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Quince meses para construir la calidad final de la cereza

El canadiense Dr. Matthew Whiting, investigador de la Washington State University (EEUU), es uno de los principales expertos mundiales en el cultivo del cerezo. En su charla durante la pasada Conferencia Redagrícola, compartió gran cantidad de información relativa a, lo que denomina, “la construcción de la calidad final de la cereza”. El proceso para lograr cosechar cerezas de la mejor calidad demora 15 meses y se divide en dos fases principales, separadas por el receso de invierno. Whiting explica este proceso, señala los puntos críticos y describe las relaciones que inciden en la variabilidad de la calidad de la fruta.

23 de Agosto 2019 Equipo Redagrícola
Quince meses para construir la calidad final de la cereza

Dr. Matthew Whiting, Washington State University (EEUU).

Whiting explica por qué es pertinente hablar de ‘construir’ mejores cerezas: “Defino que la calidad de las cerezas se construye porque el proceso es muy parecido a construir una casa, en el sentido de que ambas están constituidas por muchos diferentes componentes y las casas, así como en las cerezas, pueden ser bonitas, pequeñas, grandes, firmes, etc.”

Según el experto, para cultivar cerezas de excelente calidad se debe comenzar por entender cómo están construidas las cerezas y cuáles son las unidades o bloques que constituyen la calidad de la fruta. “Por qué algunas cerezas son grandes, porqué otras son pequeñas, porqué una firmes y otras blandas… Pero además, en ese contexto, explicaré cuáles son los fundamentos de un huerto eficiente”. Para esto, el investigador considera clave comprender cuándo ocurren los procesos más importantes y qué se puede hacer para incidir en ellos.

“Cuando los productores conocen los fundamentos fisiológicos clave del cultivo, están en condiciones de comprender los procesos y de manejar la calidad de la fruta. Es así que mucho de lo que voy a mostrar corresponde a fundamentos fisiológicos que deben manejar para lograr el objetivo de cosechar fruta de buena calidad”, dice Whiting.     

El ciclo de 15 meses de la cereza antes de la cosecha de cereza.
Foto 1.

En el diagrama que representa los 15 meses de desarrollo de la cereza, Whiting diferencia dos fases principales en el desarrollo de la fruta. La primera fase ocurre el año previo a la cosecha, antes del receso de invierno, y corresponde a la etapa de inducción y diferenciación floral. Etapa que, según el investigador, por lo general se descuida. La primera fase es la de inducción floral y es el proceso mediante el cual las yemas de los frutales, originalmente vegetativas, sufren cambios metabólicos para transformarse en yemas florales. La inducción floral es seguida por la diferenciación floral, cual es la manifestación externa de este proceso (cambio morfológico).

Las yemas para el siguiente año se forman por lo general en las axilas de las hojas. Lo que ocurre en dardos, en la base de brotes de un año, yemas que luego pasan a diferenciarse y a iniciarse. “Eso corresponde a la primera fase, pero esta es una etapa que muy frecuentemente se pasa por alto en lo que respecta a la calidad de fruta”, advierte el investigador. En tanto que la segunda etapa, con la que en general están más familiarizados los productores, va desde floración -luego del receso- pasando por polinización, fertilización, desarrollo de fruto, crecimiento del fruto, para terminar en la cosecha.

ETAPA 1: INDUCCIÓN Y DIFERENCIACIÓN FLORAL

¿Qué sabemos sobre la etapa 1? Apunta Whiting que en esta fase ya se están estableciendo las bases de la cosecha del siguiente año. “Sabemos que las flores son inducidas el año anterior a la temporada de la fertilización y crecimiento del fruto. Sabemos que la inducción floral es el primer paso en el desarrollo del fruto y que puede ser influenciada por diferentes factores, entre los que se incluye la luz, el balance interno de reguladores de crecimiento del árbol, pero que además incluye otros factores, muchos de los cuales no alcanzamos a comprender del todo. Lo importante aquí es entender que los productores pueden manipular estos procesos y los pueden influenciar. Pueden cambiar lo que hacen o lo que han hecho para afectar la inducción floral según lo que les convenga”.  Por esto, es importante saber cuándo y cómo ocurre.

Foto 2.
Foto 3.

