Radiografía de las enfermedades del arándano en América
Precisamente en EE UU, su centro de origen, es donde se concentran las principales enfermedades que afectan al arándano. Sin embargo, se espera que tarde o temprano algunas de ellas arriben a América Latina. El siguiente artículo es un extracto de la presentación del investigador del INIA Chile, Andrés France, durante el Curso Internacional de Arándanos, organizado por Redagrícola.
Identificar y conocer el ciclo de la enfermedad para el diseño e implementación de estrategias de control, según la enfermedad y el lugar, es parte del planteamiento principal del fitopatólogo Andrés France, investigador del INIA Chile, para hacer frente a los múltiples problemas sanitarios que enfrenta la producción de arándano en los distintos países productores de América.
Siendo EE UU el origen de esta fruta, estaría allí concentrado el mayor número de enfermedades. Sin embargo, el experto destaca que el crecimiento de la producción de arándanos en diversos países, ha permitido la presencia más agresiva de algunas de éstas. “Cuando el cultivo es nuevo en la zona, las plantas son muy sanas y las enfermedades casi inexistentes. A medida que pasa el tiempo, esto va cambiando; lamentablemente, en algunos países ha cambiado demasiado rápido. En Chile, donde fue mi primera experiencia con los arándanos, demoró muchos años en aparecer la Botrytis; en cambio, en otros países que me ha tocado visitar, eso ha tomado muy pocas temporadas con ataques severos, hasta devastadores”, explica.
En el tema de la rápida expansión, lanza una alerta con relación a la introducción de plantas de distinto origen sin los controles cuarentenarios necesarios. Advierte que las enfermedades como Fitoplasmas y Monilia son las grandes amenazas para América Latina, y otras ya arraigadas como botrytis, roya, oídio, Lasiodiplodia y plateado requieren de un control estricto.
En la región, el especialista destaca que el arándano se ha plantado en diferentes climas y zonas. Existen huertos asentados desde los 3,000 msnm en Colombia, hasta a nivel del mar como en Perú y Sinaloa, en México, o en zonas donde llueve frecuentemente, como en el sur de Chile. De hecho, toda esa diversidad va a condicionar a las enfermedades que aparecerán en los cultivos.
ENFERMEDAD COMÚN EN LA RAÍZ: AGALLA DE CUELLO
La agalla de cuello tiene una especial incidencia en Argentina y Chile. Su crecimiento se debe a una hiperplasia e hipertrofiacelular, es decir, que aumenta el número y el tamaño de las células y eso forma un tumor de forma cerebroide. La consistencia es relativamente blanda, no compacta, se ubica de forma lateral, es fácil de cortar y su interior es granulosa. También existe la falsa agalla, producto de un exceso de hormonas, que forma un tumor que abraza el cuello y la raíz, pero no es lateral, como la originada por Agrobacterium. Otro punto importante es la consistencia: en la falsa agalla es dura y difícil de cortar, mientras que en la agalla verdadera es relativamente blanda.
En el proceso de infección, la bacteria es flagelada y esos flagelos le permiten nadar hacia alguna zona herida en la raíz o en el cuello, como el originado por una herramienta, insecto o nematodo. La bacteria es capaz de seguir los gradientes de nutrientes con dirección a la célula herida y adherirse por microfibrillas de forma tenaz a la célula del huésped (del arándano), luego, produce un tubo de penetración (Pilus). Este tubo permite que migre un trozo de su ADN, conocido como Plasmidio Inductor de Tumores (TI), a la célula huésped. Esto se conoce como transformación genética.
La célula transformada contiene una secuencia de genes que le indican a la célula huésped que produzca sustancias adicionales que no estaba produciendo, entre ellas, Opines, que sirven de alimentación a la bacteria. “Todo esto permite que las células crezcan en tamaño y se dividan sin control. Este es un patógeno bastante particular porque no vive a expensas de la planta, sino que inserta un trozo genético para que la planta produzca nutrientes para alimentarse”, explica el fitopatólogo.
