"La fruticultura peruana debe invertir en I+D para buscar nuevas alternativas frutícolas"
La uva de mesa, la palta, el mango y los cítricos (sobre todo las mandarinas), que se cultivan hace muchos años en el Perú, se han convertido en cultivos exitosos, gracias también a que se han producido cambios tanto en la tecnología y como en algunas variedades. Pero, ¿hasta cuándo durarán los buenos resultados? Sobre todo, si se tiene en cuenta lo que ha pasado en el último tiempo con la uva de mesa. Mientras tanto, la industria debería estar invirtiendo en definir alternativas para el futuro, pero no lo hace porque lo considera un gasto en vez de una inversión. La última revolución es azul y se llama arándano, pero llegó al país casi de forma fortuita, sin que se hubiese hecho localmente una investigación a fondo y, mucho lo que se sabe hoy de esta baya se ha aprendido sobre la marcha.
El avance agrícola del Perú ha sido notable en las últimas décadas. Los frutales que se han establecido en el país le han dado vida a una industria que hoy se posiciona como una de las más importantes a nivel global. Sin embargo, ese desarrollo se ha basado casi exclusivamente en cuatro especies: uva de mesa, palta, cítricos y mango. Pero, como casi siempre ocurre, un producto que ha demostrado ser exitoso, si no se continúan investigando nuevas variedades, nuevos manejos o simplemente cómo está el mercado, puede quedar obsoleto rápidamente. Ante ello, ¿la industria frutícola peruana está buscando nuevas alternativas frutícolas para ampliar la canasta exportadora?
“Casi no salimos de los productos que han demostrado ser exitosos en la fruticultura. El arándano ha entrado como algo casi fortuito, sin que se haya hecho mucha investigación y desarrollo en el país. Pero lo importante es que hemos tenido éxito, ya que el arándano ha resultado mejor de lo que se esperaba. Nunca hubo un esfuerzo mayor de investigación sistemática, no sólo en el arándano, sino que es algo generalizado Es muy poca la investigación frutícola organizada que se realiza, salvo en determinados rubros, donde la presión es mayor (sanidad, riego, etc.) Muchas veces se confía en lo que hace el vecino o lo que indica un asesor extranjero y luego se trata de imitarlo”. Esa no es una crítica cualquiera, sino la de un profesional que ha estado ligado, desde diversos frentes, durante más de cincuenta años a la agricultura peruana y del trópico y, por lo tanto, la conoce muy bien. Sabe de qué presume y de qué carece, porque Odilo Duarte ha pasado por la academia, la investigación y la parte comercial. “No veo casi ninguna gran empresa agrícola del país que esté realizando investigación de una forma ordenada y sistemática para ver qué otras alternativas frutícolas podrían introducirse en el Perú, porque sí las hay”, afirma.
– ¿Por qué no investigan?
Creo que hay un aspecto en común entre los empresarios agrícolas, y es que consideran la investigación más un gasto que una inversión. Además, suelen considerarla muy costosa. Puede que importen alguna nueva especie pero la mayoría no la investiga sistemáticamente ni a fondo. Generalmente tienen una parcela en la que efectúan algunos ensayos, sin contar muchas veces con personal técnico especializado dedicado exclusivamente y con presupuesto propio para evaluar tal o cual especie y llegar a la conclusión de si podría tener éxito. No hay una tradición de investigación en la empresa privada y ni siquiera en el estado, ya que el INIA casi no tiene parcelas de investigación frutícola, ni personal, ni recursos suficientes y, ante un hecho así es muy difícil avanzar. En otros países, el estado y/o las universidades realizan investigación y pueden desarrollar un paquete básico de información para dar al interesado. Esto prácticamente no existe en el Perú y no creo que se implemente en el futuro cercano.
– ¿Quizás eso ocurre porque muchos ‘empresarios agrícolas’ vienen de otros sectores?
Es posible, porque muchos de los nuevos propietarios de grandes fincas son empresarios que han invertido en la agricultura porque les ha parecido que es un buen negocio. Han tenido la fortuna de ser partícipes de los años de bonanza y su éxito ha atraído a muchos otros empresarios ‘copiando’ muchas veces lo que está haciendo el vecino. Pocos desarrollan tecnología propia, por lo que resulta curioso que, en muchos casos, cuando se quiere ingresar a un fundo es como entrar a una base militar porque no permiten tomar fotos y toda la información es reservada. Muchos de los avances los generan los encargados de campo que, con su experiencia, ojo avizor y sentido práctico, llegan a conclusiones muy valiosas.
