Sistemas de conducción en cerezos en Chile y sus características
La elección del sistema de conducción es una decisión fundamental que define gran parte del éxito productivo y económico del huerto. Cada arquitectura debe seleccionarse cuidadosamente en función de la combinación variedad/portainjerto, el hábito de fructificación, las condiciones edafoclimáticas, la disponibilidad y costo de mano de obra, así como la capacidad técnica y económica del productor.

Un sistema de conducción bien escogido y manejado apropiadamente va a beneficiar la productividad del huerto durante toda su vida útil. Por esto, lo primero que se debe tener en claro es que la especie posee un hábito de crecimiento y fructificación que le da -naturalmente- una arquitectura específica, la que el productor debe conocer antes de implementar cualquier tipo de formación.
Si estamos frente a un sistema tipo eje central, alguna variante de espaldera o un multieje, la aplicación de los conceptos fisiológicos de la especie debe servir de base para manejar una determinada combinación variedad/portainjerto, junto a otros factores como las condiciones edafoclimáticas de la zona y la disponibilidad de mano de obra.
Un punto clave a considerar es que el sistema de conducción está subordinado a la variedad y no a la inversa. Primero se define la variedad a producir, luego el portainjerto apropiado y, en tercer lugar, el sistema de conducción. El sistema de conducción está al servicio de la variedad que se desea producir para una determinada zona y mercado.
El hábito de fructificación y biología floral de una determinada variedad de cerezo da indicios de su productividad, sin embargo, el rendimiento y la calidad serán también influenciados por el vigor del portainjerto y su interacción entre ambas genéticas. Conocer la interacción entre la variedad y el portainjerto, en cuanto a productividad y vigor, es crucial a la hora de elegir un sistema de conducción.
No existe el sistema de conducción de ‘receta’ para cada combinación variedad/portainjerto. El comportamiento del árbol frente a una cierta arquitectura dependerá de varios factores. Las características del suelo, por ejemplo, tienen un efecto importante en el vigor del árbol. Sumado a esto, las estrategias de nutrición, riego y poda también serán gravitantes en la formación y éxito del sistema de conducción escogido.
Un punto muy importante a la hora de optar por un determinado sistema de conducción será la disponibilidad de mano de obra en la zona, lo cual se asocia a lograr mejoras en la eficiencia de ésta para la ejecución de labores (ej. raleo, cosecha.). A esto se le suman otros dos factores, la capacidad económica del productor y su experticia para implementar y manejar el sistema de conducción definido.
Entre los sistemas de conducción que podemos encontrar en huertos de cerezos chilenos se encuentran:
SISTEMA EN EJE CENTRAL
El sistema en eje central es una de las arquitecturas más utilizadas en huertos comerciales de cerezos chilenos. La copa en volumen (tridimensional) se compone de un único eje, con ramas madres (primarias) que se dividen en ramas de segundo y tercer orden, las que van formando la unidad productiva del sistema: rama con dardos reproductivos y vegetativos en segmentos de madera de distinta edad y ramillas de un año que emergen de madera de 1, 2 y más años (Fig. 1).
Consta de ‘pisos’ a lo largo del eje, disminuyendo en edad a medida que aumenta la altura de la planta, en una forma semicónica. En la mayoría de los casos, se recurre a la inclinación de ramas a posiciones más horizontales, con la finalidad de formar pisos y favorecer la formación de dardos reproductivos.
La forma relativamente ‘libre’ del eje central favorece que mantener la estructura del sistema sea de baja rigurosidad.

Sin embargo, esta misma característica hace que faenas como la poda, el raleo y la cosecha sean actividades que requieren más mano de obra que otros sistemas de conducción, dado que la copa va creciendo en altura y volumen, requiriendo obligadamente del uso de escaleras tradicionales.
El eje central se forma principalmente a través de un corte de rebaje, durante el primer invierno, con la intención de favorecer la formación de ramas primarias. La respuesta en la ramificación puede variar según el vigor de la combinación utilizada y su acrotonía (efecto de dominancia apical en la ramificación lateral sobre el eje). Otra opción es no realizar el rebaje al eje y promover la brotación con incisiones y uso de reguladores de crecimiento.
Un manejo común en el eje central chileno es el uso de reguladores del crecimiento (citoquininas y giberelinas) junto a incisiones al floema, a lo largo del eje, sobre las yemas vegetativas en el estado de punta verde (Fig. 2).