Cuando se observa fruta en el árbol, debemos saber que ya las yemas axilares se están formando para el año siguiente. Entonces, hay un período de tiempo, que puede ser de 6 o 7 semanas, en que simultáneamente se juega dos cosechas en el árbol. En la Universidad de Washington, “nos interesamos en saber más sobre la iniciación e inducción de las yemas, por lo que extractamos algunas para examinarlas en el microscopio de modo de entender cómo son realmente estas yemas. En sus primeras etapas no se ven como flores, pero son el primer paso para convertirse en flores. Esto es la inducción de la yema floral”, señala el investigador.

El momento en que fueron tomadas las fotos equivalen a alrededor de noviembre del hemisferio sur (foto 2). Las yemas de arriba corresponde a la variedad Chelan, en tanto que las de abajo a Bing, con intervalos de casi quince días entre ellas durante la temporada. “Si lo vemos con más detalle, en los diferentes momentos de su desarrollo, se puede apreciar la progresión de las yemas florales hasta cuando se comienza a ver la formación de distintas partes de la flor”, explica el experto.

“Al comparar la evolución de las yemas de diferentes cultivares, descubrimos que las distintas partes de sus flores se van ‘construyendo’ en tiempos diferentes”. Por esto, afirma Whiting, “comenzamos a estudiar -en las diferentes variedades- el ‘timing’ de iniciación de flores, para determinar cuándo se formaba cada uno de los órganos. Recolectamos dardos para observar yemas en la etapa de la foto 2, lo que corresponde a alrededor de dos meses después de cosecha. Todas las muestras de la foto fueron tomadas en la misma localidad y todas las yemas fueron recolectadas en la misma fecha para analizar la etapa de desarrollo”.

En la foto 3 se observan tres flores en una yema, en el caso de Chelan. “Las tres están cerradas, con todas sus partes cubiertas por los sépalos. En tanto que en el caso de la variedad tardía Sweetheart, se puede ver dos flores, pero que recién han comenzado a formar sus sépalos”. Recuerda el científico que todas las especies de la familia Rosaceae presentan flores con cinco sépalos y cinco pétalos. “Acá tenemos la primera evidencia de que el tiempo de formación de los órganos de las flores se relaciona con el momento de la cosecha de la fruta. Es así que las flores de Chelan están mucho más avanzadas en su desarrollo que las flores de Sweetheart, ya que esta última es de cosecha mucho más tardía que la anterior”.

Tabla 1. Efecto de tratamientos con GA3 realizados el año anterior a la cosecha en la variedad Bing.

Para continuar observando el desarrollo de los órganos de estas yemas a lo largo del año, debieron remover porciones de la parte superior de las yemas, de modo de ver las estructuras importantes. “Pudimos apreciar cómo se comenzaba a formar el pistilo hacia finales del verano o temprano en el otoño. Ya cerca del invierno pudimos ver que se formaba la superficie estigmática del pistilo y en paralelo la formación del polen en los estambres. Es así que todas esas partes de las flores del siguiente año ya están formadas. Si van a sus huertos en junio (en Chile), esas yemas ya estarán ahí con su pistilo formado, los estambres formados, el polen ya está allí y los óvulos ya están ahí. Por lo que en gran medida ya está jugado el potencial de calidad de la fruta”, determina Whiting.

“Lo que hemos aprendido en nuestras investigaciones es que la inducción e iniciación floral ocurre antes de cosecha. Pero no hay tanta diferencia entre variedades respecto a cuándo se forman esas yemas florales. Sin embargo, encontramos grandes variaciones respecto de cuándo se forman los diferentes órganos de las flores según variedad. Todo indica que hay una gran relación entre el momento de cosecha de la fruta y el tiempo de iniciación de esos importantes elementos de las flores”, indica el investigador.

¿POR QUÉ SE FORMAN FRUTOS DOBLES?

Un problema que compartimos con el estado de Washington, al menos en las zonas productivas más cálidas de Chile, cercanas a Santiago, son los frutos dobles o policárpicos. “En las yemas se pueden observar dobles pistilos… Encontramos que esas yemas en formación son sensibles a altas temperaturas entre la semana cuatro y siete después de cosecha. Es interesante que la formación de esos pistilos se relacione con el momento de cosecha de la fruta. Consistentemente, ya sea en Chelan o en Bing, en entre cuatro y siete semanas después de cosecha es cuando los pistilos se comienzan a formar y es cuando son sensibles a las altas temperaturas. La mayor susceptibilidad se da cuando la temperatura ambiente alcanza los 95 ºF (35ºC)”, señala Whiting.

