Una nutrición adecuada en cerezo depende más del portainjerto que de la variedad
La elección de un adecuado portainjerto en cerezo tiene casi la misma importancia que la elección de la variedad, dado que el sistema radical será el que permita una adecuada adaptación al tipo de suelo existente, determinará el grado de resistencia a enfermedades, y tendrá una relación directa con el vigor de los árboles, la formación de centros frutales y la fertilidad de estos, lo que impacta tanto sobre la productividad como la calidad de fruta. En este artículo se aborda la manera en que la nutrición también se ve influenciada y cómo, dados los estudios de bases de datos de análisis foliares, se hace necesario un cambio en la mirada acerca de la forma de determinar la fertilización y evaluar su impacto sobre los huertos.
Referirse a la combinación de la variedad con su tipo de portainjeto es prácticamente hablar de una sola cosa. Hoy sabemos que no podemos analizar o evaluar un cultivar sin incluir el patrón sobre el que será manejada, y viceversa. Ambos factores no se pueden separar; por lo mismo, tienen características, manejos y consideraciones únicas en cada caso. Por ejemplo, sabemos que Kordia presenta una excelente calidad de fruta además de buena postcosecha, y que cuando se cultiva en las condiciones climáticas adecuadas puede llegar a producciones interesantes.
Pero, bajo los mismos supuestos, el resultado será totalmente distinto si se combina con Colt, que aumentará considerablemente su vigor. Al ser autoinfértil, dará producciones muy bajas o inexistentes en comparación a una combinación sobre Gisela 6, cuyo efecto enanizante favorecerá la formación de centros frutales, la fertilidad y, por ende, la productividad. De hecho, es probable que, en muchos casos, teniendo ambas combinaciones juntas en un mismo huerto, ni siquiera seamos capaces de reconocer a simple vista que estamos frente a la misma variedad, dada la influencia del portainjerto sobre la parte aérea del árbol. Este efecto ha sido responsable de que a menudo se llegue a conclusiones erróneas cuando se quiere evaluar nuevas variedades, pues, al no tener antecedentes sobre sus características, no se eligen los patrones adecuados para la expresión de su potencial.
SISTEMAS RADICALES DISTINTOS NECESITAN NUTRICIÓN DIFERENCIADA
Por lo tanto, es lógico suponer que sistemas radicales de características especiales tengan comportamientos particulares en cuanto a la forma en que absorben los nutrientes desde la solución suelo. Se dispone de antecedentes, por ejemplo, de que el portainjerto Colt, por su hábito vigoroso y alta densidad de raíces en profundidad, ve dificultada la toma de elementos de baja movilidad aplicados en el suelo, como potasio. También se sabe que las plantas han evolucionado generando diversos sistemas de selección de nutrientes, característicos de géneros o especies en particular. Al ser el desarrollo de portainjertos un resultado de cruzamientos de géneros y especies distintas respecto de las variedades (Prunus avium), es posible que los mecanismos de absorción o “preferencia” por ciertos nutrientes también manifiesten diferencias. La situación descrita se ha ido evidenciando con el análisis nutricional de hoja –el cual representa la acumulación de nutrientes en un momento de la temporada–, donde las tendencias de absorción de algunos nutrientes dependen en gran medida del portainjerto utilizado. Se trata de un tema de gran implicancia para efectuar un manejo nutricional adecuado y hacer una fertilización cada vez más eficiente, que no solo permita un ahorro de costos, sino que contribuya a desarrollar una industria menos contaminante, evitando el uso excesivo de fertilizantes químicos, en parte responsables de la degradación de la rizósfera (lugar donde ocurre la interacción de la planta con los microorganismos del suelo), y ayudando a los productores a incorporar prácticas sustentables sin perder de vista la rentabilidad. Por consiguiente, en C. Abud & Cía., nos propusimos la tarea de validar y cuantificar la influencia nutricional del portainjerto sobre la variedad, realizando el análisis estadístico de una base de datos construida a lo largo de las últimas 7 temporadas. En ella se contabilizan cerca de 1.600 análisis, tomados entre octubre y abril en huertos desde la región Metropolitana hasta la del Maule, tanto propios como de asesorados, analizados por el mismo laboratorio (AGQ Labs). Esto hace que el resultado sea una tendencia nutricional representativa, con alta significancia estadística, de huertos de la zona centro-sur manejados con la misma línea técnica, orientados a la producción de fruta de exportación de alta calidad. Todos los datos fueron agrupados por el mes en que se tomó la muestra, variedad y portainjerto. Los principales cultivares estudiados fueron Lapins, Santina, Regina, Sweet Heart, Kordia y Bing. Los portainjertos que contaban con un número importante de datos para obtener tendencias correspondieron a Colt, Gisela 6 y guindo ácido. Se analizaron los valores como curvas de tendencia mensual, utilizado gráficos de cajas y bigotes para eliminar los valores más extremos, considerando alrededor del 75% de los que se agrupaban cerca de la media. Luego se hicieron comparaciones entre la misma variedad sobre distintos portainjertos y viceversa, tal como se puede ver en la figura 1, entregada como ejemplo. En elementos como el nitrógeno o el potasio, se observó que hay tendencias significativamente distintas cuando cambia el patrón (Colt versus guindo ácido, en el gráfico) independientemente de la variedad (Santina y Lapins), mientras que, frente a un mismo sistema radical comparado bajo ambos cultivares, las tendencias tienden a ser muy parecidas.