Luego de la brotación, se recurre normalmente a la ortofitia, con el objetivo de inclinar ramas primarias en una posición más horizontal (60 a 90°) y ordenarlas para generar los pisos de distinto vigor. En general, el número de ramas primarias varía entre 15 y 22 a lo largo del eje, dependiendo de su altura (2,8 a 3,5 m). Las ramas de los pisos inferiores deben ser más robustas y permanentes que las ramas de los pisos superiores, las cuales son más jóvenes y se renuevan más frecuentemente (Fig. 3).

En este sistema es muy importante controlar el vigor en la zona superior del árbol, dado que se desarrollan ‘chupones’ que sombrean las bases de las ramas primarias, provocando la muerte de dardos reproductivos.
El eje central es un sistema semiprecoz que puede ser implementado prácticamente en cualquier combinación variedad/portainjerto (ej. Lapins/Colt, Lapins/Gisela®6, Santina/MaxMa14), haciéndolo un sistema flexible para implementar.
Las distancias de plantación varían entre 2,0 y 3,0 m en la sobre hilera y 3,5 a 4,0 m en la entre hilera, lo que considera densidades desde 800 a 1.400 árboles/ha.
Entre las desventajas del eje central se pueden mencionar, un mayor requerimiento de mano de obra por la dificultad en las labores (principalmente la cosecha), un mayor volumen de copa que induce un mayor sombreamiento hacia el interior, si es que no se mantiene la forma cónica y, la dificultad de ramificación en combinaciones en las que prevalece el hábito acrotónico.
ESPALDERA EN ‘V’ Y ESPALDERA EN ‘Y’
Los sistemas del tipo ‘Trellis’ o espaldera funcionan bajo el concepto de ‘pared’ o ‘muralla’ frutal, la cual es formada a partir de un eje inclinado con ramas primarias conducidas en posición horizontal. Se distinguen por la arquitectura de una doble copa, de forma plana, generando una vista de ‘V’ o ‘Y’ a lo largo de la hilera. Permite la formación de un huerto de carácter semipeatonal, para el cual existen distintas variantes.
Una de las variantes es la plantación con árboles cuyos troncos poseen una inclinación de 60° respecto de la horizontal. Los árboles se inclinan de manera alternada, hacia ambas entrehileras. A esta formación se le conoce como ‘V-Trellis, espaldera en V’ (Fig. 4a). La otra variante, utiliza plantas de las cuales a partir de un tronco base, se obtienen dos ejes inclinados (en direcciones opuestas), también en ~60° sobre la horizontal. En este caso, por la morfología que adquiere el árbol individual, se denomina ‘Y-Trellis, espaldera en Y’ (Fig. 4b).
En ambas variantes, las ramas que emergen de los ejes o ramas madres se inclinan a la posición horizontal, a lo largo de la sobrehilera, formando dos ‘murallas frutales’ delgadas y paralelas. La exigencia de estos sistemas de conducción sobre las plantas hace que siempre requieran estructuras de soporte, con alambres y postes, aunque recientemente se han simplificado estructuras con el uso de coligües y cinta gareta.
Las espalderas son recomendadas para portainjertos de vigor medio a medio-alto (Maxma 14, Colt), cambiando el ángulo de apertura de la ‘V’ o la ‘Y’, de menos a más, respectivamente. En el caso de utilizar combinaciones con portainjertos de vigor medio bajo como Gisela® 6 y Gisela®12, la renovación de ramas horizontales es más dificultosa debido a la mayor presencia de nudos ciegos y a la baja respuesta de brotación lateral bajo los cortes de poda.
En la Zona Central de Chile, se ha observado un mejor comportamiento en variedades autoinfértiles (ej. ‘Regina’) sobre portainjertos semivigorosos (ej. Gisela®12) o bien variedades autofértiles (ej. ‘Lapins’) en combinación con el portainjerto Colt. Con este último portainjerto, el número de nudos ciegos disminuye y la renovación de ramas horizontales es mejor ya que mayor respuesta al rebaje.
En las espaderas es muy importante un buen manejo de la iluminación en la parte superior de las plantas para evitar sombreamiento hacia la base del eje, por lo cual, se pueden requerir podas en verde antes y después de la cosecha.
En el caso de la espaldera en V, las densidades de plantación pueden variar de 1.700 a 3.000 árboles/ha, con distancias desde los 0,9 m hasta los 1,4 m en la sobrehilera y rangos entre los 3,5 y los 4 m en la entrehilera.
Para el caso de la espaldera en Y, las distancias en la sobrehilera van desde los 1,2 m a los 1,8 m y en la entrehilera entre 3,5 y 4 m (dependiendo de la altura de los árboles), generando densidades de entre 1.400 y 2.000 árboles/ha. Todo esto, siempre dependiendo de la combinación variedad/portainjerto (Fig. 5).

