Las batallas de los pequeños gigantes
El café y el cacao han sido los grandes instrumentos para poner freno a los cultivos de coca en Perú. Ello, ha motivado un crecimiento productivo y comercial, sin embargo, hoy están librando batallas para mantenerse en pie en un escenario internacional dominado por los bajos precios. Lo positivo es que ambos cultivos son muy reconocidos en el mundo por su calidad. Manteniendo esa característica se espera recuperar el sitial perdido.
Gabriel Gargurevich Pazos
Columna de opinión
Conservar para crecer Conservación Internacional *
¿Cuáles son los futuros plausibles de la producción de café en la región del Alto Mayo? ¿Cuáles son las incertidumbres críticas que determinarán estos futuros y cuán sostenible será esta producción? ¿Podemos proteger la riqueza de la biodiversidad existente en la región y al mismo tiempo mantener o mejorar el bienestar de las personas que viven allí?
Obtener una mejor comprensión sobre estos temas es importante para Conservación International (CI) y nuestros socios, Arizona State University (ASU) y el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), para desarrollar estrategias y acciones de conservación efectivas que
impulsarán paisajes como el Alto Mayo hacia futuros sostenibles.
El Alto Mayo es uno de los lugares más ricos en biodiversidad del planeta, hogar de la fauna y flora tropical endémica que admiran los amantes de la
naturaleza de todo el mundo. Sin embargo, también es la región del Perú
con las tasas más altas de deforestación.
A mediados del siglo dieciséis, la expansión agrícola, especialmente para el arroz, el café, el maíz y el cacao, ha sido el principal impulsor de la deforestación en la región del Alto Mayo. Sin embargo, la deforestación más reciente ha sido impulsada indirectamente por el aumento de la conectividad a los mercados nacionales e internacionales a través de la carretera interoceánica norte que conecta la región con la costa del Pacífico. Como consecuencia, la región ha experimentado una afluencia de personas y prácticas agrícolas insostenibles que, en los últimos años, han resultado en una de las tasas de deforestación más altas de la historia de Perú.
Para obtener una comprensión rápida del panorama y los problemas que pueden afectar el futuro de esta región, Conservación Internacional está utilizando una técnica llamada Desarrollo de Escenarios Cuantitativos. La técnica se basa en discusiones estructuradas con los diferentes actores clave y diseño en dos ejes sobre las incertidumbres más críticas de la región. El equipo de estudiantes y científicos trabajó con productores, comercializadores, gobierno regional, empresas y organizaciones no gubernamentales en un taller de dos días en Moyobamba, y discutieron acerca de los temas más importantes que afectan a la región: la deforestación, el mercado del café, el cambio climático y el acceso a mano de obra y créditos. De esta forma se crearon cuatro futuros plausibles a ser analizados y preparados que se vincularán al Plan Nacional de Acción del Café 2018-2030, lanzado en octubre de 2018, y los esfuerzos en curso de la Mesa Técnica Regional de Café, para crear un mapa con una estrategia integral que reforzará los esfuerzos locales para enfrentar la deforestación y promover una producción de café de calidad.
Según el Dr. Miroslav Honzak, profesor de práctica de ASU y director científico superior de Conservación Internacional, “la dinámica de la deforestación en Alto Mayo ha sido difícil de entender desde lejos; sin embargo, una vez que comenzamos las discusiones con las partes interesadas locales, la complejidad del tema se hizo notar”.
El Dr. Percy Summers, profesor de práctica de ASU y director principal de ciencia y desarrollo de CI Perú, agrega: “Los agricultores y los planificadores gubernamentales están tomando decisiones hoy en base a su experiencia pasada, que funciona a corto plazo y si es que el mundo fuese predecible, pero el cambio se está convirtiendo cada vez más en la norma. Si queremos promover la sostenibilidad de sistemas socio-ecológicos complejos, como el paisaje del Alto Mayo, debemos observar cómo las incertidumbres en un horizonte de tiempo de 15 a 20 años, como por ejemplo, los ciclos de la roya del café, los cambios en los mercados de café, la deforestación y el cambio climático, lo afectan. La herramienta de escenarios futuros está permitiendo a los investigadores innovar en la forma en que tomamos en consideración estas incertidumbres para adaptar mejor las estrategias y acciones hoy que asegurarán la sostenibilidad, en este caso para la cadena de valor del café, en el futuro”.