Para mitigar la formación de frutos dobles, el especialista apunta como método más efectivo, a la aspersión de agua por sobre la copa de los árboles (overhead irrigation), de modo de bajar la temperatura del huerto y por esa vía reducir la aparición de frutos dobles. Sin embargo, la aplicación de agua mediante microaspersión o a través de aspersores más grandes, pero bajo la copa de los árboles, no tendría el mismo efecto. “Incluso, la aplicación de agua bajo los árboles ha demostrado empeorar el problema y aumentar la aparición de frutos dobles”, advierte el experto.

EFECTO DEL ÁCIDO GIBERÉLICO EN EL MANEJO DE CALIBRE

Según Whiting, la inducción floral y de la iniciación floral ocurre en mayo (HN), con pequeñas diferencias entre variedades y al contar con más datos sobre el momento de formación de esas importantes partes de las flores de la siguiente temporada, probaron el efecto de aplicaciones de ácido giberélico (GA3) durante la primera etapa.

Gráfico 1. Manejo de carga frutal con ácido giberélico (GA3).

“Probamos el efecto del giberélico aplicado en la iniciación floral en cerezos. Es bien sabido que el ácido giberélico reduce la inducción floral cuando se aplica durante el tiempo en que se están formando las yemas de la temporada siguiente. Entonces, quisimos probar el ácido giberélico como herramienta para reducir la densidad de yemas y de flores, con el objetivo final de regular la carga de fruta. O sea, reducir el número de yemas en los dardos ya que frecuentemente tenemos demasiadas, lo que provoca una sobrecarga de fruta”, explica el investigador.

En el gráfico 1 se aprecia la respuesta a las aplicaciones de GA3 relacionando la concentración de GA3 con su efecto en el peso de fruta en gramos y al rendimiento expresado como kilos por árbol. “La calidad expresada como tamaño de fruta muestra una respuesta positiva curva, pero cuando se aplica una concentración de 30 o 40 ppm se obtiene apenas un pequeño beneficio, y solo una leve mejora de calibre cuando se aplican 100 ppm. Sin embargo, cuando se observa el efecto en el rendimiento por árbol, vemos una fuerte respuesta lineal negativa. Es así que observamos reducciones de rendimiento a los 30, a los 40 y una gran caída de rendimiento a los 100 ppm. Los resultados que obtuvimos, en muchos diferentes ensayos, mostraron siempre una muy leve mejora en la calidad de la fruta del siguiente año en base a estas aplicaciones de giberélico. Es así que he visto casos en Washington, en que los productores han aplicado una gran cantidad de ácido giberélico el año anterior y como consecuencia en el año de cosecha han enfrentado una muy baja densidad de flores”, insiste Whiting.

ENSAYOS PARA DETERMINAR SI EL CEREZO ES ALTERNANTE

Tabla 2. Ensayo de alternancia en cerezo.

Estudiaron la posibilidad de que el cerezo sea una especie ‘añera’ o productivamente alternante. “Realizamos un ensayo con tres tratamientos (tabla 2). Los tres tratamientos del primer año correspondieron a sin raleo (control), raleo yemas dejando solo una o dos por dardo y raleo de todas las yemas dejando al árbol totalmente sin fruta. Al segundo año medimos tanto el número de frutos por árbol como el rendimiento. Es así que tuvimos un alto número de frutos por árbol en el tratamiento control y al año siguiente tuvimos incluso más frutos por árbol, alcanzando a casi 29 toneladas por hectárea. En el tratamiento con raleo, en el que dejamos poca fruta en el árbol, tuvimos casi 7 toneladas por hectárea el primer año y un gran incremento de rendimiento al año siguiente (27,7 t/ha). Por su parte, el tratamiento que se dejó sin fruta el primer año, al segundo año presentó gran cantidad de fruta y alto rendimiento (30,4 t/ha)”, explica.

Si se compara el tratamiento control con el sin fruta, vemos que este último tiene un 33% de más fruta, pero que la diferencia de rendimiento es poca (año 2). En tanto que cuando se compara el tratamiento control con el tratamiento con poca fruta, vemos que este último tuvo un 11% más de fruta, pero que presentó un 4% de menor rendimiento. “Podemos observar una muy leve tendencia a la alternancia en el caso del cerezo. Pero, por otro lado, este hábito de la especie dependerá de la variedad, ya que hay algunas variedades más bienales o alternantes que otras”, afirma.

