“La calidad es algo que no va a retroceder”
El líder del gremio destaca el esfuerzo que han realizado en los últimos años para generar un real impacto en la industria del kiwi en Chile, enfocados principalmente en la calidad y un mejor sabor, claves para competir y complementar la oferta, principalmente en el hemisferio norte.
l kiwi está de regreso. Tras años de malas temporadas, una pobre reputación internacional y enfermedades como PSA que afectaron a los huertos nacionales, hoy esta fruta vuelve a ubicarse como negocio atractivo para los productores, en un contexto de caída en la producción italiana, y una mayor demanda de nuevos mercados como India, que han aprovechado su poder nutricional (alta concentración de vitamina C).
Este mejor escenario general para Chile se ha dado incluso con una menor producción desde nuestro país, que en 2019 fue de cerca de 153 mil toneladas, versus 146 mil toneladas de 2020. Carlos Cruzat, presidente del Comité del Kiwi (CDK), destaca que estamos en medio de un mercado muy activo y desde muy temprano con buenas expectativas en Europa, Estados Unidos y en la India, gracias también a la lucha que han llevado por calidad y sabor, estandarte con que han dirigido desde el CDK estos nuevos tiempos del kiwi en Chile.
– ¿Cómo se ubica Chile en este nuevo contexto global del kiwi?
– Hoy el hemisferio sur, es un mercado con más demanda, porque está con un 18% menos de fruta. Nueva Zelanda está cambiando su kiwi verde por amarillo, porque para ellos es un negocio más atractivo, mientras que Chile ha tenido que arrancar superficie y recién ahora está comenzando a plantar con resultados que se verán recién en 4 o 5 años más. Ese desfase entre disponibilidad de oferta del hemisferio norte, que ha bajado mucho, y la menor disponibilidad de oferta del hemisferio sur, y si le agregamos el Covid-19 que ha hecho que los kiwis tengan una gran demanda, han producido una brecha. En este contexto, el kiwi tiene una oportunidad de mercado súper amplia, a diferencia de otras frutas, y se puede jugar con el mercado que esté más activo para apostar ahí. Para el próximo año se prevé algo bastante similar, es posible pensar que vamos a tener otro año bastante razonable.
– Desde el CDK se la han jugado por la calidad, ¿cuáles fueron los principales cambios? ¿Los productores están entendiendo la importancia de la calidad?
– La situación del kiwi no es distinta a la situación de la fruticultura en general en Chile, y están ocurriendo dos cosas: pasamos de una época productiva de kilos, de ir al desierto y producir fruta donde antes nunca se había producido, y lo mismo hacia el sur, entonces hemos ampliado las zonas productivas, pero no necesariamente la calidad productiva. Creo que hoy, por la competitividad mundial, hay una necesidad de moverse hacia allá. El CDK se forma por esa crisis, porque había problemas graves de retornos, con calidades bastante desmejoradas del producto, y también del momento en que se cosechaba. Lo que hace el Comité es poner el Programa de Aseguramiento de Madurez (PAM) como requisito, pero el parámetro donde teníamos que llegar, a una meseta razonable, no se alcanzó al comienzo porque había un tira y afloja de frutas tempranas y hoy, que llevamos cinco años con parámetros internacionales, se han generado resultados notables en la fruta. La mayor parte de las exportadoras se dieron cuenta de que un kiwi con mejores parámetros de cosecha les permite tener una fruta mucho más comercializable, más fácil de administrar o con una estructura de costos menor, pero hubo que adaptarse a ese proceso. Aquellos productores enfocados solo en producir kilos de alguna manera se han ido quedando afuera.
CALIDAD, EL DESAFÍO PARA LOS QUE VIENEN
– ¿Qué pasa con aquellos que están volviendo o ingresando al negocio del kiwi, y en qué posición quedarían los huertos más viejos?
– El desafío para los que vienen va a ser la calidad, porque en los huertos viejos se va a producir una fruta menos atractiva en la estética, y los huertos nuevos van a ofrecer frutas muy bonitas, cilíndricas, con mejor cobertura de follaje, con menos golpe de sol. Por lo tanto, van a tener un producto que en lo estético va a ser mejor, versus un producto antiguo que va a ser un poquito más feo. Lo único que puede salvar a ese producto feo es que sea muy rico. Esto significa cosechar con mejor materia seca, no partir tan temprano con la cosecha y una fruta que sea más estable en la guarda, esa es la tendencia de lo que va a venir, por lo tanto los productores se van a ver forzados a apostar a la calidad. Siempre hay espacio para gente que tiene productos de mala calidad, pero los programas que tienden a ser más atractivos son supermercados con líneas especializadas. El tema de la calidad es algo que no va a retroceder, porque los supermercados ya reconocen que mejores parámetros les permite tener una mejor fruta, con mayor rotación de inventario, menos pérdida, y más confiabilidad hacia sus consumidores.
– ¿Cuáles han sido los principales hitos del PAM?
