Viticultura 3.0, más eficiencia y precisión en la producción
Ante la escasez de mano de obra y la necesidad de aumentar la producción para compensar mayores costos productivos, se ha generado una explosión de oferta tecnológica que puede ser aplicada a la industria vitícola. Desde herramientas de gestión de riego y soluciones que brindan al productor una visión panorámica del campo, hasta tecnología para realizar un conteo automatizado de bayas y racimos. Incluso, algunas empresas tecnológicas ya ofrecen estimados de rendimientos. Varias de las soluciones que trae consigo el ecosistema ‘agtech’ han nacido en EE UU y ya están siendo probadas en Chile. La perspectiva es que lleguen a otros países productores de la región, entre ellos, Perú.
Sea uva de mesa o uva vinífera, la tecnología está cambiando las reglas de juego para la industria vitícola mundial, con una rapidez que llega a ser abrumadora. A la incorporación de herramientas que optimizan la gestión del agua en los campos de uva de mesa, se empiezan a sumar maquinarias eléctricas que facilitan el transporte de la fruta, así como sensores y cámaras hiperespectrales que se apoyan en algoritmos de aprendizaje para contar, medir y hasta realizar una estimación del rendimiento antes de la cosecha. Las ‘startups’ agrícolas prometen abrir la puerta a una nueva era de posibilidades extraordinarias, especialmente en América Latina, donde el desarrollo aún es bastante incipiente.
“Integrar información geográfica, monitores de rendimientos enlazados con GPS, que dan información de las cosechas en tiempo real, sistemas autónomos de aporte hídrico, son algunos de los componentes de lo que hoy llamamos agricultura de precisión. En el caso de recopilación de datos desde las plantas, lo más usado son tablets o teléfonos celulares. En otras áreas, como es el manejo de huertos respecto de la expresión de vigor y determinación de los requerimientos hídricos, se está incursionando a través de plataformas satelitales”, destaca Carolina Cruz, asesora, especialista en uva de mesa y presidenta de Uvanova.
En los últimos cinco años, el área donde se ha dado un mayor desarrollo tecnológico es en el control del riego. Compañías como WiseConn, empresa de ingeniería que genera soluciones de telemetría para la agricultura, cuentan con alternativas que permiten tener una visualización del estado del campo y de los reservorios usados por el productor. El asesor Rodrigo Sapiain, director de AIN Consultores, consultora agrícola enfocada en desarrollo, innovación y sustentabilidad, comenta que la plataforma web de WiseConn, DropControl, incluye la opción de programar el riego y el fertirriego y además permite al productor monitorear la conductividad eléctrica. El experto destaca también que la visualización de la plataforma es fácil y simple. “Se agradece mucho. Es un plus que tiene WiseConn y su plataforma”, remarca.
DropControl es una red de telemetría que permite integrar una serie de tecnologías, como sensores, control de válvula, sondas de humedad de suelo y estaciones meteorológicas, en la nube para que el cliente pueda visualizar la información desde una página web o aplicativo móvil. Además, la tecnología permite generar alarmas y reportes automatizados. “Llegamos cuando lo de Agtech todavía no sonaba”, recordaba en una entrevista previa Guillermo Valenzuela, fundador y gerente comercial de WiseConn. En solo diez años la compañía ha llegado con su tecnología Dropcontrol a 100,000 hectáreas a nivel mundial, 1,500 bombas y 25,000 válvulas automatizadas. En promedio los campos que usan su tecnología reportan ahorros de entre un 20-30% de agua y energía, generando así aumentos de producción de entre 5% a 10%.
“Yo asesoro un campo en Perú, en Piura. Al final este tipo de tecnología me ha permitido, hoy que no he podido viajar, llevar el control del riego en base a la plataforma. Entonces, en definitiva, la telemetría me ha permitido ser más eficiente incluso en mi tiempo. Hoy día sé cómo se está regando, cuáles son las condiciones climáticas gracias a estas plataformas. Así puedo ver que se está cumpliendo el plan”, señala el consultor Sapiain.
Para Gustavo Ricke, gerente técnico de Provalle Agro, holding que agrupa a varias empresas agrícolas de Chile, un factor que explica por qué existe una mejor visualización de los datos vinculados al control hídrico tiene que ver con el mayor alcance de la red, ya que los equipos de telemetría usan la red de datos de la telefonía móvil. El especialista recuerda que hace cinco años “muchas de las alternativas de control y gestión de riego tenían un problema de entrega de datos, de interface para poder visualizar lo que ocurría en el campo”.
LOS DRIVERS DETRÁS DE LA MAYOR OFERTA TECNOLÓGICA
La oferta tecnológica actual está en mano de una serie de ‘startups’ agrícolas que apuntan a atender principalmente tres grandes retos: la falta de mano de obra que se ha visto agravada debido a la pandemia, los efectos del cambio climático que, cada vez son más notorios, y las exigencias de calidad establecidas por los clientes. Los productores de uva de mesa tampoco son ajenos a la necesidad de aumentar los volúmenes de producción para abastecer a la población mundial. “Eso implica que vamos a tener que aumentar la producción de alimentos en al menos un 70%”, proyecta Horacio Contreras, CEO de Austral Falcon, solución tecnológica diseñada para digitalizar los procesos que actualmente se realizan de forma manual en la industria agrícola.