Hay dos componentes de la alternancia, según Whiting. “Uno es el número de yemas florales en los dardos. Pero además sabemos que dentro de esas yemas el número de flores es variable. Pueden haber 1, 2, 3… y hemos visto hasta 9 o 10 flores por yema en algunas variedades”.

Gráfico 2. Número de flores por yema y número de yemas florales por dardo en función de la relación superficie foliar por fruta.

Lo que se observa en el gráfico 2 es bajo rendimiento y cero fruta en el extremo izquierdo y mucha fruta y alta carga al lado derecho de la figura. No se aprecia efecto de la carga de fruta en el número de yemas que se forman, pero sí un leve efecto negativo en el número de flores por yema. Entonces, “si miran el número de yemas por dardo en sus huertos en junio, por ejemplo, no verían diferencia. Tendrían el mismo número de yemas por dardo. Pero si podría haber una leve diferencia en el número de flores por yema. Esos dos son los componentes principales que configuran esta leve tendencia a la alternancia de los cerezos, por ejemplo, en este caso, de la variedad Bing”, determina Whiting.

Que la inducción e iniciación floral y la diferenciación de órganos ocurra en la temporada anterior a la floración y crecimiento de la fruta, es importante porque, como se dijo, se observan variaciones en la diferenciación de órganos entre variedades, pero también es importante porque el 50% de las células de la fruta que se cosecha al año siguiente ya están en las flores en formación dentro de las yemas. Es así que la mitad de las células que determinarán el calibre de la fruta ya están presentes en la primera etapa, por lo que es una etapa realmente importante en lo relativo a la calidad final de la fruta.

“A nosotros como investigadores, esto nos generó dos preguntas importantes de responder. ¿Hasta qué punto el potencial de calidad de la fruta está limitado o controlado por este primer período de seis meses? Desde la inducción floral pasando por la construcción de los órganos de las flores hasta entrar en la dormancia en invierno. Necesitamos saber más sobre cómo podemos influenciar ese proceso. Y, ¿cómo podemos lograr dos yemas en cada dardo?

ETAPA 2: FERTILIZACIÓN Y CRECIMIENTO DEL FRUTO

Los bloques de construcción o ladrillos que constituyen la calidad de las cerezas son los carbohidratos o azúcares simples. En su formación o creación de estos recursos incide la relación fuente/sumidero o ratio entre la superficie de hojas y la cantidad de fruta. Las hojas producen carbohidratos a través de la fotosíntesis, cuando el follaje está activo, y estas moléculas van a los puntos de crecimiento (o sumidero). En un momento dado, luego de la cosecha, los puntos de crecimiento corresponden a las raíces, el tronco, las ramas y almacenaje de reservas para el siguiente año.

La segunda fase es también muy importante y esta va desde el desarrollo final de las flores, floración, división celular, expansión celular y cosecha. “Todo eso ocurre en base a las reservas de carbohidratos del año previo, antes de que la fotosíntesis empuje los nuevos crecimientos. Es importante entender las etapas clave de desarrollo, como son polinización, fertilización, cuaja, división celular en la fruta y expansión celular. Sobre esto, un primer mensaje importante es que existe mucha competencia en los árboles de cerezo por esos carbohidratos”, señala el investigador.

Gráfico 3. Competencia por carbohidratos.
Gráfico 4. Efecto de la aplicación de Prohexadiona calcio junto a los isómeros de GA (GA3 y GA4/7) solos o en combinación a 30 días (primera aplicación, PA) y 37 días (segunda aplicación, SA) de la antesis en la distribución de tamaño de la fruta de cerezo Bing (2009).
Gráfico 5.

Básicamente los carbohidratos provienen de una fuente limitada por lo que entender cómo estos se reparten entre los diferentes puntos de crecimiento es importante. El gráfico 3 es un ejemplo de eso. En él se aprecia el comportamiento de árboles con cero fruta, árboles con poca fruta y árboles con una gran cantidad de fruta. Se puede observar cómo el crecimiento de los brotes es afectado por el número de frutos, de modo de que a mayor número de frutos provoca un menor crecimiento de los brotes. Esto porque, como se estableció, la fruta disputa los carbohidratos con el crecimiento de los nuevos brotes.

