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Eficiencia y ahorro de mano de obra en la costa

La tecnología se abre paso en el cultivo de arroz

El uso de drones para la fumigación, así como la nivelación a láser de sus terrenos, son parte de las prácticas que se masifican entre los productores de arroz, especialmente, de las zonas costeras del país. La expectativa es ser cada vez más eficientes y reducir costos, para no verse afectados por temas comerciales, como la creciente importación de arroces más baratos que reciben subsidios en sus países de orígen y que hacen caer los precios internos.

25 de Junio 2019 Equipo Redagrícola
La tecnología se abre paso en el cultivo de arroz

Marienella Ortiz

Pedro Lázaro.

Gracias a su herencia oriental, un peruano consumirá en promedio 60 kg de arroz al año, como parte de su dieta diaria, siendo uno de los indicadores per cápita más altos en América Latina. Esta debe ser una de las razones por las cuales este cereal es el segundo cultivo de mayor producción en el país, ocupando una superficie sembrada de 440,000 ha en 17 regiones de la costa y en gran parte de la selva.

En la actualidad, casi el 60% de los cultivos están localizados en la selva (San Martín) y si hablamos de la costa, las zonas de mayor producción son Piura y Lambayeque. Concentrado en manos de pequeños y medianos productores, los campos van de 1 ha a 200 ha de extensión, generando anualmente 50 millones de jornales. La producción de 2018 fue de 3.5 millones de toneladas de arroz en cáscara, pero una vez pelado la cifra cae hasta los 2.5 millones de toneladas. Si dividimos ese total entre los 33 millones de peruanos se necesitan un poco menos de 2 millones de toneladas de arroz para el consumo interno, es decir, existe un excedente que se queda sin destino aparente.

A esto se suma un creciente volumen importado de arroz que ha ocasionado una merma en el precio en los últimos años. Con picos de hasta S/. 2.38/kg de arroz corriente (la calidad más baja) en el 2017, en marzo de este año llegaba solo a S/. 1.79/kg en el mercado mayorista de la capital. Esta misma caída de precios se puede observar en arroces de mayor calidad, como el ‘extra’ o ‘superior’.

 

El intercambio comercial con Colombia

Durante los últimos años, el Perú tenía cerrado el mercado de Colombia para sus envíos de arroz. Sin embargo, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina dictó sentencia ordenando que Colombia permita el ingreso del cereal peruano. Los productores colombianos de arroz han logrado que se fije una cuota máxima de importación de 42,000 toneladas. “Al menos es algo”, opina Exequiel Chiroque. De acuerdo a información del Minagri, el arroz exportado entre enero y marzo de este año a dicho país suma un total de 3,409 toneladas.

Los comerciantes colombianos están viniendo a comprar arroz peruano, pero la mayoría prefiere ir a la selva porque allí está más barato. El saco de 50 kg de arroz pilado se vende a S/. 80 y en el mercado de Lima está en S/.100, mientras que un saco de arroz de la calidad más alta puede llegar a S/.140 soles.

Además, existe un comercio de arroz que igualmente llega a Colombia a través de Ecuador, tanto de manera legal como de contrabando.

LAS VENTAJAS DE LAS APLICACIONES AÉREAS

Más allá de las demandas que exigen los productores agrarios al gobierno de turno (ver recuadro), los arroceros están buscando la forma de ser más eficientes a través de las herramientas que ofrece la tecnología, como son las aplicaciones de fertilizantes y agroquímicos, vía drones.

En la actualidad, el rendimiento promedio de arroz es de 8.1 t/ha, pero si se analiza por zonas, este resultado puede ser bastante dispar. Así, se puede observar que Arequipa es la zona con mayor productividad al alcanzar las 13.7 t/ha, mientras la menos productiva es la selva baja con 3.5 t/ha. Habría que acotar que en gran parte de Piura y la selva existen dos campañas productivas por año a diferencia del resto donde solo es posible una.

En la campaña que culminó en abril un gran número de productores de Arequipa han utilizado por primera vez las aplicaciones con drones, aunque en La Libertad ya ocurre desde hace un par de campañas.

