La calidad puede cambiarlo todo
Ha quedado más que demostrado que Perú es tierra de arándanos. Año a año se han sucedido las inversiones, se han expandido las producciones y se han conquistado los mercados. Pero, ¿qué debe hacer la industria para seguir siendo competitiva? Para esa respuesta basta solo una palabra: calidad, que dependería en buena parte de tener acceso a material genético de última generación y a continuar perfeccionando los manejos.
Hoy por hoy, Trujillo se ha transformado en la ‘capital del arándano’ en Perú. Esta es la zona productora donde se han desarrollado grandes inversiones, aunque también hay pequeños productores que, inquietos o curiosos por conocer más de este fruto de color azul, se han adentrado en una industria que la pasada campaña exportó US$590 millones. Lo cierto es que en Trujillo hay 5,000 ha instaladas actualmente. Y este es un territorio donde hasta hace una década este cultivo no existía o si es que lo había, eran unos cuantos ‘locos’ que lo estaban cultivando. Sin embargo, ya se pronostica que el cultivo podrá crecer en esta zona hasta llegar a las 8,000 ha. Y puede que esas previsiones se queden cortas.
Producción con alta tecnología
La producción hidropónica de arándanos es una tendencia que crece, pero los productores deben tener claro que se trata de producción de alta tecnología, cuya inversión es de US$100,000/ha, mientras que el coste de instalación del cultivo en suelo ronda los US$30,000/ha. “Si el suelo es bueno y se puede lograr homogeneidad y precocidad, conviene el suelo”, sostiene el asesor Sebastián Ochoa. Sin embargo, cuando el terreno no es homogéneo, tiene problemas de profundidad efectiva, si se trata de un suelo arcilloso o calcáreo y se tienen problemas de salinidad, por ejemplo, “se justifica el uso de maceta sí o sí”, afirma, porque, de lo contrario, “llevará a tener plantas de mala calidad, será un huerto desuniforme y con producciones bajas”, grafica el experto.
Según Ochoa, una de las ventajas de la producción hidropónica es que, se realiza un manejo nutricional al dedillo, donde es posible controlar todas las variables. “Además, en términos hídricos, se consume la mitad de agua que un huerto en suelo. Son huertos más precoces porque al tener una mayor densidad de plantas, se llega antes a la máxima producción porque se completa el dosel vegetal antes”, explica y señala que con un huerto de estas características, el productor solo debe buscar ‘clima’ y ‘agua’ si desea instalar un huerto de arándanos. Asimismo, el sistema tiene ventajas fitosanitarias, porque los sustratos están libres de enfermedades, aunque podría entrar algo a través del riego y la presencia de malezas es mucho menor.
Pero, ¿qué debiese tener en cuenta un productor que desea instalar un huerto hidropónico? “Lo primero es ver si existe la ‘necesidad’ de instalar un huerto en maceta”, recomienda. Si ha optado por ello, el asesor recomienda preocuparse de los contenedores, “porque hay distintos tipos de bolsas y contenedores. Este último, al ser rígido, es más durable que una bolsa. Ideal es que tenga patas, para que se separe del suelo porque así habrá buen drenaje y oxigenación en el terreno. Otro tema es la calidad del sustrato. Hay turba con perlita, fibra de coco y también hay mezclas. Un sustrato debe tener las siguientes características: ser sostén de la planta, tener un adecuado volumen de aire y agua, para que esta, a baja tensión, pueda tomar agua y la raíz pueda respirar. El sustrato debe ser durable en el tiempo, por lo tanto, debe tener una muy alta relación carbono-nitrógeno y debe ser un sustrato que no retenga ni quede nada y que no interfiera en la nutrición del cultivo. ¿Puede ser el aserrín un sustrato? No, porque se degrada en el tiempo, es hidrófugo y no es un buen sostén para la planta. ¿Y una mezcla de compost, corteza y tierra?
Tampoco porque no estable en el tiempo, interfiere en la solución nutritiva y no tiene un adecuado ratio de retención de agua ni de volumen de aire. Las mal entendidas ‘mezclas caseras’ se descomponen al cabo de tres años, los finos bajan y en el último tercio del contenedor se forma barro, que no permiten drenaje y hay exceso o retenciones de algunos elementos. Hay quienes usan pino, pero es un error, porque cuando se descompone, entrega un exceso de manganeso y falta nitrógeno. Lo otro es el sistema de riego, que debe incluir goteros antidrenantes, con un caudal y número de emisores adecuados para el sistema”, recomienda.
