Oportunidades en un país en recuperación
La economía rusa está en vías de recuperación y eso es sinónimo de oportunidades. Está en manos de la industria hortofrutícola aprovechar la ocasión para seguir expandiendo el negocio fuera de los mercados habituales.
La noticia salía a la luz a comienzos del mes septiembre y decía que Rusia espera conseguir para el año 2022 el autoabastecimiento doméstico de hortalizas. Quien lo explicaba al periódico РБК era el propio ministro de Agricultura, Alexandr Tkachiov, quien añadía que este año se recolectarán unas 930,000 toneladas de hortalizas producidas bajo techo, y adelantaba que en los próximos cinco años se construirán 2,000 ha de invernaderos, con lo que producción doméstica superará los 1.8 millones de toneladas, con las cuales se espera satisfacer las necesidades de la población.
Y es que el objetivo es ser autosuficiente. Para ello, el país ha ido desarrollando una serie de inversiones en el último tiempo, ampliando, por ejemplo, la superficie de cultivos bajo invernadero en 500 ha, respecto a la que había en 2014. Y en algunos casos se trata de invernaderos que utilizan la misma tecnología que se emplea en Holanda o España.
La agricultura se ha convertido para este país en un motor de desarrollo, arastrando a otras industrias, como la cárnica, que ha tenido un gran crecimiento el último tiempo.
Sin embargo, si se trata de producción de frutas, esta solo se circunscribe a algunas especies como son las manzanas, peras, duraznos, sandías, melones y berries. Pero esa producción no alcanza para satisfacer las necesidades de sus consumidores. Hasta antes del bloqueo impuesto a la UE, muchas frutas que llegaban a Rusia lo hacían desde Europa, aunque eso ya no ocurre. A los países vecinos se han añadido otros como Marruecos, que envía; Egipto y Turquía, que proveen mandarinas y naranjas e India, que exportadora uva de mesa.
El portafolio de frutas y proveedores es más amplio e incluye, por ejemplo, bananas de Ecuador, piñas de Costa Rica, paltas de México o Israel, arándanos de Serbia…
LA ECONOMÍA SE RECUPERA
Si se tiene en cuenta que la economía está en proceso de recuperación, hay mayores oportunidades para países como Chile o Perú, para que puedan colocar sus producciones en ese mercado. De hecho, Chile no es un proveedor desconocido para los rusos. Las relaciones comerciales datan de largo tiempo y, hoy por hoy, la fruta chilena está bien posicionada.
Pero no es el único producto que exporta el país. Si se tiene en cuenta la canasta global de alimentos, los productos del mar son los más importantes y, dentro de ellos, es el salmón el que ocupa el primer puesto. En cuanto a los productos agropecuarios, la fruta fresca es la que se lleva todos los laureles, llegando principalmente uva de mesa, manzanas, kiwis y peras. Tras ellas, viene el vino y la carne de cerdo, que se ha logrado posicionar bien en este mercado.
Precisamente para seguir afianzando las relaciones comerciales entre ambos países es que se realizan reuniones de la Comisión Intergubernamental Chile-Rusia de Comercio y Cooperación. El pasado mes de julio se realizó la novena de estas reuniones en Moscú, donde se tratan temas comerciales, pero también científicos y de cooperación.
En reuniones como esta, cada año van saliendo a la luz temas nuevos y se da continuidad a temáticas que han sido tratadas en reuniones previas. Por ejemplo, en la última reunión realizada en Moscú se presentó un posible programa de cooperación de el sector vitícola, que posibilitaría la pasantía de enólogos chilenos en Rusia y Chile se beneficiaría de material genético, porque en el sur del país, donde se hay viñedos y se produce vino, este se elabora con cepas autóctonas, que podrían tener cabida en Chile.
Tras años complicados por la devaluación del rublo, esa situación hoy se está revirtiendo. El propio presidente Putin aseguraba hace unos meses que vendrían cosas buenas para el país, refiriéndose específicamente en el tema económico y alentaba al consumo a la población. Eso, hoy en día se puede ver y sentir a pie de calle. Es decir, el consumidor ruso está comprando más, no solo si se trata de alimentos en general, sino que el comercio se ha reactivado.
Eso es un signo positivo para los exportadores chilenos, pero también para los peruanos, mexicanos, argentinos o brasileños. La industria hortofrutícolas chilena tiene presencia en el mercado ruso hace varios años y muchas de ellas son conocidas por los distribuidores, los supermercados e incluso los consumidores. Pero, ¿hay espacio para que aparezcan nuevos jugadores? Los analistas del sector responden que sí, sobre todo si la economía avanza a paso firme.
En un 287% crecen los envíos de nueces a Rusia
Por precio y por calidad, es muy fácil identificar a la nuez chilena en Rusia. Es la más cara. Y la de mejor calidad. Lo mismo pasa con las ciruelas deshidratas, donde por mucho tiempo Rusia fue junto a México un importante mercado para la producción chilena. Sin embargo, tras la caída económica, descendieron las importaciones de los rusos y las exportadoras chilenas decidieron buscar nuevos destinos.