Desde hace algunos años la menor disponibilidad de mano de obra y el aumento de los costos asociados a los jornales vienen afectando a los productores de uva de mesa, una situación que se ha agravado aún más en la pandemia. “En uva de mesa se requieren alrededor de 300 jornadas hombres/ha/año. Los periodos más demandantes son arreglo de racimo, poda y cosecha”, sostiene la presidenta de Uvanova, tras señalar que, si no se garantiza la cantidad de jornales requerida, se dificulta el obtener un producto de calidad de exportación.
Uno de los factores que explica la mayor escasez de mano de obra en los países productores es la migración del campo a la ciudad. “Eso ya es una realidad en países desarrollados como Italia, Nueva Zelanda y EE UU, donde la mano de obra es carísima y escasa”, apunta Cruz. La coyuntura ha agravado este problema debido a que la cantidad de trabajadores que venían de países vecinos no se han podido movilizar. “Cada vez la disponibilidad de mano de obra en Chile es más escasa y se ha acrecentado por la pandemia”, advierte Ricke. Mientras tanto en el Perú si bien existe oferta de mano de obra, se debe enfrentar el reto de mayores costos en labores como raleo, cosecha y poda. “El cultivo demanda más o menos entre US$13,000 a US$15,000 de mano de obra por ha. En la medida que los precios lo soporten podremos afrontar el pago a los trabajadores, de lo contrario no podremos”, explica Manuel Yzaga, presidente de la Asociación de Productores de Uva de Mesa del Perú (ProVid).
Un elemento que ha terminado por acelerar la necesidad de adoptar nueva tecnología es el aumento de costos. Solo en Chile el costo de producción de una hectárea de uva de mesa es de aproximadamente US$18,000 y, de esto, un 70% es atribuible a la mano de obra directa. “La rentabilidad en esta especie se ha visto afectada básicamente por el aumento en el costo de mano de obra”, agrega Cruz. Rodrigo Sapiain coincide y señala que, en la actualidad, los costos asociados a la mano de obra son probablemente “el factor más crítico”. Frente a ello, la respuesta de los productores ha sido aumentar los volúmenes de producción. En Perú, los mismos agricultores están preocupados de reducir esos costos de producción, en algunos casos, ajustando el número de aplicaciones, pero en otros, haciendo trabajaos menos finos, como los que se hacían hasta hace solo un par de años atrás.
Aunque en otras especies se ensayan alternativas que apuntan a la mecanización de la cosecha, en el caso de uva de mesa este escenario es aún lejano. “Lograr un racimo con buena calidad y conformación es un trabajo prácticamente artesanal, donde cada unidad requiere de un ajuste a la medida. Son muy pocas las labores en uva de mesa que podemos pensar en mecanizar, ni siquiera durante el proceso de embalaje como ocurre con las manzanas, peras y carozos, donde hoy día con el uso de distintas máquinas de embalaje con alta tecnología, se puede independizar bastante de la mano de obra”, sostiene Carolina Cruz.
Otros de los factores que explican la dinámica que viene experimentando el ecosistema de innovación ‘agtech’ es el cambio climático. “En todo el mundo vitícola, los productores han experimentado adaptaciones. Desde sequías hasta veranos más calurosos, inviernos más cálidos e inesperados. Incluso los eventos violentos que pueden emanar del cambio climático, por ejemplo, tormentas de granizo, heladas primaverales, inundaciones e incendios forestales. Los agricultores han estado en la primera línea de los efectos del cambio climático”, explica Thomas Noonan, director y cofundador de Farmer’s Hive, una ‘startup’ que aborda la gestión agrícola y la trazabilidad de los alimentos.
A la par, los mercados de destino se han vuelto más exigentes respecto a la calidad de los cultivos. “Cuando en Chile iniciamos la exportación de uva de mesa todo servía y los estándares de calidad no eran tan exigentes, pero en la medida que pasamos de vender al mercado mayorista hacia la comercialización a cadenas de supermercados, las exigencias han sido distintas”, dice Cruz. Bajo su mirada, la industria prácticamente debe atender los requerimientos de un consumidor que busca frutas firmes, con buenos escobajos, de buena firmeza y buena condición.
El mayor acceso a nuevos mercados ha hecho también que las exigencias tiendan a ser personalizadas. Samuel Lira, cofundador del aplicativo Grape Counter e ingeniero civil que cuenta con más de 30 años de experiencia como productor, empacador y exportador de fruta fresca, anota que, si antes se trabajaba exclusivamente con el hemisferio norte, hoy ya se llega al Asia y a otros países de Europa.