En el gráfico 4 el investigador presenta un ejemplo de lo que han intentado para manipular esas relaciones. “Sabemos que los brotes también crecen cuando la fruta está creciendo, en lo que es un período de gran competencia por carbohidratos. Entonces, qué pasaría si por un período corto disminuimos la competencia por fotoasimilados, deteniendo el crecimiento de brotes, de modo de desviar recursos al crecimiento de frutos. Existen herramientas para lograr ese objetivo. En este caso, aplicamos un fitoregulador inhibidor de las geberelinas, Prohexadiona calcio (Regalis®), de modo de reducir el crecimiento vegetativo, pero aplicado en combinación con isómeros de ácido giberélico (GA3 y GA4/7). Medimos del porcentaje de fruta de 28 mm o más grande, que en el control era el 19%, en tanto que con nuestros mejores tratamientos logramos incrementar ese porcentaje hasta cerca del 80% (PCa+GA3 PA y PCa+GA3 SA). El principal mensaje que deja esta experiencia es que sabiendo cómo crecen los órganos de los árboles, cuándo crecen y conociendo las competencias por recursos, es posible manipular esos procesos”, destaca Whiting.

“Tomamos los datos de tres diferentes ramas en las que se analizaron individualmente más de 6.000 cerezas en cuanto a tamaño, firmeza, color, dulzor, etc. En el gráfico se muestran los resultados respecto de dulzor (Sólidos Solubles), también desde la base a la punta de la rama. Es una buen ejemplo de variabilidad ya que tenemos cerezas con menos de 10ºbrix a cerezas con más de 20ºbrix, pero no todo se puede explicar como efecto de la posición”.

Dada la importancia de la comprender las relaciones fuente – sumidero, en la Universidad de Washibgton hace ya cerca de casi 20 años que buscan medir la fotosíntesis completa de los árboles de cerezo. O sea, cuántos carbohidratos es capaz de general un árbol en un día, en una semana o en la temporada. “Para eso desarrollamos cámaras herméticas capaces de medir el intercambio gaseoso de un árbol completo. Es decir, medimos la disponibilidad total de carbohidratos, que –como dijimos-, son las unidades constructivas de todas las diferentes partes del árbol”, explica el experto.    

“Lo estudiamos en árboles con fruta y en árboles sin fruta (tres niveles de carga) y no encontramos diferencias en la cantidad de carbohidratos totales producidos medidos en gramos por árbol. En el gráfico 5, una de las líneas representa un árbol sin fruta y otra un árbol con casi 10.000 frutos, y no se aprecian diferencias en la producción de carbohidratos totales. Esto que establece claramente que los árboles de cerezo no pueden generar más carbohidratos aun cuando la demanda se incremente. Eso es importante porque otras especies cultivadas sí pueden”, dice Whiting. Por ejemplo, el manzano puede. Si en manzano un árbol tiene 20 frutas y otro tiene 100 frutas, este último generará más recursos que el primero para apoyar esa mayor cantidad de fruta. Sin embargo, el cerezo no puede. 

Entonces, “si no se puede aumentar la oferta bruta de carbohidratos, que son recursos limitados, deberemos balancear la demanda para lograr aumentar la calidad de la fruta. Es decir, necesitamos manipular los puntos de demanda de recursos. El crecimiento de brotes o de las frutas y una de las herramientas para incidir en esa relación es el manejo de carga (como explicó el año pasado)”.

USO DE MATERIALES REFLACTANTES PARA AUMENTAR LA LUMINOSIDAD

Una de las mejores herramientas para incrementar y maximizar la producción de carbohidratos es lograr huertos de alta eficiencia. Es decir, que maximicen la utilización de la luz para aportar a los puntos de crecimiento. Whiting se refiere a los sistemas de conducción: “Cómo se poda y cómo se manipula los puntos de crecimiento para maximizar el uso de la mayor cantidad de luz posible, ya que la intercepción y distribución de la luz en la copa de los árboles es de fundamental importancia”.

Foto 4. Cámaras herméticas para medir el intercambio gaseoso de un árbol completo.
Fotos 5. Formas de aumentar la oferta de carbohidratos incrementado la luz.
Fotos 6
Gráfico 6. Resultado productivos del segundo año de ensayo en la variedad Sweetheart sobre portainjerto Mazzard.

