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Nutrición en tomate fresco injertado

Las especies hortícolas, como el tomate fresco cultivado en condiciones limitantes, experimentan diferentes trastornos que conllevan una gran pérdida de rendimiento y calidad del fruto, sin que la mejora genética ofrezca soluciones eficientes a corto plazo.

14 de Noviembre 2018 Equipo Redagrícola
Nutrición en tomate fresco injertado

Figura 2. Plantines de tomate injertado y no injertado en contenedor.
Figura 3. Ensayo de portainjertos comerciales en INIA-La Cruz.
Figura 4. Plantas injertadas crecidas en maceta en INIA-La Cruz.

Aunque el uso de injertos en árboles frutales ha sido tradicionalmente exitoso, el uso comercial de los portainjertos hortícolas es muy reciente y se ha desarrollado fundamentalmente sobre una base empírica. En la actualidad, el número de plántulas injertadas de uso comercial de hortalizas solanáceas (tomate y pimiento) y cucurbitáceas (melón y sandía) ha crecido notablemente en países con tradición hortícola, lo que refleja un aumento en las preferencias de los agricultores por plantas injertadas de alta calidad, con mayor rendimiento y mejor calidad del producto.

El tomate para el consumo fresco es el tercer cultivo hortícola en Chile, con un 7% de la cuota de mercado, siendo solo superado por el maíz y la lechuga, en tanto que representa un 10,3% en la distribución de la tierra (5.463 ha). En Chile el 20% de la superficie de tomate se cultiva bajo invernadero. La producción de tomates frescos en el país (y el mundo) se enfrenta a varios problemas debido, entre otras limitantes, a la escasez de recursos hídricos y de suelo provocada por efecto del cambio climático.

Particularmente, en la zona central de Chile, el cultivo de tomates frescos se enfrenta cada vez más a condiciones limitantes como la sequía y la salinidad, lo que en última instancia reduce la competitividad de los productores de tomate en estas áreas, impactando así la integridad del ecosistema, contribuyendo además a la relocalización (abandono) de los sectores rurales. De acuerdo, a estos antecedentes, el injerto en tomate se está convirtiendo en un manejo agronómico importante para obtener alta productividades y buena calidad del tomate bajo las condiciones limitantes mencionadas.

PORTAINJERTOS EN HORTALIZAS

La utilización de portainjertos en plantas herbáceas comienza en Japón en 1914 para prevenir Fusariosis en sandía. A nivel mundial el interés general de esta técnica se basa en la siembra de portainjertos interespecíficos, de origen silvestre, resistentes a determinados patógenos del suelo. El injerto ha sido utilizado en la agricultura como una técnica que permite otorgar resistencia o tolerancia de las plantas a determinados patógenos del suelo, además de aumentar el crecimiento y rendimiento de las plantas injertadas en relación a las que no se injertan. A nivel internacional, Japón, Francia, Holanda y España son pioneros en la utilización de portainjertos en hortalizas, principalmente cucurbitáceas (melón, sandía, pepino) y solanáceas (tomates, pimiento y berenjena).

En España, hasta la década de los 80, el uso de portainjertos era solo experimental y a baja escala, sin embargo, a fines de los 80 las empresas de semillas tomaron esta técnica y la masificaron rápidamente, registrando en el año 2004 una producción aproximada de 110 millones de plantas injertadas, de las cuales 73 millones fueron plantas de tomates.

La técnica de portainjerto es el resultado de la unión de dos plantas a fines (portainjerto + variedad) modificadas a través de la técnica de injertación. Esto permite cultivar especies sensibles a ciertos patógenos, sobre suelos infestados, utilizando el sistema radicular de una planta resistente, en tanto que en la parte aérea se mantiene una planta comercialmente productiva. Existen varios tipos de técnicas de injertación de plantas herbáceas, dentro de las cuales tenemos la de lengüetas, púas y la de aproximación, en el caso de cucurbitáceas. La última técnica mencionada es la que presenta el mejor resultado y es la más utilizada con un 90 a 100% de prendimiento.

En el caso de las solanáceas, antiguamente se utilizaba la técnica de púas, sin embargo, tras la invención del clip de silicona, la única técnica utilizada hoy en día para la injertación de solanáceas es el empalme. Las figuras 1 y 2 muestran una variedad de tomate injertado sobre un portainjerto comercial y contenedores de plantas francas e injertadas, donde se observa la tecnología del clip de silicona para la unión portainjerto-variedad. Las figuras 3 y 4 muestra un vista general del ensayo y la planta injertada en maceta nutrida por un sistema de riego y fertilización tecnificado con goteros de micro-tubos.

La utilización de la técnica de injertación en plantas herbáceas es relativamente nueva en Chile y no contamos con un registro que indique el uso masivo de esta técnica, la que paulatinamente va en aumento, convirtiéndose en una de las opciones más idóneas para el futuro hortícola del país, teniendo en cuenta que en el año 2015 ya se eliminó la utilización bromuro de metilo.

¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LA NUTRICIÓN EN PORTAINJERTO EN TOMATE?

