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En Chile

Desafíos y buenas expectativas de futuro de la industria del palto

El ingeniero agrónomo y asesor técnico de Propal, Claudio Hernández, analiza la industria chilena de la palta y entrega algunas claves para el futuro. “Debemos mantener el posicionamiento que la palta chilena tiene en el mundo: alta calidad, excelente condición e inocuidad”, afirma el experto.

12 de Diciembre 2017   Jorge Velasco Cruz

El consumo de palta en el mundo se ha duplicado en los últimos años, lo que ha traído como consecuencia que se ha pasado de un millón de toneladas exportadas en 2011 a casi dos millones en 2016, a nivel mundial, y con precios al alza. Si en promedio en 2001 un kilo de palta en los mercados internacionales costaba US$1,3, para 2006 su valor había pasado a US$2,5, con mercados como el asiático liderando esta tendencia. En Chile, las cifras muestran un fenómeno similar, puesto que entre 2007 y 2017 los valores pagados en el mercado de Lo Valledor para palta hass de primera se han multiplicado hasta en cinco veces.

Pero el buen momento que vive la palta a nivel internacional está lejos de conformar a los productores y exportadores y plantea diversos desafíos para la industria. “Estamos trabajando seriamente para que cuando el comprador abra la caja en cualquier destino, no se encuentre con un producto desuniforme”, dice el ingeniero agrónomo Claudio Hernández, asesor técnico de la empresa Propal.

Hernández analiza el presente de la palta chilena para proyectarla al futuro, estableciendo sus fortalezas, debilidades, oportunidades y desafíos. “Una gran fortaleza es su calidad y condición de llegada”, comenta. Parte de este reconocimiento se debe al buen sabor del fruto, dado por el alto porcentaje de ácido oleico sobre el total de lípidos que tiene la pulpa, en comparación con el que posee la palta producida en otros países. Si en Chile el contenido de ácido oleico puede llegar a 61,9%, en países como México y Colombia alcanza al 55%, aproximadamente.

Otro aspecto importante para los productores nacionales está dado por el gran peso del mercado interno: entre el 30% y el 40% de la producción (60 millones de kilos, aproximadamente) se consume en el país, lo que ayuda a una menor dependencia de lo que ocurre en otros destinos. “Es una gran diferencia con lo que ocurre con países como Perú y Colombia, que lo que producen en palta hass lo tienen que exportar, porque a sus habitantes les gustan o están acostumbrados a las paltas verdes”, comenta Hernández.

Gráfico 1. Superficie plantada de paltos en Chile.
Gráfico 2. Superficie plantada de paltos países competidores.

LA PRODUCCIÓN PERUANA ES COMPLEMENTARIA A LA CHILENA

A ello se suma la permanente diversificación de los mercados de exportación. Mientras el 27% de las paltas se destinan a Estados Unidos (cifra que en 2001 llegaba al 73%), el 47% va a la Unión Europea, el 15% a Asia y el 11% a América Latina. Al respecto, señala el ingeniero agrónomo de Propal, “la complementación de la oferta de hass con Perú ha sido sinérgica. La llegada de la hass peruana antes que la chilena a Europa en cada temporada ha servido como punta de lanza a nuestra oferta. Cuando Perú termina sus posiciones en Europa, entra Chile con fuerza en un mercado que quiere seguir comiendo palta”.

Una ventaja adicional de la producción chilena radica en la escasa presencia de plagas de importancia (salvo algunos brotes de trips o arañita roja), lo que implica contar con una fruta baja en residuos, especialmente en comparación con otros países. Esto permite producir a costos más bajos y llegar a los mercados con pocos ingredientes activos. La escasa necesidad de fumigaciones ha llevado, entre otros factores, a que los huertos se puedan ubicar en laderas de cerros, escapando a las heladas y accediendo a suelos más baratos, aunque las pocas aplicaciones deban ser aéreas o realizadas a través de cañones incorporados en brazos telescópicos en tractores.

El clima también es una fortaleza en la producción nacional. Su diversidad permite cosechar prácticamente todo el año. Durante la última temporada, por ejemplo, en Propal pudieron cruzar fruta vieja con fruta nueva. Esto es una ventaja frente a países como Perú, que debe cosechar temprano y no puede guardar debido a que el clima es muy agresivo y la fruta se ennegrece.

LOS BENEFICIOS DE LA MIGRACIÓN

Las proyecciones de los expertos indican que el consumo de palta hass continuaría subiendo en el futuro, con un crecimiento promedio de 3% anual, ya que en forma permanente los centros de investigación o el mercado descubre nuevos beneficios y formas de prepararla al utilizarla para jugos, helados, aceite, para la parrilla o incluso en tratamientos faciales.

Esta alza constante de la demanda precisa de incrementos en la producción pero se enfrentan limitaciones en la necesaria mano de obra a cosecha. Ante esta situación, la gran cantidad de inmigrantes que está llegando a Chile y que incrementa la oferta de mano de obra, que era escasa hasta hace pocos años, es vista de manera positiva en el sector. “La inmigración ha permitido contar con mano de obra trabajadora, hasta ahora honesta y eficiente. Hay coincidencia en que trabajadores haitianos, bolivianos, peruanos y venezolanos han facilitado labores de cosecha, podas o aplicaciones que hace algún tiempo eran difíciles de hacer por no encontrar quien las llevara a cabo. Los inmigrantes en la agricultura están participando directamente en la productividad nacional”, comenta Claudio Hernández.

