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Dra. Cecilia Peppi, Universidad de Chile

“Las condiciones de un cultivo son determinantes a la hora de aplicar un regulador de crecimiento"

No existen las recetas generales a la hora de aplicar un regulador de crecimiento en uva de mesa. Todo lo contrario, porque cada caso es diferente porque las condiciones en las que se encuentran los cultivos son distintas. Eso es lo que deben tener claro los productores y, muchos de ellos están tomando conciencia, aunque a veces se está aplicando más de lo debido y en épocas que no son las más adecuadas.

25 de Julio 2017 Equipo Redagrícola

Cecilia Peppi, investigadora de la Universidad de Chile y asesora.

Abuso, ya sea en la dosis y en el número de aplicaciones. Eso es lo que está ocurriendo frecuentemente en Chile con los reguladores de crecimiento. Esa es la visión de María Cecilia Peppi, investigadora de la Universidad de Chile (UCh). “Se están usando mucho”, afirma y lo grafica de la siguiente manera: “El uso de giberélico en las variedades tradicionales se ha multiplicado y, de tres a cuatro aplicaciones en etapa de crecimiento, hoy en día se están realizando seis o siete aplicaciones”. Algo que también ocurre en el Perú, aunque con ciertas diferencias, porque allí además se usan muchos más productos que en Chile no se están empleando. Sin embargo, los productores chilenos están siendo más conscientes y están revisando sus programas, usando un número adecuado de productos y reduciendo sus aplicaciones.

“Tras la locura que hubo de aplicar más y más, hoy están empezando a racionalizar”, afirma y remarca que “esas aplicaciones deben realizarse según las condiciones en que se encuentre el cultivo”, sobre todo porque hay reguladores de crecimiento que son casi indispensables en ciertas condiciones, pero en otras hacen muy poco o nada. El ejemplo es el ácido abscísico, porque hay condiciones en las que si no se usa no se puede producir fruta de buen color, mientras que en otras condiciones no se requiere.

Si bien hay muchos factores que influyen en el uso del ácido abscísico, la condición clave es la temperatura alta en época de maduración. Sin embargo, en otras condiciones, no hará nada o hará muy poco porque las temperaturas de maduración son mejores. “Ahora bien, en un clima moderado, si es que hay un exceso de giberelina o de citoquininas, eso igualmente estará afectando a los racimos. Entonces lo que se intenta allí es corregir un problema creado con otro”, explica la experta.

OBSESIÓN POR LOS CALIBRES

Pero, ¿Por qué se están realizando más aplicaciones y en concentraciones mayores? Según Peppi, esto se debe, en gran medida, a la preocupación por lograr mayores calibres de baya, aunque advierte que los productores no consideran que si se sigue aplicando más, eso no necesariamente se reflejará en un mayor calibre, “simplemente porque se llega a un punto de saturación donde no hay un efecto positivo”, asegura. Por otro lado, hay campañas puntuales en que las floraciones son más desuniformes y se tiene dudas de cuándo aplicar. Y, ante la duda, en vez de realizar una o dos aplicaciones, los productores realizan cuatro o cinco para así tratar de cubrir todo el rango. “Ese es el inicio de otros problemas relacionados, porque hay racimos que estarán bien, pero otros estarán recibiendo un exceso de producto”, explica.

La discusión está en el número de aplicaciones que se debe realizar y en qué concentración, porque habrá un momento en que la cantidad de regulador que se está aplicando no tendrá un efecto positivo sobre la fruta. Además no hay una receta general, sino que dependerá de con qué variedad se está trabajando. “En una Thompson 40 ppm de giberélico en etapa de crecimiento son suficientes para una determinada baya, pero para la producción, 80 ppm ha sido la recomendación clásica, porque se requiere llegar a todas las bayas en el momento óptimo y con la concentración adecuada. El ideal sería aplicar dos veces, pero eso es casi imposible en términos prácticos. Por uniforme que esté el parrón, naturalmente existe heterogeneidad en el estado fisiológico de cada racimo y cada baya. Entonces hay un punto en el que hay que empezar a poner en la balanza, porque se podrían aplicar 120 ppm en tres aplicaciones de 40 ppm. Podría ser, pero así se está sumando la cantidad de producto aplicado”, explica Peppi, y cuenta que hay productores que realizan hasta ocho aplicaciones en fase de crecimiento en una variedad como Thompson. “El problema es que si se aplica ocho veces, y cada vez se están aplicando 10 ppm, esos 10 ppm, hacen casi nada en términos de crecimiento, pero si cada vez se aplican 40 ppm se pueden producir problemas por el exceso de pro. Es decir, debe haber un balance entre el momento de crecimiento, la concentración y cuánto se está acumulando en total, que no es siempre fácil de conseguir, porque mientras más desuniforme sea un parrón es más complicado de tratar, pero a eso se debiera apuntar. El momento ideal de aplicación para crecimiento es a inicios de crecimiento de la baya. En general, las primeras dos tres semanas post cuaja es cuando hay una respuesta más adecuada en términos de crecimiento de la baya” explica la especialista de la Universidad de Chile.

