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Productores de la Irrigación Santa Rosa reorientan sus cultivos para vender en los mercados internacionales

Cuando el negocio está en la exportación

Cítricos, paltos y arándanos se han abierto paso en un territorio donde se comenzó sembrando alfalfa y algodón. Si bien los primeros se destinaron por muchos años al mercado local, la gran apuesta es la exportación. Para ello, se han dejado atrás variedades y especies que no tienen cabida en los mercados internacionales, reemplazándolas por las que sí y que son más rentables. También se están testeando nuevas variedades de palta como una alternativa a Hass y quienes se han lanzado con el arándano, lo han hecho probando diferentes sistemas de producción.

15 de Febrero 2019 Equipo Redagrícola
Cuando el negocio está en la exportación

Marienella Ortiz 

El desafío del agua

La mayor preocupación de los productores de la zona es que dependen del canal principal de riego, extendido a lo largo de 54 km y con una antigüedad de 64 años, sin que haya recibido un mantenimiento general. Ya para el fenómeno de El Niño del 2017 sufrieron la rotura de una zona del canal, que originó el corte por varios días de agua.
“El canal viene bordeando unos cerros y quebradas, entonces, que se rompa en determinado lugar nos puede dejar sin agua mucho tiempo”, sostiene Miguel León. Por esa razón, la mayoría comenzó a construir pozos para su uso en época de emergencia, incluso en algunos meses en que caudal baja (setiembre a noviembre). Hoy no cuentan con algún estudio detallado de la condición general del canal, que pueda determinar qué zonas se encuentran dañadas de gravedad. León concluyó la instalación de su segundo pozo y menciona que a 7 metros de profundidad encuentran agua. Los cultivos que más agua demandan en la zona son la caña de azúcar y los espárragos.
Si bien esta nació como una irrigación privada, los productores consideran que el mantenimiento del canal debe ser un proyecto del gobierno regional o central.

Teo León Zapata llegó a la Irrigación Santa Rosa en los años sesenta del siglo pasado, en pleno proceso de la Reforma Agraria, pero fue uno de los agricultores que pudo conservar su fundo, llamado El Paraíso. Desde que era un crío, Miguel, hoy a la cabeza del fundo, recuerda las faenas agrícolas de su padre Teo. Ambos fueron testigos en su momento de la llegada de nuevas generaciones de productores a la irrigación, como también del establecimiento de una serie de cultivos, porque esta zona productora ha destacado por proveer miles de toneladas de cítricos al mercado doméstico. Con el transcurso de los años, los productores se fueron sumando al ‘boom’ esparraguero y a la producción de palta Hass, aunque en la actualidad hay algunos que están muy ocupados (y preocupados también) en entender y conocer el manejo agronómico de los arándanos.

Pero como nada nace de la noche a la mañana, una década antes de que Teo llegara a esta zona hubo una vez un grupo de empresarios agrícolas que soñó con convertir una llanura arenosa, encerrada por una cadena de cerros igualmente arenosos, en un valle verde productivo en el que se podrían producir frutales y otros cultivos. Ese fue el comienzo de la historia sobre la primera inversión agrícola privada que dio como resultado la Irrigación Santa Rosa, en el sector sur del distrito de Sayán, en la provincia de Huaura. Esos años, tras la construcción de un canal de 54 km que traía agua del río Huarua, se lograba dar vida a esa llanura desértica en la que primero se sembraron alfalfa y algodón, para continuar con cítricos y manzanas.


Esos primeros años la irrigación se llamó Compañía Irrigadora Santa Rosa y los agricultores tenían lotes no menores a 50 ha. Al comienzo hubo una etapa de gran bonanza agrícola, que se compartía con la crianza de ganado vacuno y de lidia, así como de caballos de raza para carreras, actividades que aún permanecen en la zona. Cuando llegó la Reforma Agraria, los terrenos se repartieron en lotes de menor tamaño, y de los primeros 65 usuarios se ha pasado a unos 800, que son los que se contabilizan hoy en día y que tienen un objetivo claro: concentrarse en el mercado externo.

