El camino del arándano para convertirse en un fruto global
En tiempos de pandemia, y por sus beneficios para la salud, fue una de las frutas más vendidas y los consumidores comenzaron a demandar nuevos formatos. Esa demanda ha motivado una expansión de la superficie plantada y de las producciones. Así también, ya asoman nuevas zonas de producción en el planeta, como Ecuador, que desean una tajada de la torta.
Hasta hace solo cinco años, el consumo mundial de arándanos frescos y procesados estaba claramente dividido en dos grandes mercados: EE UU y Canadá, con el 58,4%, y el oeste de Europa, con 21,9%. Sin embargo, solo un año más tarde ya había evidencias de un cambio importante: si bien tanto Norteamérica como Europa bajaban un poco su consumo, ya aparecía Asia en las cifras. Como ejemplo de lo anterior, en 2018 la división era así: Norteamérica representaba ahora el 40%, pero Europa ya crecía hasta llegar al 30% y en Asia, mercado que ya lideraba China, concentraba casi el 15%.
Es evidencia de cómo el arándano, por sus beneficios a la salud humana, ha ido ganando terreno año a año. Si en 2005 el consumo global llegaba a las 165.000 toneladas, en 2020 se había incrementado a tal punto que en el año se consumían unas 980.000 toneladas de esta baya de color azul. En 2020 ya se estimaba que la producción global era de 1.4 millones de toneladas. Se espera que en 2023 haya 2 millones de toneladas y que en 2024 esa cifra llegue a 2,4 millones de toneladas.
Al analizar lo que ocurre con el volumen y la población, en 2018 unos 450 millones de personas consumían 500.000 toneladas de arándanos, con un promedio de consumo per capita (en EE UU y Canadá) de 1,15 kg/persona. Y en Europa (incluyendo Rusia y Turquía), 750 millones de personas consumían 160.000 toneladas. “Hoy en día, ese número se ha elevado a más de 200.000, con un consumo per cápita de 1,8 kg/persona”, precisa Cort Brazelton, Co-CEO de Fall Creek Farm & Nursery. En tanto, en Asia se estima que 1.700 millones de personas consumían 45.000 toneladas. “La oportunidad es bastante clara y la pregunta es cómo llegamos al próximo paso, al próximo nivel de consumo. Es decir, cómo podemos tener el mismo nivel de consumo en esas otras zonas como lo hemos ido teniendo en Norteamérica”.
COVID 19: EL EFECTO DE LA PANDEMIA
El arándano no escapó a los efectos de la pandemia del Covid-19. Sobre todo, señala Brazelton, hubo un impacto inicial. “Hubo freno de todo. Freno de flete, freno de movimiento y muchos problemas en todos los puntos de la cadena, con caída de precios Pero luego vimos un vuelco agresivo en el consumo de productos específicos, productos sanos. Mucha gente y familias se quedaron en casa consumiendo arándanos y otras frutas”, explica, sobre una fruta que tras dos años de pandemia se ha visto un aumento de consumo bastante fuerte en todas las bayas, pero en particular en los arándanos. “Tiene una vida de postcosecha más larga, mucho más que otras bayas. Además, es vista como una fruta sana. Entonces, en general, las macrotendencias para los arándanos durante la pandemia fueron bastante buenas”.
En temas productivos, hubo retos operacionales, sobre todo en la gestión de los trabajadores y también desafíos ocasionales. En términos comerciales, se ha visto un cambio de lo que quieren los consumidores, “que quieren envases más grandes. Los consumidores que van al supermercado, quieren más volumen porque no quieren ir frecuentemente a los supermercados y han aprendido que vale la pena tener más arándanos en su refrigerador porque lo van a consumir”, analiza Brazelton…