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Para impulsar la nutrición de las plantas:

Prospección de la composición mineral de paltas de Mala y Buena condición

Todas las plantas requieren de nutrientes esenciales, los que no siempre se encuentran en el suelo en las cantidades necesarias para alcanzar el potencial productivo. Por esta razón, es necesario aplicar fertilizantes o abonos. Sin em­bargo, los excesos generan desbalances que pueden ser perjudiciales para la pro­ducción de fruta.

Claudia Bonomelli

Claudia Bonomelli

Doctora en Ciencias de la Agricultura. Profesora tanto de pregrado como postgrado sobre Fundamentos de Fertilidad de Suelos y Nutrición , Nutrición y Fertilización Frutal , Suelos y fertilidad en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Hugo Poblete

Hugo Poblete

Gerente de Producción Agrícola de La Rosa Sofruco.


10 de Octubre 2022 Claudia Bonomelli, Ing. Agr., Dra. Pontifica Universidad Católica De Chile y Hugo Poblete, Ing. Agr., Mg. Gerente Agrícola, La Rosa Sofruco S.A.
Prospección de la composición mineral de paltas de Mala y Buena condición

Uno de los factores que explica la con­dición de la fruta es la concentración mineral en sus tejidos, encontrándose bajo prácticas de alta fertilización, al­gunos trastornos fisiológicos, los que se asocian con concentraciones altas de ni­trógeno (N) y bajas de calcio (Ca) y una proporción alta de potasio/calcio (K/Ca) (Bonomelli et al., 2020, 2021; Storey et al., 2002). El manejo del suelo, sus propiedades físicas y el riego, afectan directamente el crecimiento de las raíces del palto y con ello la absorción de Ca. Además, esta absorción puede verse limitada por la competencia con otros nutrientes, como el Amonio (NH4+) y sobre todo con el potasio (K), pudiendo producirse un antagonismo en la absorción entre estos elementos (Bonomelli et al., 2019). Ade­más, también se ha determinado que ex­cesos de fertilización nitrogenada, afec­tan el flujo de Ca al fruto. En condiciones en que el ambiente de la rizosfera no es óptimo, la absorción de Ca se ve más afectada que la de K, po­siblemente porque depende mucho del crecimiento de nuevas raíces. Además, la movilidad del Ca en la planta, ocurre principalmente a través del xilema y de­pende de la transpiración, mientras que el K se absorbe activamente y presenta alta movilidad en la planta en distintas direcciones. Por lo tanto, los excesos de K aplicado en los huertos pueden afectar la absor­ción de Ca y afectar la relación K/Ca en la planta y particularmente en la fruta. En un estudio realizado en paltos en diferentes suelos, el crecimiento y desa­rrollo de tejidos nuevos en el árbol, estu­vieron condicionados a su relación K/Ca siendo significativamente más alta la re­lación K/Ca en aquellos árboles de me­nor crecimiento anual, asociado a suelos donde crecían menos raíces (Bonomelli, et al, 2019).

NITRÓGENO

Es insustituible e imprescindible y es absorbido por las raíces en cantidades altas por las plantas, en formas minera­les de N, NH4+(amonio) y NO3- (nitrato), siendo el suministro insuficiente en la mayoría de los suelos agrícolas. Una vez absorbido el N, se produce la asimilación en las plantas, lo que requiere de energía y de carbonos, que provienen de los pro­cesos de fotosíntesis y fotorrespiración. Esto significa que la nutrición nitrogena­da tiene estrecha relación con la fijación del carbono (fotosíntesis). Con deficiencia de N se reduce la tasa de crecimiento/vigor de las plantas, el área foliar, produciéndose un color ver­de amarillento; se puede acelerar la ma­duración de los frutos, reduciéndose su tamaño y en definitiva se generan pér­didas de rendimiento y calidad de fruta. Sin embargo, hoy en día en los huertos frutales, el exceso de N es una situación más habitual, lo que es perjudicial, ya que se genera un excesivo crecimiento vegetativo, pudiendo producir una dis­minución o retardo en la floración y un retraso en la maduración de los frutos. Se generan además desbalances entre nutrientes, que pueden causar desórde­nes fisiológicos a nivel de fruta. Además, se aumenta el riesgo de contaminación de las aguas subterráneas con N lixivia­do y, en definitiva, se genera una pérdi­da innecesaria de recursos. Respecto de las formas de absorción del N, el amonio (NH4+) puede actuar como antagonista de la absorción del Ca, sobre todo cuando está en exceso o cuando se aplica en suelo frío con árboles con baja tasa fotosintética, proceso que proporcio­na los carbonos para su asimilación. Sin embargo, cuando se está cultivando en suelo, el N como amonio se transformará rápidamente en otras formas de N, pu­diendo estar como amonio, transformar­se en nitrato, ser utilizado por la biomasa microbiana y transformarse en orgánico, entre otras, existiendo al mismo tiempo ganancias y pérdidas. Es importante considerar que cuando existe un déficit entre la oferta de N del suelo y la demanda de N de los árboles, la fertilización debe realizarse al suelo, considerando que las cantidades reque­ridas corresponden al orden de kg/ha, las que no son posibles de ser suminis­tradas vía fertilización foliar. En relación al balance N/Ca, se puede indicar que el exceso de N en el árbol, promueve un crecimiento vegetativo desbalanceado, el cual a través del flujo via xilema, conduce el Ca principalmen­te a aquellos tejidos de mayor transpira­ción, en desmedro de órganos como la fruta de menor transpiración.