Esperamos utilizar información como esta para desarrollar modelos que evalúen cuantitativamente la sostenibilidad de las acciones e inversiones a nivel de paisaje, no solo en la región de Alto Mayo, sino también en otros paisajes del mundo
donde trabaja Conservación International.
* Conservación Internacional es una ONG que trabaja en Perú desde 1989.
En el Perú existen unas 100,000 familias que se dedican al cultivo de cacao, trabajando todos los años una superficie que ronda las 140,000 ha. En el 2018 se produjeron 100,000 toneladas, de las cuales el 80% se exportó, en granos o derivados, lo que significó un retorno total de US$ 260 millones. Muchos pequeños agricultores pertenecen a cooperativas agrícolas como Acopagro, de la cual Gonzalo Ríos es su gerente general. Se trata de una organización que cuenta con 2,000 agricultores en el Huallaga Central, Región San Martín, que producen unas 5,000 toneladas de granos de cacao. “Nosotros compramos el cacao fresco (en baba) de nuestros asociados y nos encargamos de fermentarlo, secarlo, empacarlo y enviarlo al destino (Italia, Suiza, Bélgica, Holanda, EE UU y Perú). Por el proceso de trazabilidad, solo acopiamos de los socios que cuentan con certificación orgánica”, explica.
Clave en la economía de miles de familias peruanas, el cultivo debe hacer frente a algunos problemas como el ataque de plagas y enfermedades, como son la moliniasis y el gusano mazorquero, respectivamente, que han ido diezmando un 30% de la producción en diversas zonas productivas.
Comercialmente hablando, el cultivo a debido convivir con un descenso de los precios internacionales, generando un desánimo en los agricultores, que en su mayoría se dedicaban a la coca. Ríos sostiene que la importancia del cacao, como un cultivo nacional, debe ser resaltada, ya que en algún momento se le tildó como un cultivo alternativo a la coca.
Este año, a pesar de los problemas, los productores ya están empezando a manejar el tema de plagas. Gonzalo Ríos acota: “Utilizamos insumos orgánicos, ya que nuestras plantaciones son certificadas como tal. Nosotros tenemos premios (en precio) por calidad del cacao y también por tener certificaciones de Comercio Justo del comercio justo (FLO), lo cual invertimos en insumos y asistencia técnica a nuestros relacionado al manejo con microorganismos eficientes, entre otros. En la medida de que los agricultores aprendan las labores culturales, se combatirá las plagas y enfermedades a bajo costo”. En ese sentido, Ríos se muestra optimista cuando dice que la problemática de plagas mejorará en los próximos años.
El cacao en los últimos años tuvo un crecimiento exponencial en la selva peruana, gracias a la intervención de las Naciones Unidas, USAID, los Gobiernos Regionales, entre otras fuentes de cooperación internacional. Ello ha permitido más que doblar la superficie que, hace 15 años era de 50,000 ha. Hoy el Perú ya es conocido a nivel internacional, como productor de buen cacao, fino y de aroma. Explica: “En la Región San Martin, hace 15 años solo se contaba con 1,000 ha de cacao. Gracias a la intervención de USAID, en el marco de Desarrollo Alternativo, se sembraron miles de hectáreas en las provincias de Tocache, Mariscal Cáceres y Huallaga. En ese tiempo, se firmó el convenio y apoyaron con semillas, bolsas, varas yemeras y asistencia técnica. Solo con Acopagro se logró sembrar 5,000 ha, cuyas producciones exportamos en su totalidad. Posteriormente, con el Gobierno Regional de San Martín, se instaló más cacao en otras provincias de la región. Actualmente, se cuenta con más de 50,000 ha en San Martín”.
