Roya amarilla del café: incidencia depende de la altitud y de un manejo integrado de la plaga
A siete años del golpe que sufrió la caficultura nacional con la roya amarilla, en el que se afectó más de 290,000 hectáreas, los cafetaleros han adquirido mayor expertise para controlar la plaga. El control gira en torno a una balanceada nutrición, uso de fungicidas y un buen manejo del suelo. Sin embargo, existen limitantes financieras que dificultan el acceso a semillas de variedades resistentes a la roya amarilla, como los Sarchimores y Cavimores procedentes de Brasil. Junto a la roya amarilla, la broca continuará figurando como otro de los principales problemas fitosanitarios.
El devastador paso que dejó la roya amarilla en la caficultura nacional durante el 2013 expuso la necesidad de un mayor control de la plaga, de renovar los cafetales antiguos y de aumentar la productividad. Siete años después, la plaga está más controlada, pero aún sigue presente y junto a la broca es el principal problema fitosanitario que agobia a los productores. Pese al expertise ganado por los agricultores, aún existe dificultad para acceder a variedades resistentes a la roya amarilla y persiste la ausencia de planes de fertilización liderados por el Minagri, que consideren los tipos de suelo donde se cultiva el café.
“La epifitia de la roya es algo así como una pandemia en plantas, no se fue ni se irá nunca porque en este caso no habrá vacunas. Sigue habiendo, pero el daño ocurrido los años 2012 y 2013 en América Latina fue devastador, excepto en Brasil y Colombia. El Estado no ha hecho nuevas acciones. El Plan Nacional de Renovación del Café se paralizó el año pasado y duró alrededor de seis años. Hubo agricultores que supieron aprovechar el préstamo e invirtieron muy bien ese dinero, y hubo otros que desviaron fondos a otros gastos y lógicamente el campo no refleja lo que les prestó Agrobanco”, explica Carlos Faura, ingeniero agrónomo, especialista en manejo de suelos tropicales.
Con el objetivo de controlar la roya amarilla y evitar afectaciones masivas a hectáreas —en el 2013 la plaga causó estragos en 290,436 ha, el 50% del total de ha sembradas de café—, los agricultores han optado por un manejo integrado que considera tres pilares: una balanceada nutrición, un adecuado uso de fungicidas y un buen manejo del suelo. “La recomendación principal es tener bien nutridas las plantas. Manejar una fertilización balanceada en un suelo bien manejado es el primer paso”, anota Faura.
El ingeniero agrónomo sostiene que una balanceada nutrición —que considere el uso de fertilizantes minerales, materia orgánica, así como extractos de algas marinas, bioles y ácidos húmicos—, contribuye a la autodefensa inmunológica de la plantación. Remarca que la nutrición está íntimamente ligada a un buen manejo del suelo del cafetal. “El cafetalero debe saber en qué suelo se encuentra, muchas veces el gobierno da un solo plan de fertilización para todos, sin considerar que hay tres tipos de suelos”, agrega Faura.
El Perú posee más de 425 mil hectáreas dedicadas al cultivo de café, lo que representa el 6% del área agrícola nacional y el 25% de la región amazónica, según el Minagri. Lejos de lo que se pudiera creer, en la selva alta existen tres tipos de suelos: ácidos, neutros y alcalinos en menor extensión.
“Por ejemplo, la roca fosfórica solamente se debe usar cuando el suelo es ácido porque el fósforo se libera con la acidez del suelo, mientras más acidez haya se libera más rápido. Por ello, se debe usar solo en suelos con pH por debajo de 5.5. Si se le das a un agricultor que tiene pH 7 va a alcalinizar más su suelo, se presentarán problemas de deficiencia de elementos menores y ese fósforo aplicado nunca va a estar disponible”, señala el ingeniero agrónomo, tras indicar que el pH óptimo está entre 5 y 5.5.
Para mantener el control de la roya amarilla los agricultores también han enfocado su estrategia en el uso de productos con efecto fungicida. Faura detalla que se puede controlar orgánicamente la plaga con caldos minerales —como caldo bordelés y caldo visosa—, en zonas altas, y con caldos minerales y químicos —como triazoles + estrobilurina—, en zonas media y alta. “La altitud a la que se encuentra el cultivo va marcar la pauta de la agresividad de la roya”, afirma Faura. Y continúa, “las aplicaciones se recomiendan cuando la infestación está por encima del 5-10%, según sea el caso. Sin embargo, si cultivamos variedades susceptibles en zonas bajas, se recomienda en forma general realizar dos aplicaciones al año: una de un fungicida cúprico de contacto y otra de un triazol + strobilurina”.
