional, pero que este año ha escaseado el personal más que en otras épocas. “Pido veinte personas y vienen dos. Antes pedía diez y venían cien”. Señala que la competencia con las empresas dentro de la zona de Chavimochic, que han incrementado sus áreas, a las que se suman la de los arroceros, los maiceros, así como sus vecinos de Cerro Prieto, están haciendo que sea un calvario conseguir personal en tiempos de cosecha.
Al respecto, comenta que tienen dos maneras de pagarle a la mano de obra. Una es por labores, por día, por jornal, se les da el sueldo mínimo y una bonificación por permanencia para fidelizar. El otro, en el caso de la uva de mesa, es por planta, cuando se trata de poda y por racimo cuando se trata del raleo. El problema no es menor, teniendo en cuenta que hoy producen 55 ha de uva de mesa, pero en 2018 el objetivo es aumentar la superficie de arándanos en 90 ha, lo que ocasionaría una suerte de ‘competencia’ en dos cultivos que son altamente demandantes de mano de obra en la misma época.
MEDIDAS Y OBJETIVOS
Agrícola José y Luis ya tiene previstas ciertas medidas para mejorar en todo sentido la eficiencia de su fundo. Por ejemplo, en cuanto a la escasez de mano de obra en la zona, planean cambiar el sistema de su parronal. Desde el año pasado que ya han empezado a aplicar el sistema sudafricano, que requiere menos mano de obra y es más fácil de llevar.
En palta cada vez más están mecanizando. “Recién estamos comenzando, somos una empresa pequeña. El área que tenemos es grande, no tenemos ni el 10% de cultivable del área total que tiene el fundo, pero estamos tratando de mecanizar las aplicaciones, la preparación de terreno y el manejo del cultivo en sí”, explica Eusebio Inti.
Además del proyecto de 90 ha de arándanos, está en carpeta la instalación de 30 ha nuevas de palta Hass, mientras que de momento no tienen contemplado nuevas inversiones en uva de mesa. Además, los objetivos en 2018 pasan por, en temas sanitarios, reducir a cero los problemas con el chanchito blanco en la uva de mesa. También esperan incrementar su producción al promedio de la zona. Y así recuperar el desarrollo que estaban mostrando. Eusebio Inti termina con una reflexión. “La naturaleza nos ha enseñado, nos ha dado una lección a todos nosotros. Pensamos que sabemos todo, pero en realidad vemos que sabemos muy poco”, concluye.