El número de ramas horizontales es variable, aunque se ha observado un buen equilibrio con 6 a 7 ramas a cada lado del eje inclinado, de las cuales se debe renovar entre un 15 a 20% anualmente.
Dentro de las ventajas de estos sistemas, se encuentra una mayor precocidad y facilidad de cosecha y poda, con el uso de escaleras de menor altura. Además, su arquitectura delgada y plana posibilita la introducción de plataformas de cosecha y mecanización de la poda. La principal desventaja radica en los costos de plantación, debido a la mayor densidad de plantas y la necesidad de postaciones y alambrado.
En el caso de combinaciones de alta productividad, pero bajo vigor, la renovación de ramas horizontales es difícil por lo cual no son recomendables.
KYM GREEN BUSH: ‘KGB’
El KGB es el único sistema de conducción que cae dentro de la categoría peatonal con manejos y ejecución de labores de instrucción. La copa se compone de varios ejes verticales con dardos que cargarán la fruta cada temporada. Requiere la eliminación de brotes laterales del año.
Los ejes verticales emergen de un tronco corto, que no supera los 80 cm. La arquitectura de este sistema facilita manejos culturales como la poda, el raleo y la cosecha (Fig. 6). A la hora de recolectar la fruta, los ejes verticales pueden ser inclinados por el propio cosechero, sin la necesidad de escaleras.

Sus atributos permiten una alta eficiencia en el uso de la mano de obra, baja la incidencia de accidentes y reducción en los costos de establecimiento, al no requerir postaciones ni alambrado.
El sistema se forma principalmente a través de tres cortes de poda de rebaje (Fig. 7), lo cual reduce su precocidad. Varios factores pueden afectar la respuesta del árbol en cuanto a la emisión de brotes desde la corona (ej. portainjerto, variedad, tipo de suelo, zona), requiriéndose en algunos casos un cuarto corte, lo cual reduce aún más la precocidad.

Una vez formados todos los ejes verticales, se requerirá un rebaje tipo ‘topping’ en verano, para mantener la altura y eliminar los brotes en la parte superior que sombrean la base del árbol. Esto es clave para la renovación anual de ejes.
Se recomienda el uso de portainjertos de vigor medio o alto, idealmente injertados con variedades autofértiles, de hábito erecto. Las distancias de plantación varían de 2,0 a 2,5 m sobre hilera y 3,5 a 4,0 m entre hilera, lo que considera densidades de entre 1.000 a 1.400 árboles/ha.
El uso de portainjertos débiles promueve un exceso de carga, lo cual afecta la negativamente la renovación de ramas por competencia entre la fruta y los brotes. Por ello, en algunas combinaciones se requerirá el ajuste de la carga a nivel de dardo.
En la Zonwwwa Central de Chile, se recomiendan combinaciones que utilizan variedades autofértiles y dardíferas
(ej. ‘Lapins‘, ‘Sweetheart’) sobre portainjertos más vigorosos (ej. Colt). La cantidad de ramas verticales varía según la combinación, fluctuando entre 12 y 20 unidades. De éstas se renueva ≈15 a 20% cada invierno, con el objetivo de generar nuevos brotes desde la corona (Fig. 8).

