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Y moderadas expectativas de producción

“En uva orgánica, la tendencia es no hacer calibres grandes”

La producción de uva de mesa orgánica en Perú ya es una realidad. Apoyándose en la aparición de herramientas tecnológicas, cada campaña hay un número creciente de superficie certificada en las dos principales zonas productoras del país, donde se están obteniendo fruta de la calidad y rendimientos productivos que están exigiendo los mercados internacionales. El asesor José Luis Juárez analiza las claves para lograr un exitoso manejo orgánico.

02 de Mayo 2022 Equipo Redagrícola
“En uva orgánica, la tendencia es no hacer calibres grandes”

Por Renato Manrique

“Hace cinco años atrás todavía era un nicho no tan explorado y de mucho riesgo. No teníamos mucha información sobre esto”. Así analiza el asesor José Luis Juárez, los inicios de la uva de mesa orgánica en Perú, una técnica que ha ido ganando fuerza, según cuenta, porque se han ido afinando los manejos agronómicos y han aparecido nuevas herramientas que antes no existían. “Eso ha impulsado la fruticultura orgánica, porque es algo que no solo ha pasado con la uva de mesa, sino también con el arándano. Hoy en día es más manejable. Por ello es que hay empresas que están apostando más por este nicho y hemos logrado llegar a los niveles esperados”, sostiene.

José Luis Juárez, asesor fitosanitario en uva de mesa.

Como había un número limitado de herramientas, en los albores de la producción de uva orgánica, los responsables de los campos se centraban en la calidad de la fruta, obteniendo entre 2.000 y 2.500 cajas/ha. Sin embargo, con la aparición de productos biológicos, ese paradigma ha ido cambiando. “Hoy tenemos giberélico orgánico para hacer crecer la baya. Si estamos trabajando con uvas rojas también tenemos ácido abscísico orgánico. Si la planta necesita más estimulo, podemos trabajar con extractos de algas que ayudan a que la baya también pueda llegar a crecer más y llegar a los rendimientos esperados. Por eso, hoy sí podemos hablar de calidad y cantidad. Hoy podemos ver huertos que, productivamente, ya están a la par con una  producción convencional llegando a producir entre 3.000 y 3.500 cajas/ha, sin ningún problema”.

-¿Qué cantidad de cajas/ha es lo correcto en un cultivo de uva orgánica?

-Dependerá de la variedad, de la densidad de plantas y de las cajas que se quiera producir. Recuerdo que estos últimos años, si bien es cierto, no se tenía los problemas típicos como el el palo negro o baya blanda y el colapso de baya, son temas que nuevamente estamos viendo, básicamente porque no se está regulando el tema de la carga. Es decir, se está ‘abusando’ un poquito de los rendimientos en plantaciones jóvenes de dos o tres años, e incluso a planta de un año se les quiere sacar bastante producción. Ello ocasiona un desbalance nutricional y que haya estas fisiopatías que estamos observando. Creo que debemos ir despacio con las producciones, no ir al exceso para que nos pase eso. Al final, eso nos afecta como industria, porque la uva llega a destino y se ve que hay reclamos de los clientes porque, por ejemplo, la uva llega con el raquis débil. Debemos llegar a un equilibrio, de cuántas cajas quiero sacar, pero sin afectar el parrón.

-¿Esos problemas que mencionas han sido significativos?

-Se ha visto, sobre todo, en variedades nuevas que recién están conociendo ese equilibrio nutricional. Anteriormente, en Red Globe, Crimson o Superior se usaban 100 a 120 unidades de nitrógeno en campaña, pero últimamente se han reducido 30 o 50 unidades y les va muy bien. Pero en una uva patentada hay que estudiarlo, porque 150 unidades de nitrógeno, es como similar a los 100 o 120 que se usaba con variedades tradicionales. Sin embargo, he visto campos en Sullana que, con 30 unidades de nitrógeno, se obtienen buenas condiciones de cultivo sin tener el ejemplo de la fisiopatía en la fruta. Debemos seguir realizando estudios en la parte nutricional, porque es algo que va amarrado con cuánta fruta queremos sacar, sin afectar al parrón. Además, he podido ver plantaciones de dos años que ya tienen problemas de hongos de madera y de muerte regresiva, pero eso es algo que normalmente veíamos en plantaciones convencionales a partir del séptimo u octavo año. Eso no debería pasar en una plantación joven, pero ya hay reportes de esos casos.