– Pero apareció el arándano en el momento justo.
La fruticultura peruana de exportación no había cambiado mucho hasta que apareció el arándano. Eso es verdad. Y ocurrió porque se vio que los precios eran fantásticos. De hecho hay empresas como Camposol que han invertido mucho dinero, también en I+D, para ir desarrollando este cultivo. Pero el éxito del arándano en el Perú no se esperaba porque se hablaba de que la ventana comercial sería en septiembre-octubre, justo antes de la producción chilena. Resulta que hoy en día hay cosecha durante más de seis meses al año. Pero todo eso nadie lo sabía, ni nadie lo investigó, sino que simplemente ha sido un hecho fortuito.
– Y después del arándano, ¿qué?
He hablado con empresarios para mencionarles otros cultivos, pero reaccionan con cierta incredulidad. Son muy escépticos. No hay una tradición de que la investigación puede llevar al éxito. ¿Qué haría una empresa como Toyota o Pfizer si no invirtiera en I+D? Quebraría en pocos años, porque los competidores les sacarían ventaja. Acabo de leer que Apple, la gran empresa innovadora de hace unos años, ha registrado resultados declinantes, porque ha descuidado justamente ese aspecto.
La macadamia tiene un buen mercado y daría muy bien en algunas zonas de la costa.
El litchi también proviene de Asia y podría tener éxito en Perú. Ya hay producciones comerciales en México y Honduras.
FRUTOS SECOS, GRAN DEMANDA GLOBAL Y BUENOS PRECIOS
– ¿Qué nuevas alternativas de cultivos hay para el Perú?
Hay varios cultivos con buenas perspectivas de instalarse en el Perú. Algunos de ellos son frutos secos como la macadamia, donde cerca de Lima es posible ver algunos árboles dispersos que dan fruta de buena calidad. Esta nuez tiene un buen mercado y daría muy bien en algunas zonas de la costa, mientras que en en ciertas áreas de la selva alta ya existen pequeñas plantaciones exitosas. Otro producto es el cajú (cashew o marañón), un cultivo que sería ideal para la Costa Norte (Piura, Olmos, etc) y zonas de la selva alta, porque es un árbol rústico y de pocas exigencias agronómicas. Los brasileños han desarrollado nueva tecnología en los últimos 30 años, donde han multiplicado por diez los rendimientos, pasando de 300 – 400 kg/ha a 3,000 – 4,000 kg/ha. Es un cultivo que no tiene problemas de adaptación. La nuez pecana, que da muy bien en la costa central, tampoco se ha investigado ni expandido mayormente y, prueba de ello, es que aquí se están cultivando las mismas dos variedades desde hace más de setenta años. Prácticamente ningún productor ha plantado nuevas variedades en el país. Por ejemplo, en EE. UU. se han desarrollado numerosas variedades, mientras que nosotros seguimos con la tecnología de mediados del siglo XX porque, por ejemplo, no se han probado variedades ni densidades de plantación ni podas. Esta situación contrasta con el hecho de que Méjico tiene 20,000 hectáreas de esta nuez.
– Los frutos secos tienen un gran mercado, se pagan bien y se estima que continúen los buenos precios porque hay más demanda que oferta.
Claro, sobre todo porque la ventaja de los frutos secos es que no hay venderlos mañana mismo. La macadamia tiene buenas perspectivas, la almendra habría que probarla, aunque hay zonas donde sí es posible su cultivo. Hace cuarenta años traje las tres variedades de almendros que se usaban en California en combinación para que se fecundaran. Crecieron muy bien, pero en las condiciones de nuestro clima floreaban a destiempo y no se complementaban sexualmente entre ellas, pues eran autoinfértiles, hoy en día existen variedades autofértiles. Es un árbol que necesita un verano seco y muy pocas horas-frío. Por eso es que Ica podría ser un buen lugar para su cultivo. Con el pistacho habría que traer, si las hubiera, variedades de bajo requerimiento de horas-frío, porque necesita bastante más frío que el almendro en invierno. La Universidad de California tiene algunas variedades y sería muy interesante si logramos adaptarlo a las condiciones de Costa Centro y Sur.
El longan es otra de las frutas que Duarte menciona como una opción para la fruticultura peruana.
Curiosamente los mejores campos de rambután no están en Asia, sino en Guatemala, donde han sabido inyectarle todo el paquete tecnológico obteniendo altos rendimientos productivos.