POTASIO

Al igual que el fósforo (P), el potasio (K) es de poca movilidad en el suelo, acumu­lándose en el terreno (salvo en suelos are­nosos) y para calcular los requerimientos de K del huerto, se necesitan análisis de suelo. En los laboratorios especializados en ‘suelos agrícolas’, se mide el potasio que está disponible para las plantas, com­puesto por el K de la solución del suelo y el K de intercambio, siendo este último el que representa la mayor cantidad dispo­nible para los árboles. La determinación analítica que se realiza está normada y los laboratorios acreditados deben seguir la metodología dispuesta por la autori­dad. Sacar una muestra líquida del suelo y medir potasio es un error desde el pun­to de vista agronómico, ya que la planta tiene a su alcance bastante más potasio. Es decir, los K+ de los sitios de intercam­bio, salvo en suelos que sean solo arena o en sustratos inertes. En el caso del palto, la demanda de K por la fruta es alta y es necesario suplir esos requerimientos y no permitir que se produzca un déficit, ya que el K también interviene en el calibre y condición de la fruta. Por lo tanto, primero se debe sa­ber el suministro de K con que cuenta el árbol en el suelo, luego a través del análisis foliar saber si la absorción de K está ocurriendo en la magnitud necesa­ria y luego tomar decisiones. En muchos casos una deficiencia de K que se detec­ta en el análisis foliar, tiene relación con un riego no óptimo o una condición de suelo que afecta la absorción. Manejar agronómicamente la fertilización debe contemplar la observación de los mane­jos de suelo y riego. Importante señalar que la fertilización de corrección de K se debe realizar al suelo, dadas las cantidades que se re­quieren. Vía foliar puede ser solo una fertilización de complemento, pero la base debe ser aplicada al suelo. En definitiva, la nutrición potásica debe apuntar a nunca tener déficit, pero tampoco el exceso que se está dando en algunos huertos, el cual también tiene efecto perjudicial en la fruta y en el bol­sillo del productor. CALCIO (CA) Sus funciones extracelulares se relacio­nan con la condición de la fruta, dado su rol estructural formando pared y lamela media. Así, atributos de calidad como firmeza de los frutos, son aspectos que habitualmente se relacionan con este nu­triente, dado el efecto cementante de los pectatos de Ca, que permiten la manten­ción de la estructura de la pared celular. Para poder manejar este nutriente en la planta y en definitiva en el fruto, se debe conocer su disponibilidad en el suelo, pero más que nada entender su proceso de absorción y transporte hacia los frutos. En general, el Ca es abundante en los suelos y también en algunas aguas de riego. Es difícil encontrar condiciones de déficit en suelos de huertos frutales y en el caso que existiera, probablemente será un suelo que requiera subir el pH a través del encalado, en cuyo caso también se es­taría aplicando Ca. La planta absorbe el calcio por la raíz como Ca+2 y, en general, no existe res­tricción para esta absorción, ya que ocu­rre en la porción de la raíz que aún no presenta el tejido suberizado, es decir ocurre en raíces nuevas en crecimien­to. El Ca llega al xilema de la raíz, vía apoplasto y su flujo estará influenciado marcadamente por la transpiración de los tejidos aéreos. Así, los sumideros más fuertes serán aquellos tejidos que tengan la mayor tasa transpiratoria, existiendo un flujo preferencial hacia los ápices de crecimiento y cuando es depositado en un órgano, hay poca o ninguna redistri­bución. Cualquier factor que reduzca la transpiración, e implique el cierre de los estomas, puede inhibir el transporte de Ca desde las raíces a las hojas y frutos. En la primera etapa (división celular) aumenta rápidamente el calcio en el fruto, posteriormente en el momento de elongación celular, la absorción del Ca continúa a una tasa más baja, depen­diendo del estado hídrico de la planta. El riego del huerto cobra gran importan­cia, presentándose en períodos cálidos una tasa alta de transpiración sobre todo en los brotes más vigorosos, los que más compiten con los frutos por el Ca. Adi­cionalmente, se señala en la literatura, que el flujo de calcio hacia los ápices o puntos de crecimiento, estaría inducido por auxinas sintetizadas en esos tejidos (Saure 2005), reafirmando que el fruto sería un sumidero débil de Ca. De lo an­terior se deduce que el exceso de expre­sión vegetativa en las plantas, puede ir en desmedro de una adecuada nutrición cálcica en los frutos. La concentración de Ca en el fruto es diferente de acuerdo al tejido; en la piel (cáscara) y en la semilla (Cuesco) la concentración de calcio total expre­sado en materia seca, es mayor que en la pulpa, siendo alrededor de 0,1-0,15% y en la pulpa 0,02 % respectivamente. Para entender la magnitud de las dife­rencias en concentración de Ca en otros órganos, se indica la concentración en las hojas, la cual es entre 1-2% y más en algunos casos.