Las tendencias indicadas confirmaron algo ya sospechado, por lo cual se procedió a generar valores de referencia con rangos altos y bajos, utilizando las desviaciones estándar en cada caso. El objetivo fue hacer, por nutriente, curvas que permitan, en cualquier momento de la temporada, tener un estándar de comparación representativo para determinar el efecto del manejo nutricional del huerto. Es relevante mencionar que encontrarse en un valor bajo no significa necesariamente una condición de deficiencia severa, así como ubicarse por sobre el valor alto no implica tener intoxicación. Se busca poder dar una referencia sobre la cual compararse para ayudar a una mejor toma de decisiones. Así resulta posible tomar medidas correctivas con anticipación a la cosecha, por ejemplo para hacer un uso eficiente de fertilizantes y corregir a tiempo posibles deficiencias, de manera de favorecer la productividad y calidad de fruta. Se analizaron 14 nutrientes esenciales, pero se dejaron afuera aquellos que no cumplieron las exigencias de validez estadística para producir valores de referencia, debido a su alta variabilidad (sobre un 30% de coeficiente de variación para cualquier mes), tales como azufre, sodio, manganeso, hierro, cobre y molibdeno. En los cuadros se muestran los estándares de los portainjertos Colt, Gisela 6 y guindo ácido. Es importante mencionar que los valores no se relacionan con un nivel de producción o curva de calibre específica. Tampoco indican un óptimo nutricional, sino que sirven de punto de comparación respecto de una tendencia representativa de huertos comerciales de muy buen nivel productivo en la zona geográfica indicada (RM al Maule).
IMPLICANCIAS DE VALORES DE REFERENCIA SEGÚN PORTAINJERTO PARA EL MANEJO DE LA NUTRICIÓN
La creación de valores de referencia mensuales para análisis foliar de cerezos de acuerdo al portainjerto pretende ser un aporte en generar tres grandes cambios que ayuden a productores a un manejo eficiente de la nutrición orientada a la obtención de fruta de alta calidad. En primer lugar, contar con un estándar hecho con datos locales, representativos de las condiciones agroclimáticas y las principales combinaciones variedad/patrón de la zona centro-sur del país. La referencia tradicionalmente utilizada en esta especie se basa en estudios extranjeros de hace al menos 30 años, hechos bajo condiciones muy distintas de la nuestra. Segundo, contar con tendencias de evolución durante toda la temporada, lo que es un tremendo avance en comparación a valores de referencia disponibles solo para el período de postcosecha, los cuales no facilitaban la realización de diagnósticos adecuados previos a cosecha para generar medidas correctivas dentro de la temporada. Ello también implica la necesidad de hacer más de un análisis foliar por temporada (uno mensual, idealmente). Así podemos ver la “película” de la acumulación de nutrientes en la hoja y entender mejor el impacto de nuestros manejos nutricionales sobre el cultivo, en lugar de quedarnos solo con la “foto” que significa hacer el típico análisis foliar de verano, sin saber desde donde viene ni hacia dónde va. Por ejemplo, uno los rangos tradicionalmente utilizados por los laboratorios para incluir en sus análisis Las tablas, también están disponibles en formato PDF para bajarlas desde cualquier dispositivo móvil, usando el código QR. son los de Shear y Faust de 1980, de origen norteamericano. En el caso del nitrógeno (N), este se sitúa entre 1,7% y 3,5%, que por lo general se utiliza para el período de postcosecha. El valor obtenido por el estudio es de 2,0% a 2,4% para Colt si nos comparamos con el mes de enero, pero en octubre cambia a entre2,7% y 3,3%. Como se puede ver, hay una diferencia notable en la amplitud del rango, ya que los promedios locales se mueven en márgenes más acotados y específicos para cada fecha. Esto quiere decir que, si bien un Colt puede estar con un valor de 2% de N en hoja sin tener síntomas de deficiencia aparente, ese valor en octubre implica un diagnóstico totalmente diferente a la misma cifra en enero, ya que en primavera el 2% está por debajo del promedio de huertos similares en esa misma fecha (necesitando probablemente un refuerzo de la fertilización nitrogenada), mientras que en verano se ubica dentro de la media, por lo que no debiera ser necesario hacer ajustes al programa de fertilización. Otro caso interesante es el del boro (B), pues el rango tradicional va de 20 a 60 ppm, mientras que en el estudio, la mayoría de los valores se mueven entre 40 y 100 ppm, producto seguramente de la fertilización más intensiva con B para ayudar a mejorar cuaja mediante el reforzamiento del desarrollo del tubo polínico. Probablemente usar los rangos más actualizados posibilitará una mayor sintonía con los porcentajes de cuaja que acostumbramos a ver en predios modernos. Por último, pero no menos importante, la correcta elaboración de los programas de fertilización y su forma de monitorearlos, debe considerar generarlos de acuerdo a cada portainjerto presente en el huerto, independientemente de la variedad. Así, por ejemplo, dos cuarteles de Santina y Lapins sobre Colt en un mismo tipo de suelo podrán compartir un programa de fertilización muy similar, mientras que para un cuartel de Santina sobre guindo ácido el programa deberá calcularse de forma diferenciada, dado que los requerimientos y tendencias de acumulación durante el año varían en ambos casos. Lo mismo se debe tener en cuenta a la hora de tomar muestras foliares, pudiendo agruparlas utilizando el mismo criterio. Estamos convencidos de que estos cambios pueden generar una diferencia e impacto real sobre el manejo de los huertos y su sustentabilidad. Todavía queda un camino largo por recorrer para validar los valores a una escala masiva, que pueda también actualizarse y enriquecerse cada temporada con nuevos valores, sumando también más portainjertos, zonas productivas y nuevas variedades. Además del logro de mayores eficiencias, un objetivo no menor es responder a la demanda creciente por reducir la huella de carbono y el impacto negativo que tiene el uso excesivo de fertilizantes químicos sobre la contaminación, el cambio climático y la microbiología del suelo. Las tablas, también están disponibles en formato PDF para bajarlas desde cualquier dispositivo móvil, usando el código QR.