El Plásmido TI no solo migra de la bacteria a la planta huésped, también se puede transferir a otras bacterias, lo que se conoce como conjugación. En este caso en particular, la Agrobacterium tumefaciens traspasa su ADN a Agrobacterium radiobacter o una pseudomona. Entonces, estas bacterias que no originaban tumores los comienzan a originar en la planta. France advierte, entonces, que habrá de tener cuidado a la hora de aplicar el A. radiobacter para prevenir enfermedades, porque se puede aumentar el número de bacterias disponibles o receptivas al Plásmido TI. En todo caso, recomienda no usar A. radiobacter k 84 en los huertos, sino en vivero.
Para France es necesario un control temprano de malezas y, si hay que realizar labores de suelos que sea en días soleados y con un terreno relativamente seco, de tal manera que la bacteria no pueda nadar.
DEL CUELLO HACIA ARRIBA
El fitopatólogo deja en claro que la poda es el punto de inicio de enfermedades de madera. La poda es una práctica no natural y muy agresiva porque produce numerosas y profundas heridas en el tallo. “En casos extremos, como en Perú, se corta toda la planta, de un día para otro. La planta se está cosechando un día y al día siguiente está sin nada de follaje. Eso, obviamente es muy anormal para la planta” explica.
En lugares más fríos, la poda se hace en un periodo fisiológico en que la planta está en receso y es menos propensa a sufrir algún daño. Mientras que en el caso de una planta que está activa, en crecimiento, habrá una secreción de savia (lloro), que condicionará una serie de problemas con respecto a las enfermedades. La herida más la savia que secreta es una invitación a hongos oportunistas, entre ellos, los que producen las enfermedades de la madera, que son lentas en desarrollarse, con ciclos que pueden durar años.
La mayoría de las enfermedades de madera son causadas por hongos, salvo el caso de la Pseudomonas syringae que es una bacteria. Estos patógenos crecen profundo dentro de la madera, protegido del ambiente, sin competencia de microorganismos o de productos que uno podría aplicar para su eliminación. Además, la estructura reproductiva está protegida por la corteza.
Entre los patógenos que originan enfermedades de madera están: Lasiodiplodia theobromae (cancrosis del tallo), Pestalotiopsis clavispora (tizón de tallos), Arambarria destruens (pudrición amarilla de la madera), Neofusicoccum spp. (cancrosis del cuello), Botrytis cinerea (tizón por Botrytis), Phomopsis vaccini (muerte regresiva), Chondrostereum purpureum (Plateado), Pseudomonas syringae (tizón bacteriano).
La primera y la más importante enfermedad de madera, por su agresividad, es Lasiodiplodia theobromae, que coloniza numerosos huéspedes, además del arándano, como la vid, el olivo, el palto, los cítricos, entre otras especies. Es muy importante en Perú, EE UU y México, mientras que en Chile es de reciente aparición, pero no en el arándano, sino en paltos y cítricos. Para France es cuestión de tiempo para que aparezca en este berry.
Los síntomas son clorosis de ramas afectadas, que muestran además un menor crecimiento y un ‘acucharamiento’ de las hojas, porque el sistema vascular está parcialmente obstruido y no están llegando nutrientes ni agua que necesitan los brotes. Posteriormente, a medida que avanza la enfermedad, se marchitan los brotes y, finalmente, las ramas comienzan a morir. Una vez que muere la rama, el patógeno no tiene más nutrientes y comienza a reproducirse.
En el caso de la Lasiodiplodia, el patógeno esporula entre medio de grietas de las ramas muertas, produciendo una gran cantidad de inóculos que el viento se encargará de diseminar.