HACIENDO MÁS EFICIENTES LOS PROCESOS
Los especialistas consultados coinciden en que la necesidad de hacer más eficientes los procesos, ya sea en términos de costo como de tiempo, y tomar decisiones más acertadas respecto a qué áreas priorizar en uso de mano de obra y cuidado del campo para obtener cultivos de calidad, han hecho que surjan más alternativas tecnológicas, como carros eléctricos recargables y tecnología que recurre a sistemas de visión para hacer el conteo de bayas y racimos.
En esa línea Justin Meng, cofundador y CEO de Vinergy, ha desarrollado carros eléctricos recargables que reducen el tiempo que demanda el transporte de la uva de mesa desde la planta hasta el final de la hilera. De acuerdo con la compañía, los cosechadores pierden entre 7 a 10 minutos por viaje usando los métodos tradicionales. “Nuestra tecnología permite a los trabajadores agrícolas disponer de más tiempo en el campo, lo que mejora su eficiencia. También ayuda a compensar los crecientes costos laborales”, precisa. Para continuar atendiendo al sector Vinergy viene desarrollando un nuevo prototipo que se detendrá cuando vea a una persona o llegue al final de la fila. El carro autónomo denominado “Gopher” no necesitará mapeo GPS previo, conectividad de datos, ni tampoco que se le indique a dónde ir.
DEL CONTEO A LA ESTIMACIÓN PRODUCTIVA
Desde imágenes satelitales, drones, hasta cámaras simples, multiespectrales e hiperespectrales. Los sistemas de visión que se apoyan en la inteligencia artificial (IA) están siendo usados para planificar mejor las operaciones de cosecha y packing. Para facilitar su funcionamiento, las cámaras pueden ser colocadas sobre maquinarias ya existente, como tractores, explica Fiona Turner, cofundadora y directora ejecutiva de Bitwise Agronomy, compañía que utiliza cámaras simples, como las GoPro, para capturar videos. Su modelo de aprendizaje automático les permite identificar, contar y medir las vides, así como reconocer las etapas de crecimiento y lanzar estimaciones del rendimiento.
Sapiain ha podido probar la tecnología de Bitwise Agronomy en campos de uva de mesa de Chile. “Dan la data en bruto. Me da un conteo que me dice cuántos racimos, cuántas plantas, cuántas cargadores hay. Yo defino sobre qué superficie hago el conteo. Yo puedo ocupar esta herramienta como un muestreo, pero eventualmente la puedo ocupar para contar todo ¿por qué? Porque las maquinas pasan por el huerto una vez cada 15 días por cada hilera. Entonces podría eventualmente levantar data en cada pasada del tractor”, señala el consultor.
Así, por ejemplo, Picterra es una solución versátil que se apoya en imágenes aéreas combinadas con sensores terrestres. De esa forma, el productor puede acceder a datos como la temperatura, la humedad del suelo o el contenido de nitrógeno, lo que le permite tener una imagen general del huerto y contar con datos confiables para tomar decisiones. “La tecnología, específicamente los vehículos aéreos no tripulados, y el software de procesamiento de imágenes con tecnología de aprendizaje automático, cambian las reglas del juego, ya que permiten el monitoreo regular de huertos por una fracción del costo en comparación con las soluciones tradicionales, como las inspecciones presenciales”, comenta su directora de marketing de producto, Monika Ambrozowicz.
Farmer’s Hive es otra de las ‘startups’ que ha introducido el monitoreo remoto de los microclimas en tiempo real como una solución ‘plug and play’, es decir, inalámbrico, sin computadora, sin red de terceros o instaladores. Farmer’s Hive permite al productor acceder a datos ambientales como la temperatura, humedad ambiental y la presión atmosférica. La información está alojada en la nube, esto permite que se interpreten los datos con el objetivo de prevenir enfermedades. “Hay una comprensión de lo que está sucediendo en el entorno de cultivo desde cualquier lugar en tiempo real”, explica su director Thomas Noonan.
“La fuente de la imagen puede ser diversa, pueden ser satelitales, pueden ser aviones, pueden ser drones…Depende mucho de lo que queramos”, refiere Sapiain, quien para el análisis macro del huerto suele optar por el uso de imágenes satelitales. Pero si se quiere tener un mayor detalle y conocer indicadores como el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), recomienda trabajar con drones y cámaras multiespectrales. “Esto nos permite ver cómo está trabajando la planta. Si está haciendo fotosíntesis dentro de los rangos que nosotros queremos, si está en un estado óptimo o no”, indica.
Los datos obtenidos a través de sistemas de visión, que pueden complementarse con sensores y estaciones meteorológicas, son usados para monitorear las características del parrón asociados a la producción —tales como el vigor, la capacidad fotosintética de una planta, los requerimientos hídricos del cultivo y el riesgo de plagas y enfermedades—, para llevar un control de costos más exhaustivo e incluso para realizar un estimado de los rendimientos antes de la cosecha. “Hoy podemos agrupar las zonas por índice de vegetación. Yo estoy trabajando con Aerobotics, cuyos mapeos son muy interesantes”, sostiene Sapiain y agrega, “cuando tienes claros los sectores pueden hacer un monitoreo de plagas más preciso”.