Si el árbol se encuentra desequilibrado, se podría observar árboles con exceso de vigor compuestos por ejes muy
erectos, de mayor diámetro y muy vegetativos (denominados vulgarmente ‘machos’), estos brotes se deben eliminar por- que -con el tiempo- no podrán inclinarse ni tendrán suficiente fruta.
Por otra parte, un menor vigor en los ejes verticales (denominados vulgarmente ‘hembras’), los hará propensos a cuajar excesivamente, generando una sobrecarga que doblará las ramas, además de dificultar la renovación de brotes por efecto de la competencia (Fig. 9).

Entre las desventajas del KGB, se encuentran una menor precocidad, debido a los rebajes durante la formación, el aumento de la rigidez de las ramas verticales con el tiempo (pierde la peatonalidad), la reducción del número de ramas a través de los años y la falta de iluminación hacia la corona del árbol.
UPRIGHT FRUITING OFFSHOOTS: ‘UFO’
El UFO es un sistema en plano o de dos dimensiones, que en su etapa productiva constituye una ‘pared o muralla frutal’ muy precoz. Posee varios verticales erectos que cargan sólo en dardos (los brotes laterales se eliminan), lo cual facilita la cosecha por el rápido acceso a la fruta, promueve una mejor iluminación y permite labores, como poda y raleo, más rápidas y eficientes (Fig. 10).

muralla frutal.
El manejo del UFO, sobre todo durante la etapa de formación, debe ser prolijo y oportuno para obtener los ejes verticales de un eje inclinado en 45° y, posteriormente, en etapa productiva, mantener su arquitectura (Fig. 11).

Dado que la arquitectura del UFO incluye un eje inclinado (del cual emergen los ejes verticales), no es autosoportante, por lo que requiere de estructuras de apoyo con varias líneas de alambres y postes (mayor inversión al establecimiento).
Los ejes verticales erectos, varían en número según la combinación, pero se mantienen dentro de un rango de 6 a 8 ramas/árbol, de las cuales se renueva 20 a 25% cada temporada (se eliminan los más vigorosos o aquellos en que se han desarmado los dardos).
En general, se recomienda el uso de portainjertos semivigorosos como la serie Gisela® y Maxma 14 y variedades de hábito ver-tical y dardífero (ej. ‘Lapins’). Algunas zonas edafoclimáticas de la zona central pueden permitir el uso de patrones más vigorosos, como Colt, pero su manejo debe ser cuidadoso ya que puede generar demasiado vigor en el eje.
Las distancias de plantación varían entre 1,2 a 1,8 m sobre hilera y un rango en la entrehilera de 3,0 a 4,5 m, es decir, densidades entre 1.200 a 2.700 árboles/ha, dependiendo la combinación utilizada. Con frecuencia, el UFO requiere de la regulación de carga a nivel de dardo, a través del raleo de flores y/o frutos (Fig. 11).
En la Zona Central de Chile es posible observar dificultad en la renovación de ejes en combinaciones con portainjertos de vigor medio a bajo (ej. Gisela® 6, Gisela®12) debido a la generación de ramas verticales débi-
les, que tienden a cargar demasiado y formar nudos ciegos en los cambios de año.
Entre sus desventajas se encuentra la necesidad de alambrado y postación, además de amarre y reamarre de los ejes, especialmente durante la etapa de formación del huerto, aumentando los costos de manejo.
Otra condición que se ha observado en campo es la exposición del eje inclinado a la radiación directa, lo que produce golpes de sol en la madera, abriendo secciones de la corteza, lo que se traduce en la muerte de yemas y el ingreso de enfermedades. Una solución efectiva considera la aplicación directa de protectores solares o pintura
sobre la madera.
Es importante contar con control de heladas en zonas frías debido a que este sistema concentra parte de su madera estructural y yemas cerca del suelo, resultando más propenso a heladas, lo cual es particularmente importante durante el período de formación de la muralla frutal.
Existen variantes para el UFO simple, en las que la combinación escogida puede soportar una variante de este sistema, generando por ejemplo una ‘V’ sobre el eje horizontal, denominado ‘UFO doble’ (Fig. 12). Esta arquitectura es posible en combinaciones vigorosas.