“El arándano en el Perú es una demostración clara que este país está lleno de oportunidades para distintos cultivos”, sostiene Ricardo Polis, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (Agap). “Hace ocho años recuerdo escuchar a expertos decir que era imposible el desarrollo del arándano en el Perú, pero hoy somos el segundo exportador mundial de este producto”, añade haciendo una comparación con la situación que vivía la uva de mesa en Piura, cuando los primeros productores se atrevían tímidamente a cultivarla en el norte del país.
Pero una cosa es producir y la otra vender. Y el arándano peruano se está vendiendo en los más exigentes mercados, con buenos resultados. Aunque, para que esta industria siga siendo competitiva, la receta, según Polis, pasa por la calidad. “Hay que tener y mantener los criterios de calidad. El Perú, en cortísimo tiempo, se abrió paso en el competitivo mercado internacional de las frutas y hortalizas, porque es un país confiable en calidad y cumplimiento, desplazando a países competidores que tenían muchos años en el mercado. No hay que perder nunca este foco”, subraya.
CHINA, EL MERCADO QUE SEDUCE A TODOS
China es un mercado al que todos quieren llegar. Es un mercado que está en constante evolución, con una población que tiene mayor poder adquisitivo y que cada día está más preocupada por alimentos que beneficien a su salud. Si solo se tienen en cuenta las cifras de consumo de las personas con mayor poder adquisitivo, estas no comen más de 30 gramos al año. Lo interesante es que ese consumo está subiendo. Y si hoy China representa para Perú menos de un 10% de los envíos, no es extraño que a futuro esa cifra pase al 20 o 30%. Pero, ¿dónde está el techo del mercado chino? Esa es una pregunta que pocos se atreven a contestar, lo cierto es que si el consumo se disparase, la oferta sería insuficiente. Lo cierto es que el crecimiento de Perú en ese mercado ha sido vertiginoso. Desde que llegase la primera fruta, en 2016, los envíos se han expandido un 1,200%, pasando de 460 toneladas a 6,350 toneladas la pasada campaña.
Sin embargo, Perú no es el único que quiere llegar a China con su fruta. Ya lo hace Chile y, desde noviembre pasado, Argentina, tras el esfuerzo conjunto entre el gobierno y las empresas privadas. Los primeros envíos fueron pocos, aunque los exportadores confían en seguir aumentando presencia allí, sobre todo a partir del mes de agosto. Y en China también crece la producción local. Según cifras de 2017, al parecer las más actuales, la superficie cultivada en el país sería de 46,000 ha y la producción superaría las 115,000 toneladas. El desafío allí es calidad y mejorar los rendimientos productivos, por ello es que grandes empresas chinas están inviertiendo en tecnología y genética para producir fruta diferenciada.
Hay quienes sostienen que China sería el mercado natural para Perú, tal como lo ha sido con la uva de mesa, por ejemplo. Sin embargo, no se pueden apostar todas las fichas a un solo mercado, y todo pasa por entender qué es lo que se está demandando. Y la palabra que definen las necesidades de los chinos es solo una: calidad. Y eso se refleja en el precio de la fruta, porque si arriba fruta sin firmeza, sin sabor y sin ‘bloom’, el precio será castigado.
Aunque además de China, hay otros mercados interesantes para la fruta local. La Unión Europea es uno de ellos y, dentro de ese gran bloque, sobresale el Reino Unido, con un consumo per capita de 860 gramos, sobre el promedio europeo, que se sitúa en 180 gramos, aunque ya hay un grupo de países que tienen un consumo per capita sobre 550 gramos, como son Suiza, Alemania, Holanda, Bélgica y países escandinavos (Suecia, Noruega y Dinamarca). Sin embargo, aún se sitúan a gran distancia del gran consumidor de arándanos: EE UU, con un consumo per capita de 3.6 kg.
LAS VENTANAS SE ESTÁN ACABANDO
La producción del Perú, si bien está concentrada en La Libertad, hay otras zonas productoras atractivas e incluso las propias empresas están buscando zonas diferenciadoras en clima, con el fin de salir con su fruta en una época distinta. Pero no es menos cierto que se están eliminando las ventanas. Así, hay empresas como Camposol que produce desde la semana 28 hasta la semana 14, aunque las semanas pico son de la 40 a la 44, enviando la semana 42 dos millones de kilos, según datos de Inform@cción.
