Iniciativas para mejorar prácticas y estándares de sustentabilidad
Fedefruta está gestionando e implementando un programa de Acuerdo de Producción Limpia (APL), que reúne a cerca de 30 productores de cerezas de la Región de O´Higgins, una iniciativa que permitirá transferirles tecnologías y apoyarlos en llevar a cabo medidas para una producción social y ambientalmente amigable.
Por Jorge Velasco Cruz
Chile es el principal productor de cerezas del hemisferio sur y el mayor exportador de esta fruta hacia China. El país asiático acapara el 91,5% de sus envíos chilenos al exterior, con ventas por casi US$ 1.768 millones, según el International Trade Centre Market. La Región de O’Higgins juega un rol clave en este ámbito, gracias a su capacidad para enviar cereza temprana que llegue oportunamente para el Año Nuevo Chino.
Con 22.966 hectáreas (ha), equivalentes a un 47% de la superficie plantada de cerezos del país y con un crecimiento anual de 3.000 ha en promedio, esta zona continuará creciendo y asentándose como la principal zona de producción y suministro de esta fruta en el país. Sin embargo, los desafíos logísticos globales para llegar con un producto oportuno y de buena calidad, que marque diferencias frente a otros proveedores, plantea nuevos desafíos para la industria.
“El mercado chino ha ido cambiando y ha pasado de productos básicos a otros bastante más desarrollados. Está pidiendo inocuidad y generar valor. En base a eso estamos proponiendo acuerdos como los APL”, comenta Mario Marín, gerente nacional de proyectos de Fedefruta.
Es por ello que esta entidad gremial comenzó en 2021 a desarrollar el Acuerdo de Producción Limpia ‘Adaptación al Cambio Climático para Productores de Cerezos de la Región de O’Higgins’ –una asociación público-privada que fomenta prácticas, técnicas y tecnologías amigables con el medio ambiente–, con el fin de impulsar un crecimiento sostenible de este sector productivo, considerando que muchos de las temáticas relacionadas con la sostenibilidad no están incluidas en certificaciones como Global GAP y FSMA.
“La producción limpia es una estrategia de gestión productiva y ambiental que permite reducir costos, incrementar eficiencia, productividad y utilidades, así como también reducir riesgos, tanto para el ser humano como para el medio ambiente”, explica Mario Marín, encargado de esta iniciativa.
BRECHA TECNOLÓGICA
El acuerdo, que es de carácter voluntario, involucra a un grupo de 30 productores de cerezas de la Región de O’Higgins. Cuenta con el apoyo de la Agencia Chilena de Sustentabilidad y Cambio Climático de Corfo y con el financiamiento de fondos ($ 151.755.000) del Gobierno Regional de O’Higgins.
El APL busca que los agricultores de esa región implementen medidas para la adaptación productiva al cambio climático, promoviendo sistemas eficientes y sustentables que aseguren la inocuidad alimentaria, minimicen la contaminación generada por sus procesos y mejoren su relación con el entorno y las comunidades locales. Este se basa en tres pilares: el uso ambientalmente responsable de los recursos productivos; garantizar el bienestar, la salud y la seguridad de los trabajadores; y fomentar el relacionamiento responsable.
El tema es relevante, toda vez que, según muestra el diagnóstico realizado por este APL, los productores de cerezas de este sector están afectados por diversos factores vinculados con el cambio climático. El 100% acusa disminución de recursos hídricos y la aparición de lluvias inesperadas, el 60% ha sufrido heladas, un 32% revela problemas para alcanzar las horas frío necesarias para el cultivo y el 90% delata la aparición de nuevas plagas y enfermedades, principalmente de Drosophila suzukii.
En noviembre de 2021 se aprobaron los fondos para realizar una primera etapa de diagnóstico, efectuada en el primer semestre de 2022, que permitió caracterizar a las 30 empresas frutícolas del sector en cuanto a sus atributos productivos (equivalentes a 315 ha, con 138,8 de Santina y 101,1 de Lapins, principalmente), de remuneraciones y uso de contratistas, capacitaciones, medidas vinculadas al Covid-19, certificaciones e instalaciones, entre otros aspectos.
“Los productores están cumpliendo, pero al meterse en temas de sustentabilidad, faltan algunos aspectos relevantes”, apunta Mario Marín. Por ejemplo, varios no conocen específicamente los niveles de residuos generados en sus predios y muchos no tienen datos específicos sobre su disposición.
Por otro lado, a pesar de estar conscientes de los problemas hídricos que sufren actualmente, el 40% admite no conocer los requerimientos de agua de sus cultivos y pocos usan las tecnologías adecuadas para hacerlo. En temas de energía, los 30 productores no manejan datos de su consumo. Y en el uso de tecnologías 4.0 como sensores y drones, la brecha también es amplia. Solo dos de las 30 empresas han implementado herramientas de este tipo para mejorar su gestión productiva.
“En temas de relación con el entorno y la comunidad –explica Marín–, en general, la agricultura se lleva muy bien con sus vecinos y apoya iniciativas locales, pero tiene poca relación con las municipalidades y el Gobierno Regional. Por lo tanto, hay que desarrollar medidas para mejorar estos vínculos”.
“Las certificaciones –agrega el coordinador del proyecto– han sido muy importantes para cumplir con requerimientos relacionados con producción y gestión laboral. Pero hay déficits relacionados con el manejo de residuos, hídrico, uso de las tecnologías y de la adaptación al cambio climático. Hay mucho desconocimiento y mucho por hacer”.
En este momento, los agentes públicos de la Región de O’Higgins (ministerios y reparticiones) se encuentran en una etapa de discusión de una propuesta de medidas a llevar a cabo para acortar brechas, lo que les permitirá armar el APL definitivo y realizar el llamado de los productores para adherir a su implementación. Posteriormente, comenzarán las etapas de seguimiento y control, lo que considera también la transferencia e implementación de tecnologías que les permitan a las empresas mejorar sus procesos.