Un tesoro con alas
Las abejas son uno de los agentes más relevantes para nuestro ecosistema, polinizando cerca del 75% de las especies hortofrutícolas del planeta. Su desaparición en varias latitudes es un tema que preocupa. Por ello es que la Fundación Abejas de Chile (www.abejasdechile.com), liderada por el naturista Pablo Vial Valdés, busca promover la importancia y conservación de estos antófilos.
Pablo Vial Valdés se define como naturista autodidacta: prácticamente gran parte de su vida se ha dedicado al estudio de las abejas nativas y biodiversidad, siempre por su cuenta. Desde temprana edad le llamó la atención el tema de la sostenibilidad, los ecosistemas, la flora y fauna, y este tipo de insectos. De hecho, cuando niño se dedicaba a seguir a especies como el abejorro chileno (Bombus dahlbomii), hasta llegar a sus nidos. Ahí se quedaba largas horas observando las características de estas especies.
Fueron varios los eventos que lo acercaron a este campo de estudio. Uno de los que recuerda fue un accidentado episodio en que puso una carpa sobre un nido entre medio de un bosque. “En pleno invierno, luego de unos días en el mismo lugar, empiezo a escuchar un zumbido bajo la carpa: la levanté, y veo una pequeña y aletargada abeja nativa (Colletes cyanescens), me había instalado sobre sus nidos”, relata.
Por suerte no sucedió nada, pero se dio cuenta de lo frágiles que pueden ser sus refugios, y de lo expuesto que pueden estar.
Le llamó tanto la atención este suceso, que quiso indagar más allá en tiempos en que no había tanta información disponible como la hay ahora en red. Las cosas de la vida lo acercaron con dos entomólogos: el chileno José Montalva, radicado en EE UU y el brasileño Felipe Vivallo, quienes le enseñaron varios aspectos sobre este ámbito.
75% DE LOS CULTIVOS ALIMENTARIOS DEL MUNDO DEPENDEN DE LA POLINIZACIÓN
Según la FAO, más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen de la polinización. Sin embargo, el problema es que la población de polinizadores ha disminuido considerablemente debido a una serie de factores.
Una primera causa que menciona el especialista es la degradación y fragmentación del hábitat por el cambio de uso de suelo (pesticidas, fungicidas y herbicidas). Además, hay enfermedades que las atacan. Otro factor que añade es por el cambio climático, sobre todo porque ha habido una modificación en los patrones y régimen de precipitaciones. No son los únicos, ya que hay otros factores que están estudiando y que también podrían estar provocando esta merma, señala.
Es por esta razón que Vial Valdés junto al ingeniero forestal Cristóbal Elgueta decidieron impulsar durante el ejercicio pasado las base de la Fundación Abejas de Chile, cuyo propósito central es tratar de educar a la población de manera didáctica, sobre este tipo de temas que requieren de atención, además de investigar, monitorear y promover la conservación de abejas nativas de Chile.
Son tres sus líneas de práctica. “Uno, es la investigación en terreno a lo largo de Chile, y el monitoreo de poblaciones y comunidades de abejas que utilizamos como referencia. Dos, liberación de material audiovisual, cosa de ir gradualmente educando tanto al ciudadano a pie como a quienes toman las decisiones. Tres, es a nivel práctico: incrementar la diversidad de recursos, de modo que los jardines ecosistémicos sean un refugio para las abejas y otras especies”, fundamenta.
En un inicio, sus estudios se financiaban con trabajos en consultoras ambientales, trabajos de guía de kayak y montaña, etc, para luego dedicar de manera focalizada semanas al trabajo en terreno. Últimamente hemos recibido algunas pocas y donaciones mensualmente (de $1.000 a $10.000), que han ayudado a pagar alojamiento en la nube (varios terabyte de fotografías y videos), plan de celular y hosting.
Por ahora ha realizado publicaciones de manera informal en sus redes, como LinkedIn y en su página web, y espera dentro de unos pocos meses ya lanzar una publicación científica respecto a estos temas. “Las investigaciones que hemos llevado a cabo van en línea de demostrar la biología, ecología, asociación floral y distribución de varias especies. Pronto realizaremos un trabajo en conjunto con The Packer Lab, de la Universidad de York, en Canadá, para realizar una descripción de nuevas especies”, adelanta.
GRAN PARTE DE LAS ABEJAS NATIVAS SON SOLITARIAS
Dentro de lo que más destaca de sus análisis en terreno es ver que aún hay especies que no están descritas. “Son abejas que no son tan pequeñas ni tampoco están tan alejadas de zonas habitadas. Otra cosa que me ha llamado bastante la atención es la biología de una especie, de un grupo, Xeromelissinae, que recién está siendo estudiado por la ciencia. En terreno aprecié que son abejas milimétricas fascinantes”, cuenta.
A la fecha, dice que se han descrito más de 500 especies de abejas nativas en Chile, y 70% de ellas son endémicas; es decir, no se pueden encontrar en otras partes del mundo. “Todos sabemos que Chile es un país con uno de los desiertos hiperárido por el norte, el océano Pacífico por el oeste, Campos de Hielo por el sur y una enorme cordillera por el este. Esto ha generado un aislamiento biogeográfico, resultando en un alto grado de endemismo. De hecho, de 564 abejas nativas, cerca del 70% son endémicas de Chile. La mayor riqueza se encuentra en el centro norte, por el contrario de lo que las personas piensan, que están en el sur”, explica.
Sobre sus características, precisa que gran parte de ellas son solitarias: no viven en familias. Muchas de ellas nidifican en el suelo, mientras que otras lo hacen en orificios de troncos, ramas, rocas o en tallos. Para armar los nidos, dependiendo de la especie, fabrican varias celdas, donde depositan el alimento: polen, néctar, y hasta aceites. Luego ponen un huevo en cada una de las celdillas, que pueden ser fabricadas con secreciones como papel celofán (familia colletidae), o cortan hojas, pétalos o tricomas (familia megachilidae).