Flame con ABA.
Flame sin ABA.

APLICACIÓN DE REGULADORES EN NUEVAS VARIEDADES

En lo que respecta a las variedades nuevas, debiera haber menos aplicaciones, porque estas tienen calibres mayores de forma natural y su respuesta al giberélico es menor. “Se supone que el sistema está hecho para eso y en general, están más establecidas y el productor no puede hacer lo que quiera”, sostiene Peppi.

De momento, no se han dado excesos generalizados de aplicaciones, aunque la experta de la UCh advierte que hoy en día se podría estar viviendo una situación similar a la que ocurrió con la Red Globe en sus inicios, en los que no se aplicaba giberélico y una Red Globe de 26 mm era una maravilla. Pero eso depende de hasta dónde se quiere presionar al sistema. “Y hoy ya no sabemos qué más aplicar para que llegue la Red Globe llegue a 30 o 31 mm. ¿Si eso pasará el día de mañana con las variedades nuevas? No creo. Probablemente habrá una variedad nueva de buen calibre que no necesite giberélico, o quizás aparezca una nueva variedad, similar a la anterior, que con el mismo manejo tenga uno o dos milímetros más”, explica. En ese caso las opciones para mayores calibres que tendrá el productor serán dos: cambiar de variedad o aplicar más reguladores a la variedad más antigua.

Crimson sin aplicación para color.

ESTRATEGIAS PARA EL USO DE ETILENO

Si hay un regulador de crecimiento que hoy está siendo muy vilipendiado es el etefón, liberador de etileno. Sin embargo, hay productores que dicen: ‘aplicaré etileno para el color porque es más barato’, pero su fruta se ablanda mucho porque además tiene condiciones de parrón blando. Entonces dicen: ‘le pondré algún producto como citoquinina para que la fruta esté más firme’. “El problema es que si aplican una citoquinina estará aumentando el tamaño de la baya y afectando negativamente al color. Entonces si se está afectando el color y el etileno no fue capaz de conseguir color, deberá aplicar ácido abscísico que también ablanda a la fruta, y, ahí es donde se empieza una espiral. Entonces, el plan debe estar establecido desde antes e indudablemente se debe ir ajustando a las condiciones climáticas de la temporada porque hay lugares que tienen buenas condiciones climáticas para el color” sostiene Peppi.

Sin embargo, la última temporada en Chile, en la gran mayoría de las zonas productoras hubo problemas porque fue un verano particularmente caluroso. Según la experta hay que ajustar los tratamientos constantemente, sobre todo porque siempre se encuentran plantaciones en lugares que están muy al límite, en cuanto a cómo reacciona la planta y siempre habrá cuarteles más complicados para cuajar, para el color o para el calibre. Asimismo, si el etileno se aplica en una época cercana a la cosecha habrá problemas de residuos. “En cambio, si se aplicara en envero no habría problemas y el efecto sería mucho mayor”, afirma la especialista de la Uch. “Cercano a la cosecha el efecto es mínimo y, para algunos, quizás sea nulo”, añade. A ello se añade que si se aplica en esa época, aparecerán problemas de residuos en la fruta. “Eso es lo que ha puesto al etefón/etileno sobre la mesa y los productores están buscando alternativas o revisando programas”, indica Peppi.

CONOCIENDO A LA COMPETENCIA: PERÚ, MÁS APLICACIONES DE OTROS PRODUCTOS

Las aplicaciones de reguladores de crecimiento en Chile y en Perú son similares, salvo que en Perú se realizan manejos que no se hacen en Chile. Por ejemplo, aplicaciones más tardías de giberélico, pensando en el calibre de las bayas. “Además, en Perú, en general, se aplican muchos más productos que en Chile. Lo básico es lo mismo, pero hay otras aplicaciones, por ejemplo de desestresantes”, indica Peppi.