-¿La uva orgánica es una oportunidad, de igual forma, para Ica que para Piura?

– Creo que Ica tendría más posibilidades de hacer uva orgánica por el tema de las condiciones climáticas. Allá en el norte hay muy buen suelo y clima, que permiten que la planta crezca rápidamente. Sin embargo, eso no es bueno para la parte fitosanitaria, donde la presión de plagas es mucho más fuerte que en Ica. Por ejemplo, el chanchito blanco, en un huerto orgánico de Piura, tiene diez u once generaciones, mientras que en el sur, cinco o seis. Además. El mildiú en el norte es más agresivo que en Ica, ya que está condicionado a ciertos momentos. Aunque, en el norte hay más riesgo de producir orgánicamente, se logran sacar muy buenas producciones. En el norte hay que trabajar la fruta más al detalle y con disciplina para sacar buenas producciones. En el sur, la presión de las plagas y enfermedades aún nos deja ‘respirar’ un poco. Entonces en el norte tienes que tener mucha disciplina para sacar la producción, en el sur igual pero aquí todavía te deja un poquito respirar, entonces más que todo por la presión de las plagas y enfermedades.

-¿Es mejor hacer la transición de un campo convencional a uva orgánica o plantarlo orgánico desde cero?

-La transición tiene un periodo de tres años y eso, para algunos productores, es un tiempo no aprovechado. Además, hay campos que a veces no hacen una buena limpieza o preparación del terreno y puede que queden restos de material (raíces, tocones de plantación anterior que ha estado muy infestada, hongos de madera, chanchito blanco). Cuando hay transición no hay la preparación adecuada que se debe tener y podrían comenzar los problemas porque se arrastran problemas de la uva convencional a un huerto orgánico. Por ello, lo que se sugiere es que sea una plantación orgánica desde cero, saneado, para que inicie de inmediato un buen crecimiento.

La temporada 2021/22 quedará marcada como la primera en que la empresa piurana Ecosac cosechó uva orgánica, una iniciativa que venía explorando para atender una tendencia mundial que va en ese sentido.

MANEJO PREVENTIVO FRENTE A LAS PLAGAS Y ENFERMEDADES

– ¿Cuáles son las claves o estrategias para hacer un buen manejo orgánico?

– En cuanto al tema fitosanitario es hacer un monitoreo constante de la plantación. Y ese monitoreo es diferente que, si estamos trabajando en un huerto convencional, porque los productos que usamos en un huerto de uva orgánica no tienen un gran poder residual. Por ejemplo, los extractos tienen una acción corta, entonces las evaluaciones deben ser periódicas, por lo general, dos veces por semana. Así, podremos tener una idea de cómo se está comportando el campo, y si está ocurriendo algo anormal, podremos tomar acciones rápidas. Asimismo, las aplicaciones en un huerto de uva orgánica son preventivas porque aquí no estamos usando químicos, que allí sí estamos reaccionando ante un problema determinado. Para las plagas, lo que hacemos es un manejo integrado, trabajando con extractos, feromonas, hongos entomopatógenos. Para el control de plagas, hay ciertos extractos que trabajan muy bien (piretrinas, mezclas de hongos entomopatógenos, extractos orgánicos, jabones potásicos…). Todo eso, sumado a la liberación de insectos benéficos, nos están ayudando bastante. Entonces hay una paleta grande para trabajar en el tema fitosanitario y dar la batallar contra las plagas y enfermedades.

-¿Cómo se comportan las nuevas variedades con un manejo orgánico de la uva?

-No todas las variedades son iguales en el manejo, incluso dentro de un manejo convencional. Por ejemplo, hay variedades como la Sugar Crisp que es bien sensible a oidiosis, y otras que tienen problemas de ácaros, como la Autumn Crisp. En suma, cada variedad tiene sus puntos débiles, pero con un buen manejo puedes combatir eso. Por ello, en uvas orgánicas hay que trabajar bien eso, sobre todo en aquellos campos que tienen una alta presión de plagas. Otro tema es cómo usamos esas alternativas de control. Si en un huerto convencional tenemos oídio, si no manejamos la calidad del agua, hará que la molécula del activo precipite sin activo y no encuentra el control que tú esperas, aun siendo un triazol. En el tema orgánico hay que ser más fino, porque si vemos que so le puede hacer a un triazol, qué efecto puede tener con un biocontrolador o un hongo benéfico. Es un tema que hay que tocarlo, porque muchas veces se aplica y no hay control. Entonces, se podría pensar que ese producto no es bueno. Entonces, en el manejo de un huerto orgánico, la calidad del agua es mucho más decisiva que en un huerto convencional. Pero teniendo la calidad adecuada, sumada a una solución ‘bien enfocada’, no tendremos problemas para el control de plagas y enfermedades.

