Un buen monitoreo es sinónimo de un buen control
Un buen monitoreo es esencial para el posterior control de una plaga. En el caso de los trips se podría bajar su incidencia realizando un buen trabajo de este tipo, basándolo en los valores de abundancia que permiten identificar si las poblaciones están creciendo, decreciendo o si se mantienen relativamente estables en el tiempo.
Por Ximena González V. Fotos Carlos Giraldo
Su diminuto tamaño los hace parecer inofensivos. Sin embargo, no es así. Pueden causar diferentes daños, desde la puesta de huevos, hasta la forma en que se alimenta, en diferentes cultivos hortofrutícolas y ornamentales. De hecho, hay más de 500 plantas que hacen de hospedero de esta plaga. En el país una de ellas es el crisantemo.
El control es posible. Aunque sin monitoreo no hay control. Y si lo hay, es deficiente. “Normalmente cuando se hace monitoreo, se trabaja con valores de incidencia y la incidencia es básicamente un indicador porcentual de qué tan distribuido espacialmente está el problema en el cultivo”, explica Carlos Eduardo Giraldo, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y líder del grupo de investigación de Sanidad Vegetal de la Universidad Católica de Oriente, quien actualmente investiga sobre la incidencia de trips en cultivos comerciales de crisantemo en fincas productoras del Oriente antioqueño. A raíz de ese trabajo han podido identificar deficiencias en los métodos de monitoreo tradicional, que ocasionan datos no precisos para saber si lo que se está aplicando funciona o no.
Según el especialista, no se debe trabajar no trabajar con valores de incidencia, sino más bien con valores de abundancia. ¿Qué quiere decir esto? “Los valores de abundancia nos permiten identificar si las poblaciones están creciendo, decreciendo o si se mantienen relativamente estables en el tiempo. Esta es una de las primeras anotaciones que hay que hacer respecto al monitoreo de trips”, responde.
Lo cierto es que los trips han sido catalogados como una de las principales plagas cuarentenarias del crisantemo. Para evitar pérdidas económicas y rechazo en los países destino, se hace necesario establecer alternativas de manejo y control pertinentes. Sin embargo, aunque tradicionalmente, el control de trips se hace con productos de síntesis química, de acuerdo a las empresas productoras, la falencia está en el monitoreo de la plaga, que deben ser informativos para poder detectar focos o zonas del cultivo donde se presenta un mayor problema. Solo así se podrá dar un manejo más focalizado. “A eso es donde deberíamos llegar eventualmente, pero solo podremos hacerlo con datos de abundancia”, advierte el experto.
Y es que un buen monitoreo en términos de abundancia permitiría no solamente establecer cuáles son los umbrales de acción propios para la finca y en qué momento se debería actuar, sino además conocer si el método de control que se ha implementado es eficaz o no.
LA ESTRATEGIA CORRECTA
Giraldo sostiene que la estrategia correcta para el monitoreo de trips debería partir de los valores de abundancia, aunque lo que predomina en el sector son los trabajos con valores de incidencia. Hoy en día se realizan ‘monitoreos directos’ y ‘monitoreos indirectos’.
Monitoreo indirecto: Es el que se realiza mediante el uso de trampas pegajosas. “La trampa nos permite detectar en una semana si hay cambios respecto a la semana anterior y nos permite hacer una detección de adultos. Además, podemos conocer si ese número se correlaciona realmente con la población de inmaduros que hay sobre las plantas”.
Como resultado de las investigaciones, han podido determinar que las poblaciones de la plaga están fuertemente asociadas a la edad de las plantas y a la fenología del cultivo. Sostiene que lo ideal sería tener trampas de monitoreo en plantas de edades diferentes. “Es importante, porque en el momento de leer la trampa podamos entender que esos valores están asociados a una determinada planta y no simplemente sacar los promedios, que es lo que se hace habitualmente”, indica el agrónomo.
La medida de trampa más usada es la de 10×10 cm y de color azul, con la recomendación de que la lectura debe hacerse solo por un lado, por la optimización del tiempo. Gracias a ello han podido detectar que en la etapa media de la planta, entre la semana 4,5 y 6,5 es donde hay un incremento de las poblaciones de trips. “Lo hemos estudiado en muchas variedades y en diferentes predios y es casi una constante”. Manifiesta que ahora están enfocados en entender por qué en esa edad hay mayor presencia de trips y esperan tener resultados pronto.
Monitoreo directo: Es la inspección física de las plantas y el conteo de la plaga, una labor que aún sigue realizándose, tanto de adultos como de estados inmaduros. Se inspeccionan los cogollos de la planta y se hace el conteo de los trips, si la planta es adulta, se sacude sobre una superficie blanca para realizar el conteo.
“Lo ideal sería manejar ese valor cuantitativo del conteo. Si se muestrearon las plantas y se contaron, por ejemplo, cinco trips, el valor de abundancia es cinco trips. Sin embargo, explica que en muchos casos lo que se hace es transformar eso en una escala cualitativa. Es decir, si no se encontraron trips se tiene un valor de escala cero o si encontraron entre dos y cuatro es otra escala. Aunque lo ideal sería manejar los valores cuantitativos, es decir, el valor de abundancia”.
Asimismo, es clave correlacionar los dos tipos de monitoreo. El especialista resalta que en trabajos realizados hace ya unos años han encontrado que cuando se monitorea de manera directa, el 90% de lo monitoreado son formas inmaduras (ninfas), mientras que con tampas se capturan insectos en su estado adultos. Por ello, la correlación de ambos tipos de monitoreo permitiría optimizar las medidas de manejo. “Lo ideal sería correlacionar los dos métodos, pero esto rara vez se hace y es ahí donde debemos llegar”, concluye.