variante ‘UFO Doble’.
Entre las ventajas del UFO se encuentra su precocidad, facilidad de la cosecha e, incluso, la posibilidad de mecanizar manejos como la poda. Los puntos más débiles de esta estructura incluyen, por su forma, una mayor inversión en alambrado y postaciones, la desuniformidad de los brotes durante la formación de las plantas y, ya en edad productiva, problemas con la renovación de ramas verticales en algunas combinaciones variedad/portainjerto.
TALL SPINDLE AXIS: ‘TSA’
El TSA es un tipo de eje central angosto y con forma cónica que no utiliza alambrado ni postes. Desde el eje (2,5 a 3,2 m) nace un espiral continuo de entre 18 a 20 ramas primarias con vigor medio (Fig. 13). El uso del TSA permite la im-plementación de huertos semipeatonales, lo cual aumenta la eficiencia de la mano de obra al requerir escaleras de baja altura.
Es un sistema precoz para entrar en producción. El menor rendimiento por árbol se compensa con una mayor densidad de árboles por hectárea. Las distancias de plantación varían entre 1,5 a 1,8 m sobre hilera y 3,0 a 4,0 m entre hilera (1.400 a 2.200 árboles/ha).

invernal y renovación de ramas primarias en invierno.
Es adecuado para portainjertos semivigorosos, tales como Maxma 14 y la serie Gisela® (ej. Gisela® 6 y Gisela® 12), combinados con variedades autoinfértiles o autofértiles que cuajan equilibradamente (ej. ‘Regina’, ‘Santina’).
En combinaciones con variedades autoinfértiles, la calidad de la fruta suele ser apropiada, mientras que combinaciones más productivas requerirá una poda específica y raleos de flores y/o frutos.
Un segmento de dardos con dos brotes laterales bajo el despunte es la unidad básica del TSA (Fig. 14). Para ello, el manejo de poda incluye despuntes invernales en madera de 1 año para concentrar los dardos reproductivos en segmentos cortos de madera y en la base de ramillas de un año. En la época estival se realiza una poda en verde, no muy intensa, con énfasis en la zona superior del árbol, con el objetivo de promover la entrada de luz.

de brotes elongados y producción en segmento corto con dardos.
En la etapa de formación de un TSA, se requiere de la selección de varios brotes uniformes sobre el eje para generar la estructura cónica en espiral, sin embargo, en algunos casos es posible observar brotaciones desuniformes (ej. Colt) o insuficientes (ej. Gisela® 6), especialmente en zonas con insuficiente acumulación de frío.
En este caso, es recomendado utilizar incisiones junto a la aplicación reguladores de crecimiento que promuevan una mayor brotación en primavera. Ya en la etapa productiva, el desafío estará en la renovación anual de un porcentaje de ramas sobre el eje (≈20% anual), la mantención del vigor en brotes nuevos bajo el despunte y la
regulación de carga con podas invernales y raleos. Una tarea clave será mantener ‘liviana’ (poco voluminosa) la zona superior del árbol, para evitar sombreamiento de las hojas en zonas inferiores.
Una de las desventajas del TSA es la dificultad en la renovación de ramas desde el eje. La formación de nudos ciegos (cicatriz sin meristema que queda donde hubo fruta), en la base de las ramas que emergen directamente del eje (Fig. 15), reduce la calidad del brote de renovación. Esto se produce porque las yemas vegetativas, de las cuales debe brotar la nueva rama, se encuentran lejos del tronco.

SUPER SLENDER AXIS: ‘SSA’
El SSA es un tipo de eje central muy angosto y delgado (‘Super Slender’), altamente precoz. Desde el eje emergen 18 a 25 ramas primarias de vigor bajo, las cuales producirán la fruta en su base (Fig. 16). El SSA permite huertos semipeatonales muy precoces. En la mayoría de los casos se puede usar una escalera baja o pisos para alcanzar la fruta, facilitando mucho la cosecha.
Su manejo fundamental incluye la renovación anual de ramillas de un año, para concentrar la producción lo más cerca del eje o en el mismo eje. Es un sistema apropiado para portainjertos de vigor medio a bajo, tales como Maxma 14 y la serie Gisela®, combinados con variedad autoinfértiles o parcialmente autofértiles (ej. ‘Regina’, ‘Kordia’, ‘Santina’).