Aerobotics utiliza cámaras visuales y multiespectrales conectadas a un dron para capturar imágenes de alta resolución de un campo. Las imágenes son procesadas gracias a la IA, que finalmente entrega información detallada de la uva de mesa al productor. En la plataforma de Aerobotics se puede identificar cuántas plantas totales existen, cuál es la distancia entre hileras, la capacidad fotosintética de cada zona, entre otros. “A mí me ha servido mucho porque si lo ves sin la evaluación por sectorización se pierde mucho”, subraya Sapiain.
“Tener un escáner del predio completo desde arriba es una buena manera de enfrentar una consultoría, porque permite ver de forma gráfica diferencias de terrenos y de vigor, por ejemplo. Incluso, actualmente podemos ver de manera indirecta la presión de plagas y enfermedades. Creo que eso es muy interesante, ya que si nosotros sabemos bien cómo está el desarrollo del vigor y cómo están trabajando las plantas, podemos definir cuál es el potencial productivo de estos cuarteles, planta y sectores”, agrega el director de AIN Consultores.
El consultor explica que si uno sabe qué superficie se tiene en cada nivel de vigor, se puedo hacer estimaciones de potencial ponderadas. “En este caso, el sector rojo en el borde del huerto me da luces de un posible problema de riego o de ataque de por ejemplo aceros. En base a esta imagen tengo que definir una ruta de monitoreo para identificar bien origen. Luego hago una recomendación sectorizada”, dice.
El experto agrega que, si se quisiera aplicar compost en dicho huerto, en ese caso el objetivo sería aportar más en los sectores más débiles. “Si la recomendación general es agregar 30 toneladas de compost por ha, voy a trabajarlo de manera distinta, pondré 20 toneladas en sector amarillo y verde, y aplicaré 40 en el sector más débil en rojo. En promedio me da 28 ton/ha”, refuerza Sapiain.
Una de las principales novedades que ofrecen los sistemas de visión son la posibilidad tener un conteo de bayas y racimos más preciso y objetivo. “Hemos incorporado distintos sistemas de monitoreo que nos permiten determinar el número de bayas por racimos, a través de fotografías, por ejemplo, y estas fotos van a una base de datos que, a través de un programa o algoritmos predefinidos, permiten saber si estamos cerca de la pauta indicada para una variedad determinada. Algunas de las empresas con las que he trabajado son Grape Counter y Datagro. Ambos son sistemas de captura de datos en terreno para apoyar el análisis y gestión del campo. El concepto es que esta información sea incorporada de forma rápida y permita corregir errores en tiempo real. Las capturas de datos son realizadas por celulares o tablets y se llevan a planillas amigables y en cuestión de segundos ingresan a la plataforma diseñada para el control de las actividades laborales”, explica Carolina Cruz.
Grape Counter es una iniciativa que ofrece a los productores la posibilidad de controlar el trabajo del personal que está ejecutando la labor manual de raleo y arreglo de racimos. “Si los ingenieros agrónomos dicen: ‘quiero que me dejes 100 bayas por racimo’, esa instrucción tiene que ser ejecutada por alguien. Con esta ‘app’ sacaremos fotos cada vez que la persona está haciendo la gestión. La función principal es poder ir corrigiendo a la persona que está arreglando el racimo”, explica Lira.
De acuerdo con Grape Counter, la ejecución de la labor de arreglo de racimos demanda entre 15 a 20 personas por hectárea y cada persona debe arreglar en promedio entre 2,000 a 3,000 racimos/día, con una ventana de ejecución de aproximadamente 15-20 días por cada variedad. Esta labor, tiene un costo aproximado de US$1,200 a US$2,000/ha. Si esta labor no se gestiona y controla adecuadamente se puede generar pérdidas importantes, por sobre el 25% del total de la producción. Un raleo de racimos deficiente genera racimos apretados y/o deformes, como consecuencia de lo anterior puede aumentar el porcentaje de desgrane, las pudriciones, además de menos uniformidad en el calibre de las bayas y una mayor dificultad en alcanzar el color deseado. Todas estas situaciones generan pérdidas muy importantes a nivel de ingresos del productor y tensiona la relación con los compradores.
Pero ¿cómo contribuye Grape Counter en corregir la labor de arreglo de racimos? El aplicativo móvil entrega a los productores el dato del número de bayas que contienen los racimos que han sido fotografiados. La herramienta permite que se cuente de forma automática un racimo cada 10 segundos, lo normal es que una persona cuente alrededor de 100 racimos por día y que tienda a tener un margen de error en el conteo. “Esta ‘app’ está pensada para controlar el arreglo de racimo. En general, uno no deja un gran número de bayas. En algunos casos, como la Red Globe, se dejan 60 bayas y en Crimson superamos las 100. Lo que vemos es que a mayor número de bayas existe una mayor posibilidad de equivocarse”, remarca Mena, cofundador de Grape Counter e ingeniero agrónomo especializado en el área técnica y productiva en el manejo de fruta de exportación, especialmente en uva de mesa y cerezos. Para que este conteo sea más eficaz, se recomienda que los racimos estén bien expuestos.
