Ideas para mejorar la gestión del agua
Aunque es inevitable toparse con trabas, la Junta de Vigilancia de la 1° Sección del río Cachapoal ha logrado trazar un camino de éxito basado en la innovación, para desarrollar una mejor gestión del recurso hídrico. Muchas veces, más con ingenio que con recursos, sus ideas han sumado adeptos en una región que no escapa a los problemas de escasez hídrica.
Lo que hace falta es una idea, y comprometerse para que ésta pueda salir adelante. Eso parece tenerlo claro Robert Hilliard, gerente de la Junta de Vigilancia de la 1° Sección del río Cachapoal, quien en más de una oportunidad, por iniciativa personal, ha logrado sacar adelante ideas que se han transformado en beneficio para los regantes. Así es como se ha involucrado personalmente en algunos proyectos para después compartir ese objetivo con otras organizaciones. Y esas ideas van resultando, algunas antes y otras después.
El programa se concretó y cuando llegó el momento de evaluarlo, tomaron los cuatro años de ejecución, “aun cuando para que una evaluación sea considerada válida, se deben tener informaciones de por lo menos 30 años, pero lo hicimos igualmente. E hicimos cuatro evaluaciones de precipitaciones y buscamos estaciones meteorológicas en la región y había dos: Sewell, que es muy de precordillera y Graneros, que está en el valle, y establecimos un coeficiente de correlación. Es decir, si en valle llovían 100 mm, cuánto llueve arriba y se estableció que la relación era 2 a 1, es decir, en Sewell llovían 200 mm”, explica.
SEGUNDO PROGRAMA CON DURACIÓN DE 7 AÑOS
Tras eso se dieron cuenta de que en Sewell había llovido un 15% más, “gracias a este nuevo elemento que era la estimulación de las precipitaciones”, recuerda Hilliard. Y el programa piloto concluyó, pero ante los resultados obtenidos debían reactivarlo. “Lo hicimos dos años después en 2006, aprendiendo todas las lecciones de ese programa piloto. Lo primero era que no sacábamos nada que lloviera en el valle porque no teníamos un embalse, que sí teníamos en la cordillera, que es nuestro gran embalse natural”, explica. Así que reordenaron los equipos, colocándolos en la cordillera, incluso en una cota más alta e iniciaron un segundo programa, esta vez, con duración de siete años.
“Había que sacarle punta al lápiz. Nos parecía interesante saber cuánto llovía, pero la lluvia como tal no nos sirve, sino lo que nos sirve es saber cuánta agua viene en el río. Queríamos tener un resumen y el mejor sitio para eso es Puente Terma, que está al lado de las Termas de Cauquenes. Del mismo modo que la vez pasada, donde buscamos un punto que tuviera correlación como lluvia, buscamos esta vez un punto que tuviera correlación como río, y concluimos que eran Bajo Briones, Puente Terma y La Obra. Son homólogos, y teníamos una correlación con ambos puntos. Si el Maipo subía, también lo hacían el Cachapoal y el Tinguiririca. Llegamos a la conclusión de que el Maipo no se estimulaba ni estimula hasta ahora y el Tinguiririca no se estimulaba, pero hoy sí y en el Cachapoal tenemos agua hasta en los años más críticos, entonces supusimos que era la estimulación de precipitaciones la que estaba alterando la correlación histórica en un 15%”, explica.
Como los resultados eran halagüeños, Hilliard explicó la situación a otras juntas de vigilancia, “porque en este río, en años malos ningún agricultor deja de regar, en cambio los otros ríos en años buenos tienen escasez”, afirma. Y finalmente desarrollaron un proyecto en la VI Región para hacerlo en todo el frente cordillera, de norte a sur, incluyendo los ríos Peuco, Codegua, Cachapoal, Claro de Rengo, Estero Zamorano, Tinguiririca y Chimbarongo. “Logramos convencer al Gobierno Regional de que era un programa dable, con rentabilidades muy difíciles de medir, pero positivas desde el punto de vista de que si hay un 15% más de agua, es un embalse barato. Y la cordillera es nuestro gran embalse. El Gobierno Regional nos creyó y comenzamos un proyecto a dos años y este es el segundo, donde el Gobierno Regional invirtió en equipamiento, con el compromiso de que nosotros seguíamos 5 años más”.
Hoy tienen 25 equipos instalados en la región y el programa pasó a la Federación, con dos coordinadores: Robert Hilliard y Miguel Ángel Guzmán; quienes se encargan del correcto funcionamiento de la red. “Debíamos tener un tener un manual de ruta, que nos indicara cuándo encender el equipo, cuándo apagarlo y qué hacer cuando la situación no es muy clara”, subraya.
Pusieron los equipos a 2.500 m.s.n.m. y ha funcionado. “En 2013 llevamos cuatro lluvias y cuando estamos en alerta amarilla, generalmente, decidimos no encender los equipos.
-Con valores entre un 13 y 17% más de agua, ¿cómo están hoy?