COMPOSICIÓN MINERAL DE PALTAS

Para evaluar desde el punto de vista nutricional, paltas de mala condición y paltas de mejor condición, se escogie­ron frutas que manifestaran diferencias (Foto 1) y se determinó químicamente la concentración de nutrientes de sus distintos tejidos, piel (cáscara), semilla (cuesco) y pulpa; de tal forma de cuanti­ficar si existían diferencias en la compo­sición mineral como uno de los factores que pudiera explicar la condición de las paltas. Cabe señalar que la forma de análisis en el laboratorio, haciendo la partición de los distintos componentes de la palta, considerando su biomasa y concentra­ción de nutrientes diferenciada por com­ponente del fruto, nos permite también calcular la extracción de nutrientes por kg o tonelada de fruta fresca. Para lo an­terior, todas las concentraciones deben ser expresadas en seco y ponderadas de acuerdo a la proporción que ocupan en el fruto.

Foto 1. Condición mala (M) y buena (B) de las paltas que fueron analizadas.

Como se ve en las fotos hay fruta que mostraba una muy mala condición, de­nominada con una M en los gráficos, comparada con las paltas de mejor con­dición denominadas con una B. Se rea­lizaron tres repeticiones, tanto en los análisis de la semilla como de la cáscara y la pulpa, con la finalidad de poder rea­lizar el procesamiento de datos y análisis estadísticos. A continuación, se muestran algunos resultados de este estudio donde hubo diferencias estadísticamente significa­tivas, en cuanto a la concentración de nutrientes en la semilla, piel y pulpa de paltas con diferente condición. En la Figura 1, se observa que la con­centración de N y K presenta una dife­rencia estadísticamente significativa, siendo mayor en la semilla (cuesco) de las paltas que estaban en mala con­dición, respecto de la fruta en buena condición. Por el contrario, en la misma fruta, la concentración de Ca fue signifi­cativamente menor en las semillas de la fruta de mala condición. En la figura 2, se observa que también la concentración de N y K es mayor en la piel (cáscara) de las paltas que estaban en mala condición y su concentración de Ca fue significativamente menor. En la figura 3, se muestra que en la pulpa de la fruta de mala condición la concentra­ción de Ca (expresada en fruta fresca), fue significativamente menor. Entre los resultados obtenidos llamó la atención (Figura 4), encontrar niveles de sodio mayores en la semilla y piel de la fruta de mala condición, respecto de las paltas de mejor condición. Este últi­mo resultado requiere de un mayor estu­dio para señalar con certeza el efecto de esta diferencia. Sin embargo, no está de más recordar que hay productos que se aplican a los huertos que no solo tienen nutrientes esenciales, sino que pueden acarrear otros elementos o cambiar el pH que facilita su disponibilidad. En al­gunos casos esto puede ser beneficioso, pero en otros casos en que se tiene un suelo con alguna característica química limitante, pueden tener un efecto per­judicial. Por lo tanto, es bueno recordar que es mejor no aplicar productos que no se sabe que reacción tienen en el sue­lo o que elementos puedan acarrear, que en el mediano o largo plazo pueden ser perjudiciales. Por último, en la figura 5 se puede ob­servar la relación entre los nutrientes N y Ca y K y Ca, en el tejido de la pulpa, distinguiéndose claramente que la fruta con mayores relaciones, se encuentran en peor condición. Este comportamiento se puede explicar en el caso de (N/Ca) por el efecto del amonio (NH4+) como antagonista del Ca o por el efecto de concentraciones altas de N que influyen en el crecimiento vegetativo, que afecta el flujo xilemático hacia tejidos del fru­to, que es un sumidero débil para este nutriente. En el caso del potasio (K/Ca) puede deberse a un desbalance, ya que estos cationes son antagónicos en la ab­sorción y puede haber un exceso de K o se puede deber a un problema en el crecimiento de la raíz, que afecta más la absorción de Ca que de K.