– El programa tiene tres grandes hitos. El primero es la formación del programa como tal, donde se acordó con muchas empresas un sistema que permitiera regular las cosechas, que en el fondo es el acuerdo de la industria para trabajar por un mejor parámetro. El segundo es la estandarización colateral que generó todo esto, porque implicó establecer estándares para los laboratorios y las cosechas, que tuviéramos conocimiento de la ubicación de las centrales frutícolas y los huertos, y eso generó que hoy exista un lenguaje común mucho más amplio que solo el criterio de cosecha. Comenzó a haber una capacidad de trabajar colectivamente en otros temas adicionales al PAM, y con ello apareció mucha investigación respecto de cómo madurar la fruta, cómo guardar la fruta, entre otros. El tercero son los parámetros mínimos, que hicieron que las empresas se dieran cuenta que esto les generó beneficios muy altos en la calidad de fruta, en la respuesta del importador, y en la respuesta en guarda y almacenaje de esa fruta, que generaron un cambio significativo, por lo tanto se dieron cuenta que mejores parámetros tenían un impacto no solamente en el consumidor sino también en la propia logística del negocio. Todo esto generó impactos como que desapareciera la columela dura, porque al llegar a estos parámetros la fruta madura completa y alcanza su potencial.
– ¿A futuro cómo proyectan ustedes desde el CDK el kiwi como negocio, ante el alza de precios y mayor demanda?
– Es sostenible, pero con calidad, y hoy lo más simple es el sabor. La fruta tiene que ser rica, sino el consumidor no consume, no importa de donde venga. En la medida que Chile siga teniendo un producto rico y que se logre madurar correctamente, va a funcionar. En los próximos cinco años probablemente habrá nuevos competidores, Grecia va a seguir creciendo, Italia se va a reinventar con la creatividad y desarrollo que tiene, y probablemente Australia va a ir ocupando un rol más importante en términos de producción, así que habrá un escenario productivo que va a tender a equilibrarse. Lo más probable es que se desplace nuestra oferta a momentos más tardíos, esto significa no partir en marzo o abril, sino que probablemente tengamos que estirarnos y en vez de cortar los embarques en agosto, vamos a estar embarcando en septiembre y ojalá hasta comienzos de octubre, con fruta más de guarda, más tardía, de mejor calidad, mejor sabor, para hacer un mercado más suave, y siempre considerando que el periodo de frutas de verano del hemisferio norte reduce el consumo de kiwi, porque hay una serie de productos frescos que están esperando, como cerezas o sandías.
– ¿Cuáles son los desafíos de los productores de kiwi de Chile para seguir siendo competitivos internacionalmente?
– Hoy las variedades amarillas representan el 25% del comercio global de kiwi, y Chile tiene el desafío de tener más variedades como esta, mientras que en verdes debe apostar por sabor, porque no se está buscando que tengan un verde más intenso o una fruta más grande, sino que una fruta más dulce. El desafío es que debemos tener un mejor sabor al momento de consumir. El desafío de los productores va a estar en kilos por hectárea con suficiente dulzor. Si tú produces bajo cierto volumen, estarás fuera. Estos son negocios especializados al igual que la cereza, la uva de mesa, y pueden haber cambiado los huertos y las formas de trabajar, pero lo que no cambia es la demanda por un mejor sabor. Acá el tema no es meterse a una tremenda actividad, es un negocio que está mostrando su potencial, pero que es mucho más estable en el tiempo y que requiere que lo trabajes bien para alcanzar ese potencial, pero si lo trabajas mal, va a haber una lomita de precios buenos, y cuando entres en producción, tal vez no alcances buenos precios.
– ¿Podemos seguir siendo competitivos?
– Sí, y por varias razones: lo que hacen estos países es crear demanda, y lo que hacemos nosotros es complementar esa demanda. Además, el consumo está en un 80% en el hemisferio norte, por tanto Chile lo que hace es simplemente ser un productor de contraestación, y ese espacio va a estar en la medida en que el producto se logre colocar correctamente, y ahí deberíamos vender salud y sabor. Lo relevante es cuánto crecen ellos y cómo los complementamos, porque si los empezamos a pillar, se empieza a poner malo el negocio para todos. Lo mismo si llegamos antes, por eso tenemos que ser capaces de hacer un traslape correcto.
– ¿Qué desafíos técnicos impulsados quedan pendientes?
– Los desafíos nunca se acaban, diría que las líneas de desarrollo técnico que estamos impulsando ahora tienen que ver con favorecer la introducción de materiales vegetales a Chile y para eso estamos trabajando en dos proyectos: uno es el programa territorial sur, que busca favorecer desde China la llegada de materiales, un manual que guíe cómo hacer la importación, y una vez que traes los materiales, evaluar en Chile en su etapa de plantación y producción de fruta. Por otro lado, nuevas variedades, porque patrones prácticamente no hay en Chile, y es algo que deberíamos traer, y con ellos nuevos polinizante. Estamos utilizando polinizantes un poco viejos, que funcionan, pero son mejorables, y estamos trabajando en protocolos para que no perdamos 20 años en que los productores se pierdan en el camino o queden mareados.