-La situación en la VI norte es difícil y en VI Sur también, pero nosotros tenemos más agua de la que necesitamos. Hay que echarle la culta a algo. A mí me lo preguntaron y dije nosotros le hemos ayudado a Dios y él nos devolvió la mano. Aquí el año pasado llegamos a un 95% de año normal en una condición de sequía general, aunque no creo que toda el agua sea producto de la estimulación de precipitaciones
LOS NUEVOS ESTATUTOS SON UNA REALIDAD
Proyectos y más proyectos. Todos con un único objetivo. Hacer una buena gestión de un recurso que es escaso en la región. Y uno de esos proyectos ya pudieron concretarlo. Tras realizar un trabajo de más de diez años, finalmente sacaron adelante los ansiados estatutos modernos de la Junta.
“Fue un proceso bastante largo”, afirma Hilliard, “Logramos aprobarlos a nuestro gusto en el mes de junio del año pasado. Son unos estatutos que consideran a todos los usuarios de agua: consultivos y no consultivos”. Pero aún queda una segunda parte, que es el rol de usuarios de la organización. “En marzo pasado enviamos un borrador a la Dirección General de Aguas. Estamos a la espera de lo que apruebe. Es uno de los grandes objetivos de la Junta, desde el punto de vista de organización formal. Es el gran trabajo y estamos a punto de conseguirlo”, espera el gerente.
LA IMPORTANCIA DEL DATO EXACTO
Administrar una Junta como ésta, que involucra más de 47.000 hectáreas regadas no es un asunto fácil. Menos aún cuando no tienen los datos exactos, porque cuando nieva en la cordillera, lo hace ‘mucho’ o ‘un montón’, y no tienen como medir eso. Lo mismo pasa con el clima porque cuando hace mucho calor tampoco hay datos exactos y se deben conformar con ‘uffff que calor’ y cuando llega el frío con el ‘uyyyy qué frío’.
Era imposible medir cuánto realmente es ese ‘mucho’ y cuánto es ese ‘uyyyy qué frío”. Eso hasta que la Junta presentó un proyecto al Gobierno Regional , que se adjudicó el EULA de la Universidad de Concepción, que ha instalado equipos que permitirán cuantificar los grados de calor y de frío y la cantidad exacta de los litros de lluvia y nieve.
“Ese programa lo generamos nosotros como Junta, y se lo pasamos a la Federación. El proyecto fue hecho pesado para administrar el agua, mientras que el EULA lo tiene pensado para hacer ciencia. La ciencia es muy importante para hacer avances, pero los tiempos de la ciencia y de la administración son muy distintos. Yo tengo que administrar ahora y no me sirve que me entreguen el informe en cinco años más. Porque te dicen que el dato aún no está validado, es decir que aún no tenemos datos precisos”, critica el gerente.
– Y como Junta, ¿ustedes no tendrán esos datos cuando los necesiten?
– Es que la DGA no permite que se entreguen mientras que no estén validados.
– O sea, a día de hoy, ¿la medición seguirá ‘mucha nieve’ y ‘uyyyy qué frío’?
– Sí, pero por lo menos el otro día en una reunión logramos saber que un “montón de nieve” de este año es mejor que el del año pasado, pero no tenemos ninguna cifra, y hay que conformarse con saber que el “montón” es mejor. Evidentemente es un dato valiosísimo, pero a nivel de administración.
PIONEROS DE LA TELEMETRÍA EN CHILE
La escasez hídrica no es un problema nuevo en la región. Bien lo sabe Hilliard, que hace diez años tenía en mente trabajar en sistemas de telemetría. “Me dijeron que era un loco”, cuenta. Pero en la Junta lo apoyaron y viajó a Europa a mirar de qué se trataba esta tecnología. “Fui a España y lo vi, y vi que era posible, lo vi también en Francia y seguía siendo posible. Entonces cuando llegué aquí y lo comenté, el presidente de esos años, Claudio Vergar, a me apoyó y sacamos adelante ese proyecto, lo que pasó es que los equipos con que lo hicimos no eran los adecuados”, recuerda.
Y como es una tecnología prioritaria para la región, según Hilliard, volvieron a la carga, presentando un nuevo proyecto a través de la Federación a un Concurso Regional, pero una equivocación del consultor los privó de conseguirlo, salvo una organización que lo hizo con otro consultor. Y siguieron insistiendo, esta vez con un Concurso Nacional , que sí ganaron finalmente y que involucró una inversión total de 77 millones de pesos, de los cuales la Comisión Nacional de Riego subsidió 39 millones de pesos. “Ya tenemos los equipos instalados en el 75% de las aguas que están bajo nuestra administración”, cuenta el gerente de la Junta. El 45% corresponde a la Ribera Sur, el 10% a Norponiente, el 5% al canal El Olivar y el 15% se lo reparten el canal Lucano y el canal común San Joaquín. “A este proyecto le añadimos equipos para medir la calidad del agua y somos los primeros en Chile que mediremos el pH y la conductividad”, continúa.
Eso en una primera etapa. En las siguientes tienen en mente medir otros parámetros como los niveles de arsénico y boro, “que probablemente podamos hacer a través del Ministerio de Medio Ambiente y también tenemos la intención de incluir equipos de alerta de crecidas”, precisa. Si se adjudican las nuevas etapas del proyecto, quedarán con el 100% de los canales que sacan sobre 1,5 m/s con telemetría y en el 90% de las aguas podrán medir la calidad (pH y conductividad). El próximo proyecto que presentarán involucrará una inversión de 50 millones de pesos, un 20% de los cuales serán aportados por una junta de vigilancia, y un gerente, que se mueven por el progreso de los regantes.