Las distancias de plantación varían entre 0,7 a 1,0 m sobre hilera y 3,0 a 4,0 m entre hilera, generando densidades altas con 2.500 a 4.700 árboles/ha. Como en el caso del TSA, el menor número de kilos de fruta por árbol se compensa con una mayor densidad de plantación.
En la mayoría de los casos, el SSA requiere un sistema de sostén, debido a que los árboles poseen una menor estructura permanente y su sistema radicular es pequeño.
Para combinaciones con variedades autoinfértiles, la calidad de la fruta suele ser mayor que en combinaciones con
variedades más productivas y/o autofértiles. Combinaciones muy productivas requerirán controles de la carga
como podas y raleos a nivel de dardo, para evitar una reducción en la relación hoja: fruto y el debilitamiento del árbol.
Al entrar en etapa productiva, la renovación de ramillas, cada temporada, debe considerar un porcentaje estimado del 30% al 40% de renovación anual. El porcentaje de renovación es alto dado que la fruta deberá siempre ubicarse en la base de la ramilla de un año.
Esto implica un rebaje intenso sobre las dos yemas vegetativas más cercanas al tronco, con el fin de generar un brote de la temporada que producirá fruta la siguiente primavera. Una de las desventajas del SSA es la dificultad de renovación de ramillas, por la falta de brotación desde el eje y la formación de segmentos de nudos ciegos desde la base. La tendencia a generar nudos ciegos y el efecto de la carga, reducen la posibilidad de respuesta vegetativa, particularmente en años de alta carga.
En el tiempo esto lleva a árboles con ramillas alejadas del tronco y débiles (Fig. 17). Un punto importante que considerar es la mayor inversión en plantas y sistema de soporte, ya que se trata de un sistema de conducción que se establece en alta densidad.

UNA DECISIÓN QUE DEFINE EL ÉXITO PRODUCTIVO
La elección del sistema de conducción en cerezos es una decisión fundamental que define gran parte del éxito productivo y económico del huerto a lo largo de su vida útil. No existe un sistema de conducción único ni estándar; cada arquitectura debe seleccionarse cuidadosamente en función de la combinación variedad/portainjerto, el hábito de fructificación, las condiciones edafoclimáticas, la disponibilidad y costo de mano de obra, así como la capacidad técnica y económica del productor.
Sistemas como el Eje Central ofrecen flexibilidad y adaptación a diversas combinaciones, aunque requieren más mano de obra para poda y cosecha. Las espalderas en V o Y permiten mayor eficiencia en el manejo y mecanización, pero exigen estructuras de soporte y una renovación constante de ramas. El sistema KGB se destaca por su formato peatonal, que reduce costos y mejora la seguridad en labores. Sin embargo, su menor precocidad y la dificultad para renovar ejes en ciertas combinaciones exigen un manejo cuidadoso del vigor y la carga frutal.
El UFO ofrece alta precocidad y eficiencia en cosecha y poda gracias a su estructura de muralla frutal, pero requiere una formación precisa, estructuras de soporte, y presenta dificultades de renovación en portainjertos de bajo vigor. Finalmente, los sistemas de alta densidad como TSA y SSA permiten mayor precocidad y rendimiento y facilidad de manejo, pero requieren un control riguroso del vigor y una renovación continua de ramillas productivas.
El sistema de conducción debe estar siempre al servicio de la variedad y no al revés. Su correcta implementación depende de un conocimiento profundo de la fisiología del cerezo y de un manejo integrado que considere la arquitectura deseada, el vigor del árbol, la iluminación, la renovación de ramas y la regulación de carga. Solo así se podrá lograr un equilibrio entre rendimiento, calidad de fruta y eficiencia en el uso de recursos, permitiendo un huerto sustentable y competitivo en el tiempo.