El presidente de la Asociación de Productores de Arroz del Valle de Majes de Arequipa, Pedro Lázaro, comenta que han comprobado sus ventajas en costos, tiempo y efectividad con el uso de las aplicaciones aéreas. Si para aplicar fungicidas necesitaban tres personas que demoraban todo un día para cubrir una hectárea de arroz, explica que un dron solo tarda nueve minutos en cubrir la misma superficie. Con ello, los ahorros vendrán en costos de mano de obra: tres jornales suman un total de S/. 180, mientras que el servicio del dron cuesta un promedio de S/. 90 por ha.

Exequiel Chiroque.

Además de realizar una aplicación homogénea, sin descuidar ningún área, el dron, que baja hasta 70 cm al ras del suelo, puede discriminar las hojas que muestren algún grado de infección y aplicar una dosis mayor. Al igual que en los equipos de aplicación fitosanitaria, los drones pueden hoy manejar diferentes boquillas para el rociado y así optimizar la atomización.

Incluso el aire que producen las hélices permiten una mejor penetración por la potencia con la que son lanzadas las gotas.
“Desde que empezó la campaña, hemos utilizado los drones en el campo y, aunque en algunos casos hubo algunos errores -referidos a la manipulación-, creemos que este va a ser el futuro. Para la siguiente campaña estoy seguro que un mayor número de productores de la zona utilizarán esta tecnología”, apunta, tras referir que incluso en otros cultivos como papa y maíz amarillo duro se estaría utilizando con éxito.

Pedro Lázaro comenta que como productor cuenta con 20 ha de cultivo de arroz en el Valle de Majes, una zona donde se siembran cerca de 5,000 ha en total.

LOS TERRENOS SE NIVELAN A LÁSER

La otra tecnología que se ha expandido con mayor rapidez, sobre todo en la costa, es la nivelación a láser de los campos, para reducir el consumo de agua y, con ello, los riesgos sanitarios y la pudrición de raíz. Para hacer esta labor, se necesita un tractor y el receptor láser que lanzará la señal para bajar o subir la pala niveladora. Antes de entrar al campo se debe elegir las dimensiones del terreno, sobre el cual la máquina distribuirá la tierra.

“Antes de esta alternativa se hacía en base al cálculo manual del tractorista. Al final, esto dejaba ciertas zonas con hondonadas que originaban empozamientos del agua, generando mayor dificultad a la hora de entrar al campo. Con la niveladora a láser el suelo queda totalmente como una mesa”, comenta Exequiel Chiroque Paico, presidente de la Asociación Peruana de Productores de Arroz (Apear).

DISPARES. el rendimiento promedio de arroz en el país es de 8.1 t/ha, pero si se analiza por zonas, este resultado puede ser bastante dispar. En la foto, un cultivo en Sullana, Piura.

Pedro Lázaro del valle de Majes explica que ahora requieren una tercera parte del agua que utilizaban con el anterior sistema de inundaciones. Comenta que en unas cuatro horas un tractor con niveladora a láser puede preparar una hectárea de terreno, operación que tiene un costo de S/. 120 soles. Ya en una segunda campaña, producto de alguna descompensación del terreno, debido al arado, nuevamente, se utilizará la maquinaria pero en un menor tiempo: media hora, según explica.

Una vez que se tiene ya nivelado el campo, los productores arroceros pueden utilizar la técnica de secas intermitentes que consiste en distribuir el agua hasta un máximo de 5 cm de altura. Aproximadamente en 15 días se seca el agua y se vuelve a aplicar la misma cantidad de agua. De no usarse está técnica, los campos de arroz son inundados con más de 10 cm de altura y, como consecuencia del exceso de humedad, se generan más problemas de presencia de hongos y bacterias, y una mayor emisión de metano. Además, esa cantidad de agua ahogaba un gran porcentaje de yemas o inhibía su crecimiento. Otra ventaja visible es que reduce la aparición de malezas. Además, Chiroque comenta que la planta ‘macolla’ mejor, brotan más tallos, enraíza bien y, por ende, la productividad se eleva en los campos. “El cultivo del arroz ya no es como antes, no es un cultivo acuático, ahora se usan la técnica de las secas intermitentes: liberas tu campo, realizas una pasada de agua y secas. Esto también permite evitar la propagación del zancudo y el paludismo. Es decir, menos agua, menos enfermedad. Lo ideal sería que el Minagri busque expandir esto en todo el país, para lograr un buen manejo del agua”, refiere Chiroque. Si bien en la costa, el riego está tecnificado, en la selva es aún por secano.

