Fuentes de agua no convencional: LOS BENEFICIOS DE LOS COLECTORES DE AGUA LLUVIA
Los sistemas de cosecha de aguas lluvia se vienen instalando en las zonas de secano de la región de O’Higgins desde 2008. La última iniciativa está siendo impulsada y administrada por el INIA y beneficiará a 220 agricultores de las regiones de O’Higgins y del Maule. Hoy esta tecnología permite regar invernaderos de 48 metros cuadrados, pero sus potencialidades son mayores. Todo depende de la capacidad de acumulación de los estanques.
Por Jorge Velasco Cruz
El punto en el mapa de la situación pluviométrica de la DGA es de color amarillo: indica que el déficit hídrico de las zonas de Rancagua y San Fernando y, en consecuencia, también del secano costero de la Región de O’Higgins oscila entre el 10 y el 50 %. Comunas como las de Litueche, Navidad y Las Cabras, que son de secano, deben conformarse con las lluvias invernales, pozos profundos o pequeños cursos superficiales de agua que, al llegar el verano, por lo general quedan secos.
Por ejemplo, el Centro Experimental Hidango del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, ubicado en la comuna de Litueche, dispone de información que indica que hasta hace 5 años, la precipitación promedio anual era de 740 milímetros. Pero en el último lustro ésta no ha pasado de los 560 y en 2013 fue aun más baja, llegando a los 523 mm.Algo similar ocurre más al sur en la Región del Maule.
“Ésta es una situación que se está viendo reflejada en todos los predios del área de secano. Son los pequeños agricultores los más afectados, dado que al déficit de precipitaciones, tenemos que sumar los efectos del terremoto del 2010, que cambió en cierta forma la geología de los terrenos. Donde antes había una noria o una vertiente que entregaba un caudal interesante de agua para un agricultor, hoy dan muy poca agua o están secas”, señala el ingeniero agrónomo y especialista del Centro Regional de Investigación INIA Rayentué, el doctor Jorge Carrasco.
Para subsistir en los seis o más meses en los cuales no hay precipitaciones o en que éstas son muy escasas, los agricultores deben buscar opciones para acumular agua.“Hay agua en el invierno, pero no hay cómo aprovecharla. Lo que llueve se va al suelo. Aprovechamos apenas el 10 % o 20 %”, afirma Miguel Muñoz, jefe técnico del Prodesal las Cabras.Es así como en estos lugares del país son muy bienvenidos proyectos como los de instalación de Colectores o Cosechadores de Aguas Lluvia. El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), con el financiamiento de la Subsecretaría de Agricultura, está llevando a cabo un programa para instalarlos en predios de pequeños agricultores.
La iniciativa tiene un costo de $829 millones y su objetivo consiste en construir e instalar 220 unidades y beneficiar a igual cantidad de agricultores. Los equipos permiten colectar, conducir y acumular agua, con el fin de regar una pequeña huerta instalada en un invernadero de 48 metros cuadrados con riego tecnificado. Están compuestos por canaletas colectoras de doce metros de largo (dos canaletas de seis metros, por lo general), tuberías de conducción, un estanque de agua de 5.400 litros de capacidad y un pequeño techo que lo cubre, además del sistema de riego por goteo(riega un litro por hora a una presión de 0,7 bar)que cuenta con una bomba de medio hp de potencia.En cada unidad se instalan ocho cintas, con cuarenta emisores por cada una que permiten aplicar 160 litros en veinte minutos de riego. Con ello, un estanque puede utilizarse durante un mes, regando todos los días.
Entre los requisitos de instalación, están el que los usuarios tengan techo de zinc para que el agua pueda escurrir mejor, que cuenten con espacio suficiente para realizar las instalaciones, y con un mínimo de capacidades y conocimientos para producir hortalizas. Los equipos son colocados por personal del INIA en dos o tres días.
Sesenta unidades se están colocando en la Región del Maule (por un costo de $229 millones) y las otras 160 ($600 millones) en la de O’Higgins, a un costo aproximado de $ 1,4 millones cada una, aproximadamente. El proyecto contempla, además, la capacitación de los agricultores, para que puedan operar el sistema en forma efectiva.
El agua acumulada es impulsada desde los estanques por bombas conectadas a la red eléctrica. Sin embargo, en algunos sectores aislados o en los cuales los estanques se encuentren lejos de la matriz energética, se instalarán paneles solares. Serán quince en cada región.
UNA BUENA SOLUCIÓN
Los programas de cosecha de aguas lluvia vienen llevándose a cabo en Chile desde 2008, cuando el INIA los comenzó a implementar como una iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con el financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (en inglés, Global Environment Facility, GEF) y posteriormente han sido impulsados por diversos estamentos del Estado, entre los que destaca el INDAP.
Los cosechadores de agua consisten en una técnica que permite capturar y almacenar la precipitación de agua caída en la techumbre de una casa, bodega o galpón. Se considera que por cada milímetro de agua caída se puede recolectar 1 litro por metro cuadrado de superficie de techo. El recurso juntado puede utilizarse en el riego de pequeños invernaderos y/o huertas familiares, como también en el consumo animal e incluso domiciliario.
Si, por ejemplo, en el secano costero caen 500 milímetros de agua en una temporada, teóricamente se pueden cosechar 500 litros en 1 metro cuadrado de superficie. En consecuencia, si un productor posee una casa con un techo de 40 metros cuadrados, podría almacenar 20 mil litros de agua. Pero en la práctica, cuando las precipitaciones son intensas, se pierden recursos hídricos por la salpicadura en los techos y el desborde en las canaletas; por ello, los expertos estiman que logra almacenarse entre un 80 y 85 %. De esta forma, el agua cosechada llegaría a unos 16 mil litros.
Eso, por supuesto, ocurriría si se tuviera la capacidad de almacenaje suficiente. En este contexto, señala Jorge Carrasco, coordinador del programa, un estanque de 5.400 litros no resuelve la situación de riego de un pequeño agricultor, pero sí le permite contar con un volumen de agua que antes no tenía. “Ese estanque se comienza a llenar con las primeras lluvias de mayo, y probablemente en el mismo mes se llene con las precipitaciones caídas, por lo cual el productor puede hacer uso de esas aguas para riego, en la producción de hortalizas bajo invernadero. A medida que se va usando esa agua para riego, el estanque se va llenando nuevamente con las sucesivas precipitaciones que puedan caer durante la temporada de lluvias”, comenta.
Entre los efectos positivos del programa de sistemas de acumulación de agua, está no sólo la posibilidad de contar con recursos hídricos para diversos usos, sino también el que los beneficiarios puedan llevar a cabo una huerta familiar que permita mejorar la dieta alimenticia. Mientras más sean las canaletas y más grandes sean los acumuladores, las posibilidades productivas y comerciales se multiplican.