Algo muy parecido a lo anterior es la cancrosis del cuello, de importancia en Chile y EE UU, producida por varias especies de Neofusicoccum, de la cual se reportan al menos ocho especies que afectan al arándano. La principal es Neofusicoccum parvum, que crece en la zona del cuello de la planta y una vez que lo anilla se seca toda la rama. En plantaciones de invernadero y túneles su aparición es violenta y rápida, porque la planta transpira más y el colapso es más rápido.
En el caso de Neopestalotiopsis spp., presente en Chile, Perú y México, se parece mucho al anterior, siendo un patógeno de madera que ingresa por heridas. En realidad, son varias las especies de Pestalotias, siendo la más común la clavispora. El principal daño se observa en vivero. Este patógeno gusta de los ambientes tropicales o semitropicales, por tanto, crecerá bien en túneles o ambientes de trópico con alta humedad. El principal daño es el anillado de las ramillas en la base de la planta, de color marrón y ‘acinturado’, mientras el resto de la planta sigue creciendo, salvo en la zona afectada. Cuando se necrosa ese anillo, comienzan a producirse puntos negros que corresponden a los acérvulos, es decir, la masa de conidias que emergerá en la medida que haya humedad. Si el ambiente es seco, se mantienen escondidos bajo la corteza y, posteriormente, la lluvia y viento se encargan de diseminarlos.
Otro patógeno es la Botrytis, que ingresa por algún daño en el ramillete floral y a través de los pedúnculos, que avanza hacia la madera o tallo, donde producirá la necrosis. La planta se defiende e intenta no dejar avanzar en demasía al patógeno. A veces se producen esclerocios en los tallos, los que se ven como manchas negras.
Algo parecido ocurre con Phomopsis vaccinii, un patógeno casi exclusivo del arándano y que causa importantes daños en Chile y EE UU, elprincipal sitio de colonización son aquellas ramillas que ya dieron fruta. “Por eso, es importante eliminar todos esos tejidos, porque es un sustrato de crecimiento del patógeno”, recomienda el especialista. La enfermedad se conoce como muerte regresiva, porque una vez que coloniza las ramillas, puede producir lesiones bastante extensas que afectan gran parte de la rama. Entonces, el daño no es solo la pérdida de ramilla, sino que la lluvia puede arrastrar inóculo de esporas a los frutos, donde producirá un daño de deshidratado. “La colonización puede seguir en poscosecha”, advierte France.
El Plateado (Chondrostereum purpureum) es una enfermedad que crece en la zona sur de Chile, donde se detectó por primera vez el 2005, es fácil de reconocer por los síntomas foliares: color grisáceo, desprendimiento de la epidermis foliar y, en algunos casos, dependiendo de las cepas, necrosis en los ápices de las hojas o partiduras en la fruta. El otro síntoma importante es la necrosis de la madera, cuyo centro lucirá completamente de color marrón en los tallos, y de manera irregular en la corona. Una vez que la madera muere, puede tomar varios años para que el hongo se reproduzca. En esta etapa, produce basidiocarpos que son de color púrpura, con una gran capacidad de producir esporas; en cada centímetro cuadrado de basidiocarpo, se han contabilizado en promedio 64 millones de esporas, es decir, que solo un trozo es suficiente para infectar todo un huerto.
Algo parecido ocurre con la Arambarria destruens, que produce la pudrición amarilla de la madera, de incidencia en Chile. El síntoma en el follaje es bastante llamativo con encarrujamiento, acucharamiento y necrosis por los bordes, con tonos rojizos. Además, hay una pérdida de flores y frutas. Este es un patógeno que deriva del eucalipto hacia el arándano, entonces, las fuentes de inóculos están en los tocones del eucalipto o en árboles muertos.
También hay otras enfermedades secundarias en madera como la Lepra (Fairmaniella leprosa) o el tizón de tallos (Coniothyrium sp.).
Las consecuencias de las enfermedades de madera son que la planta transporta menos agua y menos nutrientes; respira más porque está enferma; hace menos fotosíntesis; consume más sus reservas y produce aborto floral. Asimismo, produce menos fruta y la que se desarrolla tiene una mayor cantidad de desórdenes fisiológicos.