Uno de los retos del sector está en ser más productivo, porque hoy los rendimientos promedio no superan los 1,000 kg/ha, aunque los especialistas señalan que se podría doblar esa producción. No es un tema menor, sobre todo cuando los precios internacionales han sufrido un descenso. De hecho, en 2017 la caída fue fuerte, pasando de US$3,200/t a US$2,000/t, lo que afectó mucho a los pequeños productores de cacao. Esto se debió, en parte, por la sobre oferta de cacao, principalmente de cacao africano, proveniente desde Costa de Marfil y Ghana, desde donde sale el 60% del cacao que se consume en el mundo. Ambos países golpearon la mesa en junio pasado, exigiendo que si no se establece un precio mínimo (unos US$2,500 por tonelada) suspenderían la venta del producto. Hoy el precio gira en torno a esa cifra, ya que de lo contrario, el planeta corría el riesgo de quedarse sin chocolate, mientras que Costa de Marfil y Ghana buscaban asegurar la supervivencia de esa industria y de sus productores.
En Perú, conscientes de la difícil situación que vive el sector a nivel global, organizaciones, cooperativas y algunas empresas privadas, están apostando por darle valor añadido al producto. ¿Cómo? A través de las certificaciones de buenas prácticas agrícolas, orgánicas, de comercio justo y también por el empleo de nuevas variedades (criollos, nativos, trinitarios, entre otros), que son atractivas por su sabor y aroma. Gonzalo Ríos agrega: “Todas estas acciones agregan valor al cacao, obteniendo en promedio un sobre precio de US$500 por cada tonelada comercializada. Sin embargo, se trata de un producto que solo representa el 20% de la producción total, ya que el resto es cacao convencional, con precios de Bolsa”.
No es un misterio que las exportaciones de cacao han crecido a tasas de doble dígito en el último tiempo, algo que se podría revertir en 2019, a raíz del impacto que pudieran tener las nuevas regulaciones de la Unión Europea, respecto a los límites máximos de contenido de cadmio para los derivados del cacao. Se trata de unas cifras que son más exigentes que las del Codex Alimentarius y la OMS. Y este no es un tema menor, dado que un importante porcentaje de la producción supera estos límites, en el que es el principal mercado de destino del cacao peruano.
El gerente general de Acopagro explica que el cadmio es un metal pesado, que se refleja en el chocolate. El Perú y varios países de América Latina tienen suelos con cadmio, el cual es absorbido por el cacao. “Se dice que la causa principal es la poca nutrición de la planta”, precisa. Así, por ejemplo, el problema es menor en San Martín, que en el Amazonas y Piura, donde ello causa graves daños económicos a agricultores y organizaciones. “Es un problema que no tienen los países africanos y, en la actualidad, ese cacao es preferido por los compradores europeos para realizar sus mezclas de chocolates; con eso logran estandarizar un chocolate accesible al mercado. El cacao que exporta Acopagro, tiene poco cadmio y en niveles permisibles para su comercialización, por lo que no se ve afectado en sus exportaciones”.
EL CAFÉ BUSCA RECUPERAR EL SITIAL PERDIDO
Una radiografía inicial de la industria del café no es muy diferente a la del cacao. Aunque en números es más grande. Hay más de 400,000 ha que cada campaña producen entre 3.9 y 4.4 millones de sacos de café. Se estima que entre el 80% y 90% del café peruano se exporta. En Perú, el café está en manos de pequeños productores, donde cada uno de ellos tiene un promedio de 1.9 ha. Se organizan en cooperativas (entre un 20 y 25%) para abastecer a los diferentes circuitos comerciales, como parte de las cadenas de abastecimiento de empresas (entre un 50 y 60%) y también de manera independiente (no más del 20%).
David Gonzáles coordinador de proyectos de la Cámara Peruana del Café y el Cacao cuenta que, con excepción de Honduras y Colombia, los cafés suaves lavados de otros países, incluyendo al Perú, no han aumentado significativamente, sino todo lo contrario. El descenso del precio internacional, condicionado por la sobreproducción brasileña, han mermado la presencia internacional del café peruano.
“Si consideramos que el consumo crece cada vez más, hemos perdido espacio en el escenario internacional. Actualmente como país estamos entre el octavo y décimo puesto como exportador; pero años atrás peleábamos el quinto o sexto lugar. En términos generales, el precio del café peruano lo determina la Bolsa de Nueva York y existen negociaciones específicas por calidad y atributos. El comercio de café certificado está comenzando a saturarse en los últimos años; se estima que Perú exporta café en esta condición entre un 30 y 40% de su volumen. En términos generales, y a nivel global, las exportaciones de café son: 77% mainstream o convencional; 18% certificado y 5% gourmet. La estimación que tenemos para este año, es exportar entre 3.9 y 4.4 millones de sacos de café”, explica González.