“Creo que Ica tendría más posibilidades de hacer uva orgánica por el tema de las condiciones climáticas”, sostiene José Luis Juárez.

-¿Cuáles son las mayores diferencias entre uva orgánica y convencional? ¿Calibre? ¿Su vida postcosecha?

-En calibre no muchos. Tranquilamente se puede llegar con una uva de calibre mediano, con bayas de calidad y firmes y llegar a los mercados de destino sin problemas. Pero, en una uva convencional, donde sí se necesita un determinado calibre, hay veces que no llegan bien a destino. En uva orgánica, la tendencia es no hacer calibres grandes y tener una expectativa de producción entre 2.500 y 3.000 cajas/ha. Últimamente, hemos visto problemas con las uvas convencionales en el norte, porque son uvas de bayas de gran calibre, con producciones altas, y una madurez que no es uniforme. Cuando tienes que hacer una o dos pasadas de cosecha, terminas haciendo tres o cuatro, se está usando más mano de obra y, por ende, hay un mayor costo. Además, se están usando productos que antes no se usaban y que hoy forma parte de los programas. Eso con la uva orgánica no ocurre, aquí no hay una gran preocupación por el calibre y no nos hacemos mucho problema con eso.

“Lo que se sugiere es que sea una plantación orgánica desde cero, saneado, para que inicie de inmediato un buen crecimiento”.

-¿Cómo se maneja el suelo y las raíces cuando no se pueden aplicar fertilizantes minerales?

-El manejo orgánico en el suelo, más que aportes minerales hay cada vez más aportes de microorganismos. Estamos viendo que los productores están confiando cada vez más en Bacillus subtilis y otros microorganismos eficaces. Eso hace que la planta emita raíces porque estos microorganismos benéficos también estimulan la producción de fitohormonas en las raíces, entonces hacen que haya un buen enraizamiento. Estamos viendo una tendencia de que hay empresas grandes, en el norte y sur del país, que están criando sus propios microorganismos y los están aplicando al suelo. Si hiciéramos una calicata, podríamos ver una cabellera radicular impresionante.

-¿Cómo se controlan las enfermedades fungosas?

-Hay variedades nuevas que son susceptibles a oídio. Estas se están conduciendo en un parrón en Open Gable, donde hemos podido ver que la parra es más propensa a esta enfermedad, si lo comparamos con una planta que está en parrón español. Open Gable es un sistema muy bueno para la parte productiva, pero para quienes vemos la parte sanitaria del cultivo porque hay un mayor emboscamiento, lo que nos hacer ser más eficientes en las aplicaciones, pero también en cómo está el agroecosistema, que nos importa mucho para poder realizar un buen control sanitario.

-¿Qué tan importantes son los corredores biológicos?

-Muy importante, sobre todo para el control de plagas. Cuando estamos trabajando en el control de alguna plaga, por ejemplo, chanchito blanco, es importante contar con un corredor biológico, que sirve de refugio para esa fauna benéfica, por ejemplo, para los parasitoides que sirven para el control de chanchito blanco. Hay que tener cuidado con los corredores, porque a estos se les debe hacer un buen mantenimiento. En caso contrario, estos corredores también podrían atraer plagas como pulgones, lepidópteros o larvas. Por ello es que se utilizan los parasitoides Anagyrus para el control del chanchito blanco y que tengan donde refugiarse entonces hay que ver qué tipo de corredor es el que queremos instalar. Hay quienes ponen girasol y maíz. Hay que hacer ensayos con diferentes tipos de plantas, pero lo que sí está claro es sí sirven para que pueda haber un control biológico permanente y efectivo.

USO DE FEROMONAS

“En campos de Nasca hemos estado trabajando con feromonas para romper el ciclo del chanchito blanco. Lo hemos estado haciendo a modo de ensayos y nos ha ido muy bien. Seguimos ensayando, pero ya tenemos claro que hay una ventana donde podemos atacar. Falta mucho por avanzar”, sostiene José Luis Juárez.

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