“Antes éramos un fundo que cultivaba para el mercado interno; se tenía un poquito de una cosa y otro poquito de otra, es decir, miles de poquitos. Cuando comienza la actividad exportadora, tenía solo dos cultivos que se exportaban y todo era mercado local. Entonces, hace 15 años comenzamos la conversión de un fundo de mercado local a uno de exportación”, recuerda Miguel León y grafica lo anterior diciendo que hoy el 70% de lo que produce es para enviar a los mercados externos.

“El valle ha cambiado mucho desde que se utiliza el riego tecnificado”, afirma León, quien además es el presidente de la Asociación de Productores de la Irrigación Santa Rosa. Hoy cerca de un 50% de los productores lo utiliza y son más productivos. “Todo esto era arena hace cincuenta años, pero ya con el agua, con los desechos orgánicos, con los abonos y el guano se ha ido mejorando. La misma agua va trayendo limo y todo eso hace que se mejore el suelo. Ahora que la mayoría busca exportar, porque saben que hay mejores precios fuera, se ha incrementado la seguridad en el manejo de equipos de protección, por ejemplo, y en otras prácticas agrícolas”.

Una cosa clara es que los pioneros que llegaron a Santa Rosa, lo hicieron por su clima. Pese a estar a unos 20 km del mar, su ubicación entre cerros le genera un microclima, con una humedad relativa baja, donde no se registra un gran diferencial térmico. Así, por ejemplo, la temperatura no baja de 10 o 12ºC, ni tampoco sube más allá de 30ºC. “Somos mucho más parecidos a Ica que a Huacho o Huaral (zonas aledañas), pero con agua…”, refiere con sorna Miguel León. Además es una zona segura con solo dos entradas principales: una hacia Huacho y otra hacia la sierra que va hasta Andahuasi.

Así es como hoy en este valle se manejan 6,500 ha, principalmente de frutales, incluyendo además de cítricos, paltos, granados y, recientemente, arándanos. Muchos fundos producen más de un cultivo, y lo prefieren así para aminorar los riesgos, aunque la logística es algo complicada porque deben elaborar programas y manejos diferentes para cultivo y variedad, según explica el dueño de El Paraíso.

TODOS LO QUIEREN. En Santa Rosa también se quieren subir al tren de los arándanos. En la imagen, un campo de Pamajosa con arándanos instalados en el suelo.

LOS CÍTRICOS QUIEREN ENFOCARSE EN LA EXPORTACIÓN

Los cítricos son el cultivo estrella de la irrigación. Esto no es algo nuevo, pero hay que hacer hincapié que en un comienzo se trataba de naranjas de las variedades Valencia y Washington que se destinaban al mercado local, hasta que se han ido incorporando tangelos y el reciente arribo de mandarinas como W. Murcott y Tango.

No son pocos los fundos que están reconvirtiendo sus hectáreas de tangelos y mandarinas, optando por nuevas variedades. Para ganar tiempo, se poda la variedad que no se desea y se deja el patrón (normalmente Citrumelo o Limón Rugoso), para luego injertar la variedad de mandarina elegida. En dos años ya tienen producciones en volúmenes exportables. Si se tomara el camino de sembrar de cero, entonces, el proceso podría tomar el doble.

 

Nuevas alternativas: caqui y pecanas

Frutas del Sur instaló 60 ha de caqui en 2018, que es muy demandada en el mercado oriental.
Una producción inicial está programada para enero y febrero del 2020. Si bien toma cuatro año de crecimiento, las plantas ya se importaron crecidas desde España, de la variedad Rojo Brillante. Raul Valle comenta que se trata de un caducifolio, tipo pecana, que se desviste en otoño. Por tratarse de un cultivo nuevo, aún no tiene certeza de cuánto producirá en su primera cosecha.
“Aunque se consume en Europa, su principal mercado es el Asia. En especial, se produce en el hemisferio norte, así que vamos a salir en una ventana en que no hay fruta y hay una demanda interesante”, dice Raúl valle.
En tanto, Miguel León ha instalado 25 ha de pecana que tendrán su primera producción dentro de cinco años. La fase de crecimiento del árbol es de siete años y tiene un pico de producción al año doce. “En determinado momento pensé en un cultivo alternativo a lo que ya tenía sembrado. Quería algo diferente y pensé en la pecana. Además el mercado local paga muy bien por este cultivo”, comenta.

