Mirada desde adentro: impactantes experiencias de la fruta norteamericana ante inestabilidad comercial
Frente a los cambiantes aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump, el exportador/importador de frutas Dalton Dovolis, de la empresa IPG, revela la cruda realidad que sacudió a la industria hortofrutícola estadounidense. Con la necesidad de mantener las exportaciones a Asia y asegurar la llegada de fruta de contraestación desde Latinoamérica, como prevención, Dovolis propone soluciones ante las agitadas aguas comerciales.

Dalton Dovolis y equipo de IPG junto a su producción de frutas, en central de California
Durante los primeros meses del 2025, los aranceles implementados por la administración de Donald Trump han ejercido un impacto sustancial en el sector agrícola de EE. UU. Si bien la anunciada pausa de aranceles con China, que reducirá el porcentaje de exportaciones norteamericanas hacia China de 125% a solo 10% por 90 días, se muestra como una señal de esperanza ante la actual tensión entre ambos países, los meses previos no fueron fáciles para la agricultura estadounidense.
Con la paralización del mercado chino y los retrasos en los tiempos de entrega, los productores y comercializadores corrieron el riesgo de perder su estatus como potencia exportadora. Sin embargo, el comercio con Asia no fue lo único afectado, también las importaciones provenientes de Latinoamérica enfrentaron la incertidumbre.
Para profundizar en el tema, realizamos una entrevista exclusiva con Dalton Dovolis, vicepresidente de International Produce Group (IPG), una de las empresas de exportación e importación de productos frescos más grandes y reconocidas a nivel mundial, con sede en California. El ejecutivo compartió un vistazo de lo que fue este periodo de crisis durante los meses recientes.
LAS CONDICIONES CRÍTICAS QUE ATRAVESÓ IPG
CON ASIA
“Nuestro comercio con China se detuvo por completo, y no solo por los aranceles, sino también por la fricción política que ambos países estaban teniendo. Es uno de nuestros mercados más grandes para las cerezas estadounidenses; perderlo hubiese sido devastador”, menciona Dovolis.
Además de la poca claridad de los aranceles, una gran preocupación fue que los contenedores enviados durante este tiempo a China se quedaran retenidos en la aduana o se les negara la entrada por completo. Durante la administración anterior de Trump,
cuando se intensificaron las tensiones comerciales, el gobierno chino respondió con inspecciones más estrictas sobre los cítricos estadounidenses, particularmente las naranjas. Los retrasos en la descarga, los procesos de cuarentena prolongados y los rechazos directos se volvieron comunes.
“Teníamos el temor de que la carga se quedara atascada en los puertos demasiado tiempo o de que ni siquiera se le permitiera la entrada. Esto aumentó la presión sobre otros mercados”, agregó.
Dada la situación, a los productores norteamericanos no les quedó más que empezar a desviar los envíos originalmente destinados a China hacia Hong Kong. Sin embargo, a Dovolis le preocupaba que esta estrategia pudiera sobresaturar el mercado hongkonés y que los precios bajaran significativamente.
“No hace mucho, más de 30 contenedores de naranjas estadounidenses fueron redirigidos de China a Hong Kong. Corrimos el riesgo, si hubiésemos continuado, de inundar un mercado más pequeño con un volumen que no estaba preparado para absorberlo, lo que pudo crear serios desequilibrios tanto para proveedores como para compradores”.
Del mismo modo, muchos exportadores redirigieron sus envíos al sudeste asiático para compensar la situación arancelaria de China en el momento. “Esa presión adicional sobre mercados ya frágiles empezó a afectar la demanda y a comprimir los precios”, señala el entrevistado. No obstante, la situación no fue igual en todos los casos:
“En países como Vietnam, vimos que los aranceles sobre productos estadounidenses, como cerezas y manzanas, bajaron del 8-10% al 4-5%, lo que ha ayudado bastante. Ese es un punto brillante en la región”.

El alivio arancelario limitado en Vietnam fue visto por algunos como una señal de esperanza. Sin embargo, Dovolis advierte que no se debe asumir que el sudeste asiático puede reemplazar el poder de mercado de China. “Estamos viendo una competencia intensa de múltiples orígenes, incluido un volumen creciente de la propia China, que ahora está produciendo fruta más barata y de mayor calidad. Al mismo tiempo, la incertidumbre política y económica en todo el mundo, junto con la fluctuación de los tipos de cambio, está haciendo que las compras internacionales sean más volátiles y riesgosas para los compradores”.
