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Oídio en uva de mesa la pasada temporada

“Oídio en algunos casos pude ser precursor de botritis”

Según el especialista, la mayoría de los programas utilizados para el  de control de esta enfermedad funcionaron eficazmente, sin embargo advierte que el uso repetido de moléculas de un mismo grupo químico, por ejemplo triazoles, amenaza la sustentabilidad de los programas de control. La actual temporada sería normal, detectándose la presencia del patógeno en bayas recién cuajadas en la  parte alta del valle de Copiapó.

15 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola
“Oídio en algunos casos pude ser precursor de botritis”

El ingeniero agrónomo Fernando Riveros, quien hoy se desempeña como investigador y consultor privado, tiene establecida una red de ensayos experimentales para oídio de la vid (Erysiphe necator) y botritis (Botrytis cinerea) que va desde la III  hasta la VI Región. El investigador y su equipo, han concentrado una parte importante de sus trabajos en el manejo anti resistencia a oídio de la vid. Manejo anti resistencia, nos aclara, “significa desarrollar y utilizar sistemas de manejo que dificulten la pérdida de sensibilidad en poblaciones del patógeno, fenómeno que posteriormente puede derivar en resistencia a moléculas fungicidas. Básicamente buscamos que un programa de control exitoso en el año 1, continúe siendo exitoso por muchas temporadas, y ojalá siempre”.

Riveros explica que la pasada temporada fue menos favorable para el desarrollo de la enfermedad que otras temporadas. “Según el análisis de nuestro grupo de trabajo, en general esto se debió a un ciclo de crecimiento con temperaturas más altas que otras temporadas, factor que podría haber incidido en un ritmo de crecimiento de las bayas más rápido. Es decir, un menor número de días desde inicios de cuaja hasta el estado de pinta. Este  período de crecimiento, considerado como de alta susceptibilidad a la infección, podría haber determinado una menor exposición de tejidos susceptibles en condiciones ambientales desfavorables para el desarrollo del patógeno”, afirma el fitopatólogo.

EN LA TEMPORADA 2011-2012 OÍDIO ACTUÓ COMO PRECURSOR DE BOTRITIS

“La epidemiología de la enfermedad en la temporada 2011-12 fue diferente a otras temporadas, signos de infección aparecieron recién cerca del estado de pinta, es decir, mucho más tarde de lo habitual. Desde el punto de vista de los programas que fueron diseñados para el control de la enfermedad eso los podría haber complicado”, apunta Riveros.

-¿Qué ocurre cuando el ataque de la enfermedad se retrasa?

-Una temporada muy corta puede desordenar el programa pues los productores, observan  que los períodos fenológicos se cumplen más rápido y muchas veces realizan cambios en el programa de control que posibilitan, como en algunos casos observados esta temporada, entrar infectados al estado de pinta. En Vicuña, por ejemplo, poco antes de pinta se detectó una incipiente  infección de oídio, la cual continuó hasta pasado pinta. En este caso, a pesar de que el daño directo de oídio fue de menor connotación, posteriormente se verificó daño de botritis en pre cosecha y la fruta tuvo una inferior condición de llegada. En algunas localidades de la V y VI región, variedades como Crimson Seedless y Red Globe, presentaron infecciones que visualmente parecían de menor importancia, pero que continuaron post pinta y actuaron de precursores para posteriores infecciones de botritis.

-¿Cómo definirías el nivel de daño por oídio en la pasada temporada?

-El daño directo atribuido al oídio de la vid fue más bien bajo, sin embargo el daño indirecto, al actuar como precursor botritis, fue variablemente importante. Se debe considerar que la infección de oídio provoca partiduras, fisuras y microfisuras en la cutícula de las bayas y estas alteraciones facilitan la acción de botritis. Si se hace una comparación entre las  la temporadas 2010-11 y 2011-12, en la primera llovió en floración y posteriormente en febrero, lo que favoreció la aparición directa de botritis. La temporada pasada solo llovió en floración, sin embargo, también se detectó en forma variable la expresión de botritis, especialmente en variedades que entraron al estado de pinta infectadas con oídio.

-¿Cómo vislumbras la actual temporada de uva de mesa (la entrevista se realizó a mediados de octubre)?

-Tomando como referencia lo que está ocurriendo en Copiapó, hasta la última semana de septiembre y primera de octubre la temporada de Copiapó se está comportando como una temporada normal. Es decir, diferente al año 2011-2012 y más parecido a la temporada 2009-10. Eso significa que se proyecta salir con muy buena fruta. Esta temporada la floración ha sido bastante uniforme y más concentrada que las anteriores. Esto facilita mucho las labores ya que en una floración extendida se tiene racimos en muchos estados diferentes de desarrollo. Respecto a oídio de la vid, en la parte alta del valle de Copiapó ya se detectó la presencia del patógeno, lo cual significa que las condiciones para el desarrollo de la enfermedad se dieron dentro del período habitual y podría ser indicativo donde se verán infecciones de diferente magnitud.

-¿Recomiendas aplicar por calendario o en base a monitoreo y qué utilidad presenta el modelo predictor de oídio?