“En Chile hay cinco familias de abejas, y cada una con rasgos distintivos. Entre ellas, Apidae: incluye a los abejorros (Bombus dahlbomii) y generalmente abejas sociales; Andrenidae: la familia que presenta mayor diversidad. Una de ellas es Calliopsis hirsutula; Colletidae: generan una sustancia como poliéster para hacer sus nidos. Las Caupolicana fulvicollis forman parte de este grupo; Halictidae: tienden a tener colores metálicos, ejemplo la Callistochlora chloris, abeja joya es de esta familia; Megachilidae: abejas cortadoras de hojas. Transportan el polen en el abdomen. Megachile pollinosa pertenece a esta familia”, detalla.
También hay abejas cleptoparásitas, donde las hembras depositan sus huevecillos en los nidos de otras especies de abejas y su progenie consume el alimento asignado para las larvas anfitrionas. “Por ejemplo, la abeja cleptoparásita del genero Isepeolus pone sus huevos en celdillas del género Colletes, mientras que esta sale a buscar su alimento. Es todo un mundo. En terreno uno va encontrándose permanentemente con sorpresas. Prefiero verlo antes que leerlo”, remarca. Pero, ¿son fáciles de reconocer? “Algunas sí, inconfundibles. Pero la mayoría requiere ser observadas en mayor detalle, algunas se parecen mucho”, cuenta.
POLINIZADORES POR EXCELENCIA DE LOS ECOSISTEMAS NATIVOS
Uno de los principales aportes que tienen las abejas es ser polinizadoras de cultivos hortofrutícolas. “Es esencial tener claro este punto, ya que gran parte de la vegetación nativa que afirma los cerros, regula la temperatura, infiltra el agua, etc, es polinizada por estas especies. Para ecosistemas agrícolas su aporte es fundamental, no solo para polinizar, sino que aumentar el calibre y rendimiento, incluyendo cultivos polinizados por el viento. También son controladores biológicos nativos para plagas desde aves, mantis a murciélagos (se alimentan de insectos, roedores, etc.)”, asevera.
-¿Cuáles pueden aumentar el calibre y rendimiento?
-Especies como Anthophora paranensis -de la familia Apidae- favorece los cultivos de arándanos. Ellas emergen muy temprano en la temporada. Empiezan a trabajar con 15°C y tienen la capacidad de visitar más flores por minuto, cargar más polen por su vellosidad, cubrir mayor distancia, etc. Es muy recomendable establecerla junto a diversidad de polinizadores nativos, y complementar hasta cierto punto con Apis mellifera. La función como polinizador es trasladar la mayor cantidad de polen de una flor a otra para para lograr la fecundación. Esto es clave para lograr cuajar, y en la calidad, aumentar el calibre y cantidad de frutos. Al tener presencia estable de diversidad de abejas silvestres y otros polinizadores, se asegura que sea polinizado.
-¿Por qué no se usan tanto en la agricultura considerando que son muy buenas para los cultivos?
-Por desconocimiento. Por décadas se ha utilizado la Apis mellifera, traída de Europa y que viven en familias (en los cajones). Los apicultores llevan estas abejas en las fechas de floración y mediante la masa de abejas polinizan algunos cultivos. Sin embargo, de manera ineficiente. Otros cultivos, como el tomate, por ejemplo, requiere abejas o abejorros capaces de realizar la polinización por zumbido, pero terminaron introduciendo especies foráneas que han causado un enorme daño en ecosistemas nativos. El abejorro nativo, en cultivos como las habas, al tener una lengua corta, rompe la flor para acceder al néctar.
Sobre las ventajas de algunas especies para nuestros campos, señala que hay varios estudios que demuestran que los polinizadores silvestres son capaces de aportar los servicios de polinización sin necesidad de las abejas de apicultor.
A nivel local, Víctor Hugo Monzón, otro apasionado entomólogo, ha demostrado la eficiencia de las abejas en huertos de cerezos. Juntoa Cristóbal Elgueta, Vial Valdés está trabajando en metodologías para integrar comunidades vegetales específicas a las abejas nativas y también a otros polinizadores, replicando su ambiente natural. “Los agricultores locales han sido escépticos”, sostiene. Sin embargo, están demostrando que los rendimientos de los cultivos son mayores y no necesitan incurrir en gastos permanentes y depender de las abejas melíferas que por diversos factores, principalmente adaptación y manejos, han tenido enormes pérdidas. “Esperamos romper paradigmas y resolver este déficit de manera lógica. Al mismo tiempo, generamos refugios para las abejas y diversas especies, incluyendo controladores biológicos. El objetivo es ir estableciendo estas comunidades vegetales, generar y empalmar corredores biológicos y, dentro de lo posible, la restauración de ecosistemas naturales”, finaliza.
PLANTAS Y ABEJAS, UNA ESTRECHA RELACIÓN
Respecto a si hay alguna especie en particular que genere un mayor aporte, reconoce que hay especies o grupos cuyo rol no se puede suplir, y su relación con ciertos grupos de plantas es tan estrecha, que si se pierde una es altamente probable que se pierda la otra. “Por ejemplo, las flores conocidas como capachitos, del género Calceolaria, son visitadas y polinizadas por abejas del género Centris y Chalepogenus. Ellas extraen óleos, y aceites generados por glándulas de estas flores, y para las que tienen estructuras especiales para recolectar y transportar. La utilizan tanto para los nidos (impermeabilizar) y alimento para las futuras larvas”.