Gráfico 3. Producción de paltas en países competidores.
Gráfico 4. Oferta de Hass en Unión Europea (actualizado 1/09/2017)

AMENAZADOS POR EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA ESCASEZ HÍDRICA

Sin embargo, a pesar de estos aspectos positivos, la industria chilena de la palta presenta debilidades que podrían dificultar su crecimiento. Una de ellas es la escasez hídrica, contrarrestada en parte por las lluvias de este año, pero la escasez hídrica se ha ido incrementando permanente en la última década. “Existe incertidumbre sobre el futuro en esta materia y esto es una limitante para el desarrollo de nuevos proyectos”, afirma Hernández, quien además plantea la necesidad de realizar fuertes inversiones en nuevos embalses, revestimientos, sistemas de conducción y de medición de agua que ayuden a aumentar la eficiencia, disminuir las pérdidas de agua y regar adecuadamente.

Hernández destaca el impacto del cambio climático que, en el caso de la industria paltera chilena, se ha traducido en un escenario hídrico “escaso e incierto, con heladas donde antes no sucedían, avance de la desertificación y olas de calor”.

A la falta de agua se suma la de tierra. Con algo más de 29.000 hectáreas plantadas, la palta ocupa el 9,7% de la superficie frutal de Chile. “Nos falta palta, pero no hay más tierra. La fruticultura está avanzando hacia el sur. Hoy el foco está en nuevos desarrollos en la Región de O´Higgins Costa (Bucalemu, Pichidegua, Navidad, Pencahue, Marchigüe) e incluso en zonas costeras de la VIII Región. Las dudas están en sus condiciones climáticas, en las temperaturas para cuaja y en la incidencia de heladas”, plantea el ingeniero agrónomo de Propal.

Otro problema de la industria es el robo de fruta, que pasa a provocar una merma importante y exige la implementación de avanzados sistemas de seguridad, con los costos que ello también implica. Incluso, en ocasiones y con el fin de evitar este problema, algunos productores adelantan y aceleran la cosecha, sin considerar condiciones comerciales y técnicas.

Finalmente, el envejecimiento de los huertos jugará un rol relevante. El boom de plantación de paltos en la década del noventa (la superficie creció 160% en diez años) significa que unas 20.000 hectáreas están superando los 20 años de antigüedad, lo que redunda en fuertes añerismos, bajas en rendimientos, bajos calibres, desuniformidad de plantas y densidades obsoletas de plantación, por lo que muchos productores enfrentan la necesidad de replantar. Para este proceso se están empleando portainjertos clonales (Dusa, Duke 7, Toro Canyon y Borchard, entre otros), tecnología que ha permitido replantar sin fumigar el suelo y aportando beneficios como la obtención de huertos más uniformes.

“Actualmente, los establecimientos de huertos con plantas sobre un patrón clonal se están haciendo incluso en suelos vírgenes”, dice Claudio Hernández, que cita una comparación de Dusa clonal v/s semilla en esta condición en Quillota. En un total de cuatro cosechas, una hass plantada en 2010 utilizando el clonal Dusa logró 184 kilos acumulados por planta, frente a 148 kilos obtenidos por aquella que empleó portainjerto de semilla Zutano o 141 kilos alcanzados con Mexicola, marcando importantes ventajas (18 kilos de diferencia por planta) con ambos ya en segunda producción.

CRECIENTES EXIGENCIAS DE CERTIFICACIONES Y LÍMITES DE RESIDUOS

Un aspecto importante –en tanto amenaza, pero también como oportunidad- que destaca el experto de Propal, se refiere a las crecientes exigencias de certificaciones para productores y exportadores, además de mayores requerimientos de los recibidores en cuanto a los límites máximos de residuos.

“En la década de los 90, cuando el casi exclusivo mercado era Estados Unidos, no existían requerimientos de certificaciones. Bastaba un análisis multi residual para poder acceder al mercado. Hoy la situación es absolutamente diferente. Nuevos mercados (Europa, principalmente) exigen certificaciones BPA, inocuidad alimentaria, responsabilidad laboral y social, y respeto al medio ambiente. Pero si un productor está certificado, su fruta puede llegar a las cadenas de clientes Premium, que son los que más pagan y puede ganar hasta US$0,4 más por kilo de fruta”, comenta.

Finalmente, la concentración de la oferta de palta en pocos meses también es un problema relevante de la industria. “Necesitamos mantener el orden y organización en las cosechas y embarques. El establecimiento de programas de cosechas y envíos serán fundamentales para no afectar los precios de los retornos”, afirma. Así, por ejemplo, si hasta la semana 37 del año 2016 se llevaba cosechado el 22% de la producción, para el mismo periodo en 2017 esta cifra llegaba a 42%.

Y, finalmente, están los nuevos competidores. Es probable que Colombia llegue a contar con un rango de 25.000 a 30.000 hectáreas de huertos de palto hass en algunos años. Perú, en tanto, sigue desarrollando nuevas zonas de irrigación en localidades como Arequipa y Chiclayo, y Ecuador está comenzando las exportaciones de palta hass fresca.

“Todo lo anterior nos obliga a trabajar en mantener el posicionamiento que la palta chilena tiene en el mundo: alta calidad, excelente condición e inocua. Debemos seguir abriendo y desarrollando mercados como India, Corea del Sur, Japón, China, Estados Unidos y Europa”, concluye Claudio Hernández.

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