-Cuando se habla de manejo integrado del  oídio de la vid, el monitoreo de la enfermedad es muy importante. Dentro de esto, el modelo predictor de oídio es de gran utilidad, especialmente para determinar cuándo se producen por primera vez las condiciones para la infección. Llevo 10 años trabajando con el modelo predictor de Davis, California (Gubler), y lo considero una importante  herramienta de monitoreo. Sin embargo, en toda el área de producción de uva de mesa del país, a partir de la última semana de noviembre el modelo mostrará en forma constante índices de riesgo de entre 90 y 100, valores que indican que las plantas de todas las variedades de vid deben estar permanentemente protegidas. En función de esto, bajo  nuestras condiciones, el modelo es útil para determinar cuándo partir con el programa de control químico, pero no es de gran utilidad para determinar cuándo aplicar; especialmente desde floración en adelante.

SENSIBILIDAD A FUNGICIDAS Y RIESGOS DE RESISTENCIA

-¿Qué resultados has obtenido en los estudios de sensibilidad de las poblaciones del hongo a fungicidas?

-Primero se debe dejar establecido que para una enfermedad como oídio de la vid, no existe control genético, por consiguiente, el manejo de la enfermedad se realiza exclusivamente utilizando fungicidas específicos que deben ser incluidos dentro de un  programa de control. Nuestros estudios han revelado que en general las poblaciones de oídio mantienen niveles de sensibilidad dentro de límites aceptables para la mayoría de los ingredientes activos. Sin embargo, estos mismos resultados muestran en las dos últimas temporadas, una evolución dinámica dentro de la población patógena, la que está relacionada con la presión de selección que ejerce el uso repetido de fungicidas de un mismo grupo químico. Creo que por razones obvias, los programas de control deben ser de bajo costo, altamente eficaces y al mismo tiempo deben aportar la menor cantidad de residuos a la cosecha. Pero además de todas esas condiciones, deben permanecer  vigentes en el tiempo. Esto significa que si se logró diseñar un programa que fue exitoso el año 1, este mismo programa, el año 8 debería continuar siendo exitoso, tanto en su eficacia como en su economía.

-¿Qué errores se observan en los programas de control de oídio?

-Creo que se cometen errores importantes cuando dentro de un programa de control solo se enfatiza reducir el número de aplicaciones sin considerar el tipo de fungicidas que este incluye y su modo acción. Es decir, gran preocupación por el cuanto y muy poca por el qué se aplica. Por ejemplo, si se diseña un programa de control químico que incluye 5 aplicaciones de fungicidas sintéticos, creo que es muy importante conocer el  modo de acción de cada molécula para definir su ubicación en la secuencia fungicida. En el caso de oídio, por razones de economía mal entendida, muchas veces los programas, utilizan de forma reiterada productos de un mismo grupo químico. Un ejemplo de esto son los fungicidas del grupo de los triazoles, o inhibidores del esterol, los cuales por su importante acción oidicida se usan de manera reiterada y prácticamente en bloques, esto los hace vulnerables a la resistencia que  desarrollan las poblaciones patógenas. En función de esto, no es muy útil  hablar del número de aplicaciones, especialmente cuando este factor es regulado por las exigencias del mercado en relación a residuos.

-¿Qué tanto se repite el uso de estos productos?

-En algunos programas de control de oídio, desde brotación a floración, se utilizan secuencias de hasta cuatro triazoles. Generalmente son productos con diferentes nombres y diferentes orígenes, pero pertenecientes  al mismo grupo químico. Con toda seguridad, esta situación no permitirá que esos programas mantengan en el tiempo una alta eficacia. Nuestros resultados han demostrado que a pesar  de las moderadas condiciones de infección de las dos últimas temporadas, las poblaciones de oídio siguen su evolución hacia una menor sensibilidad.

-¿Qué podría pasar en una temporada con alta presión de infección?

-En temporadas con condiciones moderadas de infección, tales como la 2011-12, es muy probable que todos los programas funcionen bastante bien, es decir, que exhiban un alto nivel de control de la enfermedad; sin necesidad de aplicaciones adicionales para detener infecciones, las mal llamadas “aplicaciones curativas”. Esta situación se traduce en una baja presión de selección sobre la población patógena. Pero al enfrentar una temporada complicada con un programa de control técnicamente inadecuado, puede causar variados problemas, entre estos, tener que recurrir a aplicaciones adicionales para detener una infección en curso. Estas, además de  incrementar la cantidad de residuos en la fruta, ejercen una alta presión de selección sobre la población del oídio.

-¿La resistencia se puede provocar en una temporada?

-La resistencia hay que verificarla en el tiempo. Generalmente se consideran  dos tipos de resistencia. Una resistencia práctica o de campo, la cual se verifica   cuando un programa de control que ha funcionado perfectamente por varias temporadas, empieza a mostrar fallas en su funcionamiento. El otro tipo de resistencia  es determinada en el laboratorio. Muchas veces ambos resultados no son altamente consistentes, por lo que se sugiere recurrir a análisis de sensibilidad, para verificar o descartar que la falla de control en el campo sea atribuible a cambios en la sensibilidad a algún fungicida.

-¿Eso se hace en cualquier laboratorio?

-Para oídio de la vid no es algo rutinario. Es por eso que estamos trabajando en un proyecto de investigación desde 2010, cuyo objetivo es monitorear en forma  permanente los cambios que se van produciendo en las poblaciones patógenas, de modo que nos permita dar las alarmas correspondientes cuando se produzcan cambios importantes.

-¿Aparecerán nuevas moléculas para el control de oídio?

-Durante las dos últimas temporadas hemos probado varias moléculas, de grupos químicos diferentes, que han mostrado una alta eficacia. Así como también hemos evaluado varios fungicidas de origen natural con resultados bastante promisorios. Su comportamiento en diferentes localidades de producción indican que podrían ser de mucha utilidad dentro de los programas de control.

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