Proyecciones climáticas y desafíos del riego
El cambio climático se manifiesta en modificaciones de las temperaturas, de las precipitaciones, en eventos adversos como vientos o granizo, mayor frecuencia de las sequías y variabilidad de los fenómenos. Para la agricultura chilena ello incide en el avance de zonas áridas, aumento de los requerimientos de riego, incremento de plagas agrícolas y en muchos casos, ambientes más favorables para el ataque de patógenos.
Los antecedentes del proyecto “Elaboración de una base digital del clima comunal de Chile: línea base (1980-2010) y proyección al año 2050” (Santibáñez et al., 2016) indican que el territorio de las regiones de Ñuble y Biobío tendrán un aumento en las temperaturas medias de alrededor de 1,9°C en verano y de 1,4°C en invierno, en tanto que la precipitación normal anual pasará del orden de 1.450 a 1.240 mm.
Yendo a nivel más local, para los mismos periodos de comparación, de acuerdo a los modelos de Agrimed (Universidad de Chile) muestran que en la comuna de Chillán, en promedio, las horas de frío bajarían de 1.408 a 775, el déficit hídrico aumentaría de 778 a 885 mm y las heladas disminuirían de 14 a 5 por año. Otro ejemplo, en la comuna de Coihueco, las horas de frío irían de 1.846 a 1.107, el déficit hídrico de 693 a 711 mm y las heladas de 23 a 9/año.
MAPAS SIG PERMITIRÁN CONSULTAR LOS MEJORES SECTORES PARA LAS PRINCIPALES ESPECIES
Pero ¿qué significa esto concretamente para el mundo agrícola? Buscando acercarse a una respuesta, se ha desarrollado el proyecto “Modelo de adaptación al cambio climático por medio de la zonificación de la aptitud productiva de especies hortofrutícola priorizadas en la Región de Biobío” (antes de su división), con la participación de la Seremi de Agricultura, CIREN, Agrimed e INIA.
Las especies frutales seleccionadas, indica la ingeniera agrónoma Alejandra Rodríguez, de INIA Quilamapu, corresponden a arándano, frambuesa, frutilla, avellano europeo, cerezo, manzano, nogal y uva vinífera. El proyecto, de una duración de 24 meses, finalizará en diciembre de 2017.
–Dentro de los objetivos, se contempla generar materiales de uso público –indica– que estarán disponibles en la página de CIREN: manuales técnico-productivos de 17 cultivos hortofrutícolas, y un visualizador SIG donde será posible ver en cada comuna el potencial de esos cultivos en el escenario de suelos y clima actual y el que tendrán el año 2030 de continuar la tendencia de cambios que se han verificado.
La idea es entregar los antecedentes en forma gráfica y con información fácil de comprender, como se observa en el ejemplo de la figura 1, correspondiente a frambuesa.
EL ABSURDO DE TENER UN SISTEMA TECNIFICADO PARA REGAR COMO SI FUERA POR TENDIDO
Arturo Calderón, profesor de fruticultura de la Universidad de Concepción en Chillán y especialista en relaciones hídricas, considera que el escenario de Ñuble resulta complejo:
–Esta región, aparte de la sequía y la disminución progresiva de las precipitaciones –analiza–, en primavera-verano, durante la etapa productora de las especies frutales, tiene temperaturas superiores a regiones de más al norte, 6ª y 7ª, lo cual hace que la evapotranspiración, que es la demanda hídrica de los cultivos, sea mayor. El cambio climático no solo significa disminución de precipitaciones o aumentos de temperaturas, sino también el incremento de fenómenos extremos, como heladas y olas de calor. El riego va a ser muy importante para enfrentarlas.
Lo anterior en un contexto en el cual el uso agrícola del recurso hídrico deberá competir con otros sectores, como la generación hidroeléctrica y el consumo urbano. El costo del agua aumentará y probablemente habrá una legislación más restrictiva para su uso. Por lo tanto, afirma, es imperioso hacer un uso más eficiente del agua.
–Una arista es incorporar tecnología para monitorear los cultivos o para una mejor gestión del agua en los huertos; todas las herramientas que hoy existen, incluyendo los cultivos protegidos bajo plástico para disminuir el agua evapotranspirada. Y por otra parte están las técnicas de riego deficitario controlado o secado parcializado de raíces, que permiten ahorros sustanciales de agua al aplicarlas en determinados periodos, sin afectar ni la productividad ni la calidad ni la rentabilidad de los huertos. Muchos equipos de investigación estamos trabajando con métodos biometeorológicos en que los datos de evapotranspiración van de la mano con las variables fisiológicas de la planta, donde el indicador más robusto para medir estrés en ellas es el potencial hídrico de la hoja o del tallo, medido con la bomba de Scholander. En uva para vino esto se hace desde hace mucho tiempo para producir vinos de mejor calidad. En Chile hay experiencias con ciruela que se asimilan a los datos que se manejan en California para ciruela europea deshidratada, en que el ahorro de agua llega a niveles de 40%.