En cuanto al manejo de estas enfermedades, France recomienda: “Identificar si se está frente a ella, eliminar las fuentes de inóculos que están siempre en los huertos: trozos de madera infectadas o plantas muertas. Y, por último, evitar las heridas en los periodos de vuelo de inóculos, que se relacionan con las lluvias. Quizás la excepción es Lasiodiplodia, que tiene períodos de vuelo en pleno verano y sin lluvias”.
Relacionado a las podas, France recomienda proteger la zona de los cortes con pastas químicas o biológicas, o usar los “tira-savias” en variedades siempre verde. También es necesario realizar la poda sanitaria para eliminar las ramas enfermas y que estas se deben eliminar, enterrar o compostar.
Las podas normales hay que protegerlas con el uso de pinturas o pastas convencionales o biológicas, complementadas con pulverizaciones para proteger la herida. “En climas calurosos, con plantas siempre verdes, los cortes lloran savia y al ocurrir esto sacan las pinturas o pastas, entonces, igual son colonizados por patógenos”, explica el experto y añade que, en estos lugares, la opción es el uso de tira-savias. “Esto no ocurre con plantas en receso, con frío invernal, que solo son tratadas con pinturas o pulverizaciones”, subraya y agrega que, en plantas en macetas que están siempre verdes, se puede hacer un tratamiento de pre-poda, realizando aplicaciones de fosfitos al follaje y fungicidas sistémicos vía riego.
ENFERMEDADES FOLIARES
Este es un grupo de patógenos que afectan la parte aérea de la planta. Si bien es difícil que estas maten un huerto, sí causan condiciones debilitantes. Afectan hojas, brotes, peciolos, pedúnculos y tallos nuevos, es decir toda la parte verde de la planta; y los principales síntomas son pústulas necróticas que disminuyen el área foliar, afectando directamente la fotosíntesis de la planta. En algunos casos, esta se defiende eliminando la hoja enferma, pero no siempre ocurre eso.
“En general, son enfermedades que debilitan la planta y afectan la producción y calidad de la fruta. Son relativamente fáciles de identificar porque son visibles a través de la hoja. Su control se logra con productos de contacto y sistémicos. Son fáciles de confundir también con algún estrés abiótico: heladas, daños por fertilizantes o agroquímicos”, explica el fitopatólogo.
En el caso de las pústulas necróticas, ocasionada por Alternaria sp., de especial incidencia en Perú y México, y algo menos en Argentina, se pueden confundir con aquellas producidas por productos químicos aplicados en zonas con altas temperaturas. La característica principal es que las manchas provocadas por Alternaria tienen bordes bien definidos, delimitadas por un borde color púrpura. En el centro de la lesión se producen las estructuras reproductivas. “Dependiendo de las variedades, las manchas pueden ser bastante grandes y, a ese nivel de daño, la planta autoelimina hojas como un mecanismo de defensa”, sostiene France.
Parecida a la anterior está la Antracnosis producida por Gloescercospora, Colletotrichum y Gloeosporium, ocasionando daños importantes en huertos de Argentina y Florida, EE UU. En caso de Colletotrichun, al centro de la lesión se ve como una especie de erizos, identificables con una lupa de bolsillo. Sin embargo, no es posible diferenciar Gloecercospora ni Gloesporium sin un microscopio.
El tizón bacteriano (Pseudomonas syringae), es una bacteria que crece en lugares húmedos con precipitaciones y temperaturas más bien bajas, de ahí su especial incidencia en el sur de Chile o las alturas de Huaraz en Perú o Popayán en Colombia. En la hoja produce el desprendimiento de la epidermis por el envés de la hoja y cuando eso ocurre se necrosa el mesófilo de la hoja. Por el lado superior de la hoja, parecerá una hoja normal. Estos daños pueden ser en algunas ocasiones bastante severos. “Lamentablemente, no existen muchas opciones para controlar esta bacteria. Cuando la bacteria ya se vuelve sistémica se tiene que usar antibióticos, pero el problema es que no se tienen registros en arándanos”, explica.