FALTA INTENSIFICAR EL USO DE VARIEDADES RESISTENTES
El uso de variedades resistentes a la roya amarilla también se ha convertido en una alternativa para algunos agricultores. Al país han ingresado variedades de Brasil como Obata rojo, Obata amarillo, Catigua MG 2, Paraíso y Topacio, originadas principalmente en el Instituto Agronomico de Campiñas (IAC), y de Centroamérica, como el H1, el H10 y Marsellesa. Sin embargo, todavía es muy poca la superficie sembrada con estas variedades. “Estas variedades no pasan del 5% de la extensión total. Se ha introducido poco. No ha habido introducción de material genético en forma de semilla sexual por parte del gobierno peruano, como sí ocurrió en Ecuador. Acá lo que ha llegado ha sido traído, por ejemplo, por la Junta Nacional del Café (JNC)”, subrayó Faura.
Para el especialista en manejo de suelos tropicales la principal limitante para acceder a las variedades es el financiero. Por ejemplo, anota que la JNC hizo plantas en tubetes a partir de esquejes de las variedades Marsellesa, H1, y a un precio más elevado, debido a que se debe pagar ‘royalty’. Dicho factor adquiere relevancia sobre todo en un contexto de precios bajos y en el que el consumo interno continúa siendo bajo: de solo 760 g/año, mientras en Brasil se consume 5.6 kg y en Colombia 2.1 kg per capita anualmente.
“Se debería traer semillas de Sarchimores (Villa Sarchi x Timor) y Cavimores (Catuai x Timor), es resistentes a la roya y de muy buena calidad de taza, procedentes de Brasil. Las variedades de Brasil son de dominio público, a diferencia de las de Colombia que también paga ‘royalty’. Antes se sembraba la variedad Colombia acá, ya no se siembra porque la roya venció su resistencia hace unos años atrás, allá por el 2014”, sugiere Faura.
LA BROCA, UN PROBLEMA EN LA ZONA BAJA
El experto prevé que a mediano plazo la roya amarilla y la broca se mantengan como los principales problemas fitosanitarios en zona media y baja de la selva alta. “Esperemos que no llegue nunca el CBD (Colletotrichum berry disease)”, anota. La broca es un gran problema sobre todo en zona baja, debido a que cuando el insecto Hypothenemus hampei Ferrari consume y oviposita en la almendra afecta directamente al producto comercial. Según el Senasa, la infestación de la broca fue de 9% en el 2019, dos puntos menos que el 2013, pero un punto más que el 2018.
“Si el clima está de tu lado controlas biológicamente la broca porque la lluvia sola se encarga de aumentar la población de su controlador biológico”, refiere Faura. El control biológico de la broca se hace con el hongo entomopatógeno Beauveria bassiana, cuya aplicación se recomienda cuando el tiempo es húmedo. “Si solea fracasa su aplicación”, advierte Faura. En su defecto, el control cultural de la broca incluye la rebusca o la primera cosecha, y la raspa o última cosecha. Además, el Senasa recomienda el manejo de semillas propias o de la zona.
El especialista destaca que el hongo Beauveria bassiana es producido eficientemente por el Senasa, pero recomienda la reactivación de algunas plantas de producción cerradas como la de Yanahuaya en Sandia, Puno y la apertura de nuevas plantas en todas las zonas cafetaleras del Perú. Ello debido a que si los cafetaleros están en zona baja va ser muy difícil ser orgánico. “Es mucho más sencillo y sostenible ser cafetalero orgánico en zona alta porque hay menos presión de las plagas claves: roya y broca, simplemente por evasión climática”, anota.
Los productores de café cuentan con más herramientas para controlar los principales problemas fitosanitarios. Pero si el Perú desea aspirar a desarrollar todo su potencial se requiere de programas que apunten a un desarrollo sostenible a partir de la identificación de necesidades de los agricultores, como lo es la importación de semillas resistentes a la roya amarilla y, a la par, la investigación en mejoramiento genético del café.