En el fundo de la firma Frutas del Sur había 28 ha de tangelo que se han reducido a solo 10 ha, porque se ha destinado parte de esa superficie a instalar 13 ha de mandarina Tango (13 ha) y de la toronja Star Ruby (5 ha), ambas para exportación. La plantación es reciente, y solo se puede ver un tronco pintado de blanco (para que no seque con el sol), aún sin hojas y ramas crecidas, es lo que se observa del proceso de injerto de las nuevas variedades en el patrón Limón Rugoso. Hasta el momento, en el Norte Chico, hay contabilizadas unas 120 ha de Tango que, según cuentan los entrevistados, se ha desarrollado con normalidad y con buenas expectativas de gran productividad.

Alejandro Lira es productor y asesor de la empresa Pamajosa, y también ha iniciado una reconversión en su huerto. En concreto, hace tres años instaló 5.4 ha de W. Murcott sobre patrón Citrumelo, donde antes había tangelos. No ha sido su primera experiencia, porque cinco años atrás había hecho lo mismo con otro lote de tangelos, cuya experiencia había sido positiva. “El negocio del tangelo se iba a pique; ya nadie lo compraba; la exportación era un infierno. Para colmo estaba entrando con fuerza Alternaria y hacía más caro el cultivo, así que lo cambiamos por W. Murcott”, recuerda.

Lira considera que Santa Rosa es el lugar ideal para la producción de esta variedad de mandarina. Argumenta que el clima hace que tenga un crecimiento muy vigoroso y produzca mucha fruta. “El año pasado, en uno de nuestros lotes tuvimos 82 t/ha. Tuvimos que ralear por lo menos unas 800 frutas por planta y aun así tuvimos un cosechón”, indica. Sin embargo, comenta que no suelen ralear mucho el árbol, porque, a diferencia de otras zonas donde trabajan con un promedio de 800 frutos, en su caso lo hacen con 1,400; de lo contrario, los calibres se disparan y son más grandes de lo que pide el mercado.

GANANDO TIEMPO. La mayoría de fundos está cambiando sus cítricos destinados al mercado interno por aquellos que son más óptimos para la exportación. Para ganar tiempo, se viene optando por la poda, es decir se retira el cítrico que ya no se desea y se deja el patrón que puede ser Citrumelo o Limón Rugoso, para luego injertar la variedad de mandarina elegida.

Adicionalmente, Miguel León ha hecho otra apuesta con la instalación de 25 ha de clementinas, un tipo de cítrico poco común en Perú por requerir de un clima seco. Según refiere, les ha ido bastante bien y ya el año pasado tuvieron su primera cosecha. En total, el empresario cuenta con aproximadamente 200 ha de terreno cultivable, de las cuales 70 ha están aún sin cultivo alguno. León refiere que ha pensado en seguir sembrando cítricos para exportación, pero lo que aún le impide tomar una decisión final es la inminente presencia del Huanglongbing (HLB). Sin embargo, cree que la irrigación, por estar aislada por cerros, con pocas vías de acceso, esquivaría la presencia de Diaphorina citri, el psílido que transmite la enfermedad. Sin embargo, sabe que eso es solo una suposición. Salvo la arañita roja y el ácaro del tostado, León indica que el resto de problemas sanitarios en la irrigación son totalmente manejables en cítricos.

LA PALTA GANA TERRENO Y SE

PRUEBAN NUEVAS VARIEDADES

A comienzos de los ochenta, Miguel León recuerda que plantó palta Hass, pensando en el mercado interno. Pero, ni era el momento, ni era el mejor mercado. Buscó otra opción y llegó al espárrago y, cuando las esparragueras cumplieron su ciclo productivo, las dejó de lado. No tenía más terreno para crecer. Tras ello, regresaría a la palta Hass, cuando vio que el mercado había madurado.