OTRO CAMINO: EL USO DE SEMILLAS CERTIFICADAS

El 90% de los productores utilizan semillas certificadas -usualmente, desarrolladas por el INIA- porque tienen claro que es el único camino para lograr un producto de calidad y competitivo en el mercado: buena producción, calidad molinera -casi entero- y buen graneado en olla. Estas tres cualidades son las que se busca a la hora de elegir la variedad que se cultivará en campo.
Entre las variedades que son más utilizadas, en especial, en los terrenos costeros son la IR 43 (NIR), Tinajones, Esperanza, Tacuarí y Ferón. Debido a que tiene 140 días de periodo vegetativo –menor tiempo que el resto-, la variedad Tinajones es la más popular, cubriendo unas 70,000 ha. En la selva destaca la región San Martín y variedades como Plazas, La Conquista, FD60, Esperanza y Fortaleza, entre otras.

Además de la Tijanones, la variedad IR43 es muy cultivada por el aprecio que le tiene el consumidor, debido que es un arroz muy rendidor en olla. Su precio al público puede llegar a los S/. 4/kg, cuando el arroz corriente se expende a S/. 2.5/kg. Otros tienen muy buena calidad en molino (el grano no se parte), como el Ferón, pero que tiene cierta particularidad: es duro, tras el proceso de cocción y luego de haberse enfriado.

SE NECESITAN VARIEDADES RESISTENTES

También es importante que las variedades sean resistentes a las plagas y enfermedades que azotan al cereal. Por ejemplo, la variedad Tinajones (del INIA) no es tolerante al ataque de sogata ni al virus de la hoja blanca, que afecta a un 50% de las plantas. Recientemente, el INIA lanzó la variedad La Puntilla que registra solo tiene 1% de infección por sogata y el virus de la hoja blanca. En las variedades que viene lanzando la entidad estatal, otro de los objetivos es que se reduzca el consumo de agua.

USO DE TECNOLOGÍA. La nivelación a láser de los campos, para reducir el consumo de agua y así reducir los riesgos sanitarios y la pudrición de raíz.

También el sector privado estaría haciendo su propia investigación y acaba de lanzar la HP102 (El Valor), variedad nueva que se ha sembrado en varias zonas del país, con una producción de 12 a 14 t/ha, además de ser más resistente a plagas y enfermedades. “Ahora el sector privado está haciendo investigación, haciendo el germoplasma de los diferentes cultivos. Ese es el caso del Centro de Investigación y Desarrollo Hacienda El Potrero SAC (Cajamarca), que tiene convenios con varios países del mundo, generalmente con centros de investigación, y que acaban de lanzar la variedad HP102”, explica Chiroque. Debido a sus características, comenta que un saco de 40 kg de semilla de esta nueva variedad puede costar S/.170 cuando otra, como el NIR, llega a S/. 110.

Durante la XIII Conferencia Internacional de Arroz para América Latina y el Caribe, Carlos Bruzzone, investigador de la Hacienda El Potrero consideró que es necesario un mejoramiento genético de las variedades. Para ello propone continuar con el desarrollo de variedades de alto potencial de rendimiento, buena calidad de grano y resistencia /tolerancia a plagas, así como el desarrollo de híbridos e incorporar nuevos caracteres que cumplan las exigencias comerciales.



Importación de arroz crece en primeros meses del año

Los productores de arroz mantienen ciertas tensiones con el gobierno en demanda de una elevación arancelaria a las importaciones de arroz. Hacen un llamado al incremento sobre los volúmenes del cereal que vienen ingresando, principalmente de Uruguay, pero también de otros países. Según información del Minagri, entre enero y marzo ingresaron 83,099 toneladas de arroz, cifra superior a las 70,457 toneladas que se importaron en el mismo periodo del 2018. Esto significa una recuperación de las importaciones en 18%, siendo un 65.3% originario de Uruguay, un 27.7% de Brasil y un 3% de Tailandia. Ese arroz ingresó a un precio promedio de US$535/t, por debajo de los US$593/t que había ingresado un año antes. El arroz ‘premium’ uruguayo y el ‘competitivo’ arroz brasileño vienen ingresando directamente a través de la interoceánica sur.