El propósito de cualquier programa de nutrición mineral en tomate es suministrar los elementos o compuestos minerales -o iones nutrientes- que son requeridos por la planta en la dosis y momento oportuno para optimizar su utilización. El tomate injertado, como cualquier planta, requiere elementos nutritivos imprescindibles o esenciales, cuales son aquellos que no deben faltar para el funcionamiento fisiológico y el desarrollo completo del ciclo vegetativo.

De los nutrientes minerales esenciales para la planta se distinguen los de mayor requerimiento y que se encuentran en mayor proporción en ella, los denominados macronutrientes. Entre estos se consideran el nitrógeno (N), el potasio (K), el calcio (Ca), el fosforo (P), el magnesio (Mg) y el azufre (S). Aquellos elementos esenciales requeridos en menor proporción por la planta, los denominados micronutrientes, corresponden a zinc (Zn), manganeso (Mn), cobre (Cu), hierro (Fe), boro (B), molibdeno (Mo), cloro (Cl) y, últimamente, pero sin importancia práctica aparente, el níquel (Ni). La necesidad de agregar vía fertilización algunos de los 14 elementos minerales esenciales, surge de dos factores principales, los requerimientos por parte de la planta y el insuficiente suministro por parte del suelo. Es de vital importancia estimar correctamente el primer factor en plantas de tomate injertada, de modo de optimizar la aplicación de fertilizantes por parte del productor de tomate. Desde otro punto de vista, durante los últimos años, diversos grupos de estudio han puesto en evidencia el problema de la contaminación de cauces de agua superficiales y subterráneos en el país, apuntando a la agricultura como fuente importante de contaminación difusa por uso en exceso de fertilizantes nitrogenados (N-NO3) y fosforados (P-PO4).

La utilización de portainjertos podría reducir este problema gracias a material con elevada capacidad de extracción de nutrientes por parte de planta, sin embargo, aun no se conoce lo suficiente sobre cuánto extrae de cada nutriente la planta injertada. En Chile existen en el mercado numerosos portainjertos de tomate comerciales tales como: Arazi, Beaufort, Brigeot, Amnstrong, Emperador, Maxifort, Optifort, King Kong, Multifort, entre otros. Particularmente INIA ha estado investigando para establecer los requerimientos nutricionales a través de la determinación de los coeficientes de extracción de la fruta en algunos de estos portainjertos comerciales, con el fin de mejorar la aplicación de fertilizantes; para de esta manera aumentar la productividad y reducir los riesgos de contaminación difusa por exceso de aplicación.

¿CUÁL ES LA DEMANDA NUTRICIONAL DEL TOMATE CON PORTAINJERTO?

El INIA ha realizado estudios experimentales para determinar la producción de biomasa fresca y seca, contenidos minerales, extracción mineral por planta y coeficientes de extracción, en cuatro portainjertos comerciales bajo condiciones de invernadero controladas (en fertilización y riego). La tabla 1 muestra la biomasa fresca (BFT) y seca (BST) total, peso fresco (PFF) y seco (PSF) en frutos de tomate injertado bajo condiciones de invernadero (INIA-La Cruz). Se observó que Amstrong presentó la mayor BFT y BST en comparación a los otros porta-injertos. El PFF y PSF de la primera cosecha (al primer racimo) no presentó diferencias por efecto tratamiento.

En la tabla 2, en tanto, se muestra el contenido mineral promedio de macro elementos en los cuatro porta-injertos. Los resultados muestran que no existen diferencias significativas entre los portainjertos estudiados, excepto en el caso del contenido de fósforo.

En la tabla 3, por su parte, se muestra la extracción de macro-elementos por la planta. Aquí se observa que el portainjerto Amstrong tiene una mayor extracción de los macronutrientes estudiados en relación a los otros portainjertos, excepto en el magnesio, ya que en este último no se observó diferencias entre los porta-injertos.

En la tabla 4 se muestra el coeficiente de extracción mineral de macro-elementos expresado como kilo de nutriente requeridos para producir una tonelada de fruta fresca. Esta investigación evidencia que los coeficientes de extracción de N, P, K, Ca y Mg no presentaron diferencias marcadas entre las variedades de tomate injertadas sobre los diferentes portainjertos comerciales estudiados. Pero las plantas injertadas de tomate que presentaron mayor crecimiento en biomasa, fueron así mismo las que presentaron una mayor demanda nutricional.

LA DEMANDA NUTRICIONAL DEL CULTIVO DEPENDE DEL FACTOR PRODUCTIVO

De acuerdo a los resultados de coeficientes de extracción y el nivel productivo de la planta (crecimiento en biomasa) en este estudio, la demanda nutricional del cultivo depende principalmente del factor productivo. La estrategia recomendada para el calculo de la dosis de fertilización en tomate injertado (como en cualquier otro cultivo) se debe basar, fundamentalmente, en el conocimiento de la demanda del cultivo; el que debe ser estimado a través del coeficiente de extracción de nutrientes por parte de la fruta (Tabla 4), multiplicado por el nivel productivo del agricultor (toneladas de fruta producida por área cultivada). Por lo tanto, la dosis de fertilización (kg/ha) dependerá de este factor (demanda), el suministro y la eficiencia de aplicación del fertilizante.

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