Para la especialista en el Perú se vive lo que pasó en Chile en los años ochenta, donde se decía ‘apliquemos’, aunque en una hilera que no se aplicó está igual que en una que sí se aplicó. Ahora bien, tampoco es un misterio que la viticultura peruana buscando disminuir de costos a través de eliminar algunos productos o reducir el número de aplicaciones de otros. “En la medida que eso se vaya racionalizando, se bajará el uso de reguladores”, sostiene e indica que se deben realizar ajustes locales, sobre todo porque las condiciones de Ica y Piura son muy diferentes.

– Y en cuanto a reguladores, ¿también hay más productos en Perú?

– Hay más, sobre todo productos con trazas hormonales. El tema está si tener una uva con 27 mm y otra con 28 mm marca una diferencia. Puede que sí. Hay mucho que revisar, caso a caso. Si el negocio aprieta hay que revisar y ser más consciente.

– ¿Y en Perú también se está buscando disminuir el etefón?

– Los límites de residuos de etefón los determina el mercado. En Chile, aplicar las concentraciones adecuadas y en el momento adecuado, ya significan una importante reducción de los residuos. En Perú se usan altas concentraciones pero en cuanto a las épocas de aplicación, han hecho mejor las cosas que en Chile. Como momento de aplicación, en Perú es más generalizado el buen uso en envero, porque las condiciones respecto a color son más negativas y se han preocupado del tema desde antes.

Sin embargo, para la experta no es tan complicado cumplir con los requerimientos si es que los productores consideraran las dosis recomendadas y el momento recomendado. Pero si los productores aplican más y lo hacen más tarde, cumplir con los niveles que requieren los mercados es imposible. “No es tan difícil llegar a 0.7 de residuos con las aplicaciones correctas y en el momento adecuado. Otra alternativa es mezclar etefón con ácido abcísico y así bajar el uso de etefón. En condiciones de mucho calor el etileno no hace nada y el abcísico lo hace todo”, afirma.

Si se trata de reemplazar al etefón, quien tiene más opciones de hacerlo es el ácido abscísico, pero a un costo mucho mayor. Ahora bien, también depende de la zona productora, porque en algunas condiciones hará una diferencia importante en el color de la fruta, pero otras no es un reemplazo del etileno. “Quizás a lo que se debiera apuntar es buscar una combinación de reguladores para cada condición. Hay que ser bastante específico respecto de la variedad, la condición agroclimática y el manejo para saber si se necesita tal o cual producto”, explica Peppi. Algo que también se ve con el giberélico y el raleo, ya que en parrones más vigorosos, se les deberá aplicar el rango bajo, pero si el parrón es más moderado se le pone un rango más alto. “A eso se está tendiendo a ir. Es un tema de ajuste a las condiciones, que hace que esto no sea una fábrica de zapatos o un kit que nos da instrucciones generales”, subraya.

– ¿Hay algún otro producto que pueda reemplazar a los reguladores en uso?

– Hoy en día, en cuanto a resultados consistentes, diría que no e insisto que depende mucho de las condiciones. Esto del reemplazo es un sueño para algunos, pero depende de las condiciones. Se ha hablado mucho de los brasinoesteroides, pero han mostrado resultados bastante erráticos y no hay un tema tan claro a nivel comercial. Hay quienes han hecho pruebas pero no hay nada definido ni evidente.

Lo que sí está claro es que respecto al etefón los productores no se cambian al ácido abscísico por un tema de costos. Una buena alternativa sería combinarlos, pero, ¿es necesario? “Depende las condiciones. Yo no he visto un efecto mejor del abscísico por aplicar etileno, pero por otro lado y tratando de simplificar el tema, si el etileno funciona medianamente bien y se piensa en un abscísico, puede ser una buena opción usar niveles del rango bajo de esos dos productos. Es decir, asegurarse con un abscísico y reducir los residuos de etefón”, responde. Ahora bien, hay zonas donde se necesita valores de abscísico más altos y lo mismo pasa con las variedades. Por ejemplo, Red Globe necesita más que Crimson. “Si aplicamos abscísico en cantidades de rango alto y añadimos etefón, este último no hará nada en esa condición y se estará añadiendo un factor de ablandamiento en la fruta. Si estamos en un parrón que históricamente tiene fruta blanda y con problemas de color, donde además hay condiciones de temperatura muy alta, el etileno servirá de muy poco y estará ablandando la fruta”, explica.

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