Para tener un monitoreo general del campo y realizar de forma más rápida el conteo de bayas y racimos, los productores también están recurriendo a tecnologías como las que ofrecen Bloomfield Robotics y FruitSpec. Provalle Agro ya ha probado la tecnología que ofrece FruitSpec en su campo principal de uva de mesa. “Hicimos un conteo de frutos en Red Globe y Autumn Royal, constatando el conteo de campo con los racimos que habíamos arreglado manualmente. Si los comparamos, los números son bien similares. Es una herramienta que nos sirve para un chequeo de estimación de la producción”, sostiene Gustavo Ricke.
Si bien Ricke señala que actualmente el costo del conteo manual de racimos representa un valor marginal, esto se debe a que el porcentaje de muestreo es bajo, aproximadamente de 1% de la superficie. “Con Fruitspec abarcas el 30% de la superficie, por lo tanto, tus estimaciones debiesen ser más precisas. Es eso lo que voy a validar está campaña. No busco reducir el valor del conteo, sino que sea más preciso para planificar mejor las operaciones de cosecha y packing. Y planificar mejor también la compra de materiales de embalajes y logística de exportaciones”, explica el gerente técnico de Provalle Agro. La compañía buscará continuar validando la tecnología de FruitSpec que, en el caso de la uva de mesa, se enfocará en evaluar la labor de arreglo de racimos de los trabajadores versus la información proporcionada por la ‘startup’.
El CEO y cofundador de FruitSpec, Raviv Kula, agrega que su tecnología ha tenido un impacto positivo en la optimización de los procesos vitícolas, tales como el aclareo manual selectivo de racimos. También ha ayudado a decidir a los productores el momento óptimo de la cosecha, lo que contribuye a reducir los costos de operación y aumentar los ingresos. La tecnología de FruitSpec ha sido probada por compañías chilenas que exportan uva de mesa, como Gesex y Río King, además de empresas que comercializan vino. Una de las bodegas con las que trabajaron logró aumentar sus ingresos en US$5 millones tras apoyarse en su tecnología para mejorar la calidad de la uva vinífera.
Gracias a este tipo de tecnología también se ha podido ser más eficiente en etapas tempranas como la fase de dormancia o reposo. Luiggi Olaechea, supervisor general del área de control de calidad de El Pedregal, exportadora de uva de mesa, comenta que en febrero empezaron a usar la tecnología de Space AG para realizar un conteo automatizado de cargadores por planta y conocer el diámetro de los cargadores, que se recomienda oscile entre 8 a 12 mm. Teniendo definido el conteo de cargadores la agrícola puede identificar qué plantas son vigorosas y cuáles son débiles, así como tener una mejor proyección sobre la cantidad de frutas que producirán en el año.
“En años anteriores el evaluador hacía de 120 a 180 plantas al día. Se iba a su casa y al otro día el digitador comenzaba a trabajar. La evaluación demoraba un día y medio, eso dependiendo de que no teníamos otra cosa más que pasar ya que un solo digitador trabajaba todas las evaluaciones diarias. Ahora la información la podemos tener el mismo día”, recuerda Olaechea. Además de la rapidez, una ventaja de la tecnología es que no requiere uso constante de Internet y que contribuye a la reducción del costo del papal, del digitador y del jornal orientado al conteo de cargadores. “En cada evaluación utilizamos de 4 a 5 formatos en papel, mientras en RaptorView todo es digital por teléfono”, resalta.
RaptorView es una plataforma de visualización de datos desarrollada por Space AG, startup peruana que además ofrece los servicios de drones satelitales (AirView) y de recolección de datos en campo (RaptorForm). César Urrutia, cofundador de Space AG, asegura que uno de sus objetivos es acompañar a las agrícolas en cada etapa del cultivo, brindándole información visual y a través de cartillas digitales. Por ejemplo, hay cartillas de evaluación de plagas y enfermedades, rendimiento de labores, plantas podadas, evaluación de yemas y evaluación de conteo de racimo. En su plataforma además se puede visualizar una radiografía del cultivo gracias a las imágenes de satélites y drones, que capturan información del índice de vigor y humedad del campo.
Space AG busca facilitar la integración de información, como la que proporcionan las estaciones meteorológicas y los softwares de riego. “Tienes la aplicación móvil para sanidad, tienes tu software de riego y tu central meteorológica. La idea es integrar esta información”, dice Urrutia. La plataforma permite a su vez generar alertas que son enviadas directamente a un correo electrónico. “Si sé que la radiación me afecta puedo además poner una alerta”, complementa.
Una de las limitantes que enfrenta este tipo de tecnología es que probablemente existan áreas que no sean percibidas por los sistemas de visión, especialmente cuando se tiene implementado techos con plásticos y coberturas. En esos casos, Sapiain sugiere que se usen sistemas que capturen las imágenes de forma terrestre. Austral Falcon es otra de las firmas que ha hecho notables avances en ese sentido, gracias a un dispositivo que va montado a un tractor o moto y que tiene cámaras y GPS incorporado. “Que el método que nosotros utilizamos sea terrestre y no aéreo es un beneficio ya que permite visualizar la fruta. Por otro lado, la cantidad de fruta que no se ve es inversamente proporcional al área foliar”, sostiene Contreras.