MANEJO DE LA NUTRICIÓN

Al conocer la distribución de la bioma­sa de las diferentes partes del fruto, su contenido de humedad y la concentra­ción de nutrientes de cada uno de esos distintos tejidos, se puede calcular la extracción de elementos que ocurrirá en la cosecha de la fruta y que debe repo­nerse para devolver al sistema lo que se extrae. Fertilización con N: Para decidir la fer­tilización con N, se debe tener en cuenta que el N disponible para las plantas en el suelo, son las formas minerales, amonio y nitrato, que no se acumulan, dada la dinámica del N en el suelo. Por lo tanto, se debe revisar todos los años y aplicar las necesidades de N de la temporada, salvo que el huerto se encuentre en una situación de exceso de vigor y los aná­lisis foliares indiquen altas concentra­ciones, respecto del estándar adecuado. Importante señalar que el laboratorio donde se realicen los análisis debe estar acreditado y la época de muestreo sea la indicada (marzo-abril), de tal forma de poder usar estándares validados por la comunidad científica. La extracción estimada, que incluye no solo la pulpa de la fruta sino también la semilla y cáscara, es de 3 kg de N/ tonelada de fruta fresca. Por otra par­te, el suelo aporta N y ese suministro es el componente del balance más difí­cil de estimar y está relacionado con el contenido de materia orgánica, con la temperatura y humedad del suelo. Por último, la eficiencia de recuperación del fertilizante N es muy variable y depen­derá del suelo, del momento y forma de aplicación, del tipo de sistema de riego, y del estado funcional del sistema radi­cal de los árboles. Mientras menor sea la eficiencia, mayor debe ser la dosis de fertilizante N a aplicar. Si existen restric­ciones al crecimiento de las raíces, ya sea por problemas mecánicos, químicos o fitosanitarios, la eficiencia de recupe­ración del fertilizante puede ser menor a 30%, sobre todo en casos de anoxia radical. Por otra parte, el uso de siste­mas de riego tecnificados ha permitido un aumento considerable de la eficiencia de fertilización N, lo que sumado a con­diciones químicas óptimas de suelo (pH, salinidad, entre otros), puede alcanzar valores entre 70 y 75%, ya que de igual forma se producen procesos de pérdida en micrositios del suelo. Por lo tanto, el cálculo será la deman­da del árbol menos lo que suministra el suelo y se divide por la eficiencia. En el caso del suministro en suelos de menos de 1% de materia orgánica, se puede hacer el supuesto que el suelo no apor­ta. Importante considerar que cualquier factor agronómico que no esté óptimo obligará a disminuir la eficiencia y con ello a incrementar la dosis. Por último, señalar que esta dosis está referida a un rendimiento y es un marco de referencia que se debe monitorear con los análisis foliares, que indicarán si fue la dosis co­rrecta, si se debe aumentar o disminuir. La base de la interpretación de los análisis foliares es el concepto de “con­centración crítica”, es decir, que asegura una producción cercana al potencial que permite cada condición edafoclimática. Cuando el análisis indica una concen­tración menor a la crítica, el frutal sufre una deficiencia y el crecimiento y rendi­miento se verá negativamente afectado. Cuando el análisis indica una concentra­ción mayor a la concentración crítica, no se producirá mayor respuesta a la ferti­lización en términos de rendimiento o crecimiento (consumo de lujo) y cuando es mayor aún, puede ser perjudicial. Para evitar lo más posible perdidas de N, se debiera aplicar lo más parcializa­do posible, en el período que hay una temperatura de suelo que promueva el crecimiento de las raíces y detener la aplicación al momento de maduración de la fruta. Por último, cabe señalar que la fertilización con N debe realizarse al suelo, debido a que las cantidades usual­mente requeridas no son posibles de su­ministrar por vía foliar. Fertilización con K: Como se mencionó anteriormente, para decidir la fertiliza­ción con K, se debe tener en cuenta que este nutriente es de poca movilidad en el suelo, se acumula, por lo cual se necesita un análisis de suelo. No se puede estable­cer una recomendación general, ya que la cantidad disponible en el suelo, depende­rá del tipo de suelo y su historia de aplica­ciones de fertilizantes potásicos. En el caso que el resultado del análi­sis de suelo indique un nivel de K, bajo el rango adecuado, se debe hacer una fertilización K de corrección al suelo y a la temporada siguiente monitorear con análisis de suelo, para corroborar si se lo­gró elevar los niveles al rango adecuado. Cabe señalar que por las cantidades que se requieren de K en los huertos, no es posible aplicarlo vía foliar. Cuando se tienen rangos adecuados en el suelo, se debiera aplicar en la tempora­da, una dosis de mantención, que se re­fiere a reponer lo que se extrae del suelo a través de la cosecha de la fruta. Si el análisis de suelo indica que el nivel de K, está por sobre el rango adecuado, no se debiera aplicar K al huerto. La dosis de mantención o reposición de K, se calcula por la extracción de K del fruto, considerando sus distintos tejidos, siendo de 4 kg K, alrededor de 5 kg K2O/ tonelada de fruta fresca. Todos los años se debiera realizar el aná­lisis foliar del huerto, con ello se sigue mo­nitoreando la nutrición una vez alcanzado los niveles adecuados de K en el suelo. Si los niveles o concentración de K en las ho­jas indican deficiencia y en el suelo niveles adecuados o excesivos, significa que hay problemas en la absorción y se debe revi­sar el riego y la sanidad de las raíces.

