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Claveles y rosas a mercados de nicho

Asegurar procesos: la clave para obtener flores de calidad

Ayurá S.A.S es una compañía dedicada a la producción y exportación de claveles y rosas con 32 años de experiencia. Su principal diferencial es la calidad y para alcanzarla, el gerente general, José Antonio Restrepo destaca que es clave la selección del material vegetal y el adecuado cumplimiento de todas las labores culturales.

07 de Julio 2022 Equipo Redagrícola
Asegurar procesos: la clave para obtener flores de calidad

Por Ximena González V.

Muchos podrían llegar a suponer que una flor de calidad es aquella que luce bonita. Pero más allá de la parte estética, hay ciertos aspectos fundamentales que determinan realmente ese factor de calidad. Y eso lo sabe muy bien José Antonio Restrepo, gerente general de Ayurá S.A.S., una compañía productora de rosas y claveles en el norte de la Sabana de Bogotá que se la juega por la calidad de sus flores, desde la selección del material vegetal hasta el final de todo el proceso productivo. “La calidad es el principal diferencial de nuestra compañía”, destaca Restrepo.

José Antonio Restrepo.

Ayurá cuenta con 20 hectáreas de claveles y 10 de rosas, divididas en tres fincas: Eclipse Flowers (clavel), Los Manzanos (rosa) y Aldea (rosa). Ahí realizan a diario un trabajo riguroso para poder seguir conquistando sus mercados de nicho a donde están llegando y donde sobresale el mercado asiático.

La empresa tiene a Asia como uno de sus principales mercados de exportación, donde venden casi un 30% de sus flores, principalmente a Japón y Corea del Sur. “Asia aprecia la calidad. Ellos quieren tener la mejor flor y la flor colombiana cumple con ese requisito de ser la mejor”, precisa sobre unos requisitos que incluyen colores específicos, calidad y cumplir con demandas en la parte sanitaria. Pero el principal mercado para esta empresa es Norteamérica, donde envían el 40% de sus producciones, mientras que el resto llega a Europa, especialmente España, Reino Unido, Polonia y Alemania.

El directivo comenta que para llegar a obtener la calidad deseada deben realizar un aseguramiento de los procesos en toda la cadena productiva, que se inicia con la selección de la variedad, la compra del material vegetal, el enraizamiento y la siembra. “Somos muy rigurosos en que las tareas se adelanten a tiempo y bien hechas dentro de un cronograma establecido y definitivamente eso es lo que va a hacer la diferencia al final del día”, sostiene Restrepo.

Entre más larga la flor su precio es mayor y una rosa en orden fija de 80 cm puede costar alrededor de unos 44 centavos de dólar.

ASPECTOS QUE DEFINEN LA CALIDAD EN EL CULTIVO DEL CLAVEL

El clavel es una especie cuyo ciclo de producción dura unas 70 semanas, donde al cabo de ese periodo es necesario arrancar las plantas, desinfectar y volver a sembrar.

“El primer ejercicio que hacemos es revisar las vitrinas de los productores de las variedades que normalmente son ‘breeders’ neerlandeses, italianos o españoles. A ellos les compramos esa genética y para eso hacemos un ejercicio muy completo. Para elegir una variedad lo hacemos entre todas las áreas de la compañía (producción, ventas y poscosecha), porque esa variedad debe cubrir los intereses de todos”, explica el gerente general.

Tras esa selección, y la compra de las plantas madre, una vez que estas llegan al país, la entregan a una firma que tiene instalaciones especiales para cuidar de ellas y las van cosechando de acuerdo a las necesidades de siembra.

“Les pasamos un programa de siembras, y aquí debemos tener en cuenta que, una vez traemos el material a la finca debemos ponerlo a enraizar en otras instalaciones especiales, en un proceso que tarda entre cuatro y seis semanas. Una vez esa planta tiene raíces, ya está lista para sembrarse. La pasamos a unas camas de siembra en hidroponía en un sustrato especial (cascarilla de arroz) y, de esta manera, desde el día uno empezamos con nuestras labores culturales”, explica Restrepo.

Para seguir día a día dichas labores, cuentan con unas planillas en el cultivo donde indican los manejos diarios. Tras veinte semanas empiezan a tener la primera producción. Esas plantas estarán produciendo durante unas diez semanas. Terminado ese tiempo ya se habrá cosechado y se debe iniciar otro ciclo que dura aproximadamente de 30 a 35 semanas.

Todos los días hay que hacer diferentes labores: enmalle, encanaste, ‘pinch’, refuerzos nutricionales… tareas que están bien sistematizadas y que permitirán lograr flores de la calidad deseada. “La calidad se asegura desde que recibo el material vegetal. Si se recibe un mal material nunca lo va a mejorar a lo largo del proceso”, advierte.

TRES CALIDADES, DE ACUERDO A LA LONGITUD DE LOS TALLOS

La flor se vende por longitud de tallo y en el clavel se manejan tres calidades: grado selecto, grado fancy y grado estándar. “Siempre aspiramos a tener la mayor cantidad de flores en grado selecto que es lo que el mercado quiere y lo que mejor paga”, dice Restrepo.

Para dar un indicativo general, el director explica que más o menos un cultivo en promedio saca en calidad selecta el 55%, mientras que, en Ayurá producen el 80%. Un grado selecto, más o menos está entre 60 y 80 cm de longitud, el Fancy puede estar entre 40 y 60 cm y el estándar por debajo de 40 cm. Aunque según la longitud del tallo se define la calidad, hay que tener en cuenta que si se saca el tallo largo pero la cabeza de la flor es pequeña se va a tener que degradar a un grado menor. En ese sentido, la flor tiene que ser muy armónica.

La compañía cuenta con 30 hectáreas plantadas en total, 20 de clavel y 10 de rosas.

CALIDAD EN ROSAS, ASÍ LA DEFINE AYURÁ

“El manejo del cultivo de rosas es muy distinto porque es un cultivo perenne, la rosa dura demasiado, yo tengo plantas que tienen 30 años porque se van renovando permanentemente. La rosa nunca se acaba, se acaba el día que dejan de comprarla porque el mercado decidió que ya no quiere determinada variedad, entonces ahí lo que hacemos es tumbarla y sembrar una nueva” manifiesta el gerente general de Ayurá.

Para obtener estas variedades, la compañía compra un patrón y sobre esta injerta la variedad que quiere plantar. Deben pagar al dueño de la variedad una regalía de US$1 por esa planta. Es un pago único, pero además deben pagar por la yema, que cuesta unos US$0,10.


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