Bloomfield Robotics también ha apostado por tener una imagen más detallada del campo, siendo capaces de hacer una recreación tridimensionalmente de lo que se observa en imágenes. “Estamos tomando muchas fotografías desde múltiples ángulos. Entonces, es casi como si una persona pasara junto a algo y lo mirara todo el tiempo. La gente piensa que lo que hacemos es solo bidimensional, como una instantánea, pero la verdad es que son muchas fotografías tomadas al mismo objeto, pero desde múltiples ángulos”, explica su CEO, Mark DeSantis. Cada cámara cuenta con su propio sistema de luz y permite en un viñedo inspeccionar entre 15,000 a 20,000 plantas de uva vinífera por día, mientras que según DeSantis, una persona inspecciona alrededor de 150 plantas al día.
Tim Mueller-Sim, cofundador de Bloomfield Robotics, añade que su tecnología permite al productor obtener mucha información respecto a la planta, sea esta uva vinífera o uva de mesa. En esa línea, la compañía examina y evalúa prácticamente todas las características de la planta, desde el tronco, cordón, espolón, caña, brote, densidad de hojas, así como el tamaño individual de la uva, el color y la densidad de racimo. Los miles de datos recopilados son analizados a través de la IA y permiten clasificar la uva según tamaño y color. Su tecnología también permite identificar el amarillamiento de las hojas u otros rasgos visibles en las plantas, lo que facilita el manejo de plagas y enfermedades.
ESTIMACIONES, UN CAMPO AÚN EN DESARROLLO
La automatización de la estimación de la cosecha ha sido durante mucho tiempo un objetivo de la industria de la uva. “Hoy en día, la metodología más tradicional es contar en cierto número de metros lineales cuánta fruta hay y después extrapolarlo para toda la superficie de esa misma cepa y/o variedad en el campo, lo que lógicamente no es muy preciso y en general implica que el tomador de decisiones debe ponerse en el peor de los casos”, comenta el CEO de Austral Falcon, Horacio Contreras.
Si bien algunas alternativas de estimación de rendimiento antes de la cosecha requieren ajustes, existe bastante expectativa en el sector respecto a la información proporcionada por ‘startups’, las cuales requieren de información histórica para entregar datos más precisos. “Este es un área en desarrollo que me interesa muchísimo. Actualmente todo el sistema se basa en una estimación y a nivel de competitividad el que tenga una mejor estimación y un mejor control de los factores productivos tendrá una gestión más eficiente”, sostiene Rodrigo Sapiain. En la industria vitivinícola sí hay trabajos al respecto como, por ejemplo, los realizados por la Viña Concha y Toro, uno de los principales productores de vinos del mundo.
“Estamos trabajando con Austral Falcon desde septiembre del año pasado. Nos han entregado su pronóstico. El resultado final lo vamos a ver cuando tengamos la cosecha. El proyecto de pronóstico de volumen de cosecha es muy importante, no solamente para saber el volumen, sino también para adelantarse a muchas otras decisiones. Desde la compra y venta de uva en vendimia, hasta la gestión de la logística de transporte y la cosecha. Esta predicción impacta en muchos ámbitos de la producción y operación de la viña”, comenta José Caris Maldonado, data scientist de Viña Concha y Toro, compañía que además viene desarrollando sus propios modelos de pronóstico de cosecha.
Austral Falcon es una compañía que surgió para tratar de resolver el problema de estimación del rendimiento, que depende de muchas variables como el clima, el rendimiento histórico, el manejo, el riego y la fertilización, por nombrar algunas. “Usamos información tabular, que es básicamente rendimientos históricos, el tipo de manejo, la fertilización, el riego y también utilizamos imágenes multiespectrales y térmicas, adquiridas de forma satelital, o también puede ser mediante drones, a partir de los cuales se calcula ciertos índices de vegetación como el NDVI. Y con esa información se le entrega como entrada a un algoritmo de IA que permite predecir los rendimientos y que va mejorando su precisión a medida que analiza mayor cantidad de información a través del ‘machine learning’”, comenta Contreras. Explica que su tecnología ha alcanzado una precisión de 95% y ha sido probada fundamentalmente en espalderas, pero que desde un inicio contemplaron que podría adaptarse a sistemas de conducción de la uva de mesa como son el open gable o el parrón español.
Bloomfield Robotics también promete ayudar al productor con estimaciones de rendimientos más precisas. Su CEO, Mark DeSantis, recalca que su propuesta de valor no solo incluye herramientas para la protección de cultivos y para determinar el momento de la cosecha, sino también una predicción del rendimiento. “Estamos a la par con los inspectores humanos de cultivos y, debido a la naturaleza de la IA, esperamos seguir mejorando cada vez más las predicciones”, afirma DeSantis.
