Por: Marienella Ortiz y Felipe Aldunate M.

Hay un antes y un después en el negocio uvero peruano. Eso lo tiene muy claro Darío Núñez, productor iqueño que lleva catorce años en el negocio, primero en Challapampa y hoy como dueño y gerente general de Uvica. El antes, se caracterizaba por producir una uva muy bonita y de muy buena calidad, “muy superior a las uvas de otros países”, afirma, sobre una fruta que, asegura, era de ‘fotografía’. “Quienes la veían, era como si estuviesen viendo a la ‘Miss Mundo’”, dice.

Esa era la realidad tan solo hace una década atrás, y esa ‘uva perfecta’ que grafica Núñez era el reflejo de una serie de labores de labores ‘al milímetro’ que se hacían en los huertos y que significaban ciertos costos de producción que, en aquel entonces, podían ser asumidos por los productores. Sin embargo, todo eso cambió y precisamente esa transformación se ha hecho por un tema de costos. Para muestra, un botón: Actualmente, el día de cosecha se está pagando a 70 soles, mientras que unos años atrás apenas llegaba a los 40 soles. “Hoy en día, muy pocos productores saben cuánto cuesta un jornal básico, porque hay muchos ítems a los que debemos tener en cuenta”, cuenta Núñez y añade que nunca una boleta de pago es tan difícil de leer como la del trabajador agrícola, precisamente por los ítems que incluye.

EN 2022/23 LOS COSTOS LLEGARÁN A US$30.000/HA

Entrando en el área chica y analizando lo que deparará la próxima campaña, el empresario pronostica que en la temporada 2022/23 los costos productivos de la uva iqueña llegarán a US$30.000/ha. “Antes, yo me escandalizaba cuando en Ica teníamos costos productivos de US$23.000/ha, solo de costos directos: jornales, pesticidas, fertilizantes… Entonces, si no sacamos entre 3.500 y 4.000 cajas/ha, perderemos. Antes, podíamos producir 2.000 cajas/ha y estábamos en números azules, porque había liquidaciones de US$38 y US$40/caja”, analiza el gerente general de Uvica, sobre una campaña que presume será dura. “El que no esté alerta al mínimo detalle, se va a quedar fuera. Y ya estamos viendo un montón de señales, productivamente hablando, que nos van a jugar a favor o en contra”, advierte.

– Pero, esto del alza de costos productivos, ¿es algo que pasa con productores de otros países también?

– No lo sé, porque en otras zonas, por ejemplo, California, España o Chile; el productor es mucho más agricultor. Aquí en Perú, los dueños agrícolas que viven en sus campos debemos ser dos o tres. Estamos acostumbrados a que los dueños viven en Lima y vienen dos días a la semana.

– Tú vienes de una historia donde la renovación varietal fue la que te permitió tener un crecimiento muy grande en la anterior empresa que habías creado, pero hoy tienes una visión completamente distinta.

– Yo no tengo nada contra las nuevas variedades. Están ahí y nos han servido un montón. Por ejemplo, antes de que llegaran las nuevas variedades, la única blanca que había era Sugraone, y el que sacaba 2.000 cajas/ha de Sugraone era un erudito. Pero hoy, con una nueva variedad, sacar 3.000 cajas/ha es algo normal, pero con 3.000 cajas/ha el negocio ya no da. Por eso nos tenemos que ir a 4.000 cajas/ha. En Chile, con variedades antiguas se producían 2.000 cajas/ha en una superficie de 50.000 ha, que significaban 100 millones de cajas. Pero con la transformación varietal, produciendo 5.000 cajas/ha por las mismas 50.000 ha, son muchísimas más cajas. Entonces, es otra industria, completamente diferente.