FRUTOS TROPICALES, PARA CONSUMO FRESCO Y LA INDUSTRIA DE LOS JUGOS
– ¿Y qué perspectivas les ves a los frutos tropicales o subtropicales?
El litchi, el rambután y el longan son cultivos de alto valor comercial y se podrían estar probando en algunas zonas del país. El litchi y el longan podrían dar buenos resultados en ciertas zonas de la costa con inviernos moderados o suaves; estos mismos cultivos, además del rambután, tienen buenas opciones en la costa norte y en zonas de la selva alta. Por ejemplo, los mejores campos de rambután, contrariamente a lo que se puede pensar, no están en Asia, sino en Guatemala. La idea es importar las variedades y conocimientos de manejo de ese país y lo bueno es que no competiríamos con ellos, porque estamos en contra estación. Los mejores campos se encuentran allí, porque los instalaron empresas que han sabido inyectarles todo el paquete tecnológico, algo muy diferente a lo que ocurre en Asia, ya que en ese continente el cultivo está en manos de pequeños productores. En Guatemala logran producciones eficientes y rentables Además trabajan en suelos volcánicos, el clima es favorable y la capacidad de invertir de los empresarios es grande. En América el único país importante donde se cultiva litchi es México. En Honduras existen unas plantaciones muy antiguas que producen bien, pero no ha habido un desarrollo tecnológico.
Para Duarte, es el momento de darle una oportunidad al sauco que, hasta ahora, se produce en la sierra en plantas. “Es hora de fomentar su cultivo tecnificado”, sugiere.
En la costa norte del Perú también se podría producir el shaddock o pummelo (Citrus máxima) que exporta China. Ellos no están exportando tanta fruta, ya que su consumo local se ha incrementado, por lo que podría ser una buena alternativa de exportación. La toronja es otro cultivo para zonas calientes, donde su sabor es muy dulce, mientras que en climas de inviernos más fríos desarrolla un sabor algo amargo.
El verdadero limón (Citrus limon) y el limón persa o Tahiti son cítricos que tienen un mercado interesante. Se adaptan bien a la costa y se pueden cosechar durante varios meses del año. El mercado europeo necesita de limón verdadero y en el caso del limón Tahiti el mercado interno sería muy grande Tahiti cuando se convenza al ama de casa y los chefs que el tradicional cebiche sale tan bien como con el limón sutil, especialmente ahora que este plato ya no se prepara dejando varias horas el pescado en maceración. El limón Tahiti es ligeramente menos ácido que el sutil pero no es algo notorio.
El níspero japonés, la frambuesa, la zarzamora o mora, la atemoya, la feijoa, la pitaya o pitahaya, el indano o nance son otros productos que dan muy bien en ciertas zonas de la costa . La pitaya y el indano también se adaptan muy bien en la selva alta.
Otro cultivo interesante para la selva es la piña, que produce muy bien en esas condiciones y puede ser un importante producto de exportación, aparte del mercado local. El viaje a través de los Andes, de acuerdo a un estudio que hice algunos años atrás, no sería un problema mayor y, de hecho, es lo que ocurre con la piña que se consume en Lima.. Costa Rica se ha convertido en un importante exportador de este producto y sigue creciendo con la variedad Golden Ripe o MD2. La palma datilera, que necesita mucho calor y más agua de lo que se piensa, es un cultivo interesante para zonas como Ica, Nazca o zonas de la costa norte. El mayor peligro es que llueva en plena fructificación, pues se puede podrir la fruta.
El mangostán o mangostín, considerado como una de las frutas más exquisitas del mundo, daría muy bien en zonas de selva. De hecho, en Tingo María hay algunas plantas desde hace muchos años, que producen satisfactoriamente. Lamentáblemente no se ha continuado con su expansión.
En el caso de zonas más frescas, el maracuyá morado, llamado gulupa en Colombia, es un producto que se puede exportar como fruta fresca, contrariamente al maracuyá amarillo, y tiene buena demanda en Europa.
En la sierra se cosecha el sauco de plantas semisilvestres o sembradas por las aves. Es hora de fomentar su cultivo tecnificado. Tiene múltiples usos: la flor sirve para preparar jarabes muy populares en Europa y la fruta, para hacer jugos y mermeladas. No se ha hecho el menor esfuerzo en este sentido.