La Roya (Naohidemyces vaccinii) es una enfermedad que se disemina con mucha facilidad en Perú, Colombia, México, Argentina y el sur de Florida. Las pústulas que aparecen en el envés de la hoja tienen un tono amarillo, producto de la acumulación de esporas. Cuando hay muchas pústulas creciendo juntas, se produce una necrosis de la hoja. Es extremadamente agresiva, muy fácil de diseminar por el viento y por plantas enfermas. Se producen numerosas pústulas foliares necróticas con enormes cantidades de esporas en su interior. Cuando la hoja está muy lesionada, la planta se autodesfolia como mecanismo de defensa, para que no siga avanzando, pero el problema es si esa hoja permanece en el piso, este último se convierte en fuente principal de inóculos. La pérdida de hojas origina una pérdida de vigor, lo que afecta la producción y longevidad. Las plantas envejecen, disminuyendo su rendimiento y la calidad de la fruta.
Las condiciones óptimas para que se desarrolle la enfermedad son los rocíos o neblinas matinales y una temperatura de 20°C. Así, los huertos que están cerca a la costa, en Perú, por ejemplo, tienen mayor potencial de desarrollar la enfermedad o que ésta se desarrolle con mayor intensidad. Andrés France explica que esta roya se caracteriza por ser macrocíclica (con cinco estados esporíferos: uredospora, telioespora, basidioespora, picnioespora y aecidioespora) y heteroica (para completar su ciclo necesita de dos huéspedes: en los arándanos produce su fase asexuada y la fase sexuada en una especie alternante que es Tsuga). En México, Perú y Argentina no está reportada la fase sexuada y quizá no se vaya a producir nunca por cuestiones de clima y porque falta el huésped alternante.
Parecido al anterior es el Oídio (Microsphaera vaccinii), también conocida como Erysiphe vaccinii, que tiene una incidencia muy importante en Perú. Sobre la secuencia de los síntomas, inicialmente, en la parte superior de la hoja se ve una coloración clorótica y por el envés se ven lesiones acuosas, tipo reticuladas, que posteriormente pueden tomar un aspecto de grasilla, con tonos petróleo, que pasarán a rojizos y púrpuras.
En la parte superior se ve la típica coloración blanquecina, producida por una cadena de esporas o conidias. Cuando se llega a ese nivel de daño, los productos de control prácticamente no funcionan. “En teoría, es muy fácil de controlar porque toda la estructura del hongo está sobre la superficie de la hoja. Solo un 5% de la parte viva está inserta en las células epidermales, que es de donde se alimenta. Pero si es muy intenso el problema, ese conjunto de conidias repele el agua, por tanto, también el producto que estamos aplicando. No hay que llegar a esos extremos para hacer el control, de lo contrario será muy difícil”, refiere el experto.
Para France, es importante realizar un control temprano, porque tiene una aparición explosiva desde los primeros síntomas hasta que la planta luce muy dañada. No toma 20 días como en el caso de la Roya, sino dos o tres días para completar un ciclo. “Además, es muy fácil de diseminar a través del viento. Produce grandes cantidades de esporas y russet de hojas, afectando el área foliar, fotosíntesis y acumulación de carbohidratos. La fruta disminuye en cantidad y calidad. Es un patógeno de ciclos cortos que obliga a hacer aplicaciones de manera recurrente”, explica.