Y los precios de venta han bajado. Y continuarán bajando. Así, cuando en 2015 el precio promedio llegaba US$10.25/kg, al año siguiente había bajado a US$9.47/kg, mientras que en 2017 se pagaban US$8.76/kg y la campaña recién pasada se pagaron US$7.95.
RECAMBIO VARIETAL, LA CLAVE DE LA CALIDAD
El acceso a los mercados no es fácil, y el reto más importante al que debe hacer frente la industria peruana del arándano es el de la calidad. Y esa calidad, según los expertos, depende en buena parte del acceso a material genético de última generación, algo que las empresas del sector son conscientes y ya están haciendo pruebas con nuevas variedades. La diferencia es que en Perú ese recambio se puede hacer con rapidez y en ocho meses ya se pueden obtener retornos, situación que no se da en otros países.
Al igual que lo pasa en otros rubros, se prevé que el negocio del arándano sea un negocio de variedades. “La revolución genética es una realidad”, afirma Ricardo Polis, presidente de Agap y también director general de Fall Creek en Perú. Y una de las variedades que más está creciendo en Perú es Ventura. Polis confirma que actualmente hay plantadas unas 3,000 ha de Ventura, “y en el transcurso del 2019 esperamos que se planten unas 2,500 ha. En los próximos 5 años Ventura seguirá vigente, pero comenzarán a aparecer nuevas variedades que le darán dinamismo a esta industria”.
Esas variedades que menciona Polis ya se están probando en el país. Se trata específicamente de tres nuevos desarrollos: Atlas, Jupiter y Bianca. “Luego vendrán otras que están en proceso final de evaluación antes de ser liberadas. Es un tema muy dinámico”.
Tan dinámico que las mismas empresas desean contar lo antes posibles con una nueva generación de variedades, para llegar a los mercados con un producto novedoso. No es un misterio que los productores peruanos son bastante innovadores, sobre todo cuando se trata del recambio varietal. El mejor ejemplo es el que se está dando en la uva de mesa, donde hace unas campañas que ya se inició una tímida reconversión a la que, en poco tiempo, se ha adherido un alto porcentaje de esa industria.
Así, la tendencia natural es contar con genética avanzada y en ese tema, Perú ha caminado rápido, porque ya el 70% de las variedades que se usan en el país son licenciadas. Ese porcentaje está compuesto por un 50% de variedades licenciadas libres y un 20% de variedades club.
¿Y el resto? Sigue siendo Biloxi. Es la variedad que empezó todo este ‘boom’ y que aún sigue ‘viva’, a pesar de que ha ido reduciendo su superficie. Es una variedad que se produce en todas las zonas, con una gran dispersión de calibres y de apariencia. Pero que, si es bien manejada, se le pueden sacar más de 25 t/ha de una fruta de calibre aceptable y de buen sabor. Si bien hay mercados que tienen cierta resistencia a la Biloxi, actualmente hay diferencias entre una fruta producida en la costa y otra en la sierra. Y hay supermercados que prefieren sacrificar un poco el sabor por tener una Biloxi que permita tener una logística más sana. En definitiva, si se logra esa diferenciación de sabor, con características de firmeza y buena poscosecha, se podría afirmar que es una producción que está a otro nivel. ¿Cuál es la previsión de superficie para los próximos años? Se espera que en 2020 haya unas 2,500 hectáreas en el país.
La necesidad de estar a la vanguardia y con producto diferenciado es vital para seguir siendo competitivos. “En los próximos cinco años veremos muchos modelos de negocio nuevos y el productor deberá escoger el mejor para él”, sostiene Polis y precisa que en Fall Creek buscan mejorar la eficiencia en el cultivo, es decir, “que que las nuevas variedades sean económicamente más interesantes, debemos de lograr mayor productividad y mayor eficiencia en la cosecha. Por el lado del mercado, buscamos una mejor experiencia organoléptica y fruta con mayor vida de anaquel”, precisa y sostiene que los productores deben exigir variedades probadas, con evaluaciones específicas y sistemas de crecimiento comprobados para cada zona productora, antes de realizar inversiones.
Sin duda, el hecho de que los productores peruanos puedan incorporar rápidamente nuevo material genético a sus campos, les abrirá las puertas a conseguir fruta con mejores atributos, y eso genera confianza a los compradores, porque lo que esperan es tener una fruta de calidad. Y, precisamente, hacia allá debiera ir la industria peruana. Todo indica que ese es el camino a seguir para que el negocio no decaiga.