El compromiso con la innovación ha sido un pilar del progreso en la tecnología de aplicación terrestre en Perú. Al respecto, el profesor de la Universidad Nacional Agraria La Molina, el Dr. Javier Vásquez, mencionó, en especial, el notable espíritu innovador en el cultivo del arándano, tras el desarrollo en la empresa Plantaciones del Sol en Olmos del uso de bajantes en forma de arco en los pulverizadores de barra para una aplicación más eficiente de los productos.

“Un día, los ingenieros Jhovian Sanjinés y José Castillo, encargados de la sanidad en la empresa Plantaciones del Sol en Olmos, me comentaron sobre bajantes en forma de arco y era algo que no habíamos visto hasta el momento. Los bajantes tradicionales que se utilizan son rectos. Entonces, me pareció una idea muy interesante, fuera de lo común. Me compartieron la idea, trabajamos juntos y finalmente se desarrolló una tecnología tan sencilla, pero que dio resultados impresionantes”, refiere.

A diferencia de los bajantes rectos tradicionales,  explica que esta tecnología permite adaptar la aplicación a la silueta de la planta, logrando una cobertura uniforme en todos sus niveles. Este enfoque permite alcanzar las hojas desde diferentes ángulos, garantizando una aplicación más efectiva con menor volumen de producto.

OTROS AVANCES

Vásquez refirió que en las aplicaciones se ha logrado implementar un sistema de normas técnicas peruanas para la inspección y calibración de pulverizadores, basado en la normativa internacional ISO. Aunque estas normas aún no son exigidas por clientes internacionales, varios fundos han optado por certificar sus equipos voluntariamente, mejorando así la eficiencia de las aplicaciones y asegurando un manejo seguro de los productos fitosanitarios.

De otro lado, el experto en estos temas, menciona que los avances en tecnología de aplicación también han cambiado la percepción sobre las condiciones meteorológicas ideales. Antes se pensaba que las aplicaciones sin viento eran óptimas. Sin embargo, el Dr. Javier Vásquez comenta que estudios recientes han demostrado que aplicar plaguicidas en momentos sin viento puede favorecer la acumulación de los químicos en forma de nube, afectando áreas no tratadas.

“Hoy se recomienda realizar aplicaciones con una ligera corriente de aire, evitando así el fenómeno de inversión térmica y la posibilidad de fitotoxicidad en cultivos cercanos”, afirma.