A nivel mundial, el Perú es el país donde más fuerte se observan los síntomas. En su ciclo biológico y en verano, el viento desplaza las conidias que aterrizan sobre hojas nuevas. “Cuando comienza a hacer frío, ya no se forman las típicas empalizadas de conidias, sino que el micelio empieza a agregarse a sí mismo y forma los chasmotecios, que son estructuras esféricas que se producen durante el invierno, con un menor requerimiento de temperatura y, por tanto, la enfermedad parte más temprano. Entonces, si uno ve la presencia de chasmotecios tiene que saber que la enfermedad va a partir antes de lo normal y requerirá controles anticipados. Esto corresponde a la fase sexuada del hongo”, explica.
Tanto la roya como el oídio se manejan en conjunto, previniendo el ingreso de la enfermedad al huerto, a través de cuarentenas de plantas nuevas; incluso, el fitopatólogo recomienda restringir el movimiento de personal desde los lugares enfermos a lugares sanos. Además, debe realizarse un monitoreo temprano, usando plantas centinelas sobrefertilizadas con nitrógeno, de manera que sean más susceptibles a desarrollar la enfermedad. Con eso se puede marcar el inicio del programa de control, con el uso de fungicidas como carboximidas, estrobilurinas, triazoles, y fungicidas de multisitios. Asimismo, se puede realizar un control biológico con Bacillus subtilis. Las aplicaciones se realizan con equipos de nebulización, cuyas boquillas deben ser de cono hueco con gotas finas (150 micrones), para que vaya envolviendo, porque la mayor concentración se da en el envés de la hoja. También son útiles el uso de boquillas invertidas y alta presión para lograr la penetración en plantaciones densas, remarca el especialista.
ENFERMEDADES DE LA FRUTA
Hay hongos que se desarrollan en la fruta pero pueden entrar en la flor como Botrytis cinerea, Colletotrichum acutatum, Phomopsis vaccinii, Hainesia lythri y Pestalotiopsis clavispora. Mientras que otros se desarrollan en la fruta, como Monilinia vaccinii-corymbosi, Botrytis cinerea, Alternaria spp., Aspergilus niger, Cladosporium herbareum, Penicillium expansum, Stemphylium botryosum.
En el caso de Monilinia (Monilinia vaccinii-corymbosi), en América Latina no está diseminado, pero no existe impedimento para que ingrese, porque existen los huéspedes y tipos de clima que la favorecen, según refiere France. Monilinia produce el momificado de las bayas, y lo único que detiene su desarrollo es el frío. “Si bien las bayas se observan aparentemente sanas, están infectadas y, tan pronto salen del frío, se verá el deterioro en la fruta que se exporta”, sostiene el investigador del INIA Chile.
Algo similar ocurre con Actracnosis (Colletotrichum acutatum), que también puede afectar desde la cuaja hacia adelante y manifestarse cuando el fruto esté en su punto de madurez comercial, con suficiente azúcar para que se desarrolle. También se produce deshidratado de frutas y, habiendo humedad, el hongo rompe la cutícula y aflora con las gotitas que están cargadas de esporas, que caracterizan la enfermedad. Estas gotas escurren de una fruta enferma a una sana, manchando el resto, y terminan inutilizando un clamshell completo de fruta.
La muerte regresiva (Phomopsis vaccinii) es parecida al anterior pero más sutil, no son tan llamativa las esporas. Principalmente, deshidrata la fruta, tanto en terreno como en poscosecha. “En terreno, los deshidrata cuando tenemos un problema de Phomopsis en los tallos. En fruto, ocasionalmente, produce las pústulas necróticas”, precisa el experto.
La Pestalotiopsis es un hongo de madera que puede afectar la flor y producir necrosis. Comúnmente se la confunde con Botrytis, pero Pestalotia produce acérvulos que Botrytis no produce.
ENFERMEDADES POSCOSECHA
La más importante es Botrytis, seguido en importancia por Alternaria y una serie de hongos ya mencionados como Penicillum, Phomopsis, Hainesia, Aspergillus, Colletotrichum, Rhizopus y un grupo de levaduras.