Hay agricultores a los cuales les sobra el agua, continúa, por lo cual esas metodologías pueden ser optativas, pero en el futuro eso no va a continuar. Destaca, entonces, la importancia de la transferencia. A su juicio, aun con todas las actividades de extensión y capacitación de universidades u organizaciones como INIA, falta mucho todavía en el conocimiento que los agricultores tienen del riego.
–Frecuentemente se ve la incorporación de tecnologías, instrumentos y equipos pero no se usan bien o no están adecuadamente instalados. Por ejemplo, estamos llevando a cabo un proyecto en predios de kiwi entre la 6ª y la 8ª Región en los cuales se aplican en promedio cantidades de agua de un 150% de la evapotranspiración del cultivo (ETc). En algunos casos se llega a 180 a 200% de la ETc en ciertos periodos. El sobrerriego genera emboscamiento, pudriciones, mayor cantidad de enfermedades fungosas en el follaje, aumento del riesgo de patologías bacterianas. Se producen problemas de absorción de agua y nutrientes, falta de oxígeno, cierres estomáticos que afectan la fotosíntesis. Al cortarse la evapotranspiración, elementos móviles como el calcio, que se mueven por el xilema, no llegan a los frutos, induciendo pérdidas de firmeza. En la práctica en kiwi y en otros frutales, se termina muchas veces regando por tendido pero con riego tecnificado.
TECNOLOGÍA PERMITIRÁ DAR CONDICIONES CADA VEZ MÁS CONTROLADAS Y PROTEGIDAS
En su cargo de gerente general de Riego Chile, empresa fundada en Chillán hace unos 25 años, Félix Valdés es un observador privilegiado de lo que ocurre en este ámbito en la nueva Región de Ñuble.
–Desde el inicio vimos que el destino de la zona era frutícola. La mayoría de los proyectos nuevos de riego en estos momentos corresponde a cerezo, avellano europeo y nogal. El boom del cerezo ha llegado a tal nivel que las plantas escasean para abastecer la demanda.
Valdés destaca que las limitaciones desde el punto de vista climático, de suelos, de disponibilidad de recursos como el agua y las demás variables, son aspectos que la tecnología se va encargando de resolver. Un ejemplo típico de la agricultura sureña, señala, es el control de heladas bajo huertos techados.
–Cada día instalamos más de esos proyectos, porque a diferencia de los otros sistemas de control, con el agua se puede enfrentar todo tipo de heladas, incluso las polares. Estos sistemas funcionan como un seguro, el ideal es no ocuparlos, pero cuando se necesitan tienen que estar.
–Pero presentan el inconveniente de necesitar un gran volumen de agua para usarla simultáneamente en todo el huerto.
–Se ha ido disminuyendo esos volúmenes, aunque siguen siendo altos. Hoy se cubre solo el área de la planta con un mínimo sobre el resto de la superficie. Además esos volúmenes varían de acuerdo a la masa helada y al nivel de temperatura, no es lo mismo llegar hasta -3°C que hasta -5°C. También depende del cultivo, del marco de plantación, la presencia o ausencia de techo, etc. Por eso no se puede dar una cifra general del volumen del cual se necesita disponer. En términos muy generales y solo para dar una idea, en arándano puede ser 5 veces lo que se necesita para riego.
Por lo tanto, no es una solución para los sectores con déficit hídrico.
–Hay zonas donde históricamente ha habido poca agua, como Portezuelo, Cerro Negro, Florida hacia el poniente. Hay más disponibilidad hacia el valle central y hacia la cordillera, y también recursos de agua superficiales. Pero aumenta la tendencia a usar pozos para asegurar el suministro, y también porque la calidad de las aguas es mucho mejor que las superficiales, aspecto asociado a la inocuidad en la producción frutícola.
–¿Cómo percibes la proyección del rubro en Ñuble?
–Vamos a ver cómo los frutales se producen en condiciones cada vez más controladas y protegidas, en que no solamente se va a poder incrementar la calidad y rendimiento, sino que se va a controlar la variabilidad de producción entre años y determinar la fecha de cosecha.