Asimismo, hay cultivos que se pueden usar para la industrialización o para jugos frescos como la guanábana, la guayaba, el lulo o naranjilla, el arazá, la cocona, que tienen un buen mercado. La guanábana en zonas sin lluvia prospera muy bien. La guayaba se adapta a muchos climas. El lulo o naranjilla crece bien en el subtrópico como la costa central o zonas más frescas de la selva alta. El arazá y la cocona son aparentes para zonas de selva. La granadilla gigante, badea o tumbo costeño es otro producto muy agradable para jugos, que produce muy bien en la costa central y norte, pero es muy frágil para el transporte.
– En algunos supermercados de Lima se puede comprar kaki, ¿puede ser una opción productiva?
Claro que sí, es otra fruta interesante. En España los productores de cítricos están cambiándose al kaki, porque es más rentable y, aquí en el Perú, se podría dar perfectamente en gran parte de la costa. Hay pocos productores en el Perú y algunas nuevas plantaciones de prueba con la variedad ´Rojo Brillante`de España y hace poco tiempo que se está vendiendo localmente esta deliciosa fruta, porque antes la gente no la conocía.
– ¿Y en el rubro de carozos: duraznos, cerezas…?
Podríamos estar probando paraguayos (duraznos en forma de donuts) en la Costa Central y Sur y en algunas quebradas. El vivero Perufrut, está tratando de introducir cerezas con bajos requerimientos de horas-frío. En 2012 se consiguió la representación de Zaiger Genetics, pero sólo en 2015 Senasa aprobó los patrones, porque no son Prunnus avium, sino que son otros Prunus y, como no aparecían en la lista de Senasa, no se podían introducir. Finalmente se logró que aceptaran otros patrones como Mahaleb y se están trayendo desde Chile a través de Agromillora Sur. Sin embargo, Senasa exige que las variedades de cerezas que se introduzcan al país estén libres de todo virus y eso no existe en ninguna parte del mundo. Desde 2012 no se ha podido importar ninguna planta de cereza en el Perú por estos motivos.
– ¿Qué análisis haces de las frutas tradicionales?
Se ha visto en la última campaña que muchos perdieron dinero con la uva Red Globe y se está iniciando un recambio varietal. Al mismo tiempo, el Ecuador está desarollando proyectos de uva de mesa y California está plantando variedades de cosecha más tardía. Es posible que con la uva de mesa ocurra lo mismo que con el espárrago, donde el Perú llegó a cultivar 30,000 ha y los precios cayeron mucho. Actualmente se sigue reduciendo el área, reemplazando el espárrago por fruta. Lo mismo ha pasado con el tangelo, cuyo mercado se redujo y hay agricultores que están matando sus árboles. Todo el mundo ha plantado la mandarina W. Murcott y los precios en chacra son muy bajos, con lo que no se alcanza a cubrir los costos si no se exporta. La excepción es la palta, porque se está abriendo el mercado mundial, en China por ejemplo, y se está incrementado el consumo en muchos países. En el mango hay años críticos para productores no organizados, porque el mercado de exportción no lo recibe cuando se produce en exceso.
– Una cosa es la investigación de qué alternativas son viables, que debe ir acompañada también con un óptimo manejo agronómico. Sin embargo, también hay que investigar el mercado, ¿cuál es tu opinión sobre ello?
Hacer estudios de mercado es importantísimo. La lúcuma es un ejemplo clásico. Hace veinte años se creía que como la lúcuma gusta mucho en Perú, debería gustar también en otros mercados, lo cual no es cierto. Hubo muchas plantaciones y un buen número se han tenido que eliminar, porque no había a quién vendérsela. Hay una empresa agrícola en el Perú que tiene 20 ha y casi toda su producción la exporta a Chile. Pero nunca existió el enorme mercado que en un momento se imaginó, porque no se realizó un estudio de mercado al respecto.
– Dices que las empresas no salen más allá de las frutas que han funcionado, ¿pero habrá algunas que sí?
Por ahí hay empresas que han traído materiales vegetales novedosos, pero no es algo sistemático, porque generalmente no hay un esfuerzo de tener un departamento de I+D con todos los recursos necesarios. Prueban una especie, pero no hay nada ‘full time’. Darle cierta autonomía administrativa y financiera a ese departamento dentro de la empresa sería importante, pero eso no está en la mente de muchos empresarios. Un departamento de I+D pequeño no debe costar más de lo que deja la utilidad de 5 o 10 ha de uva de mesa u otro cultivo rentable y hay empresas que manejan 100 ha o más y no lo implementan, porque les parece demasiado caro.