Juan Carlos González es representante de Althelia, fondo de inversión inglés, que promueve el uso sostenible de la tierra, la conservación y los proyectos, y que auspicia al Grupo Naranjillo, que maneja a la Cooperativa Agraria Industrial Naranjillo Limitada (COOPAIN), fundada en 1964 por un grupo de 32 agricultores de Tingo María. Tenían un doble objetivo: contar con una ruta a los mercados y tener precios justos para sus productos. Inicialmente fue una cooperativa de café, pero luego el cacao tomó un importante rol en su modelo de negocio. Con los años, alcanzó la industrialización y la obtención de productos de valor agregado, lo que actualmente les da ventajas competitivas.
“Los objetivos del Grupo Naranjillo tienen que ver con restructurar financiera y organizativamente la cooperativa de productores que la compone. Una meta es que en tres o cinco años nos posicionemos entre los tres primeros exportadores de productos de café con valor agregado en el mundo”, explica González. Aún tienen trabajo por hacer, sobre todo en términos productivos, que hoy están en 450 kg/ha, muy por debajo del promedio nacional, que llega a 850 kg/ha; y manejan costos productivos que no les ayudan a revertir esa tendencia a la baja, y que González lo llama “ciclo perverso de poca inversión, poco rendimiento y poca producción”. Por otro lado, la logística, dentro de la cadena productiva, sería complicada, porque los cultivos de café, en el ámbito de influencia de la COOPAIN (alrededor del Parque Nacional Cordillera Azul y otras zonas montañosas), se encuentran en zonas de difícil acceso.
La clave pasa por ser eficientes. Para González, “la poscosecha se maneja de manera deficiente. Por el lado del valor agregado, vemos que, por la dificultad en los puntos anteriores, tenemos un café que podría ser de mucha calidad, pero es costoso, si se produce en pocos volúmenes. Si a todo esto le añadimos los precios bajos del café en la actualidad, que son coyunturales, la situación tanto de la empresa, como de nuestros agricultores, es difícil”. Para contrarrestar estas vicisitudes, han creado Naranjillo Socio-Ambiental, una organización sin fines de lucro que se suma a la cooperativa y a la agroindustria, en aras de un negocio más rentable. Esta ONG se encarga de proyectos relacionados a la asistencia técnica productiva, al medio ambiente y bienestar social para los socios de la cooperativa.
PRECIOS BAJOS, MENOS INVERSIÓN
Para el Coordinador de Proyectos de La Cámara Peruana del Café, David Gonzáles, las empresas de café en el Perú ya se estarían recuperando del golpe de la roya. Luego de un negro 2013, asegura que se empezó a “levantar cabeza”. Explica: “Si bien el 2016 y 2017 han significado una mejora en los volúmenes de producción, la fluctuación de precios le ha dado al café una condición particular: menores valores de exportación. Los menores precios desincentivan la inversión en producción, los caficultores dejan de trabajar sus campos, cayendo la productividad y calidad. Es un contexto complicado, pues si bien el país está avanzando en el mercado de cafés suaves lavados, por sus atributos y calidad, los productores no tienen un entorno favorable”.
Otra debilidad del sector, que se debiese trabajar con urgencia, son las mermas del producto, ocasionadas por problemas de manejo en la poscosecha y por la falta de mano de obra para esta labor. David Gonzáles acota: “El problema de la mano de obra es sensible: si los precios son bajos, no hay ánimo de invertir, y con ello, también se alienta el despoblamiento de las zonas de producción, haciéndose más escaso el recurso”. Los principales destinos de exportación de nuestro café son EE UU y Alemania, que concentran más del 50% de la producción nacional. El coordinador de Proyectos de La Cámara Peruana del Café, concluye: “En general, si bien hay una concentración en países de la Unión Europea, vemos una mayor diversificación a países como Colombia, Canadá o Corea; ahí el café peruano está ganando espacio”.