Hoy el mercado se está reactivando. “El consumidor ruso valora la nuez chilena”, afirma Andrés Rodríguez, ex presidente ejecutivo de Chilean Walnut Comission. Y, si bien los envíos a Rusia no fueron significativos, estos han crecido las últimas dos campañas. “La producción en Chile crece a tasas de un 20% y eso está alentando las exportaciones a otros mercados como Rusia”, donde hasta agosto de este se habían exportado 596 toneladas, un 287% más que igual periodo de 2016, donde solo habían enviado 154 toneladas.
“La nuez chilena se nota respecto a lo que estaban acostumbrados en Rusia. Es más clara, es de mayor calibre y tiene un mejor sabor. No estamos en el top 3 de ventas en Rusia, pero vamos creciendo muy fuertemente y hay buenas perspectivas en el futuro, algo que también está ocurriendo con las ciruelas deshidratadas”.
Uva de mesa, un mercado de US$280 millones
Si bien la uva de mesa no es un producto de primera necesidad en Rusia, se la puede encontrar en todo tipo de comercio, y su participación en los supermercados en temporada alta (de julio a septiembre) oscila entre un 10 y 15%.
Según datos de 2015, Rusia importó 255.200 toneladas de uva por un valor de US$282,1 millones, siendo Turquía fue el primer proveedor del mercado ruso, seguido de Chile y Perú.
Según un informe de la oficina comercial de ProChile en Moscú, el consumo per cápita de fruta fresca en Rusia oscila entre 61 y 74 kg, mientras que en lo referido a la uva de mesa, este es de 2,5 kg. Las principales zonas de consumo son Moscú y Krasnoyarsk y las variedades más demandadas son Red Globe, Thompson y Crimson. Además de ellas, hay variedades locales, aunque las preferencias de los consumidores dependen, en gran parte, de la producción local, de la oferta de terceros países y de los ingresos de la población.
CAMBIOS EN LOS CONSUMIDORES Y EN EL ‘RETAIL’
Los especialistas coinciden en señalar que en la última década ha habido una serie de cambios en el comercio hortofrutícola en Rusia. El primero de ellos está relacionado con la alimentación de los consumidores. Han concordancia de que estos han aprendido a comer ciertos productos, por ejemplo, la palta, una fruta que hace diez años era casi imposible encontrar en las góndolas de los supermercados y hoy prácticamente está en todas las cadenas y se consume en las casas o en restaurantes.
A Rusia llegan palta Hass y variedades verdes. La Hass lo hace desde Chile, aunque en Rusia nunca ha comprado directamente a Chile, sino que la fruta llegaba pre madura desde Holanda. También es posible ver cada vez más alta peruana, además de la mexicana. Las variedades verdes como Fuerte también se consumen en Rusia. Lo mismo que la Edranol, que llega básicamente desde Israel.
Basta darse una vuelta por algunas de las cadenas de supermercados o en mercados para darse cuenta de la diversidad de la gran diversidad de futas que tienen los consumidores para elegir. Desde los tradicionales berries que se producen en el país, hasta el mangostán o litchi, prácticamente no falta nada en las góndolas. Incluso hay interés por parte de los distribuidores por frutas como la chirimoya.
Ese es un signo inequívoco de que se están abriendo nuevas oportunidades en un mercado que se caracteriza por trabajar con intermediarios, aunque hace un tiempo hay algunos supermercados como Perekrestok, Pyatyorochka, Karrusel, Magnit, Lenta, Dixy y Monetka que se han abierto para realizar compras directas. En el caso de X5 Retail Group, al cual pertenecen las cadenas Perekrestok, Pyatyorochka y Karrusel; este no compra, por ejemplo, uva de mesa local y solo se decanta por la importada.
Otro signo de que están cambiando las cosas en el mercado ruso es que se está trabajando mucho mejor la presentación de la fruta en los supermercados y se están preocupando mucho más de la calidad de esta. En algunos supermercados hay fruta de excelente calidad y la presentación de esta no tiene nada que envidiar a la que se realiza en países del Lejano Oriente. Sin embargo, en otros aún es posible ver fruta en estado de descomposición que no invitan a comprarla.
Para los rusos, lo que determina el lugar dónde comprar la fruta, es el presupuesto. Así, aquellos que tienen un poder adquisitivo alto pueden ir a tiendas o mercados donde se encuentran frutas de muy buena calidad y a un precio superior al que se puede encontrar en los supermercados. Así, por ejemplo, una pieza de palta puede costar 250 rublos (unos US$4), mientras que en un supermercado, y dependiendo de la temperada, se encuentran entre 60 y 90 rublos (entre US$0,90 y U$1,5). Lo que sí está claro es que Rusia ha dejado de ser el patio trasero de Europa, aquel país donde se enviaba la fruta que sobraba. Hoy eso no ocurre, porque el comprador ruso exige calidad y si no llega cómo ellos la piden, no pagan. Así de sencillo.