“Muchas empresas nuevas se frenan a la hora de sacar sus productos al mercado debido a obstáculos normativos”
El reconocido científico e innovador en serie del sector de la bioprotección describe las novedades más relevantes en este segmento, así como la necesidad de resolver los cuellos de botella normativos que complican la velocidad con que estos salen al mercado.
Por Felipe Aldunate M.
Dice que las regulaciones están resultando un freno para la innovación biológica y que el próximo paso de este sector debe dejar el campo para acercarse a la salud pública: “los lugares en los que la gente vive, almacena o prepara los alimentos deberían estar libres de sustancias químicas tóxicas que pudieran perjudicarles”. Así lo señala el doctor Minshad Ansari, fundador y presidente ejecutivo de la firma británica Bionema. Nacida al alero de la Universidad de Swansea, la firma se enfocó en la investigación y desarrollo de formulaciones microbiales para la protección de cultivos ante distintos tipos de pestes y plagas. Varias de ellas han llegado al mercado, e incluso han sido adquiridas por grandes compañías, como Syngenta, consolidando su foco en la innovación en serie. No obstante, Ansari dice que la innovación en esta área no está avanzando lo suficientemente rápido ante los desafíos que se vienen. La Unión Europea quiere eliminar el uso de 505 plaguicidas de aquí al 2030, los que requieren sustitutos biológicos. “Muchas empresas nuevas se ven frenadas a la hora de sacar sus productos al mercado debido a los obstáculos normativos -tiempo y coste, sobre todo”, dice. “Hemos tenido muchas conversaciones con gente que dice: ‘Oh, sí, tenemos una solución para eso… esta bacteria funciona contra eso… pero no; es demasiado caro pasarla por la normativa, así que no vamos a desarrollarla”. Por ello, el científico ha promovido el World BioProtection Forum, de manera de fomentar entre los reguladores europeos normativas que favorezcan el desarrollo. Ansari habla de esto, del rol de Inglaterra para la normativa global y de sus iniciativas en América Latina en la siguiente entrevista.
-Partamos con algo general. ¿Cuáles son las tendencias más importantes en el sector de la bioprotección a nivel global?
-Probablemente la tendencia más importante de los últimos años ha sido la inversión en nuevas tecnologías de formulación que están permitiendo una aplicación más fácil de los productos de bioprotección utilizando equipos agrícolas convencionales. Estos permiten una mayor cobertura y persistencia en los cultivos que intentamos proteger. Se trata de tecnologías «físicas», como la microencapsulación, y de tecnologías «químicas», como los adyuvantes biocompatibles. Hay que recordar que hace 5 años era frecuentemente difícil encontrar adyuvantes que no fueran perjudiciales para los microorganismos que se aplicaban. En Bionema hemos desarrollado tecnologías de formulación innovadoras patentadas que permiten, a nosotros y a nuestros colaboradores, producir biopesticidas de fácil distribución (a temperatura ambiente); de alta eficacia; con un número reducido de tratamientos necesarios (reduciendo los costes); optimizados para los métodos de aplicación disponibles; con potencial para aplicaciones más amplias de biocontrol de enfermedades fúngicas de las plantas. Por ejemplo, nuestra tecnología patentada de formulación de microencapsulación IncapsuleX™ aumenta la eficacia mediante la entrega de bioplaguicidas en una microcápsula a la cutícula del insecto – mejorando la adhesión y aumentando la persistencia en las superficies de las plantas para un mejor control de plagas y enfermedades.
-Y usted, personalmente, ¿cuál considera que es la corriente de innovación más interesante?
-En particular, creo que es emocionante que estemos viendo más empresas de bioprotección que buscan soluciones que puedan aplicarse en cultivos de gran superficie. La bioprotección siempre se ha visto como una solución para entornos controlados, como los invernaderos, donde la temperatura, la humedad y otras condiciones pueden controlarse para adaptarse al agente biológico en cuestión. Ahora, gracias a los avances en la formulación de estos productos, por fin podemos ofrecer soluciones en entornos no controlados, lo que abre la posibilidad de aplicarlos a los cultivos en tierra firme. Esto permitirá un uso mucho más amplio de los productos de bioprotección, permitiendo llenar los vacíos dejados por un número cada vez mayor de pesticidas químicos prohibidos, y permitiendo un crecimiento significativo en el sector de la bioprotección. La Comisión Europea quiere reducir el uso de plaguicidas químicos en la Unión Europea en un 50% durante la próxima década, en un punto de referencia establecido por la nueva estrategia ‘De la granja a la mesa’ y ‘Biodiversidad’, lo que significa que deben desarrollarse y comercializarse cada vez más nuevos bioprotectores, también conocidos como bioplaguicidas.
-¿Cree que la normativa está ayudando al desarrollo de la innovación en este sector?
-La normativa ha sido un problema para el sector de la bioprotección desde el principio, porque los reguladores de la época no entendían que se trataba de agentes biológicos, no químicos, y se limitaban a aplicar a estos productos de bioprotección la misma normativa que a los químicos. Ahora parece obvio que regular un producto biológico de la misma manera que se regula un producto químico tóxico diseñado específicamente para matar especies biológicas no es un enfoque sensato, pero cuando estos productos eran novedosos en la década de 1980, los reguladores no lo entendían realmente. Ahora, después de unos 40 años de debate, creo que el mensaje está calando y los reguladores empiezan a entender que no se puede someter a los productos biológicos a las mismas pruebas de regulación que a los productos químicos tóxicos. Hay muchas empresas y organizaciones comerciales que hacen campaña por los cambios en todo el mundo, pero Bionema apoya actualmente la campaña del Foro Mundial de Bioprotección para el cambio en el Reino Unido. El WBF ya está trabajando directamente con los responsables del Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido (DEFRA) en la revisión de sus reglamentos para los productos de bioprotección después del Brexit, y el DEFRA parece realmente abierto a escuchar las necesidades de la industria.
Tenemos la esperanza -¡y la esperanza de muchos en la industria!- de que si un DEFRA ágil y flexible tras el Brexit puede crear un marco regulatorio que funcione para la industria, a la vez que proporciona un sólido proceso de evaluación de Europea.