Marienella Ortiz

Nuevos sistemas de producción; mecanización y automatización de labores; genética y protección de cultivos y animales; ‘big data’ y agricultura de precisión; software de gestión y servicios de información para la toma de decisiones; plataformas innovadoras de compra-venta, servicios tercerizados y financiamiento; tecnologías en la cadena logística y de distribución de alimentos; productos y servicios alimentarios innovadores; y bioenergías son las nueve áreas de innovación tecnológica que se están desarrollando en la industria agrícola y que fueron identificadas por el Fomin en su estudio en América Latina y el Caribe. En esta entrevista, Ana Castillo explica cómo estas ideas disruptivas pueden transformar el agro.

“El objetivo fue hacer un mapeo de lo que estaba pasando en el ecosistema del Agtech en la región. De esta manera, identificamos unas 130 ´startups´ vinculadas a esta nueva ola de innovación agrícola, de las cuales más del 60% son empresas con menos de 5 años de antigüedad y el 70% están dedicadas a soluciones digitales. Es común el desarrollo de productos digitales debido a sus menores costos ytiempo que otro tipo de solución”, explica.

– ¿Esta cifra es un buen indicador o faltan más iniciativas en el sector agrícola?
– En 2018 hemos empezado con una nueva edición y nos hemos encontrado con que la selección pasó de 130 a alrededor de 260 innovaciones en América Latina y el Caribe. Esto quiere decir que la región está teniendo un crecimiento explosivo, debido a que los emprendedores están respondiendo a las oportunidades del mercado agrícola.

– ¿Cómo pueden ayudar estos emprendimientos al agro en la región?
– Estos emprendimientos son los protagonistas de la nueva transformación agrícola, basada en las oportunidades que genera la cuarta revolución industrial. Hoy es posible la ‘big data’, el ‘machine learning’, la inteligencia artificial, el ‘blockchain’, la biotecnología, la automatización o la robótica a nivel del campo. En la mayoría de los casos es una combinación de diferentes tecnologías y conocimientos. Esa es la particularidad de las Agtech.

– ¿Estas innovaciones agrícolas están llegando a toda la cadena productiva?
– Si bien hay un número creciente de estas soluciones, aún es bajo el número de productores que adoptan estos servicios, porque primero es difícil que estos emprendimientos brinden soluciones individuales a los productores. Por eso, es importantísimo los esfuerzos que se pueden hacer a nivel público y privado, para que una mayor cantidad de productores tengan acceso a este tipo de tecnologías.

– ¿Qué países tienen el liderazgo en la región?
– En la actualidad, la región tiene dos grandes ‘hub de innovación’ que son Argentina y Brasil, donde se concentra la mayor cantidad de innovaciones; seguramente, porque son lugares que tienen más resuelto el tema del financiamiento.

– ¿Qué tan complicado o no es desarrollar una emprendimiento Agtech?
– Con esta cuarta revolución industrial, las tecnologías están más disponibles. Los emprendedores de alguna manera aprovechan estas oportunidades. Quizá en algunos años, los costos también bajen. Somos muy optimistas en cuanto a las oportunidades de la región y al aprovechamiento de las redes globales de conocimiento. Otros países nos llevan ventaja en 5 o 10 años, entonces, hay que aprender de sus avances y lecciones. Una de las cosas que estamos haciendo en el BID es promover este tipo de intercambio de conocimiento.

– ¿Qué hace que una ‘startup’ se convierta en exitosa?
– Dependerá de su propuesta de valor y de cuánto comprenda el funcionamiento del mercado. Por ejemplo, Kilimo fue el desarrollo de dos estudiantes argentinos de la Universidad de Córdoba que hicieron un dispositivo originalmente para dar recomendaciones de riego. Cuando comenzaron a producir comercialmente sus dispositivos, la venta fue cero. Luego de eso, comenzaron a analizar las recomendaciones que dejaban los agrónomos a los distintos campos sobre cuándo y cómo regar. Entonces, desarrollaron un interface de comunicación en sus dispositivos con mensajes muy parecidos a la recomendación que dejaba el agrónomo. Entonces, la experiencia para los productores de esta solución tecnológica no era ajena y así fue cuando funcionó. Ahora también están en el mercado de EE UU. Lamentablemente, el mundo emprendedor y el de agro no terminan de conectar y hay una cierta asimetría de información entre unos y otros.

– ¿Qué tipo de innovaciones están faltando en la región?
– Hay una diversidad importante de innovaciones, pero quizá aún no entramos en el tema de la robótica para mecanizar muchas labores en el campo. Uno de los desafíos que enfrentamos es que la disponibilidad de mano de obra será una dificultad en el futuro.

– ¿Ha visto avances en este tema?
– Hemos visto algunas iniciativas de vehículos autónomos. En Uruguay, por ejemplo, se está desarrollando una especie de carretilla que se mueve sola para cargar y cosechar cultivos de hojas en invernaderos y en sistemas de hidroponía. En otras partes, he visto pequeños robot con sensores que determinan el punto de cosecha. Incluso en Japón se cosechan fresas con robot. Ese conocimiento llegará rápido a la región. Si bien antes tomaba como ocho años para que lleguen ciertas tecnologías, ahora el promedio es de tres años.