CONSIDERACIONES FINALES

Es importante hacer un uso racional y sostenible de los fertilizantes, con­siderando las necesidades reales de los huertos. No existen recetas que sirvan para todos los huertos y los excesos no solo son un costo innece­sario para el productor, sino que tam­bién van en la dirección contraria con el cuidado del medio ambiente. Es necesario aplicar fertilizantes para poder obtener el potencial producti­vo del huerto, sin embargo, se deben usar las herramientas de diagnóstico para no caer en excesos que pueden producir desbalances entre nutrien­tes, crecimientos excesivos, desorde­nes fisiológicos y en definitiva pue­den ser una perdida para el bolsillo del productor, para el medio ambien­te y la condición de la fruta. Literatura citada Bonomelli, C., P. Gil, B. Schaffer. 2019. Effect of Soil Type on Calcium Absorption and Partitioning in Young Avocado (Persea americana Mill.) Trees. Agronomy, 9 (12), 837. Bonomelli, C., R. Mogollón, S. T. de Freitas, J.P. Zoffoli and C. Contreras. 2020. Nutritional relationships in bitter pit – affected fruit and the feasibility of Vis-NIR models to determine calcium concentration in “Fuji” apples. Agronomy 10: 1476. Bonomelli, C., S. T. De Freitas, C. Aguilera, C. Palma, R. Garay, M. Dides, N. Brossard, J.A. O’Brien. 2021. Ammonium Excess Leads to Ca Restrictions, Morphological Changes, and Nutritional Imbalances in Tomato Plants, Which Can Be Monitored by the N/Ca Ratio”. Agronomy 11, 1437. Saure, M. C. 2005. Calcium translocation to fleshy fruit: Its mechanism and endogenous control. Scientia Horticulturae 105: 65–89.

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