“El cultivo de palta es relativamente reciente, de hace 15 años”, indica tras comentar que en su caso han tenido que mejorar el terreno donde se asienta el cultivo. “Colocamos camellones para juntar el suelo en una sola área. En vez de tener 30 o 20 cm de suelo, obtenemos 50 a 60 centímetros de suelo bueno. Las raíces son superficiales y con el camellón se les puede tener aireadas y así no se pudren. Adicionalmente, se puede manejar el tema del suelo que no es muy rico en la zona”, dice.
En el fundo Monserrat de la firma Crizol de la familia Rizo Patrón vienen haciendo cambios en su cultivo de palta. Con 9 años de antigüedad, los árboles lucían frondosos con una altura de aproximadamente 7 metros. Por una cuestión de manejo y de cumplir los estándares de seguridad que te exige el mercado internacional, tomaron la decisión de hacer una poda a tronco (la parte basal) en 13 ha, para optimizar el área folear. El objetivo es que su nueva altura no sobrepase los 4 metros. Han comenzado el año pasado con la mitad y el próximo año se hará el resto.

“Hemos hecho la poda a tronco hace 3 o 4 meses, y está brotando bastante bien. Lo que se busca renovar es el tronco principal para tener producciones mayores y así modificar la altura del árbol, que es demasiado grande. Solo se dejará de producir un año y ya para el 2020 se estará nuevamente con fruta para exportar”, comenta Luis César Pacherres, administrador del fundo, quien muestra los primeros brotes del árbol. Previamente hicieron un subsolado, armaron camellones e incorporaron materia orgánica. No son los únicos que han hecho este manejo a sus árboles, experiencia que ya habían hecho sus vecinos de Duna Corp y, tras verla, decidieron replicarla.

Como ocurre en Perú y también en otros países productores, Hass es la variedad reina, si se trata de enviar palta a mercados internacionales. Pero en Frutas del Sur también han decidido apostar por la variedad patentada Maluma desde hace un par de años. Aún es una planta en fase de crecimiento. Para este año esperan una producción de 7 mil kilos por ha, pero dentro de unos cinco o 6 años se proyecta que superen los 20 mil kilos por ha. “Este es un híbrido muy apetecible en Europa. Tiene una pepa más pequeña que Hass, lo que la hace tener más pulpa”, refiere Raúl Valle, gerente general de la empresa, quien destaca que esta es una variedad más rústica que Hass, con un gran número de frutos por árbol. Para instalarla en campo han usado Zutano como patrón, ya que este es resistente a sales.

COSECHA. En el fundo San Pablo, propiedad de Alejandro Lira, se han instalado 4.4 ha de arándanos de la variedad Biloxi, que estaban siendo cosechados en diciembre.

EL COLOR AZUL ESTÁ EMPEZANDO A INVADIR LA IRRIGACIÓN

Entre errores y aciertos, los productores han ido aprendiendo sobre el cultivo del arándano, que hoy suma unas 65 ha en la irrigación, pero con proyección a seguir creciendo, ya sea instalado en suelo o en macetas. Los que han optado por este último método de cultivo han probado con distintos sustratos, como fibra de coco, perlita, turba y otros. Además de la tradicional Biloxi, existe una predilección con la Ventura, ya que es una variedad muy vigorosa y se obtienen mejores calibres, lo que se puede traducir en un menor número de jornales.

Alejandro Lira relata que para su proyecto propio de 4.4 ha de arándanos se centró en tener el mejor humus y materia orgánica, así como el mejor programa de fertilidad del suelo, cuando lo que en realidad la planta necesita es un buen drenaje para que las raíces se vayan desarrollando de la mejor forma. En el fundo que asesora de Pamajosa corrigió los errores para instalar 14 ha de arándanos. El resultado salta a simple vista, porque si bien ambos campos fueron instalado solo con un mes de diferencia, en la campaña pasada su campo produje un promedio de 1.5 t/ha, mientras que en el de Pamajosa se obtuvieron 5.5 t/ha. Para tener un mejor manejo del suelo, utilizaron camellones, donde colocaron un sustrato (bagazo de caña de azúcar, pajilla de arroz, turba ácida) que favorezca el trabajo de la raíz, para luego ser cubierto con un mulch que han importado desde China. “Lo que buscamos es un mejoramiento del suelo específicamente en la zona donde va la planta”, dice.

Miguel León, Fundo Paraíso.