IMPACTO MÍNIMO EN LOS ENVÍOS DE FRUTA PERUANA Y CHILENA A EE UU
Si bien IPG pasó un periodo turbulento con su comercio con Asia, el nuevo acuerdo con China puede reposicionar a EE. UU. en el camino correcto, pero lo que aún se desconoce es: ¿qué pasará con Latinoamérica?
La empresa californiana depende de importaciones de América Latina de frutas fuera de temporada. “Traemos muchas uvas y cítricos de Perú y Chile; esos son nuestros principales productos que importamos de América Latina”, dice el entrevistado. El nivel de los aranceles (aproximadamente el 10%) y la alta demanda existente en EE. UU. han contribuido a que el impacto durante estos meses haya sido de menor magnitud. Sin embargo, el vicepresidente de IPG expresó incertidumbre con respecto a las ramificaciones. Hasta el momento (todo puede cambiar) se espera un aumento de los costos tanto para los importadores como para los consumidores.
Con todo, Dovolvis considera bajo el riesgo de una caída de la demanda de fruta latina, ya que al ser fuera de temporada resuelve la falta de oferta y no compite con la producción local. “La agricultura es estacional, y estamos tratando de transmitir a la administración que esto no beneficia al agricultor estadounidense porque se importa fuera de temporada”, comenta Dalton.
PROPUESTAS PARA MANTENER FIRME A EE UU : LIBRE COMERCIO Y FLOTA NAVIERA PROPÍA
Aunque el nuevo acuerdo EE UU-China permite ver poco a poco la luz al final del túnel, Dovolis sugiere posibles soluciones para mantener la firmeza de Estados Unidos como potencia exportadora de frutas líder y precaverse ante cualquier retorno de tensiones comerciales con China.
“En agricultura, el libre comercio es el camino a seguir. Personalmente, he contactado a la administración actual de diferentes maneras”, explica. “Lo que la administración debería considerar en sus negociaciones es la eliminación de los aranceles sobre las exportaciones agrícolas estadounidenses a Asia, y también continuar con las reducciones recíprocas sobre las importaciones”.
Pero para Dovolis, los aranceles son solo parte del problema. Un obstáculo mayor y más inmediato reside en el transporte marítimo, y la abrumadora dependencia de transportistas extranjeros. “Ya no tenemos barcos estadounidenses. Más del 90% de nuestras exportaciones de productos dependen de operadores extranjeros, y en este momento, no tienen prisa por ayudarnos a mover productos”. Los tiempos de tránsito que antes tomaban dos semanas se han extendido mucho más allá de lo razonable. “Solíamos enviar a Hong Kong en 12 a 14 días y a Filipinas en 20. Ahora, con paradas adicionales y cambios de ruta, estamos viendo tránsitos de 30, 40, incluso 60 días”, dice.
Si bien Dovolis apoya la inversión a largo plazo en una flota naviera estadounidense moderna para recuperar el control y la flexibilidad, también insta a una acción diplomática inmediata. “Una solución a corto plazo más realista sería que el presidente Trump negociara directamente con los países donde tienen su base estos transportistas”, propone. “Si se alentara a las naciones navieras a través de negociaciones comerciales a priorizar viajes más rápidos para las exportaciones estadounidenses, podría marcar una gran diferencia esta temporada, sin tener que esperar a que se construyan barcos”.
Tránsitos más rápidos y conexiones directas con puertos clave de Asia restaurarían la confianza en toda la cadena de suministro. “Si tuviéramos, aunque solo fueran unas pocas opciones consistentes de 14 a 20 días, nos sentiríamos más seguros al poner nuestros productos más perecederos en el agua, y los compradores extranjeros se sentirían más seguros al elegir fruta cultivada en Estados Unidos”.
MIRANDO HACIA EL FUTURO: UN FUTURO POSITIVO PARA EL COMERCIO MUNDIAL DE FRUTAS
Tras los nuevos progresos entre China y EE. UU., Dovolis se mantiene optimista sobre el futuro del negocio mundial de la fruta. Cree que los desafíos que enfrenta la industria hoy en día conducirán en última instancia a sistemas más inteligentes, asociaciones más sólidas y una cadena de suministro más resistente.
“La fruta es uno de los productos más hermosos y universales del mundo. No importa de dónde seas, ya sea Vietnam, EE. UU., China o Chile, la gente se conecta a través de alimentos frescos y saludables “Esta industria se basa en relaciones, en confianza y en una pasión compartida por alimentar al mundo. Eso no desaparece por una temporada difícil o una disputa comercial, solo nos hace mejores”, concluye Dovolis.