El poder acceder a estimaciones de rendimientos antes de la cosecha permitiría a los productores ser más eficientes a la hora de hacer el raleo de frutos, ya que de esa forma se procuraría respetar la relación entre la cantidad de toneladas de fruta y la cantidad de follaje que se requiere para llevar la fruta a término. “Cuando dejamos más kilos de los que necesitamos vamos a afectar el color y término de la fruta, es decir, que tenga buen contenido de materia seca, que sea una fruta que resista bien el viaje y tenga una buena vida de anaquel en los supermercados”, dice Cruz. La presidenta de Uvanova agrega que en el escenario varietal nuevo todas son variedades de alto potencial productivo, con más de 3.500 y hasta 4.000 cajas/ha. Lo anterior demanda un esfuerzo técnico y productivo en conocer el real potencial de las nuevas variedades de uva de mesa, en cuanto los kilos que se deben dejar para que logren características sobresalientes de sabor y firmeza. El tener una fruta consistente permitirá a los países productores llegar a mercados cada vez más lejanos.
UN MAYOR AUGE TECNOLÓGICO SE ACERCA A AMÉRICA LATINA
El desarrollo tecnológico ha avanzado en mayor medida en EE UU, seguido de algunos países de Europa. No obstante, en una segunda fase de desarrollo muchas de las empresas tecnológicas contemplan en sus planes de negocio arribar o fortalecer su presencia en países productores de uva de mesa de América Latina, como Chile y Perú. Austral Falcon es una de las compañías tecnológicas que nació y fue pensada para atender el mercado chileno, empezaron atendiendo a productores de uva vinífera y prevén ampliar sus servicios a la uva de mesa y otros cultivos de exportación. “Vemos como un escalamiento lógico pasarnos a uva de mesa, luego cereza, arándano, palta, que son los cultivos más rentables actualmente y que podrían pagar una herramienta como esta”, comenta su CEO, Horacio Contreras. La compañía también prevé sumar clientes de Perú, México y EE UU.
Raviv Kula, informa que FruitSpec ya está operando en Chile, donde trabajan con las exportadoras Gesex, y RioKing. “Nuestra estrategia de crecimiento de hecho considera América Latina”, remarca, tras sostener que les interesa otros países estratégicos como Perú. Otra compañía que tiene presencia en la región es Bitwise Agronomy. Su directora ejecutiva y cofundadora, Fiona Turner, confirma que ya están haciendo pruebas y operando en Chile y Perú en cultivos de uva de mesa.
Justin Meng, cofundador y CEO de la startup de robótica Vinergy —la compañía está enfocada en California, específicamente en los Valles Coachella y San Joaquín, que producen el 99% de las uvas de mesa cultivadas comercialmente en EEUU— señala que actualmente están en conversaciones con socios potenciales en Perú, Chile, Brasil y México. Mark DeSantis, CEO de Bloomfield Robotics, adelanta que están próximos a iniciar proyectos en Chile, Perú y posiblemente Colombia. “Estamos dialogando con empresas de esos países”, señala. Por su parte Thomas Noonan, director de Farmer ‘s Hive, indica que actualmente están disponibles en EE UU, Canadá, México y algunos países de Europa. Su plan es operar también en América Latina.
FACTOR PRECIO, UNA LIMITANTE AÚN
El ecosistema ‘agtech’ ha buscado hacer más accesible el costo de la tecnología. Por ejemplo, en Bloomfield Robotics se ofrece la opción de cobro de una tarifa mensual por el servicio, que consideraría el costo del equipo, de manera muy similar a un plan de telefonía móvil anclado a un equipo móvil. Mientras en empresas como BitWise y Picterra se ofrecen modelos de precios personalizados que se adaptan a cada cliente según sus necesidades.
No obstante, aún muchos productores consideran que el factor precio sigue siendo una barrera. “Hoy la gran limitante para incorporar estas tecnologías es el costo, ya que aún son caras y muchas de ellas están a nivel de prototipo. Sin embargo, tal y como pasó con los primeros celulares los cuales eran carísimos, de gran tamaño y solo podía acceder un grupo reducido de personas hoy su uso está masificado y en constante desarrollo. En la medida que generemos la necesidad, las empresas que se dedican a esta investigación y desarrollo, verán un nicho interesante y comenzarán a producir de manera más importante esta tecnología”, comenta Cruz.
De acuerdo con Sapiain, existe aún resistencia a adoptar tecnología cuando esta es nueva, ya que muchas veces se suele vincular complejidad y sofisticación con la nueva tecnología. Además, en palabras del consultor existe sin duda miedo al cambio. En esa línea, considera como un desafío que se ofrezca al productor herramientas que puedan visualizarse de manera fácil. “Ahora el desafío para nosotros como gestores técnicos es el minimalismo, la simplicidad”, asegura.
Por su parte José Caris Maldonado, Data Scientist de Viña Concha y Toro, añade que, aunque la tecnología se ajusta a todos los bolsillos, continúa siendo costosa. Pone por ejemplo el caso de drones, cuyo costo por hectárea de vuelo considera ‘muy alto’. Sin embargo, Rodrigo Sapiain, considera que el precio puede llegar a ser marginal si la tecnología permite al productor bajar sus costos y ser mucho más eficiente. “Entonces no veo que sea una limitante. Además, no es que uno deba tener 200 sensores, uno puede tener pocos sensores que te permiten ver tendencias”, dice.