Existen diferentes maneras de conducir y podar un árbol en vistas a maximizar la intercepción y distribución de luz. Ya que la luz es la que provee todos los carbohidratos de que se dispondrá para el crecimiento vegetativo y de la fruta. En tanto que otra clave para manipular la relación fuente sumidero, como mostró Whiting el año pasado, es el manejo de la carga frutal.

Sin embargo, Matthew Whiting afirma que también es posible manipular la oferta de carbohidratos en vez de solo gestionar la demanda en base a raleo o inhibidores de giberélico. En la foto 5 (pag. 29) el investigador ofrece un ejemplo de cómo se puede aumentar la luminosidad de un huerto para mejorar la oferta de fotoasimilados. Consiste en cubrir el suelo de las entrehileras de los huertos con films plásticos reflectantes. Técnica que recupera parte de lo que se llama luz perdida o no utilizada, que incide en el suelo del huerto y solo genera calor, para devolverla al follaje de los árboles.   

En la Universidad de Washington probaron este método por dos temporadas en un huerto de la variedad Sweetheart. En el gráfico 6 se presentan los resultados obtenidos el segundo año de ensayos por lo que el año anterior los árboles ya habían contado con el suplemento lumínico. “Podemos ver el rendimiento del huerto y la calidad de la fruta del segundo año (gráfico 6). Encontramos que mejoró la relación de luz y que mejoró la capacidad de carga de los árboles para soportar más fruta. Capturando la luz perdida y devolviéndola a los árboles obtuvimos resultados muy buenos. 36 toneladas por hectárea utilizando el material reflectante versus 26,6 toneladas en el tratamiento control, con suelo descubierto. Obtuvimos un beneficio de 10 toneladas por hectárea al aumentar la oferta de luz, considerando que la poda, el riego y la fertilización fue la misma durante los dos años. Esta mayor productividad sería inútil si el calibre de la fruta hubiera sido pequeño, pero en el gráfico también se puede ver que la incidencia del tratamiento que recupera luz en la calidad, es también positiva. Entonces, logramos aumentar tanto el rendimiento como la distribución de calibre de la fruta”, destaca el especialista.       

CALIDAD POTENCIAL DE LA FRUTA

El potencial de calidad de la fruta se va construyendo por peldaños desde la inducción de la yema floral, pasando por el desarrollo de la yema floral, la floración, la polinización, cuaja, crecimiento de la fruta, raleo de la fruta, hasta llegar a la cosecha. “Cuando pensamos en todos esos peldaños hasta llegar a la calidad de la fruta, hacemos dos presunciones. La primera es que el potencial de calidad de la fruta varía entre yemas, entre flores y entre frutos. Es decir, que no todas las yemas dan lo mismo o no todos las flores son iguales y no con cualquier yema o flor se logra una cereza de 32 mm. Pero también asumimos que en algún punto perdemos potencial de calidad. O sea, por qué cosechamos una cereza de 32 mm si la fruta tenía la capacidad de crecer hasta los 36 mm”, se pregunta.

Gráfico 7.
Gráfico 8.
Gráfico 9.

Si bien en este asunto reconoce tener más preguntas que respuestas, igualmente considera interesante analizarlo. Un aspecto que incide es el momento de floración. “Es un proceso en el tiempo en que abre la primera flor, abre la segunda, abre la tercera y así sucesivamente, por lo general de abajo hacia arriba en el árbol. Dependiendo de la temporada ocurrirá más rápido, en una semana, o más lento, dos semanas, por ejemplo. Esto será muy dependiente de la acumulación de frío y de cómo fue el período de dormancia. Como sabemos es que hay flores que se abren al principio y flores que se abren al final del período de floración, nos preguntamos qué tan diferentes eran estas flores entre ellas”.

Otro asunto que consideraron, fue la jerarquía de cada una de las flores. Muchas veces no se piensa en eso en el caso de las cerezas, aunque sea obvio en peras y en manzanas, especies frutales que tienen estructuras con diferentes tipos de flores. ¿Existe una jerarquía de ese tipo entre las flores en cerezos? Desde ya las flores pueden estar abajo o arriba del árbol o al comienzo, a la mitad o al final de la rama. También hay, según el experto, distintas composiciones de yemas florales en los dardos, en las que se encuentran diferentes números de flores: 1, 2, 3 o 4.