Cuadro 2. Importaciones de arroz (2000 al 2018).

Los arroceros anuncian la posible movilización y protestas en el país en las próximas semanas. Estas desavenencias no son nuevas y tienen un historial previo. En 1990, el país liberalizó su economía con la reducción de aranceles de un gran número de partidas arancelarias. En el caso de algunos alimentos de pan llevar y por la consideración social de tratarse de pequeños agricultores, se puso en práctica desde el 2001 la denominada franja de precios, que en la práctica era el establecimiento de precios pisos y techos de importación que permitían elevar o reducir el arancel, según el riesgo de ingreso masivo de arroz a precio subsidiados desde sus países de orígenes.

Debido a ello, Exequiel Chiroque de Apear menciona que el arancel fluctuaba entre US$140 a US$160/t. Sin embargo, desde 2016, se emite un conjunto de normativas que finalmente fueron debilitando la franja de precios. “Primero, antes que se fuese el presidente Ollanta Humala, se emitieron los decretos supremos 103 y 055, y, luego, nada más entrar Pedro Pablo Kuczynski, expide el decreto supremo 186. Estos tres decretos prácticamente desactivan el sistema de franja de precios llevando a cero la importación de arroz”, menciona. Esa es la razón por la cual ingresa el 2017 un total de 402,000 toneladas de arroz importado, cuando años anteriores fluctuaba entre 130,000 a 140,000.

Frente a ese escenario, el precio del arroz en cáscara que recibe el productor y que se vendía entre S/. 1,3 y 1.4/kg, se desplomó a S/. 0.60/kg en la selva y a S/. 0.80/kg en la costa. El presidente de Apear señala que el costo de producir una hectárea de arroz en la costa peruana asciende a S/ 9.000, por lo cual para que el productor obtenga una ganancia debería vender el kilo de arroz cáscara a S/ 1.40.

“¿Cómo competir con esos países que subsidian a su agro? En esos países también hay libre mercado pero sus estados nunca dejan de apoyar a los agricultores con sus políticas públicas. Les dan subsidios, fertilizantes e insumos. Además tienen bancos de fomento con créditos blandos. Aquí tenemos un banco que solo da crédito al 2% de agricultores del país, porque no tiene capital, con un interés del 23% anual”, explica Chiroque.

Tras dos paralizaciones agrarias, el Ministerio de Economía y Finanzas reinstauró en el 2018 el arancel hacia US$70/t, para en la actualidad encontrarse en US$92/t. Sin embargo, Chiroque detalla que siguen negociando con el gobierno porque el objetivo es que se restituya, como antes, el arancel de US$140/t.

También califican de perjudicial el convenio firmado en 1981 con Colombia, que exoneraba de todo impuesto al arroz en las zonas amazónicas de Perú y Colombia para reducir las áreas de cultivo de cocales. “Con el cuento de que llevan al arroz a esas zonas, los importadores dejan ese arroz en Lima para su venta sin pagar impuestos. Ese es otro convenio que perjudica a los productores, pero ya la administración tributaria tomó nota”, expone Chiroque.

MEZCLAS Y MEZCLAS

El presidente de Apear también comenta que el arroz que ingresa de otro país es de baja calidad, salvo el uruguayo, y que el objetivo de sus importadores es mezclarlo con el producto peruano de mayor calidad, para elevar su rentabilidad.

En el Perú se produce arroz de cuatro calidades: ‘corriente’, ‘extra’, ‘superior’ y ‘súper extra’. Lo que ingresa de Uruguay es ‘súper extra’, por lo que su precio de importación no representa problema para la producción interna. “El arroz que viene de otras zonas llega bien barato y de baja calidad. Luego lo mezclan con el de buena calidad local para sacar un arroz ‘superior’. Una de nuestras demandas es que se etiquete la procedencia del arroz para que el consumidor puede comparar y elegir mejor”, sostiene.

Además, existe el temor que con la importación de arroz de esos países pueda ingresar la terrible enfermedad del gorgojo de capra, ausente en los valles del país. Con este gorgojo se desarrolla el virus de la hoja blanca. Justamente por temas sanitarios, refiere que en estos países se hace mucho abuso de los plaguicidas.

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