Botrytis es importante porque ataca de forma temprana, ya que es un patógeno que puede atizonar y destruir toda la flor, si las condiciones lo permiten y no hay un control apropiado de manejo.
Es un patógeno frecuente en toda América, con una mayor incidencia en lugares donde se presentan lluvias y neblinas. Tiene una alta incidencia durante la floración y la madurez de la fruta. “Esta enfermedad representa un serio problema en variedades que les cuesta desprenderse de los restos florales, por lo que no es recomendable tenerlas. Además, causa desprendimiento de epidermis y pudrición en frutos. No existe la Botrytis endógena en arándanos, pues la pudrición no viene del centro del fruto; sino desde la periferia al centro. Hay que tener en cuenta que los restos de florales y frutos son reservorios constantes de inóculo”, explica.
En cuanto a los tejidos susceptibles, puede afectar a toda la parte aérea, pero tiene su preferencia. El principal es la flor, luego le siguen los frutos maduros, restos florales (el hongo puede seguir creciendo en tejidos muertos), en tallos de la temporada, hojas suculentas –sobre todo, en vivero-, y en las plantas nuevas. Todo ello puede transformarse en reservorios de inóculos. Los principales reservorios de inóculos están en el huerto, sobre todo cuando no se ha cosechado toda la fruta y queda pudriéndose. Esta enfermedad resiste el invierno y las condiciones adversas e incluso la falta de nutrientes al formar la estructura de resistencia llamada esclerocio.
Para germinar requiere de agua libre y eso lo tiene a partir de lluvias y neblinas. No importa la cantidad de agua sino el número de horas en que el follaje permanecerá mojado. Botrytis necesita de unas 14 a 15 horas para iniciar su germinación. Por eso, es importante controlar las horas en que el follaje estará mojado, es decir ver desde que empezó a llover hasta que el follaje se seca, especialmente, en los tejidos que el hongo quiere parasitar y quiere alimentarse, como es la flor y el fruto.
La flor del arándano es campanulada y casi cerrada, en cuyo interior están los nectarios y, por tanto, en el interior de la flor se mantiene una condición de humedad prácticamente permanente. Entonces, las esporas que logran ingresar al interior de la flor se van a encontrar con una piscina de nutrientes, lo que hace que las condiciones favorables estén siempre presentes en el interior de la flor. En las variedades que no desprenden con facilidad los restos florales, desarrollan lo que se conoce como la pudrición parda del fruto, que se caracteriza porque la epidermis se desprende con facilidad.
Para el manejo de Botrytis y, en general, de las enfermedades de fruta se debe tener en cuenta que el control se realiza durante toda la floración, por un tema de susceptibilidad. Además, habrá que favorecer la presencia de las abejas o polinizantes. Esto es importante en zonas de desierto donde no existen comunidades de insectos que visiten las flores. “La abeja o el abejorro son importantes porque son la única forma de retirar el néctar de la flor. En lugares desérticos se necesita de muchas abejas, en cambio en lugares con vegetación alrededor del huerto existen insectos de manera natural, incluso, aves como colibrí o picaflores que ayudan a retirar el néctar. De esa forma, reducimos las condiciones para el desarrollo de Botrytis y otros hongos de flores”, apunta.
En el caso del control durante la madurez de la fruta, lo importante es rotar productos para prevenir resistencia, de acuerdo a códigos FRAC; de lo contrario, los productos pierden efectividad y dejan de ser funcionales. También se deben usar productos orgánicos, biológicos y extractos de planta, como manejo anti resistencia y para disminuir residuos de síntesis química.
Como estrategia se recomienda el diseño de una matriz de control, donde figure la época del año, el estado de desarrollo, las enfermedades presentes en el huerto, y las opciones de fungicidas para cada uno de estos patógenos. “La idea es que los controles se realicen de acuerdo a estados fenológicos, que normalmente coinciden con los vuelos de inóculos y presión de la enfermedad, salvo Botrytis que se mueve bajo otros factores”, finaliza.