En su caso, el 100% de lo que cultivo es Biloxi, mientras que en Pamajosa el 50% es Ventura y el otro 50% es Biloxi. Lira indica que Ventura destaca por su vigor. Sin embargo, en una primera campaña no han notado mucha diferencia entre las dos variedades, salvo que la Ventura requiere ser podada unos 15 días antes que la Biloxi. Encaminado en parte el proyecto, el aprendizaje continúa, teniendo como objetivo cosechar la fruta entre finales de julio, hasta diciembre o inicios de enero. Para Lira, el éxito de un proyecto arandanero depende en un 70% del sustrato, 20% de la variedad y 10% del riego. Un problema nuevo son los pájaros, que causan importantes daños, malogrando la fruta y dejándola sin opciones de comercializarla. “Estamos evaluando si vale o no la pena invertir en mallas especiales”, sostiene.

Quien ha optado por un cultivo 100% en maceta y también orgánico es Crizol. En el fundo Cafetales han habilitado 20 ha para un proyecto que incluirá 5 ha de Biloxi y 15 ha de Ventura. Los plantines han llegado hace unos meses desde EE UU y deben pasar una cuarentena de 16 meses, lo que no impide que puedan seguir trabajando y finalmente, exportando lo que salga de producción una vez que finalice ese periodos de cuarentena. Previamente, habían hecho una prueba en 1 ha, en suelo, donde comprobaron que la aireación de la raíz es un tema clave. “La raíz del arándano es muy voluminosa, sensible, donde le toca un poco de compactación no desarrolla, se puede quedar chantada”, explica Pacherres.

Alejandro Lira, asesor de Pamajosa.

“Además, con la maceta se logra una mayor densidad. En una hectárea de terrenos se colocan 8.510 plantas y en suelo son 3.000 plantas menos”, grafica Darcy Gonzales, ingeniera a cargo del campo de arándanos. Han comprado macetas de distintos proveedores para ir evaluando distintas conformaciones de sustratos y así determinar cuál es el más eficiente, sobre todo, que facilite el mejor desarrollo radicular: fibra de coco que viene mezclado o la que viene por capas, según el grosor, para facilitar el drenaje;

también están probando perlita con turba.

Miguel León es otro de los que evalúa el momento y la cantidad de terreno que destinará a los arándanos. Si sigue sus impulsos, dice que instalará 20 ha, pero inicialmente lo hará con 5 ha dentro de un año. “Prefiero ir despacio, viendo qué pasa con los precios”, indica.

Otro factor que está empujando a los fundos a sembrar arándano es la continuidad de la oferta de mano de obra, pues había meses del año en que no necesitaban tanto personal.

UNA VENTANITA PARA LA GRANADA

ENSAYOS CON GRANADOS. Miguel León está probando granada bajo el sistema open gable, para evaluar si de esta forma prescinde de cubrir la fruta que evite quemaduras solares en piel.

La mayoría de los campos tiene su lote de granada. Miguel León detalla que cuentan con una ventaja comercial al ser los primeros en salir a los mercados internacionales, en marzo y abril. En su caso instaló 8 ha hace cuatro años, pero considera que su permanencia en la zona es incierta porque en los últimos años los precios han estado cayendo. Lira ratifica lo dicho por León: “En granada, si no sales temprano no hay negocio, es decir, tienes que estar con la fruta entre la segunda semana de febrero y hacia la segunda semana de abril. En mi caso ya no sembraría una hectárea más de granada”, apunta.

La granada requiere ser empapelada durante cuatro semanas, entre que cuaja y se cosecha, para evitar el golpe de sol en la piel. Para eliminar ese proceso, el empresario está haciendo un ensayo con la instalación de la granada bajo el sistema Open Gable; de tal forma que con el peso la fruta se cubra con el follaje y no requiera ser embolsada.

Pese a ser un clima propicio para el cultivo de uva, es muy poco lo que existe en la zona. Para Miguel León es un misterio las razones del escaso desarrollo de este negocio rentable en otras partes del país, pero para Alejandro Lira la respuesta es que ninguno de los fundos tiene la cantidad de hectáreas para tener un volumen exportable que sea rentable. Por esa misma razón, ha ido desapareciendo el espárrago. En el futuro, la paleta de colores que primará en la irrigación será el naranja, el verde y el azul. Todo parece indicar que este último tiene espacio para crecer, y es que nadie quiere quedarse fuera del carro del arándano y en Santa Rosa también esa es la consigna.


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