LA REGLA DE ORO, IDENTIFICAR LAS PRIORIDADES
Pese a ello, Sapiain señala que probablemente los costos que cuesten más justificar sean aquellos vinculados a tecnologías que sean más disruptivas. Esto hace que la identificación de prioridades sea fundamental antes de adquirir una solución tecnológica. Así, el principal desafío que tiene el productor será discernir qué tecnología puede adecuarse a sus necesidades. Pero ¿cómo lo hará? ¿qué factores deben tomarse en cuenta para optar por la tecnología más afín a sus necesidades?
Una de las primeras recomendaciones de los expertos es identificar el estado actual del campo, ya que eso definirá cuál será el costo y beneficio de una eventual solución. Maldonado invoca a que se entienda bien cuáles son los principales problemas que enfrentan los productores y a hacer un diagnóstico de sus capacidades. “Si no sé cuánto me equivoco en mis pronósticos, difícilmente podré decir si mi solución tecnológica funcionó”, recalca el Data Scientist de Viña Concha y Toro. En el caso de uva de mesa también existe la necesidad de tener estimados precisos de producción para planificar la cosecha y comercialización de la fruta.
En esa línea Fiona Turner, refiere que lo ideal es que los productores puedan definir claramente cuál es su problema y luego salir a buscar la solución que lo aborde directamente. “Hay una serie de fantásticas soluciones ‘agtech’ en el mercado, pero no todos los productores necesitarán todas las soluciones. La clave es comprender bien el problema y no utilizar la tecnología por el bien de la tecnología”, sostiene. Por ejemplo, según Sapiain, a la fecha, hay estaciones meteorológicas mal ocupadas y que no están siendo debidamente aprovechadas.
“Lo más importante es enfocarse en las herramientas que agregan valor e intentan resolver un problema relevante para la industria. Si los productores encuentran que la estimación de rendimiento es un problema, lógicamente tienen que probar las herramientas que provean una solución en ese ámbito. SI lo mismo ocurre en el caso de la fertilización, habrá que probar herramientas que busquen realizar un uso más eficiente de fertilizantes y de agroquímicos en general”, explica el CEO de Austral Falcon.
Carolina Cruz, coincide y añade que lo primero que deben definir los productores de uva de mesa es cuál es su objetivo y cuál es la limitante para lograrlo. “Hemos definido tres factores o recursos asociados a la producción de uvas que no pueden fallar para tener éxito productivo: disponibilidad de agua, condiciones climáticas y disponibilidad de mano de obra. Una vez definida cuál de estos factores es la principal limitante, entonces buscaremos e incorporaremos la tecnología que me ayude a atenuar el problema”, afirma.
DESARROLLO INCIPIENTE Y FUTUROS CAMBIOS
La mayor relevancia que vienen obteniendo los sistemas de visión y los sistemas de automatización son solo el inicio de los disruptivos cambios que promete introducir el ecosistema ‘agtech’. Al uso de vehículos no tripulados se podrían sumar en el futuro robots cosechadores de uva de mesa, que sean capaces de determinar el color y grado de madurez del cultivo. Si bien aún no existe una solución comercial disponible que permita la cosecha de uva de mesa robotizada, el Instituto Italiano di Tecnologia ha trabajado en un prototipo para la recolección de la uva de mesa mediante un robot que consta de un brazo mecánico y sensores de navegación y percepción.
“Me han llegado videos impactantes de robots cosechadores de fruta, donde se emite un rayo de luz que es capaz de determinar el color, el grado de madurez y después, a través de una tijera incorporada, va recolectando uno a uno. El futuro en estos temas, se viene acercando de manera increíblemente rápida. No me cabe duda de que en el corto plazo vamos a tener maquinaria que nos va a permitir hacer trabajos más finos. Seguramente con las nuevas variedades que ralean más fácilmente, podamos determinar un número de bayas (a través de una foto) y que posteriormente un robot o máquina diseñada para esto, descole a un largo determinado el racimo, sin intervención de un trabajador”, anticipa Cruz.
Asimismo, hay un espacio grande de desarrollo en la mecanización, especialmente en uva de mesa. Como refiere Contreras, todavía no se cuentan con máquinas cosechadoras de frutas que puedan lograr el mismo nivel de delicadeza que tiene una cosecha a mano. “La fruta en general cosechada por máquinas se daña más y tiene una calidad menor. Por otro lado, el tener un flujo de datos automatizado desde el campo hasta el cliente, creo que ese es otro espacio de crecimiento importante”, sostiene.
La incorporación de nuevas tecnologías permitirá contribuir a un uso más eficiente de los recursos básicos en términos agrícolas, que están estrechamente relacionados con el suelo, clima y mano de obra. Esto a su vez contribuiría con el aumento de la productividad y con un menor uso de recursos como el agua, que debido al cambio climático se han hecho más escasos.