Todos estos aspecto, entre otros, incidirán en la calidad final de la fruta, pero lo importante es saber que la calidad de la fruta es variable. “Lo que vemos en el gráfico 7 son tres árboles de Bing a los que se han sacado cada uno de los frutos para el análisis. En este caso diámetro medido en milímetros. En cada árbol encontramos algo de fruta de 20 a 22 mm, un promedio de cerca de 27 mm, hasta llegar hasta fruta de 30 mm. Un muy amplio rango. La mayoría del tiempo, cuando los productores hablan de calidad en cerezas, hablan sobre promedios. Considerar los promedios está bien, pero no entregan información sobre la composición del rango. Comenzamos a estudiar este fenómeno porque queríamos entender, en base a los parámetros que recién enunciamos, por qué una determinada fruta es de 24 mm y no de 30 mm. Sin embargo, hicimos lo mismo respecto de firmeza y encontramos aun más variabilidad en firmeza entre la fruta de los tres árboles. Rangos que van desde menos de 200 g/mm a más de 400 g/mm”, dice.

“El del gráfico 9 (pag. 31) es un ejemplo de lo que vemos cuando analizamos cada fruta individual en una rama vertical en el caso de un sistema de conducción UFO, desde la base de la rama hasta la punta, pasando por todos los racimos de fruta. Lo que se ve en este caso es que no hay efecto de la posición en lo que respecta al diámetro de la fruta”, señala Whiting.

“Hemos investigado mucho acerca del momento de floración, incluso marcando cada flor en el momento en que se abre, para luego recoger individualmente cada fruto marcado. Así sabemos cuándo se abrió cada flor, cuándo se polinizó, etc. Comparamos árboles raleados con árboles sin ralear de la variedad Sweetheart. En el gráfico 10, la figura de la izquierda muestra árboles raleados y la de la derecha árboles no raleados. Se puede ver que hay entre 10 y 11 días de diferencia entre las primeras flores y las últimas. Para cada fecha del período se puede observar un enorme rango de peso de los frutos. Vemos fechas en que el rango de peso de la fruta proveniente de flores abiertas el mismo día va desde 6 g (20 mm) hasta 18 g (fruta de 36 mm)”, señala el investigador. En los gráficos no se aprecia una gran incidencia en la fecha de floración en cuanto a la calidad de la fruta, salvo porque en el gráfico de la derecha, que muestra árboles con alta carga, presenta una leve tendencia negativa. A diferencia de los árboles raleados.

Gráfico 11. Role of timing of anthesis – Rainier.
Gráfico 11. Role of timing of anthesis – Rainier.

“Estudiamos el mismo aspecto en Rainier, en Washington, y encontramos una mucho más clara relación entre el día de floración y el calibre de la fruta (gráfico 11). En el sentido de que la última flor en abrir fue la que aportó la fruta de menor calidad, en tanto que de la primera flor en abrir se obtuvo la fruta de mejor calidad. Esto lo hemos visto en situaciones de huertos con carga frutal balanceada, en tanto que cuando el huerto está sobrecargado, la relación no es tan buena”, explica.

Así mismo midieron el tamaño de la fruta en relación al número de cerezas por racimo en seis diferentes variedades. Es decir, el calibre que alcanza la fruta cuando esta se encuentra sola o forma grupos de dos, tres o cuatro cerezas (de una yema). En este caso encontraron una relación negativa entre el tamaño de la fruta y el número de cerezas por racimo. O sea que la fruta tiende a ser más grande cuando proviene de una yema con una o dos flores, que cuando la yema tiene tres o cuatro flores. “Todo esto es aun solo información ya que todavía falta resolver cómo lograr tener solo dos flores por cada yema o cómo conseguir el dardo perfecto con dos yemas florales y dos flores en cada yema, de modo de maximizar el potencial de calidad”. Sin embargo, es algo en que en la actualidad ya están trabajando.

El proceso para lograr cosechar cerezas de la mejor calidad demora 15 meses y se divide en dos fases principales. Si bien sabemos cada vez más sobre cuáles son y cuándo ocurren los momentos críticos que incidirán en la calidad de las cerezas, todavía falta mucho por estudiar a nivel de centros de investigación. Pero por su parte, los productores deben conocer mejor estos procesos críticos a nivel de sus huertos, para entender cómo mejorar la calidad de la fruta en cada huerto en particular.

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